Partida Rol por web

Elirion luchaba contra el cristal pero miles de almas encerradas era demasiado. Pronto sintió como sus cuerpo estaba paralizado. El frío inclemente se hacia dueño de su brazo poco a poco y ya casi no sentía la punta de los dedos. El dolor en el resto del cuerpo era lacerante. Las voces átonas resonaban en su cabeza. No podía creerlo, algunas las conocía, familiares, amigos, fallecidos, ahora podía oírlas con nitidez, todas le llamaban. ¿Entonces, era así como ocurría, ese era su fin? 

Ylamdar disparó dos veces su blaster dando de llego a uno de los nomuertos, ¡sin embargo aquella cosa seguía moviéndose! ¿Cómo era posible? ¡Las heridas cauterizadas del blaster estaban en medio del pecho! Entonces recordó que en la bodega de carga solo desmembrar el cuerpo a espada había sido realmente efectivo. Por el rabillo del ojo vio las espadas en el suelo, entre los cuerpos.

Segis se adelantó cubroendo a Tithon aunque este no necesitaba ninguna protección. Ambos dispararon sus blasters junto a la puerta de escama. Los disparos apenas rozaron a los nomuertos.

Holdon, en un impulso de heroismo, se deshizo de los vacilantes huecos que se alzaban junto a él tratando de agarrar su botas de fina piel de Olimo. El tahur rescató una especie de escama iridiscente de unos 15 cm de uno de los bolsillos de su chaleco y subió la escalinata hasta la posición de Elirion. Mientras subía, Holdon pudo ver también las espadas de los soldados entre los cuerpos de abajo. Cuando llegó al lado de Elirion le arrebató el blaster de la mano agarrotada y en su lugar depositó la escama iridiscente. Entonces hubo como un golpe de viento repentino, y fue como si los latidos de aquella cosa que avanzaba sobre Elirion dudase unos momentos.
 

Elirion notó como se le despejaba la mente y el dolor desaparecía, poco a poco comenzó a moverse ahora las voces eran apenas susurros inaudibles, dirigió una mirada a Holdon de reconocimiento, y luego se guardó aquella escama, ya se la devolvería a Holdon después, entonces guardó con rapidez su pistola blaster de manos de Holdon y se hizo con la Estrella del Alba esta vez intententando no tocarla de forma directa y buscando una tela con que cubrirla, la prioridad era sacar de alli aquella reliquia y que no cayera en manos de Haraiss.  

Viendo la inutilidad de su blaster, Yldamar lo dejó deslizarse por la correa que recorría su torso, asegurándolo en su costado con un tirón de la cincha. Acto seguido, se agachó para recoger una de las espadas de sus congéneres caídos.

Con un grito de rabia, el mercenario elfo descargó su furia en el hueco que había salido indemne de sus anteriores disparos.

Elirion recuperó con cuidado la gema. Cuando la retiró de la red cristalina que se había construido entorno a ella, toda la nave pareció temblar. Las nervaduras perdieron luz y se comenzaron a desintegrar en polvo negro. Como si de un cáncer se tratase la podredumbre avanzaba inexorablemente desde la posición Elirion y Holdon al resto del casco. La red cristalina parecía haberse extiendo por toda la nave.

Yldamar recuperó una de las viejas espadas elvinor junto a los cuerpo y provocó un corte terrible sombre el hombro del nomuerto que tenía delante. Los huesos del cadáver crujieron al paso del acero elvinor y el monstruo trastabilló hacia atrás como marioneta por el impacto del mercenario. Esta vez el daño era evidente pero esa cosa avanzaba de nuevo hacia Yildamar con sus garras por delante.

Tithon y Segis notaron repentinamente como el frío de la sala dejaba paso a una ola de calor que parecía surgir a sus espaldas. En la pared, tras ellos, un punto rojizo indicaba que algo al otro lado de la pared estaba generando el calor suficiente como para fundir el metal ligero que estructura el tabique de la Cámara del Arca.

Todo volvió a temblar sobre vosotros.

 - ¡Maldición! Ahora los atrapados entre no muertos y enemigos somos nosotros... - Segis alternó su mirada entre los muertos y el metal derritiéndose con angustia. - Intentare cubrir esta entrada, las espadas no son lo mío. - Dice con un susurro mientras intenta maniobrar para tener cobertura contra posibles disparos desde la abertura, esquivar los elfos no-muertos y poder apuntar para disparar a lo primero que salga de la pared.

Holdon lanzó un vistazo desesperado a su alrededor, había otra salida de la sala, pero según los esquemas, esa sección de la nave había sufrido daños graves y la puerta estaba sellada. Solo quedaba una salida, y los piratas les aguardaban al otro lado. Malas cartas.

