Partida Rol por web

Definitivamente la misión de supresión pasó a uno de mayor escala, pero eso no impediría que Laylah lograra hacer algo para prevenir daños, por lo que comenzó a concentrarse para sentir su vía oscura surgir y controlarla a voluntad como otras veces lo ha hecho.

-¡Yo los detengo!-gritó la castaña canalizando la intención de crear ligaduras y atar a los dos monstruos, pero si eso no era posible con uno bastaba. Sabía que la distancia no llegaba, por lo que decidió irse acercando para que al llegar al límite de su magia sus látigos oscuros emergieran para aprisionar-. ¡Eireen, Sol, Bernardo! ¡Vengan y ayúdenme!

Alexia, Pelayo y Daniela no eran de combate, así que esperaba que ellos tomaran distancia para que no les pasara nada.

¡Carajo! 

Sabía que algo malo pasaba, lo corroboré cuando logré escuchar un estruendo desde mi posición que me hizo desconectarme de la tierra, aunque había logrado reponer un poco de la magia perdida, no era mucho,pero era algo. No podía quedarme de brazos cruzados mientras ellos se enfrentaban a lo que sea que haya causado ese horrendo sonido. Así que, esperando que todo saliera bien, empecé a conjurar magia, rogando a los astros que nada se saliera de control otra vez, aunque sinceramente creo que mis ruegos serán ignorados.

Una clara e indiscutible sensación de peligro se apoderó de mí en cuanto aquellas dos cosas aparecieron en escena. 

Resultaba más que claro que no esperaría una orden de Daniela para pasar a la acción; quizás de ello dependían nuestras vidas. Además, estaba deseando entrar en conflicto y poder dar rienda suelta a mis poderes. Fijé mi atención en la planta, monstruo o lo que quiera que fuera aquello. La distancia todavía me pareció más que prudencial para tomarme las cosas con calma y hacerlas bien.

Decidí crear un arco largo y flechas imbuídas de fuego. Si se trataban de plantas, seguro que ardían a las mil maravillas pensé mientras ejecutaba el hechizo y sonreía para mis adentros.

Aquellas plantas, o lo que sea que fueran exactamente, no parecían demasiado pacíficas. De echo, por su forma de correr hacia vosotros a toda velocidad, diríais que son de todo menos pacíficas.

El primero que reacciona es el peculiar Eireen.

Con decisión, empieza a mover las manos, creando diferentes símbolos en el aire, que van tomando color y forma gracias a la magia que emana de sus dedos. De esta manera, con movimientos amplios y circulares, la magia va rodeando al chico al mismo tiempo que impregna la tierra.

De tal forma que, en apenas pocos segundos, crea un humanoide de roca de dos metros de altura justo delante de él. El cual, permanece inmóvil en el sitio... Casi como si fuera una estatua.

-¡ME CAGO EN EL MISTERIO!

Escucháis perfectamente como grita Daniela, apretando los puños y pudiendo ver como no le falta nada para que empiece a salir espuma por su boca.

- ¿Quieres plantas? ¿¡QUIERES PLANTAS!? -Al igual que Eireen, ella empieza a mover las manos moldeando la magia a su alrededor, proyectándola también hacia el suelo-.  La de la izquierda es mía.¡Encargaos de la otra!

Tras decir aquello da un fuerte pisotón en el suelo y, del propio impacto, empiezan a salir decenas y decenas de enredaderas que crecen y se alargan. Como serpientes buscando su presa, se alejan de la maga en dirección a aquellas dos monstruosidades.

Por desgracia, aquellos enemigos se encontraban demasiado lejos y las plantas solo alcanzan unos cincuenta metros, de manera que no llegan al objetivo.

Bernardo es el siguiente.

Con calma, pero con movimientos precisos, se coloca de lado y estira su brazo izquierdo. 

De inmediato surge de él un arco largo, que llegaba desde el suelo hasta los dos metros de altura. Muy sencillo pero parece resistente.

Alza la mano derecha sobre la cuerda y, al instante, surge una flecha ígnea que enciende todo el arco envolviéndolo en llamas.

Mientras esto pasa, las plantas siguen acercándose a gran velocidad.

