Algo de Historia.
La historia de Isengard.
Su construcción comenzó en torno a la Ultima Alianza de Hombres y Elfos, en los últimos años de la Segunda Edad. Se cree que los dúnedain levantaron Orthanc para que sirviera como atalaya en la frontera noroccidental de Gondor y el Camino Real que la cruzaba, pero muchas leyendas cuentan que Isildur escondió allí muchos tesoros traídos de Númenor. El más importante de ellos era una de las siete palantíri, la Piedra Vidente que más tarde recibiría el nombre de Piedra de Orthanc.
Los días de los guardianes.
Conforme pasaron los siglos sin guerras declaradas, los hombres del oeste volvieron a sus propios asuntos en el norte y el este. Las llanuras más allá de las Montañas Blancas recibieron cada vez menos atención, al igual que la fortaleza que las guardaba. La paz se mantuvo durante muchos años, mientras los hombres de Gondor custodiaban el Paso del Isen gracias a la vigilancia de quienes habitaban en Cuernavilla al sur, e Isengard al norte.
Pero las estaciones se transformaron en años y los años en siglos; los ojos de los hombres del oeste se volvieron al este y al norte, y cada vez les venían menos a la cabeza los asuntos de Calenardhon y Eriador, más allá. Más pueblos extranjeros cruzaron el Isen desde el oeste, para asentarse en las extensas llanuras al este del rio. De hecho, algún tiempo después de la plaga del año 1636 de la Tercera Edad, las puertas de Orthanc fueron selladas y las llaves guardadas a salvo en Minas Tirith. Quienes habitaban en el Anillo de Isengard se redujeron a poco más que una guardia de honor.
La llegada de los eorlingas.
Más siglos pasaron, e incluso los reyes númenóreanos desaparecieron bajo el peso del tiempo, dejando un reino dividido en el norte y otro gobernado por senescales en el sur. En los tiempos en que los Hijos de Eorl acudieron desde el norte para habitar Calenardhon, el Anillo de Isengard se había convertido en la heredad personal de algunos caciques locales, pasando su título de generación en generación.
Los rohirrim trataban poco con la gente de Isengard, pues estaba demasiado cerca del temido Bosque de Fangorn y los rumores más disparatados decían que los señores de la torre practicaban la hechicería.
No fue hasta mucho más tarde que la alevosía quedo revelada. Déor, Señor de la Marca, descubrió que los caciques que una vez habitaron Isengard habían sido traicionados o asesinados por hombres salvajes, cuyo número era ahora mucho mayor, pues habían construido aldeas al este y oeste del círculo de Isengard. La propia fortaleza estaba en sus manos y aunque el rey venció en batalla a los salvajes de las colinas, no había nada que pudiera hacer para librarla de su presencia. Isengard permaneció bajo el control de los hombres de las colinas hasta el Largo Invierno de 2758, cuando finalmente el hambre les obligo a salir y fueron derrotados por el rey Fréaláf.
Los días del Mago.
En la primavera del año 2759, Saruman el Blanco ofreció su ayuda a Gondor y Rohan. Propuso acceder a Isengard con la venia tanto del rey Fréaláf como de Beren el senescal y repararlo, para devolverlo a su lugar como puesto fronterizo y torre de vigilancia. Ambos señores accedieron de inmediato, sabiendo que solo un aliado poderoso como un mago podía impedir que Orthanc y su valle cayeran una vez más en mano enemigas. Así recibió Saruman la llave de Orthanc y el permiso para residir en ella como guardián.
Los últimos años.
Durante más de un siglo tras su llegada, el Mago Blanco mantuvo buenas relaciones con Gondor, visitando Minas Tirith con frecuencia para consultar antiguos archivos. Con el tiempo, sus visitas disminuyeron; después, cesaron. En el año 2953 Saruman declaro Isengard como su propiedad, sin más compromisos con el senescal. En los primeros años del reinado del rey Thengel, comenzó obras secretas de renovación y fortificación.
El lugar.
Los dominios del Mago.
Nan Curunír es una profunda grieta que se abre a los pies de las Montañas Nubladas. Sus largos brazos se extienden hacia el sur y la tierra desciende desde el Anillo de Isengard hasta el Paso de Rohan. Es un valle bello y verde, con colinas ondulantes y bosques ligeros que ofrecen un austero contraste con los negros muros de la cadena montañosa.
