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Aquelarre- Danza Macabra- Capítulo II: Las palabras de Ana

Primus actus: Prólogo - Puente la Reina

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04/11/2016, 00:02
Director

Roncal-Salazar

 

 

El grupo de peregrinos pasó dos semanas hasta que Ataulfo estuvo en condiciones de retomar el viaje, pues por nada del mundo estaba Don Carlos de Mayoral a dejar atrás a tan valeroso soldado. Los expertos cuidados de Nicómedes permitieron una recuperación sorprendente y en el momento de partir Ataulfo estaba como nuevo salvo por la cicatriz que le había desfigurado parcialmente el rostro.

No les acompañó Bastián en esta nueva pues estando en Ibarrela reflexionó sobre lo cerca que había estado de la muerte y decidió volver a Jaca a buscar al amor de su vida antes de que fuera tarde.

Notas de juego

Recordemos que la última parte de el lobo y la oveja transcurre entre el monasterio de Leyre y el valle de Ibarrela.

el cual se dice que se encuentra tras cruzar el río Salazar. No encontré referencias a dicho valle, por lo que consideré que es el valle Salazar.

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04/11/2016, 00:21
Director

 

El grupo parte de Ibarrela sin prisas pues aunque pueden llegar a Puente la Reina en la primera jornada, Don Carlos, muy devoto, prefiere contemplar la virgen del Txori con la luz de la mañana. Así pues descansan en una posada a un par de leguas.

 

Con las primeras luces del día el grupo retoma la marcha y tras cruzar el puente se encuentra la pequeña capilla con la virgen de Txori perlada de rocío ante la que Don Carlos reza durante largo rato sin más sonidos que el trinar de los pájaros y el correr del del río Arga (https://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Arga)

Si bien Puente la Reina fue duramente castigada por la peste, su posición estratégica favoreció su repoblación dando la sensación de que la plaga hubiese pasado de largo. Ante la capilla os llegan los sonidos de la pequeña urbe y el olor a pan recién horneado.

 

Después reza en la iglesia de San Pedro y finalmente, antes de ir a comer pues el hambre asoma, visita la de Santiago el Mayor, también llamado matamoros. La misa habíase celebrado hace una hora y la iglesia se encuentra semidesierta. Junto al presbiterio destaca un hombre rayando la treintena, cuya figura es a un tiempo tosca y gallarda (Sí es él, es Don Fausto, ¿qué estará haciendo?)


 

Iglesia de Santiago el Mayor

(http://www.turismo.navarra.es/esp/organice-viaje/r...)

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_el_Mayor


Iglesia de San Pedro, virgen del Txori

La leyenda de la "Virgen del Txori". Una de las iglesias del pueblo, la de San Pedro, guarda en su interior una bonita imagen de la Virgen del Puy. Sentada con el Niño en brazos, de piedra policromada y de tradición gótica, aunque según escritos su antigüedad es similar a la del puente (s. XVI).

Cuentan que en sus orígenes, la efigie mariana estaba situada en una pequeña capilla dentro del torreón central del puente. Todos los días, un pajarito cogía agua del río en sus alas y lavaba el rostro de la Virgen. De ahí que esta Virgen del Puy se llame también Virgen del Txori (que, en euskera, significa "pájaro").

Hacia 1843 la torre central del puente fue derribada y la estatua de la Virgen se trasladó a la parroquia de San Pedro.

http://www.eltxori.com/leyenda.html

Notas de juego

Escena puramente narrativa y con limitada participación del director de juego.

Don Fausto ya está en la iglesia (si está rezando o pecando es algo que debe decidir él mismo)

Don Carlos entra en la iglesia a rezar acompañado de al menos uno de los personajes. ¿Quién va con Don Carlos?

Quien no quiera visitar iglesias, puede invertir la mañana en hacer cualquier otra cosa y citarse en la de Santiago a medio día.

Gonzaño Villegas está por las inmediaciones pero fuera de la iglesia y se confunde con el resto de habitantes de Puente la Reina.

