Partida Rol por web

Aventuras en los Reinos Olvidados

Histórico del primer grupo.

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12/02/2013, 11:18
Director

El dolor de la herida era demasiado para la pequeña Silbido, que mientras el caos del combate sigue adelante se retira, agachada y medio escondida. Cuando pasa sobre el cuerpo tendido junto a la entrada, (Mitheithel), se da cuenta de dos cosas; la primera y más importante es que ha dejado de sangrar: está pálida pero estable, con los ojos cerrados y en un intranquilo sueño. La segunda es que entre el hecho de encontrarse en ropa interior y la rudeza del orco al arrastrarla por el suelo, ha terminado asomando un pecho sobre el escote y no está lo que se dice muy presentable. La arquera puede adecentarla un poco antes de que los chicos la vean así, (acción gratuíta).

Heian ha terminado inclinado contra la pared, tiñéndola de rojo. Ha perdido totalmente la consciencia debido a su herida, y no puede hacer nada. Por otra parte, Ugdush impreca al guardia que está intentando combatirle sin mucho éxito; en esta ocasión, sin embargo, logra hacer frente al medio orco interponiendo el asta de su lanza en un terrible tajo descendente. Le responde con un empujón, que su adversario desvía con su escudo.

Ark, por su parte, se lanza contra el guardia que acaba de ensartar a Nailo. Éste interpone la lanza antes de que el sacerdote llegue a su posición, pero tan nerviosamente que cruza los pies y termina tropezando con un grito, y lanzándose a los amorosos brazos de su atacante. (Pifia, Ark tiene +2 a golpear).

Mientras, el guardia que estaba despertando a sus compañeros observa a un bárbaro rabioso de doscientos kilos se le acerca lanzando espumarrajos por la boca, dispuesto a convertirlo en carne para hamburguesa. Aunque en su fuero interno lo que le apetece es estar con su mujer y su hija bebiendo cerveza en casita, no le queda más remedio que enfrentarse a él. Junto a su compañero recién despertado, cargan contra el inmenso Bronas en un alarde de valiente gallardía, que termina con las dos lanzas cortadas de un revés, y una fiesta de tripas-serpentinas volando por el aire cuando los taja como si fueran trigo maduro.

Gracias a vuestras dotes perceptivas, os dais cuenta de que los dos guardias que continúan en pie comienzan a flaquear en sus ánimos. Más que nada porque se ponen a gritar, "¡Refuerzos!, ¡refuerzos!, ¡a mí la guardia!" y cosas por el estilo, con cara de estar meándose encima. Es muy posible que si en este momento interrumpís el combate, salgan cagando leches en una indigna, (aunque comprensible), huída.

El único que no huiría sería el que está tirado en el suelo con cara de tener muchos sueños húmedos con la hechicera que lo dejó así de indispuesto.

Ark, por su parte, alza su maza de armas, (un peloto metálico lleno de puntas en el extremo de un largo palo), y se dispone a descargarlo contra su oponente. Desgraciadamente, se da cuenta de que se ha quedado corto en el golpe: va a fallar. O mejor dicho, iba a fallar, hasta que el imbécil del guardia tropieza y pone amablemente su cabeza bajo el instrumento, que le aplasta cómicamente el sombrero y le causa una brecha en la cocorota. (3 daños).

Está claro que habéis ganado el combate; es decisión vuestra acabarlo, o dejar que vuestros "valientes" adversarios se larguen. ¿Qué haréis?. ¡Es vuestro turno!.

- Tiradas (7)

Notas de juego

Iniciativas.

Silbido 22 (Se retira del combate).
Heian 20 (Sangrando)
Ugdush 14 (Pegándose con el guardia 2).
Guardias 10 (Atacan).
Bronas 9 (Frenéticló)
Ark 7 (Luchando contra guardia 1).
Mitheithel 5 (Sexymente inconsciente).

Bronas: 1 daño de chichón + 8 daños por lanza en el muslo.
Nailo: 3 daños de lanza en barriga + 10 lanzada en el pecho + 1 por desangrarse. (-4 y bajando)
Mitheithel: 9 daños por una lanza atravesando su cuello + 2 daños por desangrarse. (-7 y estable).
Ark: 8 daños por lanza atravesando su hombro.
Silbido: 8 daños por lanza clavada en la barriga.