El Rio Isen fluye a través del valle en su profundamente hendido lecho, acelerado por los muchos arroyos que fluyen de las laderas de las montañas. Junto al Isen discurre un camino pavimentado que sigue el cauce desde donde lo cruza el Gran Camino del Oeste, en los Vados del Isen, hasta el círculo de Isengard.
El Valle del Mago rebosa de vida todo el año. Incluso cuando los fríos vientos del invierno soplan desde el Ultimo Pico de las Montañas Nubladas, las plantas y los animales del valle medran. Los enormes ciervos y los elegantes cervatillos corren bajo los árboles y grandes bandadas de cuervos y zorzales duermen posados en sus ramas. A pesar de la abundante fauna, el Valle del Mago permanece tranquilo.
Los pastores y cazadores de la Marca dicen que estos bosques se mantienen verdes gracias a los encantamientos del Mago Blanco, que se ocupa de sus árboles desde su llegada. De hecho, aunque los bosques de Nan Curunír son pequeños comparados con el cercano Fangorn, o especialmente con el Bosque Negro al norte, aun los consideran benditos quienes aprecian la tierra.
Dol Baran.
Unos pocos kilómetros antes del círculo de Isengard, una colina redondeada se eleva al oeste del camino. Ningún árbol crece sobre ella; en su lugar, está cubierta de brezo y rodeada de espesas zarzas, altas como árboles. Su nombre era antiguamente Dol Baran, la “Colina Marrón” o la “Colina Pelada”, nadie lo recuerda con exactitud a día de hoy.
A finales de verano, la colina se ve coronada por muchas flores que pintan su cima de morado pálido o blanco. Los pastores locales que llevan sus rebaños a pastar en los valles cercanos dicen que, cuando el brezo florece blanco sobre Dol Baran, significa que el mago de Orthanc está satisfecho.
Las montañas del valle.
La fortificación más sólida de Isengard no es su muralla circular, ni tampoco la propia torre de Orthanc, sino las paredes negras de los espolones meridionales de las Montañas Nubladas, que señalan la frontera del reino del Mago Blanco por todos lados excepto por el sur. La joya de la corona de la cordillera circundante se encuentra más allá del extremo septentrional de Nan Curunír: es el alto Methedras, la última montaña, cuyas raíces verdes se clavan profundamente en Fangorn, al este, y cuya testa blanca puede verse desde kilómetros en todas direcciones.
Al pie de las montañas se abren muchos valles pequeños y cientos de fisuras y cuevas rasgan sus costados, donde se dice que las bestias tienen sus hogares ocultos. La mayoría vive en armonía entre los antiguos árboles de Nan Curunír; los osos hibernan en sus cavernas en invierno y los pájaros anidan en los recovecos y grietas de la piedra. De hecho, las sombras largas y las aguas frescas hacen que este sea un lugar de paz para todas las criaturas que encuentran su camino hasta aquí, ya que los lobos salvajes de las Hithaeglir no se aventuran en el valle.
En los últimos años, los jinetes de Éogar han empezado a sospechar que los huargos se están ocultando entre las manadas de lobos de las montañas que rodean Isengard, pues han encontrado extrañas huellas a lo largo de la orilla oriental del Isen. Saruman ha comunicado que los granjeros y pastores del Oestemnet no tienen nada que temer, porque se ha comprometido personalmente a vigilar los límites de las montañas. Sin embargo, muchos en el Paso de Rohan escuchan aullidos que no proceden sino de lobos en las últimas guardias antes del alba.
La muralla circular de Isengard.
El camino que lleva al círculo de Isengard se convierte en una calzada pavimentada allí donde abandona el Rio Isen para girar al noroeste. Aquí, muchos obreros han estado trabajando para Saruman, cortando y tallando grandes piedras planas extraídas de las montañas, haciéndolas cuadradas y colocándolas con habilidad. La carretera continúa su curso occidental hasta que alcanza el gran círculo de piedra que se alza contra la pared de la montaña que hay más adelante: la muralla circular de Isengard.