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04/11/2016, 21:51
Don Fausto de Landarria

De Santiago de Compostela decían que era como una bestia agazapada entre montañas, una portentosa criatura de piedra, humo y tornasol. Se decía que aquella era ciudad de santos y milagros sobre la que el Dios de los cielos posaba su dedo. Muchas veces pensaba yo como sería aquel lugar que el mismo apóstol había elegido como morada para sus restos terrenales. Debía ser hermoso, cuanto menos, como un amanecer de primavera, lleno de gentes satisfechas y con la barriga bien llena, un paraíso donde nadie pasaría hambre ni frío. En Santiago, decían, uno debía de estar tan cerca de Dios que sentiría su mirada protectora.

Pero ya sabía yo que aquello no podía ser cierto. Demasiada vida cargaban mis espaldas. Demasiado conocimiento sobre el hombre, su instinto, y el fondo de su alma. Cierto era que alguna esperanza de redención había aún en mi corazón, más tampoco rebosaba yo optimismo en ello. Creo en el Altísimo, sin duda, pero tampoco pretendo engañarme a mi mismo y menos ahora después de viejo. Que no soy hombre piadoso y tampoco recto o casto, pues sólo me encuentro gustoso en el campo de batalla o en el lecho de una moza. Quizá esta peregrinación me ilumine, pues únicamente Dios sabrá mostrarme el camino que debo seguir ahora en ésta última etapa de mi vida, y es por ello que me encamino a Santiago en compañía de mi fiel escudero Gonzalo, a quien tras tantos años de servicio considero más amigo que vasallo.

Muchos días llevábamos ya de marcha por los caminos que llevan a Santiago. A veces sólo veíamos pequeños pueblos de campesinos, en algunos comprábamos pan y pedíamos alojamiento. Acampabamos a resguardo del viento algunas noches, en la linde de pequeños bosques en otras, o en viejos caserones las que menos. Siempre, al despuntar el alba, ya estábamos nuevamente en marcha. Era aquella tierra de montañas altas y espigadas, y de llanuras pobladas de encinas y sabinas. Las tierras se cultivan de cereal y se aprovechan para los pastos de los inmensos rebaños de la Mesta castellana.

No hubo incidentes dignos de mención durante aquel viaje. Suficiente fue lidiar con la fatiga y las incomodidades propias de una marcha de senda duración. El penúltimo día de trayecto, gonzalo y yo comimos junto a una fuente al borde del camino y al anochecer dormimos en una pequeña villa rodeada de prados. Al día siguiente llegamos a Puente de la Reina, un pueblo cuyo nombre viene del viejo puente de piedra romano que allí cruza el caudaloso río Nalón.

Allí, ante mis ojos, se presentó la iglesia de Santiago el Mayor...

No pude evitar sentir cierta desazón cuando me vi ante la severa mole de piedra de la iglesia. Parecía como si Dios, irritado por la presencia de un pecador pertinaz e irredento, me mostrara su disconformidad por mi visita.

-Gonzalo, -dije al que era paje, escudero, amigo y compañero de viaje y fatigas. -bien sé yo que vós fallaredes regocijo brindándome companya en la casa del Senyor, más fabré de pedirvos que me dejéis en soledad. Vós sabedes muy bien que yo non só ya muy mançebo, et acaesçióme assí: que desde que fui nasçido fasta agora, que siempre me crié et visqué en muy grandes guerras, a vezes con cristianos et a vezes con moros, et lo demás sienpre lo ove con reys, mis señores et mis vezinos. Et cuando lo ove con cristianos, como quier que sienpre me guardé que nunca se levantase ninguna guerra a mi culpa, pero non se podía escusar de tomar muy grant daño muchos que lo non meresçieron. Et lo uno por esto, et por otros yerros que yo fiz contra muchos omnes, he agora de orar et pedir redención en soledat.

Y así, tras pedir al de Villegas que me dejara en soledad y fuera a hacer lo que más se le antojara en aquella villa, entre en el templo y avancé sobre aquel suelo sacro hasta llegar al presbiterio. Allí recé pues, como era menester, por las almas de aquellos que habían caído bajo los golpes de mi espada:

-Memorare, O piissima Virgo Maria, a saeculo non esse auditum, quemquam ad tua currentem praesidia... 

