| EXTERIOR CASA DE RODRIGO |
- ¡Rodrigo, Cristina! ¡Ya estamos aquí!- exclamé.
Cuando salieran verían un carro tirado por dos caballos. En el carro podían ir perfectamente cuatro personas siendo una de ellas la que llevara las riendas.
| CASA DE RODRIGO |
Rodrigo consiguió comer, había pocas cosas que le quitaran el apetito, pero de su silencio se denotaba cierto nerviosismo, cierta expectación ante los eventos venideros. Cuando Cristina le habó salió de sus pensamientos: -"Yo?"- Dijo e hizo una pasua: -"Los sentimientos son encontrados, si me paro a pensarlo esto es lo que he querido hacer siempre, desde niño. Es la gran meta de mi vida."- Volvió a hacer una pequeña pausa: -"Pero, y si me equivoco? Si no estoy a la altura? que pasa si muero y no he conseguido cambiar nada? Habré tirado mi vida en vano?"- Rodrigo planteaba sus dudas en voz alta, quizá mas para si mismo que para Cristina, mientras gestualizaba con sus manos intentando dar dimensiones a la gesta que iban a afrontar.
En ese momento la voz de Aldara acabó con su diatriba: -"Es ahora o nunca."- Dijo, recogiendo las cosas y caminó hacia la puerta, la abrió para dejar pasar a Cristina en primer lugar y echó un último vistazo hacia su casa, aquellos muebles, aquellas cuatro paredes habían sido toda su vida y estaba a punto, a un sólo paso de dejarlo atrás: -"Voy a cambiar el mundo..."- Dijo en un susurro apenas audible y cerró la puerta, de alguna forma simbólica para el quicio de aquella puerta para el significó la línea que separaba el pasado del futuro, el punto de inflexión que marcaría su vida de ahora en adelante. Cuando se encontró fuera miró a Aldara y dijo lleno de confianza: -"Vamos."- Mientras ayudaba a Cristina a subir al carruaje.
| CASA DE RODRIGO - EXTERIOR |
En ese momento la voz de Aldara acabó con su diatriba: -"Es ahora o nunca."- Dijo, recogiendo las cosas y caminó hacia la puerta, la abrió para dejar pasar a Cristina en primer lugar y echó un último vistazo hacia su casa, aquellos muebles, aquellas cuatro paredes habían sido toda su vida y estaba a punto, a un sólo paso de dejarlo atrás: -"Voy a cambiar el mundo..."- Dijo en un susurro apenas audible y cerró la puerta, de alguna forma simbólica para el quicio de aquella puerta para el significó la línea que separaba el pasado del futuro, el punto de inflexión que marcaría su vida de ahora en adelante. Cuando se encontró fuera miró a Aldara y dijo lleno de confianza: -"Vamos."- Mientras ayudaba a Cristina a subir al carruaje.
Nota master: Yurian, he puesto en éste post la parte que puede leer Alejandro para que así sepa que ya estáis en el carruaje. Espero que no te importe, más que nada lo hago por si quiere hablarte.
|Comedor - Habitación - Comedor|
Sin perder un momento Salvio regresó a su cuarto y sacó su bolsa, la misma que utilizó anteriormente tantas veces cuando ib de caza o a mercados de pueblos vecinos.
Echó sin mirar un par de mudas o tres y sus aparejos, cosa que no le llevó siquiera cinco minutos, así que volvía a estar en el comedor preparado para partir antes de que su padre hubiera terminado, así que dejó la bolsa encima de la mesa y empezó a recoger con él, aprovechando para meter un trozo de queso curado en mi propia bolsa.
- Cuando usted quiera, padre. ¿Debo preparar los caballos o algo más?
No tengo muy claro, creo que sí que hice una lista de posesiones pero ahora mismo no la veo en mi ficha ni sé dónde quedó eso.
No dije nada cuando mi hermana obviamente robó un carro. No teníamos tanto dinero como para poser uno, pensé que iríamos a caballo, pero quizá un carro era algo demasiado ostentoso. Simplemente la seguí hasta que llegamos a recoger a Rodrigo, sentándome en la parte delantera, junto al lugar del conductor. Mientras la veía conducir pensaba que cuándo había aprendido ella tal cosa. Al recoger a Rodrigo le saludé con un gesto de cabeza, aunque yo estaba algo callado y pensativo, por lo que no despegué los labios.