Guardia 1: Ataca a Ark patéticamente. (Chichón en el cocoroto por 3 daños).
Guardia 2: Ataca a Ugdush sin éxito. (Corte en el muslo para 7 daños).
Guardia 3: Morido.
Guardia 4: Morido.
Guardia 5: Morido.
Guardia 6: Morido.
Guardia 7: Morido.
Guardia 8: Morido.
Guardia 9: Morido.
Guardia 10: Soñando con los angelitos.

Experiencia:

Todos los personajes menos mitheithel y Nailo consiguen 30 px por postear.

Próximo turno, el viernes que viene.

Mitheithel y Nailo, debido a que están inconscientes en el suelo, están exentos de postear si es que lo desean.

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12/02/2013, 16:22
Bronas

 Tras el último golpe, con el que termina de dos guardias casi al mismo momento, el norteño se encara con los dos guardias que pretenden huir con la cola entre las piernas.

 El ilukhano entró en batalla contra guerreros, para superar la aprueba que Tempus le ponía delante, no para matar a pusilánimes ni cobardes. Con el rostro contraído por la sobrexcitación y los músculos hinchados con las venas sobresaliendo allá donde la piel queda a la vista, entre salpicaduras de sangre y restos de antiguos compañeros, Bronás, les dice con su fuerte acento norteño:

 - ¡Id y vivid, y recordad que seguís vivos por que así Bronas Pielescarcha lo ha querido!

 Los empalidecidos guardias se apresuraron para emprender una huida lejos de aquel avatar de muerte y destrucción antes no cambiase de opinión.

 Mientras esos emprenden la huida, el norteño siente como la rabia y la fuerza que late en su corazón pugnan por salir en más explosiones de fuerza y esfuerzo, pero impone su voluntad sobre ella. Ve como los que le han acompañado hasta aquí han quedado en su mayor parte casi al borde de la muerte. Entonces sus ojos se ponen sobre Ark, al que salvó, quien es un siervo de los dioses.

 - ¿Puedes curarles? ¡Tenemos que partir ya! Nos tiraremos al agua y que la corriente nos lleve hacia la desembocadura, allí tomaremos una embarcación y nos largaremos, el mestizo entiende de barcos.- Mirando al semiorco añade: ¿Verdad?

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12/02/2013, 20:29
Ark

Yo miro conmocionado el desastre durante un segundo justo antes de darme cuenta que era muy posible que la vida de el joven del sombrero podía pender de un hilo , pero por desgracia seguía siendo un novato en estas lides y ya había gastado los dones mayores que me concede selune , al menos hasta que pudiera anochecer, pero al menos si me quedaban algunos de los menores que si bien no los pondría en pie , si que evitaría que se desangraran de forma inmediata.
ME acerco a Nailo y le impongo mi mano concentrándome levemente mientras mi mano se torna azul un segundo deteniendo al hemorragia. La elfa había dejado de sangrar , asi que me acerque a la niña para ayudarla con otro leve favor.
-Mas no puedo hacer por hoy Bronas Pielescarcha , puedo evitar que mueran desangrados , pero no les puedo poner en pie , al menos no ahora, y en este estado no se si realmente sobrevivirían a un viaje en las frías aguas del rio, pero tal vez sea la única oportunidad que tengamos después de este monumental desastre.

Notas de juego

bueno realmente no se si puedo , en mi grupo siempre intercambiamos los cantrips por curar de esos de 1pg, no se si realmente se puede hacer?? si no se puede tiro sanar a ver que sale XD

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13/02/2013, 10:44
Bronas

 Mientras Ark atendía a Silbido y al tipo del tocado extraño el norteño saca su odre vaciando su contenido, tragando parte de este mientras su cuerpo se relaja en parte.

 - Vaciad los odres, hinchadlos y taponadlos, aferrados a ellos os mantendrán a flote... el tiempo suficiente, espero.

 Dijo antes de hacerlo él mismo, soplando con fuerza por la boquilla del odre, haciendo que esta se hinchara justo antes de taponarla, logrando un saco de aire. Luego desenrolló una gruesa cuerda de esparto con un gran garfio de escalada en un extremo y pasó la cuerda por el ancho cinturón que le ceñía la armadura.