Una vez, con el Amén dicho, el rezo terminado, y el alma un poco más en paz, me vino a llamar la atención la presencia de un hombre de porte noble y avanzada edad que, acompañado por un heterogéneo grupo de hombres, parecía tener la misma intención que yo en aquel lugar. No se si de alguna manera me vi reflejado en los cansados ojos de aquel anciano, pero lo cierto es que me acerqué a él con la intención de saludar...

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05/11/2016, 17:52
Carlos de Mayoral

Una vez, con el Amén dicho, el rezo terminado, y el alma un poco más en paz, me vino a llamar la atención la presencia de un hombre de porte noble y avanzada edad que, acompañado por un heterogéneo grupo de hombres, parecía tener la misma intención que yo en aquel lugar. No se si de alguna manera me vi reflejado en los cansados ojos de aquel anciano, pero lo cierto es que me acerqué a él con la intención de saludar...

Carlos de Mayoral, cuya porte revela una vida entregada al ejercicio de las armas, avanza hacia el presbiterio para admirar el Cristo que se eleva tras éste. Mientras avanza, discute con sus acompañantes sobre las próximas etapas en su peregrinaje a Santiago.

-Hemos perdido dos semanas de temperaturas templadas mientras se recuperaba el bueno de Ataulfo y preocúpame que se adelanten los fríos del invierno antes de llegar a Santiago. Non me place viajar de prisa ansí que por más vueltas que dóile non fallo solución otra que renunciar a algunas de las paradas que tenía previstas. 

En estas ve acercarse a Don Fausto. Parece natural que se crucen pues los bancos apenas dejan un pasillo en la nave central, así que le dirige un saludo sin prestarle demasiada atención.

-Buenos días gentilhomne.

Notas de juego

El viaje se inició a finales de Septiembre, de hecho, copio el párrafo inicial de la campaña porque no recuerdo si se lo pasé a Fausto y a Gonzalo. No está mal recordarlo.

Septiembre de 1362. En Mayo del año anterior y gracias a la intervención del legado pontificio Guido de Bolonia, Castilla y Aragón firmaron la paz de Terrer, poniendo fin a una sangrienta guerra que los había enfrentado durante cinco largos años. Los dos bandos se devolvieron los territorios conquistados y se comprometieron a mantener la paz. Pedro IV de Aragón licenció a sus tropas, mientras que Pedro I de Castilla participaba en la guerra civil de Granada.
Ahora, sin embargo, Pedro I ha vuelto victorioso del sur. Ha hecho una alianza secreta con Navarros e Ingleses, y ha roto la tregua, entrando a sangre y fuego en territorio aragonés y amenazando Zaragoza.

 

Estas noticias sorprenden al grupo de Pj en la localidad de Jaca, donde se encontraban descansando tras sus últimas aventuras. Mientras deciden entre huir de la guerra atravesando la frontera del vecino reino de Navarra, reclutarse en el ejército que Pedro IV de Aragón intenta organizar a toda prisa para defender Zaragoza, o mirar de sacar algún provecho de esta situación de caos reibirán la noticia de que un hidalgo llamado Carlos de Mayoral busca un grupo de individuos con "recursos" para que le acompañen en cierto viaje que debe llevar a cabo próximamente. El viaje no es otro que la peregrinación a Santiago de Compostela, que en estos tiempos difíciles no está exento de peligros.

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06/11/2016, 00:48
Don Fausto de Landarria

-Saludos. -respondí al hombre cuyo porte y vestimenta hacían casi evidente su condición de noble y señor. -Non he podido evitar oirvos. Sabed que non gusto de escuxar lo ajeno, más demás el mi oído es duro e recio, empero credo que... ¿viajades a Compostela?.

-Disculpad los míos modales, -me interrumpí a mi mismo antes de que el hombre contestara. -que non he me apresentado.
No era menester perder los modales y costumbres, y mucho menos con alguien de misma o mayor condición. 

-Fausto de Landarria ha el plaçser de saludarvos. Caballero et fijo del muy noble Barónet señor de Echauri.