No parecen fijarse en otra cosa, ya que van directas hacia vuestro grupo.

Y, ha esta velocidad, llegarán en pocos segundos*.

-¡Yo los detengo!

 Grita Laylah desde donde se encontraba.

Al igual que todos, mueve las manos hacia el suelo, pero en lugar de mover la tierra o crear plantas, veis como su sombra se empieza a alargar y alargar.

- ¡Eireen, Sol, Bernardo! ¡Vengan y ayúdenme!

Esta se desdibuja, desfigurándose y adquiriendo la forma de larguísimos látigos de sombras que se mueven a toda velocidad hacia delante.

Pero, al igual que le había pasado a Daniela, estos no llegan aún a su objetivo: aún están demasiado lejos.

Alexia, al igual que Pelayo, parece dudar unos segundos... Como si estuviera pensando en qué hacer...

Sol, por su parte, veis como enciende su pelo en llamas y cubre su cuerpo de una ligera capa de fuego.

Este no lo crea en los pies, de manera que no parece que fuera a incendiar todo... Pero dada la cantidad de hierba que había por allí...

-Aún están demasiado lejos.

Grita desde su posición.

A bailar..

Tras crear al humanoide frente a mi, escucho el enorme barullo que se formó donde está el resto del equipo, aunque uno de los gritos me alertó, era Layla que pedía ayuda, me fui donde ellos de inmediato, -Andando- le ordené al humanoide de piedra que había creado, y este empezó a correr conmigo, cada paso que él daba hacía vibrar la tierra un poco, cuando llegué a donde ellos estaban noté que todos habían invocado su magia pero ninguno había llegado al objetivo, estaban a mayor distancia.

Debo tener más cuidado al manipular mis elementos, al tener al pétreo títere al lado noté que no tenia forma efectiva de atacar, debía darle alguna clase de arma aunque sea, entonces puse sobre una de mis rodillas y coloqué la palma derecha en el suelo, sentí una figura circular surgir, tocando mi piel, levanté la mano y un mango salió del suelo, era de piedra sólida, conforme se revelaba su figura, se notaba que era una brusca espada de piedra que estaba clavada a media hoja en el suelo, así queme dirigí a la figura de piedra y le ordené en un tono fuerte y elevado: -¡Empuña y en guardia!- 

El "golem" tomó la espada por el puño y la sacó de la tierra, era un arma de metro y medio con toscos filos y sin punta, pero a simple vista se notaba que tenía un enorme peso y densidad, las plantas se acercaban a nosotros a gran velocidad, así que sin pensarlo dos veces le dije a la figura a mi mando en un tono mucho más elevado: -¡Al frente del grupo, ataca a esas plantas, no permitas que se acerquen!- La figura avanzó delante de todos, con la espada empuñada en una de sus manos, mientras que la otra formaba una especie de puño, dispuesto a atacar sin cuartel.

Yo ya había recuperado suficiente magia,quizá podría usar algunas runas para combatir por el momento, así que me puse de rodillas con las palmas en el suelo y empecé a conjurar un hechizo en voz baja:

-Magna Gea audire verba mea sanguis meus inimicos intellegite gratiam tui*

Apenas dije estas palabras, cuatro círculos azulados levemente brillantes, de ciento cincuenta centímetros se formaron frente al gólem, a 10 metros de este, directamente en el suelo, creando una especie de barrera aguardando a que fueran pisadas por las criaturas que corrían a nosotros a toda velocidad.

Tras invocar la barrera, me tomé un respiro y sin bajar la guardia saqué de mi maletín una daga del tamaño de mi antebrazo, para guardar magia y energía suficiente para otro hechizo, por ello debo estar preparado para defenderme cuerpo a cuerpo, así que me coloqué a dos metros del gólem, justo atrás de él y la desenfundé, revelando una hoja bastante simple,algo envejecida, con líneas negras grabadas que la recorrían desde el mango hasta la punta, la empuñé de forma que la punta fuera hacia mi codo y el filo hacia afuera y tomé posición defensiva/ofensiva .