Holdon trató de descender la columna por el lado más próximo al puente de mando, ya que parecía más despejado de huecos, si lograba pasar desapercibido tal vez podría atacar a esas cosas con más facilidad.

Una vez en el suelo, trató de hacerse con una de las espadas del suelo.

Elirion guardó a gema con extremo cuidado.

Mientras tato Holdon bajó discretamente descolgándose de la barandilla y se hizo con una de las espadas. Los nomuertos no repararon en él, todos estaba ocupados tratando de devorar a Yldamar y a Tithon ambos armados con sendas espadas élficas. El piloto era el que lo estaba pasando peor, a penas se limitaba a interponer el arma en los monstruos y su cuerpo. Holdon vio como uno de los nomuertos subía la escalinata y pronto estaría encima de Elirion, pero poco podía hacer para ayudar al noble.

Los huecos que estaban sobre Yldamar y Thiton trataron herirlos con sus garras. Dos de ellos se abalanzaron sobre el mercenario burlando su armadura y haciendo manar la sangre del elfo de entre las anillas ionizadas. Tithon tampoco tuvo mejor suerte y las garras del hueco le alcanzaron en el costado. Los monstruos parecía ebrios de una hambre sobrenatural y eran endemoniadamente letales con sus garras afiladas como dagas.

Elirion se encontró con el atroz rostro de uno de los huecos que llegaba hasta su posición afilando las garras.

En la pared de la sala el punto caliente aumentó de tamaño y una voluta incandescente se desprendió del metal. El calor aumentó varios grados para Segis y Tithon. La zona incandescente alcanzó el diámetro de unos 30 cm. La pared no duraría mucho antes de empezar a fundirse. Segis apuntó a punto caliente aguantando el tipo con la frialdad de quien ha cortado el cable rojo muchas veces. Al otro lado de la pared unas voces roncas discuten con urgencia.

El crucero vuelve a templar violentamente.

Yldamar muestra una mueca de dolor mientras recula ligeramente del asalto de los dos huecos. Entre los orcos, el droide y estos seres han dejado en entredicho la efectividad de su armadura de mallas. Aún así es consciente que, de no haberla llevado no lo habría contado.

Intenta concetrar las fuerzas que le quedan en un ataque para acabar con el hueco herido, consciente de que si no acaba con uno de ellos la cosa se puede poner muy fea, pero el irracional pavor que le provoca esa abominación en lo más profundo de su ser atenaza sus músculos por un instante, lo suficiente para que la delicada espada élfica yerre por milímetros su blanco.

Elirion observó el avance del hueco y percibió como la Sala del Arca se calentaba, abajo todo era un caos Yldamar había fallado el golpe, y Elirion no pensaba ser presa fácil para el hueco, debían salir de alli ahora que tenían la reliquia, pues la nave elvinor no aguantaria mucho.

Sin embargo ahora debía concentrase en aquel hueco que le impedía avanzar hacia sus amigos, asi que intentando conservar la sangre fria desenvainó su espada con fluidez y atacó al hueco con intención de atravesarlo, si tenía suerte el hueco se desequilibraría  y le dejaría el camino libre para proseguir su avance y reunirse con el resto del grupo.

Yldamar combatía a brazo partido contra dos fieros oponentes que le ganaban terreno poco a poco.

Elirion cortó el brazo de la criatura que le asediaba aprovechando su posición elevada. La armadura de anillas ionizada del hueco era vieja, pero aun cumplía su función. Hasta que no abatiese a aquella cosa no podría bajar de allí a menos que saltase sobre la barandilla para caer al piso de abajo, la altura era considerable.

Tithon se debatía entre las garras de su oponente. Estaba claro que el combate a espada no era su fuerte. Falló el golpe por poco.

La nave volvió a temblar y el quejido del metal retorciéndose sobre si mismo podía oírse alrededor. Al otro lado de la pared Segis escuchó una discusión urgente e ininteligible que acabó con el sonido de un grupo de pesados pasos alejándose a la carrera. El punto candente de la pared seguía aumentando, tendría casi un metro cuando el centro del mismo siseó y se deshizo en un agujero de un palmo. La mirada fría y despiadada de Haraiss centelleó al otro lado de la obertura evaluando la situación.

    —¡Rendidme la Estrella del Alba y os ayudaré con los muertos! Desafiadme de nuevo y pereced —elevó la voz con un timbre metálico para hacerse oír entre los estertores del crucero que se venía abajo por momentos.