Una vez hubo el hombre dado respuesta y saludo añadí: -Algunos días ha, por algunas cosas quem’acaesçieran, fue mi voluntad de me partir desla tierra del mi padre et non tornar a ella fasta encontrar respuesta et sosiego, et por ende que ando yo también agora en camino ca Santiago.

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06/11/2016, 20:31
Jacob ben Eleazar

Tras los sucesos en la Ibarrela, e dispués de aguardar la pronta recuperación del que llamábamos "El Viejo", pasada una ligera jornada de viaje yegamos al Puente de la Reina en que, como nos tiene acostumbrados, nuestro Señor Carlos de Mayoral se distrae visitando una iglesia tras otra.

Siendo el caso que yo con este no comparto ni creencia ni fervor, me separo del grupo acordando reunirme al resto en la iglesia de Santiago al mediodía y empleando, asina et de aquesta manera, a pasear distraídamente por el pueblo con la pretensión de hallar alguna posada en la que hacer parada y fonda, procurarme un buen desayuno y ver si conozco a alguna moza del lugar que estoy yo en edad de merecer!

Todo esto, claro está, si mi maestro Nicómedes lo autoriza!

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06/11/2016, 23:49
Nicómedes Ha-Levi

Tan pronto Ataulfo estuvo recuperado, Nicómedes se perdió en la judería de Puente la Reína.

Una quinta parte de la población de la villa era de fe hebrea, y el médico había tenido un compañero en Toledo que provenía de la ciudad navarra. Nicomedes lo creía muerto et había vagado por el cementerio buscando las tumbas familiares. No la encontró et rezó frente a la lápida que marcaba la fosa común. No le gustaba la compañía de las familias judías, con tantos niños, y cuando se cansó de estar metido en la sinagoga, se lanzó a pasear por las calles. 

Jacob por supuesto, tomó la ausencia de Nicómedes como una autorización implícita para facer lo que le venía en gana, y a Nicómedes le parecía bien. El aprendiz había trabajado duro, y de todas formas no quería encariñarse con él. Pronto, algo le pasaría a alguno de los dos, y tendrían que separarse, en el mejor de los casos. Aún pretendiendo tratarle como un criado, no podía evitar hablarle como a un aprendiz.

Absorto estaba en sus pensamientos cuando vio a su antiguo conocido. Iba vestido como un cristiano, y de su cuello colgaba un crucifijo. No le reconoció, y Nicómedes pasó de largo. Se quedó tan perplejo al torcer la esquina de una calle, que tuvo que apoyar la espalda en una pared. 

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08/11/2016, 16:20
Evaristo, el cojo

Pese a llevar armadura y armas de soldado seguía con las viejas tradiciones de visitar iglesia tras iglesia. En parte por estar a buenas con Don Carlos, en parte porque es lo que hacía a lo largo del camino y buenos pucheros de sopa había sacado de los curas o de sus mancebas. Ahora la situación era diferente, y DOn Carlos se encargaba de que no nos faltase de nada, cosa que mi estómago agradecía, ya había cogido unos quilos y todos y mi porte había mejorado ojos vista. En la iglesia se presento un hombre a nuestro señor...el terrenal, que no al de los cielos, que a ese rendíamosle cuentas todos antes o después. Yo escuché y callé.

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09/11/2016, 17:19
Director

-Fausto de Landarria ha el plaçser de saludarvos. Caballero et fijo del muy noble Barónet señor de Echauri.

Una vez hubo el hombre dado respuesta y saludo añadí: -Algunos días ha, por algunas cosas quem’acaesçieran, fue mi voluntad de me partir desla tierra del mi padre et non tornar a ella fasta encontrar respuesta et sosiego, et por ende que ando yo también agora en camino ca Santiago.

 

Quedose el hidalgo un tanto extrañado al principio, como queriendo acordarse de algo, mas luego, abrió los ojos grandemente de sorpresa e de contenida alegría.

-Non puedo creer lo que mis oidos oyen. Don Carlos escrutó el rostro de Fausto con gran interés e luego dió un paso atrás por contemplar sus hechuras. -Non puedo creer lo que mis ojos ven, más non me cabe duda de que sois el hijo de quien decís, pues reconozco en vos sus mismos ojos e sus mismos dientes. Habéis de saber que guió mis primeros pasos cuando me uní al ejercito y era tan flaco que apenas podía sostener la mía espada. E decís que peregrináis al igual que nos para ver al Santo. 