Cuando regresamos al carro, hablé con mi hermana antes de subir. - No se cuándo has aprendido a conducir un carro, y no preguntaré ahora, pero ¿De verdad quieres conducir tú? ¿Todo el viaje con una mujer llevando el carro? Vas a llamar la atención de todo aquel que nos crucemos, creía que eso era lo que no queríamos. - Comenté a Aldara, dirigiéndome hacia el puesto del conductor, al frente del carro.
No olvidemos que estamos en una sociedad profundamente machista. ¿Una mujer conduciendo un carro? ¿Qué es eso?
Teniendo en cuenta que dicha mujer se sale de lo corriente y que es asesina... xD
Posteo mañana.
No digo que no sepa, digo que llamará la atención.
| EXTERIOR CASA DE RODRIGO |
Les recibí con una agradable sonrisa cuando Rodrigo y Cristina salieron por la puerta aunque no pude evitar romper mi silencio con una sonora carcajada. Alejandro tenía toda la razón y había necesitado que me abriera los ojos para darme cuenta de que una mujer llamaría la atención conduciendo un carro. Aunque no era la clase de mujer corriente y hogareña no tenía por qué mostrarlo en público, al menos por ahora.
- Está bien, hermanito. Sé que en realidad lo que te apetece es conducir el carro y hacerte el hombre delante de todas las mujeres con las que nos vayamos a encontrar... Eso de que conduzca tu hermana no está muy bien visto, te tomarían por un flojo- dije sin dejar de reír-. Está bien, pero deberás seguir mis instrucciones. No podemos tomar el camino que tomarían otros pues hay demasiadas tropas de los carlistas e isabelinos luchando por ahí- añadí mientras me apartaba para cederle el sitio a mi hermano. Me dirigí hacia la zona de atrás para acompañar a Rodrigo y Cristina-. ¿Listos?
| EXTERIOR CASA DE RODRIGO |
Rodrigo no pudo evitar sonreir ante la conversación de ambos hermanos, el habí asido hijo único por lo que no tenía ese tipo de relación con nadie aunque, según había entendido, ellos no se conocían de hacía mucho... quizá fuera un tema de la sangre, pensó. Sin más se dirigió hacia el carro y tendió su mano a Cristina para ayudarla a subir y tomar asiento, con un gesto de asentimiento con la cabeza. Una vez ella hubo tomado asiento, Rodrigo subió después, sentándose junto a ella justo a tiempo de escuchar la pregunta de Aldara: -"Estamos listos."- Dijo mirando una vez más a Cristina, para asegurarse de que ella también lo estuviera.
| EXTERIOR CASA DE RODRIGO |
- Adelante pues - Dije haciendo restallar las riendas para que los caballos se pusieran en marcha, empezamos a avanzar a paso ligero, y conduje el carro a través del pueblo, saliendo a los caminales que conducían a los pueblos vecinos, en ese momento me giré para hablar con Aldara. - Y bien, tú dirás ¿Qué camino tomaremos? ¿Quieres ir por caminos pequeños aunque tardemos más o iremos lo más directos posible? Indícame la dirección- Pregunté a mi hermana mientras refrenaba un poco a los caballos mientras esperaba las instrucciones de mi hermana para dirigir el carro.
| CAMINO A MADRID |
Sonreí levemente a mi hermano.
- Será como si siguiéramos la ruta hacia Madrid pero evitaremos los caminos demasiado vistosos. No nos conviene ser descubiertos mientras viajamos hasta nuestro destino porque no sabemos si nos encontraremos a los carlistas o a los templarios. Ambos grupos tienen espías en todas partes así que andaos con cuidado - le expliqué a mi hermano, aunque iba para todos en general-. Si alguien pregunta somos unos desgraciados que buscan una nueva oportunidad en otro lugar.
| CASA - DE CAMINO A MADRID |
Asentí cuando mi hijo apareció diciéndome que lo tenía todo listo. Ya no faltaba nada más así que podíamos partir. El otro muchacho había rechazado mi oferta y aunque esperaba que sus padres le hicieran entrar en razón me había equivocado. No teníamos otro remedio que continuar nuestro viaje sin él. Era una pena porque podía haber sido un buen asesino, pero se le había pasado la oportunidad.