Segis escucho la voz pero incluso antes de reflexionar sobre lo que decía disparó. Aquel pirata podía hacer muco mal en la estrella del alba en sus manos y no iba a dejar que la obtuviese, por encima de su frío cuerpo. Maldijo la suerte que le había conducido a aquella situación, pero ya se había enfrentado a la muerte en innumerables ocasiones, y aunque no tenia deseos de morir, no le tenia miedo. El dedo apretó suavemente el disparador, apuntando a la cara que se asomaba por el recién abierto agujero.

Las palabras de aquel despreciable sonaban en la cabeza de Holdon, barajando si podría tratar de obtener alguna ventaja, cuando vio un haz de luz por el rabillo del ojo, la negociación estaba zanjada, sería lo mejor, a fin de cuentas no pensaba entregarle la gema.

Holdon volvió su atención a su plan original, tenía la espalda de aquel ser podrido a su alcance y no dudó. Sus amigos no aguantarían mucho si no se unía a la refriega. Lanzó los dados y saboreó el premio cuando la espada élfica se abrió paso a través de la carne muerta y los huesos.

Segis falló por poco y Harrais se retiró de la obertura con gesto contrariado.
Holdon flanqueó al hueco que acosaba a Tithon y con un decidido golpe oblicuo enterró la vieja espada en el costado de aquella cosa. El nomuerto se derrumbó incapaz de sostenerse, el daño acumulado era masivo. 

El viejo crucero tembló esta vez violentamente entre amenazadores crujidos y gemidos del metal haciendo difícil mantenerse erguido. Pedazos del armazón de metal cayeron sobre vuestras cabezas aquí y allá, corroídos por el óxido.

—¡Esto se viene abajo! ¡Hay que salir de aquí o esto será nuestra tumba también! —gritó Tithon entre el estruendo y el caos.

Uno de los hueco que quedaban en pie parecía ignorantes de todo lo que no fuera su comida, Yldamar. Ni siquiera el temblón consiguió distraerle de su presa, peor la armadura ionizada hizo su parte y detuvo las garras esta vez.
Otro de los huecos dirigió sus ponzoñosas garras a Holdon, carne fresca. El temblor hizo que perdiera el paso y se estrellara contra el suelo rasgando la pierna del tahur dolorosamente.
En lo alto de la escalinata de caracol otro hueco más trataba de llegar hasta las entrañas de Elirion, pero el temblor le hace trastabillar y cae sobre los escalones apenas rozando las anillas ionizadas de la armadura del noble.

Entonces tras un acceso de ruido blanco escucháis la voz entrecortada de vuestro mediano favorito.

—¡Se van, los piratas... —ruido de estática— largan! —ruido de estática— ¿Me oís? ¡Salid de ahí!

Seguramente la perdida de integridad estructural de la Delorian deja ahora pasar las ondas de radio. Tithon mira a todos con urgente preocupación, si eso pasa es que el crucero podría colapsar en cualquier momento.

Yldamar se movía con una gracilidad anormal para su estatura, mientras la cubierta bajo sus pies temblaba furiosamente, no le costó mantener el equilibrio pese al nudo en el estómago que le producían las aberraciones que trataban de desgarrar su carne y la herida sangrante de su costado.

Elirion, baja ya de ahí, tenemos que largarnos - bramó el mercenario mientras, esta vez sí, hundía la espada en el homóplato del hueco que se mantenía en pie. No podía dejar un hueco en pie que les atacara por la espalda mientras huían...

Aquel hueco falló el ataque rozando las anillas de la armadura de Elirion, Reginal nos había dicho que saliéromos de alli, que los piratas se marchaban al parecer, pero aquello era evidente tendríamos que salir de alli o aquel lugar sería nuestra tumba.

Yldamar me bramó que debíamos marcharnos, ¿como se atrevía a darme órdenes aquel paria entre los nuestros?, sin embargo debíamos salir de alli, asi que con la espada en una mano intenté saltar por encima del hueco mientras lanzaba un tajo contra el intentando alcanzarle.

Si tenía suerte correría hacia abajo veloz para salir de alli cuanto antes.

Tithon aprovechó su oportunidad y descargó la espada sobre aquella cosa que se debatía por levantarse. Pero erró el golpe entre maldiciones. Soltó la espada con un bufido y retocedió desenfundando el blaster.

—¡Creo Auram! —siseó Haraiss al otro lado de la pared.

En ese momento unos dardos luminosos surcaron la sala desde la oquedad en la pared. Sinuosos y letales como serpientes fueron a estrellarse dolorosamente contra el pecho de Elirion, al pie de la escalinata. Esta vez el olor a violetas fue evidente para todos, incluso en medio de aquel caos.