Concededme el honor de invitaros a yantar e mientras lo hacemos me podréis contar, si no es indiscreción vuestros motivos.

No quiso irse Carlos de la iglesia sin rezar largo rato e dar gracias al Señor por concederle la oportunidad de hacer bien a las gentes de Ibarrela e por la fortuna de haber encontrado al hijo de un antiguo benefactor suyo.

Habianle hablado a Don Carlos de una buena posada a la salida de Puente la Reina, de nombre Charlingoak.

-Charlingoak, como algunos sabréis, significa perro o lebrel- Al decir esto acaricia a Hugo- Mas también se usa este nombre para designar a los hijos mestizos de un agote y una mujer - dice levantando el índice para enfatizar sus palabras, luego lo baja y sonríe- Aunque a mí los agotes me parecen una leyenda pagana e sin fundamento.

Os reunís todos a las afueras de la villa e no tardáis mucho en distinguir la posada que buscáis. 

Notas de juego

Hugo


 

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10/11/2016, 08:22
Gonzalo Villegas, "Manchao"

-Gonzalo, -dije al que era paje, escudero, amigo y compañero de viaje y fatigas. -bien sé yo que vós fallaredes regocijo brindándome companya en la casa del Senyor, más fabré de pedirvos que me dejéis en soledad. 

- Lo que vos ordene señor. Sabe usted que yo soy persona de pocos rezos e non tengo el placer de conocer esta fermosa villa. Mientras pone al día sus cuentas con el altísimo veré si encuentro algún lugar donde pasar la noche.

Dicho esto, Gonzalo tomo las riendas de su poco lustroso corcel y se perdió en las callejas de Puente de la Reina. Debía encontrar algún lugar donde ponerse a resguardo durante la noche, encontrar yantar que mereciese llevar ese nombre y a ser posible en algún sitio sonde Don Fausto permaneciese a salvo de sí mismo. Aunque desde que empezaron la peregrinación a Santiago el comportamiento de su señor había sido ejemplar uno nunca sabe cuando el penitente arrepentido volverá a tomar sus antiguos usos.

Después de deambular sin rumbo fijo por aquella población una animada algarabía llamó su atención. Esta provenía de una posada a la salida de Puente de la Reina. Charlingoak se llamaba y no sólo sonido salía de sus ventanas sino también un aroma de guiso que hizo estremecerse las tripas de Gonzalo pues a base de pan duro y algo de queso llevaba ya varios días. Por esos motivos decidió asomarse a la posada y así poder comprobar que sería un buen lugar para descansar los fatigados cuerpos de Don Fausto y su humilde escudero.

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10/11/2016, 10:05
Jacob ben Eleazar

Como habíamos acordado, me reúno con Don Carlos, Nicómedes y los conocidos como "El Viejo" y "El Cojo" al mediodía et que bien que me fijo e doy cuenta que, a los ya conocidos compañeros de peregrinación, habíales unido otro de aspecto belicoso y acaso de alta alcurnia que parescía ser muy del agrado de nuestro benefactor.

Sin yo querer entrometerme en los asuntos de palacio ni de aquestos homes de tan distinguido porte, acompaño, a pie e sin osar pronunciar una palabra más alta que otra, a la compañía hasta una posada llamada Charlingoak de la que el buen Carlos nos advierte acerca de sus diversos significados.

...significa perro o lebrel. Mas también se usa este nombre para designar a los hijos mestizos de un agote y una mujer.

Et que a pesar que el de Mayoral asegura non dar crédito alguno a asuntos d'Agotes, bien que me creo yo que allí se encuentra uno de aquestos mestizos ya que nos recibe e yega a nuestro encuentro un... ¿¿¿home??? asombrosamente sucio y que, al creerme yo que pueda tratarse del filo d'Agote, provoca que me esconda bien presto tras Nicómedes, El Viejo y El Cojo non fuera a ser que aquesta sucia criatura quiera comerse a los jovenzuelos que acércanse a los suyos dominios...