En estos momentos el pecho de músculos abultados subía y bajaba como el fuelle de una forja, el estallido de energías que había exhibido durante el combate le estaba pasando factura.

 - Y luego id pasando la cuerda por vuestros cinturones, al bajar por el río esta nos mantendrá unidos, ayudando a los que lo necesiten.

 No dejaba de sorprender lo que decía el norteño, tras la muerte que acababa de dispensar, parecía tener más recursos que los que su hacha podía dispensar.

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13/02/2013, 21:02
Ugdush Matadragones

A Ugdush le subió la temperatura, había muchas cosas de él que no sabían sus compañeros peor estaba claro que intentar ahora dar explicaciones sería no solo absurdo, si no algo que jugaría totalmente en su contra.

- Eh, Bronas ¿de verdad crees que es buena idea tirarse al río? te digo yo que esas corrientes al final terminarán ahogando a la mitad y más en el estado de pena en el que andan, pero ojo, no seré yo el que tome la decisión final a fin de cuentas yo sé nadar mejor que todos vosotros, pero antes que cagarla huyendo por el agua yo intentaría volver por el túnel y dividirnos, a fin de cuentas no hay testigos de lo que ha sucedido aquí - comentó mientras se cruzaba de brazos y le daba alguna que otra patada a los cadáveres, intentando dejar ver si tenían algo de valor en sus cuerpos.

- Hagáis lo que hagáis gozaré con el resultado, yo solo he puesto mi granito de arena dándoos una alternativa -

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13/02/2013, 21:15
Silbido

Silbido suspira con alivio al escuchar, desde su refugio en las sombras, la bravuconada del bárbaro. Ha estado a punto de ser destripada o desangrarse, y cada movimiento que fuerza a su cuerpo, este se lo cobra en terribles retortijones, pero ha sobrevivido. Las palabras de Bronas no dejan lugar a dudas, ha permitido huir a alguno de los guardias, que ahora mismo estará corriendo en busca de refuerzos para acabar con los Flechas Emplumadas infiltrados en el puerto. Está claro que no pueden permanecer en la ciudad.

La niña emerge del túnel renqueando. Su mano derecha, empapada en sangre, no suelta el agujero del vientre. Diez cuerpos yacen inmóviles en el piso del almacén, ocho de ellos correspondientes a los guardias. Lo que quiere decir que, como suponía, dos han huido.

Bronas y el hombre que había hecho huir a los esqueletos hablan sobre la posibilidad de despertar a los dos que han caído inconscientes, y que aparentemente están ya fuera de peligro, y cómo escapar. El bárbaro parece tener una idea bastante clara. Lanzarse al agua, atados a una cuerda, usando odres de agua hinchados de aire para mejorar la flotabilidad. Silbido no es una experta nadadora, no hay agua entre los árboles, pero sabe que el cuerpo tiende a flotar si no se le opone resistencia, por lo que no considera el riesgo de la propuesta.

Podría esconderse por sí misma en algún lugar, salir de noche y marcharse de allí por calles poco transitadas, colarse en alguna embarcación, incluso jugársela en el maldito bosque otra vez, pero tendría que hacerlo sola, y sobrevivir hasta entonces en sus miserables condiciones. No sería la primera vez. Pero por otro lado, ha visto al ahuyentador de esqueletos curarse sus propias heridas como Quelnaas, aunque no parece un druida. Con él tiene más opciones.

Y en efecto, como si le leyera el pensamiento, el hombre se acerca a ella, retira la mano con la que se sujeta la herida y posa la suya sobre ella, musitando algunas palabras incomprensibles. Un breve fulgor surge de sus dedos, y Silbido siente la herida cerrarse. Todavía la nota tierna y tirante, todavía duele, pero la carne hendida se ha restaurado y la sangre ha dejado de fluir.

—Gracias. —Señala al que acaba de cerrar su herida y los otros dos hombres que quedan en pie—. Las armaduras. No podréis flotar.