La Delorian se venía abajo entre temblores y quejidos del metal que se retorcía sobre sí mismo. Segis de dio cuenta de que si se quedaban allí un minuto más la Camara del Arca sería su tumba. El flemático técnico manipuló la puerta de escama de nuevo y esta se abrió rápidamente. Los demás leyeron la situación de la misma manera y todos corrían hacia la entrada desembarazándose de los huecos que aunque trataban de alcanzarlos no eran lo suficientemente rápidos di hábiles como mantenerse en pie entre los estertores del crucero elvinor. Una viga de metal aplastó el cuerpo de uno de ellos donde instantes antes peleaban Tithon y Holdon.

En el pasillo la siniestra figura de Haraiss permanecía cerrándoles el paso en medio del corredor. Los cascotes caían a su alrededor y el mago no era ignorante a lo peligroso de la situación. Les señalaba con el índice amenazadoramente, mientras la pinta de su afilada uña brillaba con un tono purpura.

—¡Dadme lo que es mío, insectos! —habiendo perdido ya todas las formas, sus ojos estaban cargados de una ira insondable y sus manos crispadas empezaron a moverse intrincadamente.

Entonces el pasillo se vino abajo y un amasijo de metal se interpuso entre vosotros y el mago negro.

—¡Noooo! —los gritos de ira y frustración del mago eran perfectamente audibles al otro lado de la pared de cascotes, en el piso superior, pero no ahora no podía verlos.

Habían caído en alguna parte de la bodega. Se levantaron doloridos conscientes de que debían moverse rápidamente. Todo se derrumbaba a su alrededor. Entonces al estática desapareció de los comunicadores.

—¡Chupaos esa bastardos! ¡Eso es, largaos ahora que podéis!... ¡Amigos, me recibís, los piratas se largan, yuhuuu! —Reginal sonaba exultante el otro lado del comunicador. —¿Me oís? Oh vamos... ¿Dónde diablos estáis?... ¡Jo jo jo! ¡Cruceros de batalla elvinor entrando en la órbita! ¡Dos, no tres! ¡Alguien ha llamado a la caballería!

Aun podéis oír los gritos airado de Haraiss cuando dais con la obertura que lleva la exterior. La tormenta de arena ha cesado y vuestros exotrajes sos protegen de la atmósfera atóxica de Goomer. La Rapier se acerca hasta vuestra posición sobrevolando arenales y charcos de brea purpura. Reginal os saluda sonriente desde el puente de mando. Abre la rampa de acceso sin apagar los sistemas y en cuanto habéis subido todos la Rapier se eleva de nuevo. Desde lo alto podéis ver como La Delorian colapsa sobre si misma y es engullida por el mar de brea púrpura poco a poco. 

—¡Bienvenidos, bienvenidos. Poneos cómodos! —el mediano saludaba a todos efusivamente a pesar de tener signos de haber sido golpeado.

Todos os abrazáis exhaustos. Incluso Elirion se deja llevar. Entonces la sombra del crucero estelar elvinor Khalimadea oculta los soles del planeta. Reginald abre el canal de comunicación.

—Nave estelar Rapier. Al habla el almirante Edghane de la Casa Elvinor, tengo entendido que les debemos mucho —la voz al otro lado es regia y firme pero educada y musical—. En nombre de la Casa Elvinor os doy encarecidamente las gracias. También tengo entendido que tenéis algo que nos pertenece. Quizá podamos discutir los términos de la recompensa por sus servicios a bordo de la Khalimadea. 

Fueron recibidos con todos los honores a bordo del buque insignia elvinor donde se oficializó al entrega de la Estrella del Alba en un ceremonia elegante y discreta pero cargada de simbolismo. Elirion os informa que sería muy poco apropiado no devolver cuando de élfico hubieran conseguido. El legado de los elfos solo a los elvinor les correspondía guardarlo. A cambio de la Estrella, las espadas, pistolas y camafeos cualquier cosa élfica, la Casa Élvinor les ofreció unos bellos y valiosos anillos de titanio y arvum que les identifica como Amigos del Pueblo y que pueden ser intercambiados por el favor de cualquier elvinor en la galaxia. Amén de equipo similar al entregado en su contrapartida humana.

Segis dejó ir con pena los artefactos élficos, tantos secretos, tanta tecnología que podría ser estudiada y reconstruida. Pero el impresionante despliegue élfico, y porque no decirlo, cierto sentimiento de decencia se impuso. El anillo quizas fuese recompensa mas valiosa a nivel personal. Segis miro a sus compañeros...

 - ¿Quizás ahora si, podamos tomar un licor fuerte en alguna taberna sin que nos molesten? - Dijo mientras se disponian a salir del sistema en la nave. - Y Regis, nos debes varias rondas!