Mas que, sin resultar del todo tranquilizador, percátome que el supuesto Agote resulta tratarse del escudero del caballero que nos acompaña y del que he logrado enterarme que responde al nombre de Don Fausto y que nuestro Carlos de Mayoral había sido amigo o semejante del suyo padre.

Accedo, algo turbado y atemorizado por la presencia del Agote - Escudero, a la Posada con tan extraño nombre, confiando que la pitanza que allí nos den sea rica y non consistente en carne de home e otras vísceras repugnantes!

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11/11/2016, 08:17
Gonzalo Villegas, "Manchao"

Justo cuando el Manchao íbase a dar la vuelta en pos de su señor para advertirle de la existencia de tan acogedora posada, hete aquí que Don Fausto ya se acercaba a la posada acompañado por un noble señor y lo que debía ser su séquito. Gonzalo se apresuró al encuentro con el grupo observando, no sin cierto regocijo, como un mozalbete corría a esconderse asustado de él en las faldas del que parecía su maestro. Asustado el zagal, sin duda alguna, por el porte marcial y amenazador del escudero.

¡Don Fausto! He aquí una posada que pueda ser de su agrado, ricos guisos y fuertes vinos para calentar los cansados miembros del peregrino - dijo al caballero señalando hacia el Charlingoak -.

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11/11/2016, 11:28
Nicómedes Ha-Levi

- Non es un agote, malsín. Mas si queredes servirme como aprendiz,  devéis de perder el miedo a omnes extraños. Golfín- Doble insulto para Jacob. Nicomedes estaba claramente alterado tras el encuentro anterior. 

- Nicomédes para servirles, señor de Landarria- Nicomedes se inclina ante Don Fausto y hace un gesto amistoso con la cabeza a Gonzalo y acompaña al grupo hacía la posada manteníendose detrás de los caballeros. 

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11/11/2016, 13:35
Don Fausto de Landarria

-¡Lleno de júbilo tórnase el mi pecho!, ¡pues omne valeroso se que sodes vos, don Carlos de Mayoral!*. -Respondí al noble.

-Recuerdo escuxar algunas veces el vostro nombre entre los relatos de batallas que padre relatábame junto al calor del hogar. -sonreí con perdida expresión, transportado momentáneamente por los lejanos recuerdos de Landarria, el castillo, y las robustas manos de padre que, afanadas en mantener el calor del salón, echaban maderos al fuego de tanto en tanto. Había ciertas cosas, como aquellas, que padre gustaba de hacer el mismo. No dejaba a los criados ciertas tareas pues decía que un hombre como Dios mandaba debía proveerse con sus propias manos de calor, cobijo, comida, y de buena compañía para calentar el lecho.

De tal estupefacción vino a sacarme el perro. Era éste generoso de carnes, robusto y lanudo con porte fiel y noble. -Buen can gastades, don Carlos. -dije acariciando al animal.

-¡Sea, sea! ¡vive Dios si me plasçe tal idea! -exclamé tras erguirme nuevamente tras acariciar al can. -¡Fabremos de recuperar viejas vivencias en compaña de buen vyno!.

Dicho lo cual, nos encaminamos al lugar mentado por el de Mayoral.

Notas de juego

*Entiendo que aunque no lo haya dicho en el post, me da su nombre.

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11/11/2016, 13:59
Carlos de Mayoral

Las extrovertidas manifestaciones de alegría de Don Fausto fueron correspondidas por expresiones más comedidas pero igualmente gozosas por parte de Don Carlos.

- Hasme hablar de vuestro padre, pues bien lo estimo. E también yo he de contarte los que nos aconteció en el camino, pues en estos tiempos de guerra, los malhechores andan sin freno e la codicia de los ambiciosos con rienda suelta. Mas todo eso vendrá luego. Venid, que os presento a mis acompañantes.

 

A la salida de la iglesia Don Carlos fizo las presentaciones pertinentes e camino a la posada presentó a quienes se les fueron uniendo.

- Compañeros de viaje - dijo refiriéndose a quienes le habían acompañado hasta el momento- quiero presentaros a Don Fausto de Landarria, hijo del honorable omne que guió mis primeros pasos al servicio de nuestro Rey e al que cogí un grande afecto. Don Fausto dirígese a Santiago como nosotros e sería muy de mi agrado que uniésemos nuestros caminares si ello fuese posible.