Más parecida a un acantilado enorme y natural que a una obra humana, la muralla circular tiene kilómetro y medio de recorrido. Sale de la pared de la montaña y regresa a ella, rodeando la torre de Orthanc como una primera y formidable línea de defensa. Ninguna fuerza o ingenio a disposición de los Pueblos Libres de la Tierra Media a día de hoy podría abrir brecha en la negra roca de la muralla circular. Ni tampoco se puede siquiera concebir el imponente trabajo que fue necesario para levantarla, eso si el circulo de piedra fue construido por el hombre. Tiene casi treinta metros de altura y es igual de ancha; donde el círculo se encara al sur, se abre un gran arco.
El arco lleva a un largo túnel excavado en la roca negra del muro, cerrado en cada extremo por altas puertas de hierro. Recién forjadas, tanto las puertas exteriores como las interiores están encajadas en grandes goznes con una precisión tal que, cuando se retiran sus trancas, un solo hombre las puede abrir sin esfuerzo y en silencio, permitiendo a Saruman ir y venir a su antojo.
Las puertas exteriores están flanqueadas por dos torres a las que solo se puede acceder desde dentro de la muralla circular. Varias ventanas bajas y aspilleras delatan la presencia de los guardianes de las puertas que guarnecen las salas de guardia de las torres, hombres elegidos de entre los sirvientes más fieles del Mago Blanco. El túnel de entrada recorre todo el grosor de la muralla circular y se alza hasta la mitad. El pasadizo es tan amplio que pueden cabalgar por el cuatro hombres a caballo, uno al lado del otro. Soportes de hierro se alinean en la pared, pero las antorchas que hay en ellos parecen ofrecer solo sombras titilantes en vez de iluminación.
Una puerta ancha se abre en la pared occidental, a mitad de camino del pasadizo, al final de una escalera. Lleva al cuerpo de guardia principal que atiende la entrada, donde los guardias al servicio de Saruman almacenan armas y armaduras, preparan sus comidas y descansan. Una mesa grande rodeada de taburetes se encuentra junto a un gran hogar construido en la pared del cuerpo de guardia. Diversas ventanas se abren al interior del túnel de entrada. Una serpenteante escalera de piedra lleva desde el cuerpo de guardia hasta un paseo que recorre toda la muralla, ofreciendo unas vistas magnificas de la llanura circular que hay más allá, dominada por la torre de Orthanc que se alza en su centro. Cientos de ventanas y puertas se abren en la pared interior de la muralla circular, pues su interior está repleto de incontables cámaras, salones y pasadizos. La mayoría de estas moradas aún están desiertas, pues la fortaleza fue edificada para alojar a miles de ocupantes, y aunque Saruman deja entrar a Isengard a cada vez más y más hombres y mujeres cada año como sirvientes y ayudantes, solo suman cientos.
Las gentes.
Los hombres del Isen.
Los viajeros que quieren llegar a Isengard solo necesitan seguir el camino pavimentado que discurre junto al Isen conforme vira al norte. La corriente es fría y rápida, y su lecho esta labrado profundamente en la tierra del Valle del Mago. Aquí, los animales son abundantes, pues nadie caza junto al rio tan al norte. Los rohirrim que custodian los Vados del Isen albergan muchas supersticiones acerca de las imponentes murallas de Isengard y solo cruzan al norte del rio bajo órdenes estrictas del rey o de uno de los mariscales de la Marca.
Otros habitantes del valle se benefician de la reticencia de los hombres del rey de extender su vigilancia tan al norte. Pequeñas tribus de hombres de las colinas, emparentadas con los dunlendinos, habitan en esta tierra resguardada. Nunca se asientan permanentemente en un lugar, sino que viajan subiendo y bajando por las orillas del rio, cazando y pescando. Afirman ser los descendientes de los últimos hombres den gobernar el Valle del Mago antes de que los señores de los caballos los ahuyentaran hace doscientos años. Saruman no sabe si su demanda es válida, pero no se opuso cuando comenzaron a regresar, hace décadas.