- Nos marchamos ya, Salvio. Dile adiós a nuestro hogar porque no sabemos si algún día podremos volver- le dije mientras me ponía en marcha y salía de la casa. Nada había allí que pudiera echar de menos. Había esperado el momento en que Salvio estuviera listo para ingresar en la orden y ese momento había llegado-. Vamos a por los caballos.
| JUGADA MASTER |
Aldara, Alejandro, Cristina y Rodrigo emprendieron un viaje que desconocían si tendría regreso. Se marchaban a Madrid sin saber si volverían al lugar de sus orígenes, al lugar que les había visto crecer, pero ninguno de ellos parecía dejarse algo importante en Medinaceli. El viaje no iba a ser demasiado largo pues estaban a pocos kilómetros de la capital pero aún así iban a tener mucho tiempo libre para descansar o para ir conociéndose un poco más.
- Sé que os encantará. Allí se os va a valorar como merecéis, se os dará el lugar que os pertenece y podréis ser una pieza importante en la historia... Pero dejemos este tema para otro momento- dijo Aldara cuando empezaban a pasar por algunas calles más concurridas-. ¿Cómo llegaste hasta aquí, Cristina? Creo recordar que eras de Chelva.
Cristina asintió con la cabeza y se limitó a sonreir tímidamente.
- Decidí escaparme. Cogí mis pertenencias y me aventuré a seguir un camino sin rumbo fijo. Me alojé en varios lugares hasta que aparecí en Medinaceli y Rodrigo me salvó de unos ladrones- dijo la joven que miró fugazmente a su héroe.
Salieron de Medinaceli en cuestión de minutos y se encontraron en campo abierto. Los árboles se elevaban sobre sus cabezas otrogándoles algo de sombra que les vendría bien si no querían deshidratarse demasiado rápido. Entre las provisiones había agua pero debían evitar los excesos si querían llegar a Madrid sanos. Aldara le hizo una señal a Alejandro para que se desviara del camino y atravesara por el campo. Los caballos se resistían porque la hierba era demasiado alta pero era lo más seguro para todos.
- ¿Siempre has sido así de valiente?- le preguntó Aldara a Rodrigo.
Prontó el carruaje se puso en marcha y el traqueteo natural de los cascos de los caballos se acompasaba con el crujido de las tablas y el chirrido de las ballestas en una suerte de concierto de orquesta rural que en cierta medida era del agrado de Rodrigo, le parecía la melodía de su marchar, quejumbrosa pero firme y constante. Un marchar incierto en el que el único destino claro era Madrid y en el que las dudas y preguntras de lejos ganaban en número a las pocas certezas que les habían ofrecido. Sin embargo, pese a la falta de respuestas y de información algo en su interior le había obligado a moverse, a tomar aquella decisión y no albergaba pizca de duda o arrepentimiento.
Mientras avanzaban, Aldara y Alejandro, este último a las riendas tras la discusión entre ambos antes de salir, discutían sobre que camino tomar, mas que discutir, Aldara indicaba el camino y Alejandro procedía diligentemente, al fin y al cabo ella probablemente la única persona de ese carro que sabía lo que estaba haciendo. Cuando el carro se separó de la senda principal, en busca de una propia pese a la reticencia de los caballos a caminar sobre hierba alta, Aldara comenzó a hablar con Cristina, preguntándole por su pasado... algo que Rodrigo había tenido a bien evitar desde que la conociera. Finalmente, en la parte final de la historia de Cristina, que había sido concisa en su respuesta, apareció la figura de Rodrigo que se vió asaltado por la pregunta de Aldara: -"Valiente? Creo que eso es exagerado, tan sólo hice lo que es correcto, no podía dejar a una señorita en peligro siendo asaltada y mirar para otro lado. En que clase de hombre me convertiría eso?"- Respondió, esquivando a drede la pregunta que quizá ahondaba más por sus actividades nocturnas que por el suceso específico con Cristina.
| JUGADA MASTER |
Flaín y Salvio acudieron a toda prisa hacia el establo en la parte de atrás de su casa. Era pequeño y modesto pero lo suficientemente espacioso como para tener un carro y dos caballos. Para sorpresa de Salvio el carro ya estaba cargado con algunas mudas limpias y algo de provisiones. El viaje era corto y evidentemente no necesitaban demasiados alimentos pero nunca se sabía lo que podía suceder. Era mejor ser precavido o al menos eso debió pensar Flaín.
Los caballos estaban ya ensillados y preparados para montar. El caballo de Salvio era el que arrastraría el carro mientras que el de Flaín iba a quedar libre de cualquier carga. Flaín, evidentemente, iba a ser el que guiara el camino y como siempre su hijo tendría mucho trabajo para controlar al animal además del carro.
Sin decir nada Flaín montó en su caballo esperando que su hijo hiciera lo mismo.