Como he viajado por el mundo buscando materiales, se lo que es quedarse con poca magia durante el combate o tener que reservarla para luego , por ello siempre prefiero tomar mis precauciones, para sobrevivir a situaciones de este tipo, que no han sido pocas las que me han sucedido en otras ocasiones, y que han sido mucho peores que esto.

De repente todo son nervios y gritos. Por el rabillo del ojo observo que mis compañeros comienzan a mover las manos y percibo luces y colores a mi alrededor. 

Lo cierto es que estoy más concentrado en lo que hago y en las plantas dichosas que cada vez se encuentran mas cerca.

Aprecio que la magia comienza a correr a través de mi cuerpo y siento una gran excitación. Como un buen chute de adrenalina mezclado con un buen porro. En cuestión de décimas de segundo un enorme arco se materializa en mis manos. He optado por uno de grandes dimensiones que me permita asegurar un buen tiro a larga distancia. Siento el calor que desprende la flecha de fuego que se posa entre mis dedos.

Apunto cuidadosamente a una de ellas: la más cercana; con el objeto de ganar algo de tiempo hasta que la segunda se eche sobre nosotros.

El mejor momento es sin duda aquel en el que dejo escapar de entra mis manos la flecha rumbo a su destino.....

Hija de mierda, cardo borriquero asimétrico, acércate maldita. 

Llevaba todo el día esperándolo, mi sonrisa me delataba. Apunté a mi presa vegetal con el dedo, cerré un ojo pacientemente, respiré profundamente, paré el tiempo en mi cabeza durante un segundo para incrementar la concentración, y disparé. En mi dedo se formaron raíces que se abrazaban y se comían entre ellas, se enroscaban y se succionaban, y en un segundo se formó una bola maciza de raíces, haciendo ruido a sufrimiento de madera. La pelotita salió con decencia de proyectil hacia la presa, y me quedé observando la reacción. 

Se había apresurado en intentar atarlos y falló en sus cálculos, pero Laylah no se podía permitir arriesgarse de nuevo. Así que esperó hasta el momento justo y de nuevo activó esa magia para tratar de aprisionar a las dos plantas... pero debía ser consciente que posiblemente podría con uno y al menos sería suficiente para que los demás hicieran algo.

-Me encargo de la derecha-dijo mientras escuchaba que Daniela decía encargarse de la otra. 

Dado que no habíais podido llegar a ellos, el combate continuaba.

-Me encargo de la derecha.

Grita Laylah siendo la más rápida en esta ocasión.

De nuevo la magia rodea sus manos, volviéndose en un momento completamente negras. Las clava en el suelo y, desde las sombras de la planta de la derecha, salen unos látigos de oscuridad que la intentan atrapar.

La planta, sin inmutarse, apenas trata de esquivar los zarcillos oscuros. Estos recorren su cuerpo pero, en esta ocasión, parece que la planta tienes más fuerza que la magia, de manera que se zafa de los látigos y sigue avanzando.

- Hija de mierda, cardo borriquero asimétrico, acércate maldita. 

Escucháis que dice Daniela con su tono completamente cabreada y fuera de si.

Alza una de sus manos y, al instante, la magia toma forma creando decenas y decenas de raíces que se van entrelazando entre ellas. Creando así una bola de raíces maciza, la cual levita suavemente sobre la mano.

Tras esto, la joven hace girar la mano como si fuera a lanzar una bola y, la esfera de raíces, sale disparada hacia la planta de la izquierda.

Por desgracia, la precisión de Daniela hacia que la bola no llegue a impactar*... Aún estaban algo lejos.

Bernardo, tensando su arco, apunta... Y dispara.

La flecha, ardiente, crea una estela de fuego. Una línea casi perfecta que cruza el aire en un instante e impacta en la planta de la izquierda.

De inmediato, una de las raíces de la planta se prende en llamas, haciendo que estas se extiendan poco a poco por parte del cuerpo de aquella criatura.

Al instante, aquel monstruo suelta un ruido extraño... Casi como un quejido. Pero aún así, sigue adelante.

Adelante y no se iban a quedar paradas.

Cada una abre una de sus fauces soltando un rugido y, de su interior, dispara una decenas de estacas afiladas.