Los hombres de las colinas del curso alto del Isen son un pueblo fiero, como sus hermanos del oeste, pero su número es menor. Hasta ahora han tenido cuidado de no despertar la ira del Segundo Mariscal de la Marca; nunca se han abierto paso tan al sur como para llegar a los Vados del Isen, pero han hostigado en varias ocasiones a los viajeros a los que espiaban en la oscuridad, de camino a Isengard. Recientemente, para reforzar la seguridad de quienes acuden a buscar su consejo, Saruman el Sabio ha decidido tomar cartas en el asunto y no han tenido lugar más ataques desde hace un tiempo.
Aun así, algunos en la Marca dicen ahora que quienes descansan cerca del Valle del Mago al final del día, se arriesgan a desaparecer en la noche sin dejar rastro. El mago de Orthanc ha descartado estos rumores como preocupaciones infundadas de una gente a la que cualquier razón le serviría para hacer la guerra y pide a los hombres de la Marca que en su lugar se atengan a las virtudes de la paciencia y la paz. Aunque nadie se atreve a cuestionar la sabiduría de Saruman, algunos temen que los hombres de las colinas lo hayan engañado debido a la amabilidad del mago.
La gente de Isengard.
Además de aquellos a los que deja entrar para llevar a cabo sus grandes obras, Saruman tiene a muchos hombres a su servicio de forma permanente, a los que encomienda guardar las puertas, atender los jardines, cazar, pescar y cocinar para él y, en general, llevar a cabo todas las tareas domésticas que requiere un hogar tan grande como Isengard. El mago estableció su residencia en Orthanc hace doscientos años y hay familias entre sus sirvientes que han permanecido en Isengard durante tantas generaciones que es como si siempre hubieran estado con él.
La sangre de la gente de Isengard está emparentada con la de los habitantes de las Tierras Brunas y la de los antiguos guardianes de Isengard, pero no tienen tradiciones o historias que se remonten hasta tan distante origen, salvo por su lengua, una antigua variante del arcaico idioma de los dunlendinos, que Saruman conserva para mantener sus comunicaciones con ellos tan a salvo de oídos curiosos como le es posible. La gente de Isengard solo está compuesta por un puñado de familias de parientes cercanos que nunca suman más de dos o tres docenas. El propio Saruman debe aprobar todos los casamientos y nuevos nacimientos, y no ve con buenos ojos la incorporación de nuevos elementos de otras comunidades. Nadie ha desafiado nunca sus reglas, pues cada miembro de la gente de Isengard sabe que, mientras obedezca a su amo, disfrutara de su protección. Rara vez han muerto un niño o madre al dar a luz en Isengard y ningún sirviente ha perecido de enfermedad alguna. Su vida está realmente bendita.
Saruman impone una rígida jerarquía entre su gente y alimenta el espíritu de competición al dar regalos y lujos a sus preferidos y castigos a quienes le decepcionan. En general, sus sirvientes están extremadamente orgullosos de estar al servicio del más sabio de los sabios y su devoción hacia él es total y completa. Harían cualquier cosa por el mago de Orthanc. Cualquier cosa. Aunque Saruman es un amo exigente, sus peticiones nunca han sido muy distintas de las de cualquier otro señor poderoso.
Empezáis en los dormitorios de los aprendices, que es W14. Para claridad, y no decir me muevo por la torre de la izquierda según se mira por las agujas del reloj y tal, se dice el código letra-número. Lo aclaráis en notas*. Esto indicará de forma más o menos precisa, donde estáis lo que es muy importante en esta aventura que se supone ocurre en poco tiempo.
*Por ejemplo, para salir del dormitorio de los aprendices (W14) hay que moverse a la torre S14 y bajar por la escalera.
Y aquí está el mapa off-rol de la partida, por aquí os moveréis, vuestro objetivo (al menos el de casi todos), es salir de Isengard con la piel entera y a ser posible, sin hacer demasiado ruido. Aunque fuera de partida comentemos en la sección de hablar de todo un poco, "estáis en tal coordenada" para aclararnos, normalmente se usarán puntos cardinales y descripción del lugar fuera de la torre.
Por ejemplo, en 8C hay arboledas dispersas, en concreto grupos de manzanos. 9C es un pequeño grupo de Olmos. 3E, 4E y 4D es un terreno pantanoso. 4C son las ruinas de una granja. 6A es un puente, etc.