Don Fausto, os presento a Ataulfo et Evaristo, ambos soldados que dejaron atrás el oficio de las armas pero a los que no les ha flaqueado el pulso ni el valor, pues no ha mucho se han enfrentado con grande coraje a un grupo de malnacidos que atormentaban a las gentes de Ibarrela a salvo de los sobrejunteros, que en estos tiempos de guerra y de falta de onmes non pueden abandonar Pamplona.

A medio camino a la posada, reunieronse con ellos un omne e un mozo de rasgos judíos.

Buenas tardes- dijo Carlos dirigiéndose más al omne que al mozo. - Espero que el paseo por la villa haya sido de vuestro agrado mas dejadme que insista en que bien vendría a vuestro alma visitar las iglesias durante el camino e quiera Dios abriros el corazón e la mente a la gran verdad de que hay un Dios solo, uno piadoso y excelso, que es el Dios de los cristianos. Con que solo tuvieseis esa revelación el viaje habría valido la pena. - Luego dirigiose a Don Fausto - Este omne docto es Nicómedes Ha-Levi, un médico et el pequeño mozo con pinta de ratón que le acompaña es su aprendiz. Aunque no era mi intención hacerme acompañar de médico alguno, ha querido la providencia unir nuestros caminos quién sabe por qué razón, mas ha sido una razón venturosa.
 

Apenas había terminado de presentar a los recién llegados, apareció un omne precedido del intenso olor que se apodera de los soldados cuando estando de campaña transcurren meses sin que tengan la oportunidad de asearse.

¡Don Fausto! He aquí una posada que pueda ser de su agrado, ricos guisos y fuertes vinos para calentar los cansados miembros del peregrino - dijo al caballero señalando hacia el Charlingoak -.

Don Carlos arrugó la nariz e se dirigió Don Fausto con mirada interrogante: - Este omne ¿Viaja con vos?

Notas de juego

No puedo postear esta noche, así que os pongo el post por adelantado.


Copio aquí las descripciones de vuestros personajes. Algunas contienen rasgos de la personalidad que no podéis apreciar en el momento de las presentaciones, pero como pasaréis tiempo juntos, pronto os daréis cuenta de como es cada uno.

 

Don Fausto de Landarria: fue este caballero muy feo de rostro, el cuerpo tosco, el cuello
muy corto, los hombros altos. Fue de muy gran fuerza; ovose
muy bien en las armas, hombre corto de razón, muy alegre y de
gran compañía con los suyos;

 

 

Ataulfo es un hombre entrado en años pero con una presencia física admirable. Ha pasado la vida como hombre de arma lidiando en mil y un conflictos pero eso no ha hecho que haya perdido su compostura y su cuerpo atletico.

 

Evaristo es un omne poco agraciado. Es feo, contrahecho y cojea. Sus ropas se ven ásperas e con remiendos. Mas se nota que Don Carlos siente por él mismo respeto e confianza que por Ataulfo.

 

Nicomedes es un hombre bajito, de casi treinta años, de rasgos oscuros, y expresión viva.

Su pelo y barba son descuidadas, pero limpias, como sus ropas.

Lo primero que llama la atención del joven Jacob es su corta estatura que no alcanza ni las 1,50 varas y que le valió el cariñoso apodo de "Ratón".
Su mirada destila una aguda inteligencia solo al alcance de la velocidad y seguridad con la que mueve su escuálido cuerpo.

Gonzalo de Villegas es un hombre sucio y enjuto. No en vano es llamado "Manchao" por aquellos que mejor le conocen pues legendarias son las manchas y la mugre con la que adorna todos los ropajes que viste y los bienes que porta. Tampoco le hacen poco merecedor de su apodo sus disolutas, por casi inexistentes, costumbres de higiene personal.

 

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11/11/2016, 14:12
Don Fausto de Landarria

Notas de juego

Me adelanté a tu post y escribí ya en la escena de la posada. Suerte que cuadra todo bastante bien y sirve perfectamente como respuesta a éste :).