Libre para moverse a gusto, se desabrocha las correas del peto de cuero, dejándolo caer al suelo, junto al arco y la mochila. Terminado el proceso, saca la cuerda de pescar de su mochila, vacía su odre de agua e imita al bárbaro. El semiorco, mientras tanto, tal y como ya había hecho en antes, se dedica a enumerar excusas sin proponer nuevas ideas.

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13/02/2013, 21:46
Bronas

 El norteño tomó las ropas de la pelirroja y ciñó el cinturón al talle de esa mientras escuchaba las palabras del mestizo.

 - Los guardias que escaparon alertarán al resto, pronto habrá gente por aquí.

 Cuando escuchó lo de meterse en el túnel y dividirse arrancó una carcajada.

 - Si claro. Tú, Ark y yo por un lado y el resto por el otro jajaja.- Logro reír entre dientes a pesar de su respiración agitada.- Separados nos darán caza fácilmente. Meternos en el túnel solo nos acorralará. Tenemos que movernos, y por desgracia para ir rápido tenemos que ir corriente abajo, esperando quedar lo suficientemente lejos como para encontrar un vado y escondernos hasta recuperar fuerzas y decidir qué hacer.

 Tras pasar la cuerda por la pelirroja y que Ark se la pasara por su ancho cinturón la pasó por el tipo del sombrero. Cuando Silbido dijo lo de la armadura el norteño asintió.

 - Los que no sepáis nadar muy bien, quitaros la armadura.- Dijo mirando a Ark en concreto.- ¿En vuestros templos no enseñan de eso, verdad? Yo a pesar de saber nadara también lo haré.

 Luego pasó la cuerda a Silbido quien se había reajustado el equipo y finalmente tendió el cabo al mestizo mientras él se quitaba la armadura de cuero tachonado para meterla en la mochila. A la vista quedaba un torso de músculos abultados con abundante vello de color castaño claro, pero lo que llamaba la atención eran los tatuajes azules que recorrían los hombros hacia el pecho con símbulos que representarían electricidad y aire o frío...

 - Quedarse es morir. El río tal vez nos mate. Con eso tengo suficiente.

 Dijo antes de pasarse el pellejo cruzando el pecho y su mochila, con sus pertenencias más abultadas, como la armadura, ajustada entre las abrazaderas del escudo de madera.

 - Vamos.- Dijo mientras cargaba con la hechicera en brazos y se ponía en marcha hacia la entrada, apretando los dientes ante el ardor que le subía por el muslo herido.

Notas de juego

 Armadura en la mochila.

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13/02/2013, 22:28
Ark

Me quite mi cota de escamas imitando a la niña , era mas que consciente que con ella puesta no iba a poder nada , de hecho no era demasiado probable que ni siquiera pudiera nadar sin ella.Eche un rapido vistazo a mi mochila cogiendo lo único valioso que en ella había, es decir , las pocas monedas que tenia.

-No , no me enseñaron eso en mi templo , pero si me enseñaron que las cosas materiales no son importantes , así que realmente no me cuesta nada deshacerme de ello , aunque también es cierto que si fuera tan buen sacerdote como debería ser no , habría permitido esta matanza sin sentido y os habría enseñado algo acerca de la cobardía constructiva y del dialogo como solución a los conflictos.- digo mientras afianzo la cuerda a mi cintura y ayudo a Bronas a sujetar con ella al petimetre del sombrero.

Mis propias acciones me sorprendieron , pues acababa de darme cuenta que de forma inconsciente ya había decidido que iba a seguir con ellos , al menos durante una temporada , y eso era algo que tenia que analizar mas tranquilamente. Solo esperaba que como de costumbre mi intuición fuera buena y no me llevara a la tumba antes de tiempo , aunque tenia todas las papeleteas del sorteo para que así fuera.

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13/02/2013, 22:45
Ugdush Matadragones

Ugdush gruñó

- No te las des ahora de listillo bárbaro, esto podría haber acabado mejor si hubiéramos escapado por el túnel a tiempo, ¿quieres agua? pues agua tendrás - comentó mientras comenzaba a quitarse la armadura ligera para tirarla a la entrada del túnel con fuerza, quizás el mal olor que desprendía lograse despistar a los guardias.

