Partida Rol por web

Os marcháis del Pequeño Calimshan en dirección a vuestra posada con muchas ideas en la cabeza sobre lo sucedido en este día. La ciudad por la noche parece más tranquila y os sentís más a gusto y resguardados cuando llegáis a la Ciudad Baja tras sus muros.

Tras caminar en silencio, pensativos, llegamos al fin a la posada. Busco una mesa apartada en la que sentarnos y discutir.

-Hmmm... Esto no me gusta. Supongo que todas las facciones intentarán aprovecharse de nosotros para su propio beneficio, pero no podemos tenerlas a todas en contra; ni siquiera sabríamos por dónde empezar a investigar. Yo dudo entre el Puño Llameante y el Gremio... ninguna de las dos facciones me llega a convencer del todo, está claro que ambas tienen intereses ocultos. Si vosotros preferís el Gremio, lo aceptaré, pero con los ojos bien abiertos, como dijo Beatrice.

-Mis simpatías están con el Gremio, pero no voy a darle una paliza alguien sólo porque lo dicen ellos. Investiguemos en la dirección en la que apuntan sin hacer daño a nadie. Al menos hasta tener pruebas.

- Yo creo que todos tenemos un deber con los mas necesitados. Descubramos si todo lo que dice el gremio es cierto.

Gunthar salió de su ensismamiento en el camino de vuelta. Tanto pensar en facciones, obligaciones, pobres y ricos le había levantado dolor de cabeza.- Por lo que hemos visto, cada facción va a centrarse en ayudar a una parte de la ciudad, desgraciadamente no hay quien se preocupe por la propia ciudad como un todo. Y todas van a querer que les hagamos el trabajo sucio; el Gremio quiere quitarse de en medio a ese recaudador, el Puño sin duda nos pedirá que acabemos con el Gremio, y los nobles... a saber qué quieren los nobles.

Hacer el trabajo sucio de alguien no es a lo que he venido aquí, pero desde que irrumpimos en el asesinato del Duque ya estamos metidos hasta el fondo y nadie nos va a dejar irnos sin más. Mi voto va para el Gremio, pero sin mancharnos las manos de sangre para que ellos queden impunes; si quieren que demos un lección a alguien, que den la cara con nosotros.

Por la mañana os despertáis con un buen desayuno en la posada de El Jabalí Sonriente. Las vistas del amanecer de la ciudad son espectaculares desde la posada y pronto comienza a oirse el ruido de una ciudad despertando y el de las actividades del puerto.

Os encamináis hacia el Pequeño Calimshan por la mañana, en el camino podéis ver al mismo enano gruñón en la puerta del Basilisco, que os vuelve a dejar pasar mientras sigue cobrando a los visitantes y los que quieren dejar la ciudad, aunque hoy hay mucha menos gente. El pequeño Calimshan parece menos activo por la mañana de lo que os pareció la noche anterior, sin embargo no podéis evitar fijaros en que cuando vosotros estáis entrando, aparece un grupo de miembros de la hermandad del Puño Llameante. Estos se dirigen también al Pequeño Calimshan pero no parecen dirigiros ni una mirada, continúan su marcha con cara de muy pocos amigos. La gente desaparece a su marcha, nadie quiere despertar sus iras, aunque parecen ir directos a un objetivo más que a patrullar por la zona.

Tras dejar pasar a los guardias, que esta vez no parecen estar interesados en vosotros, continuáis hasta el lugar donde os encontrasteis con Rilsa. El camino es bastante complicado pero siendo de día no es resulta tan difícil, sin embargo, al llegar hasta la puerta os la encontráis cerrada. Las personas del patio os miran extrañados cuando veis que Rilsa asoma de una puerta del mismo patio y os hace unas señas para que vayáis a lo que parece ser una tienda. Antes de entrar veis como abandonan el lugar los demás clientes de la tienda y cuando entráis sólo estáis vosotros y Rilsa - Bueno, ¿habéis pensado ya vuestra respuesta? - os pregunta con una sonrisa en la cara.

-Colaboraremos con vosotros -respondo, menos sonriente que mi interlocutora-, pero no penséis que vamos a cumplir todas vuestras órdenes sin hacer preguntas. Iremos a hablar con el Basilisco ése, y haremos lo que creamos más justo y razonable.

Sólo entonces caigo en la cuenta de que el Basilisco es el cobrador enano al que había tomado por un funcionario.

-¿Hablar con él?,... - dijo Rilsa con cara de sorpresa borrando la sonrisa de su cara- hablar con él no servirá de nada. Si estáis dispuestos a ayudarnos, lo que es necesario devolver el dinero a los pobres y eso es lo que necesitamos hacer con el Basilisco. ¿Acaso te crees que la gente de ahí fuera está aquí para comprar cosas? - Dijo Rilsa señalando a la gente que habéis visto a la entrada de su tienda. - Si estáis dispuestos a ayudar, tendréis que hacer algo más que "hablar", sino lo estáis, marchaos de aquí y olvidad los que habéis visto y oído.

Enrojezco de ira y aprieto los dientes, tratando de contenerme.

Maldita sea esta delincuente, y malditos sean su descaro y su terquedad.¡Nos exige nada menos que cometer un robo!

-Clanggedin, dame paciencia... -murmuro entre dientes.

-Hablad vosotros con esta mujer -digo volviéndome hacia mis compañeros-; yo... creo que soy incapaz de llegar a ningún tipo de entendimiento con una persona así.

Me cruzo de brazos y miro al suelo, enfurruñado.

La joven paladin comenzo a hablar.

- Rilsa, estamos dispuestos a hacer lo que sea para defender lo que creamos justo. Lo que queremos decirte es que no vamos a ser tus mercenarios para cumplir tus ordenes sin rechistar. Si quieres estaremos encantados de intentar llegar a una solucion juntos. Si esa solucion implica que corra la sangre, no nos amilanaremos. Ahora que ya queda claro este punto, podemos pasar a conocer los detalles y planear que hacer... antes de que nos matemos entre nosotros.