Un grupo de ellos se dirige hacia Eireen, el cual salta a un lado de forma torpe, tirándose al suelo. Aunque logra esquivar el ataque sin problemas.

El segundo ataque se dirige a Bernardo, el cual apenas tiene que moverse unos centímetros de donde está. Ya que, con una precisión increíble y con ese ligero movimiento, hace que las estacas pasen a su alrededor sin ni siquiera tocarle.

-¡Chicos! -grita Pelayo en voz alta-. Nosotros dos nos ocuparemos del civil. Vosotros encargaros de esas cosas.

Así, Pelayo y Alexia se empiezan a alejar de vosotros, y veis como se empiezan a dirigir hacia la figura que visteis correr hacia vosotros.

Tras ellos, Sol sigue envuelta en llamas.

Tanto que empezáis a notar como sube la temperatura a vuestro alrededor. 

La chica coloca las manos en el suelo y, de las palmas, sale un torrente de fuego que hace que Sol empiece a elevarse en el aire. Así, poco a poco, alcanza una altura de unos diez metros.

tras esto es Eireen el que toma las riendas.

-Andando

En realidad él y el golem que había creado no estaban lejos del resto, así que no hacía falta que se movieran demasiado.

Tras esto, el hechicero pone una rodilla en el suelo, junto con la palma de su mano. A través de esto transmite su magia al suelo y, en pocos segundos, surge de este una empuñadura de roca del tamaño del Golem. Sin embargo, al emplear su magia para crearla, no puede usarla para moverle y que la coja*.

De esta forma, el combate continúa.

Viendo que la ligadura no parecía funcionar, consideró que debía pasar a una táctica más ofensiva y tal vez esto ayudaría a retroceder para ganar más tiempo que detenerlos así nada más. De nuevo se concentró y viendo que no podrían dividirse bien el trabajo, enfocó su magia en la planta con más daños para acabar con éste más rápido. Esta vez no quiso hablar, intentando concentrarse en hacer algo bien mientras Alexia y Pelayo iban por el civil. 

Le preocupaba Daniela porque no era muy ofensiva, pero parecía que si se concentraban entre todos algo podría resultar bien de todo esto. 

¡Mierda!

Los demás tenían buenos líos enfrentando a esta especie de "monstruos-planta", por poco esquivé las estacas, eran bastante problemáticas estas creaciones, iba a darle la orden al gólem de atacar pero entonces caí en la cuenta de un problema más serio: Si ordeno a la figura que empuñe y ataque, las plantas podrían envolverlo y destruirlo, siendo un gasto de magia innecesario, tenía que reducirles la velocidad o al menos dañarlas de alguna forma para ganar tiempo. El gólem no hará nada sin que yo se lo ordene, así que por ahora puedo despreocuparme de eso.

No tengo remedio, debo arriesgarme y usar magia elemental de agua, ojalá no suceda nada que acabe dañando a los demás, pero necesito mucha energía, aunque bajo estas circunstancias no me queda de otra, así que deseando que funcione y esperando no lastimar a nadie, coloqué ambas palmas en el suelo y clamé a viva voz: Océanides peto ut pro viribus pugna hostibus et auxilium meis sociis* 

 Al decir estas palabras, una serie de azulados círculos arcanos creó una barrera de media luna en el suelo frente a todos nosotros, justo en medio del campo de batalla, cada uno medía casi dos metros de diámetro, esperando a ser pisados por las criaturas que alguna vez fueron plantas inofensivas.

Viendo lo que creé, me fui detrás del gólem y me apoyé sobre una de mis rodillas, necesitaba tomar un aire antes de poder darle órdenes para que empuñara la espada y atacara, en tanto me resguardaría detrás de él

Tenía la esperanza que la flecha de fuego carbonizara a aquella planta pero pareció, si bien afectada, resistir el embite. No lo dudé dos veces, ante su proximidad, volví a dispararle. Estaba seguro de que no aguantaría una flecha de ese tipo por dos veces.

Materialicé una nueva flecha y apunté al centro del maldito monstruo, tensando el arco con todas mis fuerzas.....