- Vamos Salvio, viajaremos hasta Madrid evitando caminos muy concurridos. No quiero que hagan preguntas ni tampoco que nos encontremos algún grupo de carlistas- le explicó Flaín a su hijo mientras ya se ponía en marcha y se encaminaba hacia la salida de Medinaceli en dirección a Madrid.
|Casa - Camino a Madrid|
Sin pensárselo mucho Salvio puso un pie en el estribo para luego pasar la pierna por encima de la grupa del animal y acomodarse en la silla.
Era algo que ya había hecho en varias ocasiones y le sirvió para tranqulizarse pensando en que su padre no había cambiado tanto a pesar de haber hecho el desayuno dos días seguidos.
Sabía perfectamente que el camino sería duro, pero estaba convencido de que llegarían sin muchas complicaciones, aún y cuando no tomaran caminos principales.
|CAMINO|
Tal y como Aldara indicaba, desvié el carro hacia el campo, para no seguir los caminos en los que podíamos encontrarnos otros viajeros que quizá pudieran reconocernos. Era más seguro así, aunque en principio los animales se resistieron a abandonar la tierra allanada. Finalmente cedieron, y comenzaron a avanzar campo a través, aunque desde luego la marcha fue más lenta. - Bueno, será más seguro, pero nos tomará más tiempo. Incluso puede que sea más probable que nos encontramos con algún salteador. Pero eso no sería problema para ti ¿No hermanita? Dado el nombre de la orden a la que sirves... puedo deducir a qué os dedicáis. - Comenté sin apartar la vista de nuestro camino improvisado, mientras dirigía a los caballos para esquivar los obstáculos más grandes y tratar de llevarlos por las zonas más llanas. De lo contrario, las ruedas del carro terminarían por astillarse y partirse, y eso no era algo que quisiéramos. Solo había dos caballos, y nosotros eramos cuatro.
| JUGADA MASTER |
Pasaron los días, concretamente dos y medio. Casi estaba anocheciendo cuando los ocelitanos llegaron a la capital de España, guiados desde el principio por las indicaciones de Aldara. No se habían encontrado mayores complicaciones ni enfrentamientos entre carlistas e isabelinos. La joven había estado en lo cierto y había sido un viaje bastante tranquilo, fácil.
Todo estaba tranquilo cuando entraron en la ciudad y supieron que habitualmente allí habría mucho más actividad de lo que había en ese momento. Pero todos estaban cansados después de una dura jornada de trabajo y se apresuraban por regresar a sus casas al anochecer, que cada vez estaba más cerca.
Aldara guió a su hermano por las calles de Madrid hasta que le hizo detenerse en una de las casas.
- No bajéis hasta que no os lo diga- advirtió Aldara mientras se acercaba a la puerta y la golpeaba para alertar de su llegada al habitante, desconociendo si estaba en su interior o no.
De repente todas las dudas se despejaron y se abrió la puerta. Aldara dijo algo en un susurro que nadie más pudo escuchar, sólo el dueño de aquella casa. Mantuvieron una pequeña conversación de un par de segundos sin dejar de susurrar, probablemente por miedo a que espías de Carlos estuvieran acechando. Aquel era territorio de Isabel y podían estar más tranquilos que en cualquier otro sitio pero todos eran conscientes de que espías también podía haberlos en cualquier rincón.
Aldara se despidió de aquel habitante y volvió a subir al carro.
- Debemos ir al Palacio Real, nos están esperando allí. ¿Estáis preparados?- preguntó Aldara mirando a cada uno de los presentes.
| JUGADA MASTER |
Flaín y su hijo Salvio llevaban ya casi tres días viajando pero no podían desanimarse pues sabían que el viaje iba a ser largo. Había sido una travesía tranquila porque habían evitado caminos que probablemente habrían estado arrebatados de soldados de un bando u otro.
Ya estaba anocheciendo cuando se podía ver a lo lejos la ciudad de Madrid. Cada vez les quedaba menos y podían optar por descansar para continuar al día siguiente o seguir, de modo que así se lo quiso plantear Flaín a Salvio.
- ¿Qué te parece hijo mío? ¿Continuamos aunque lleguemos de madrugada y descansamos ya en Madrid o lo hacemos aquí para llegar mañana?- le pregunté a Salvio queriendo hacerle partícipe de todas las decisiones que tomaría, o al menos de casi todas-. Al menos sabemos que en Madrid nos espera una buena cama donde descansar debidamente. En cuanto entremos en la ciudad sabrán de nuestra llegada y nos ofrecerán cobijo. Creo que vale la pena seguir, ¿qué te parece?