El semiorco mostró su cuerpo moreno y fibrado, había heredado bien la musculatura de los orcos pero se notaba que los rasgos humanos reducían todas las proporciones finales.

- Si queréis ser rápidos y evitar infortunios más vale que os quitéis todos la armadura, no solo aquellos que no saben nadar, ahora que sepáis que todo aquel que retrase al grupo por mi parte se queda atrás - comentó serio mientras miraba al resto a esperas de salir de allí.

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13/02/2013, 23:02
Silbido

El sanador habla de un templo. Silbido encaja la nueva información con sus recuerdos. El párroco del feudo acompañaba a las partidas de caza, y en alguna ocasión había sanado con sus manos, como Quelnaas, como este hombre, a uno de sus familiares, herido por un jabalí o un lobo. No es un simple sanador, sino un sacerdote. Selune, recordó el nombre que había enarbolado al ahuyentar a los esqueletos. No recordaba haber oído el nombre nunca. Quizás conociera su nombre élfico, pues el joven druida le había hablado de los dioses en más de una ocasión.

“Matanza sin sentido” la llama, pero está equivocado. Es una matanza, pero tiene sentido, el único sentido, el que justifica toda muerte: sobrevivir. Ella no mata por placer, a hombres o a animales. La primera vez que mató un animal no sintió nada, era demasiado pequeña para darse cuenta; la primera que acabó con la vida de un hombre no era mucho mayor, pero sintió satisfacción por quitarse de encima al animal resollante, orgullo por ser capaz de defenderse sin la ayuda de nadie, y asco al sentir su vida derramarse sobre ella, carmesí y lechosa. La primera y única vez que sintió algo así.

—Nos hubieran matao —trata de explicar al hombre que ha utilizado en ella un poder que podía haber guardado para sí, aunque sabe que no es capaz de explicarse adecuadamente en la lengua común—. O peor. Los elfos, en el bosque, matan a tos los que pasan. Lo vi al venir aquí. Familias, caravanas, dieces de muertos. El túnel y Mitheithel, que es elfa, y a mí que me vieron entrar por la puerta’l bosque. Y si hablamos de Beren pa salvarnos, nos hubiera matao él.

»Teníamos que haber entrao en el túnel antes—dice, suspirando—, ellos no sabían de la trampa. Una patá a los tablones, y hubieran caído tos adentro. Blanco fácil para las flechas, sin poder escapar, sin ruido que nadie oyera fuera.

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14/02/2013, 15:33
Bronas

 Comprobando que el resto estaba preparado, el norteño respondió a las palabras de la muchacha poco habladora, a la que acababa de escuchar más en unos segundos que en un día entero.

 - A lo hecho, pecho. Vamos.

 Cuando estuvieron preparados se puso a correr en un leve trote saliendo por la puerta para dar la vuelta a la vieja construcción hacia las cantarinas corrientes de agua que indicaban donde estaba el Ashaba. Con el odre hinchado quedándole a la espalda con la correa de este ceñida al pecho, en la diestra cargando con asombrosa facilidad el cuerpo de la elfa pegado a su cuerpo y con la zurda cargando la mochila unida al escudo de madera.

 Sobre el hombro izquierdo colgaba el gancho de escalada con un par de vueltas holgadas de cuerda alrededor de este, que tras pasar por el cinturón pasaba por el cinturón de la elfa antes de quedar colgando hacia atrás hasta unirse al cinturón de Ark y los otros.

 El momento había llegado.

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15/02/2013, 09:54
Director

Los guardias han huído, dejándoos con la compañía de siete cadáveres y un guardia dormido, que se da la vuelta y se pone a roncar placenteramente entre cabezas cortadas y tripas sajadas. Mientras, vosotros decidís lanzaros a la corriente del Ashaba. Tardais unos momentos en vaciar las botas y soplar en su interior, en estabilizar a Nailo y en atarlos a él y a la elfa medio desnuda a Ark y a Bronas, respectivamente. El sacerdote, Ark, lanza una pequeña plegaria sobre Silbido, que pasa de sentirse desfallecer a sentirse simplemente como el culo.

Con el enorme bárbaro encabezando la comitiva, finalmente salís por la puerta destrozada de la estructura. Podéis ver la calle de tierra apisonada por la que llegasteis, iluminada por el sol claro de media mañana. A un lado, el sendero termina en un cúmulo de verdosa vegetación junto al río; helechos y arbustos que impiden el paso. Al otro se encuentra el molino de agua, y el astillero en el que varios carpinteros calafateaban un barco. El único ser vivo que veis cerca es uno de esos hombres, que se asoma por la puerta rascándose la cabeza con una mano y con una brocha gorda llena de brea en la otra, al parecer intentando averiguar qué pasa allí. Cuando os ve cubiertos de sangre, se alarma y vuelve a entrar en el astillero a todo correr.

El último que sale del almacén puede ver, además, una docena de alabarderos con sus corazas, (que les hacen moverse 20 pies), destellando a unos cincuenta metros. Van en formación, acompañados por un guardia con el gorro aplastado, (el del chichón), que os señala. "¡Esos son!, ¡Flechas Emplumadas, estaban inundando el puerto con muertos vivientes!".

Algunos alabarderos comienzan a cargar sus ballestas, cuando os ocultais tras el almacén y corréis hacia su parte trasera por un estrechísimo caminillo de tierra, hasta encontrar la orilla del río. Bronas se interna en sus frías aguas, notando la succión que el barro de la orilla produce en sus botas, y se lanza brazeando al interior del cauce.

El río tiene aquí una anchura de unos treinta o cuarenta metros, y al otro lado se levantan escarpados acantilados, pertenecientes a los primeros promontorios de los Picos del Trueno. El resto también os metéis en el agua detrás de él, intentando manteneros a flote mientras comenzais a sentir la corriente en cuanto vuestros pies dejan de tocar el lodoso fondo.

Notais las ropas pesadas y mojadas mientras la fuerza del agua o lleva hacia el centro del río, y alrededor de Ugdush comienza a formarse una grasienta capa de porquería sobre la plácida superficie, que deja un rastro de un asqueroso color marrón; al parecer, el agua y el medio orco no se frecuentan demasiado. Veis pasar el taller de Talaso, y podéis ver a los carpinteros del astillero a través del agujero por el que alzaron el barco del río, en la parte trasera de la estructura. Os ven pasar hablando entre sí, alarmados. Más atrás, el primer alabardero que llega al punto por el que entrasteis en el agua apunta con su ballesta, y dispara contra Ark, que está intentando mantener a Nailo sobre la superficie del agua. El disparo es certero, y se clava con un sonido seco contra el hombro del pobre Heian, que se revuelve inconsciente y empieza a sumar el rojo de su propia sangre al marrón del orco en el agua.

Pronto os sorprende la fuerza del cauce, que tranquilo en su superficie corre rápido bajo ella. Perdéis de vista a los alabarderos, y las frías aguas os conducen frente a los barcos del puerto, que descansan mecidos por la misma corriente que os lleva sin remedio. Hay un par de barcas de pescadores fondeadas frente a él, lanzando redes, pero ninguna se percata de vuestro paso. Sólo unos minutos después, un pescador verá un rastro marrón en el agua y comentará lo mal que huele últimamente, pero de eso no os vais a enterar.

Como un titán, el bárbaro que abre la marcha consigue mantenerse a flote a sí mismo, y a la elfa pálida y temblorosa que aprieta sus pequeños pechos, (ahora muy desnudos), contra su piel, y su cabeza sobre su hombro. Si no hiciera un frío del carajo sería una tórrida escena. En todo caso, el salvaje tiene una fuerza prodigiosa y consigue nadar sin problemas a pesar de la situación.

Detrás de él y atado por la cuerda, Ugdush se ha convertido en un submarino como el que, (aunque no lo sepais), estaba construyendo Talaso. Su relación con el agua no es muy buena, y ahora ésta se está vengando por ello. Sólo se puede ver, de vez en cuando, sus manos y sus patas saliendo frenéticamente del río. Ugdush comienza a hacer glu glu.

Silbido va detrás de él, y no puede evitar la franja de porquería que el medio orco en proceso de ahogarse va dejando tras de sí. Quizás esa sea la razón por la cual, a pesar de su herida, bracea como una jabata manteniendo su cabeza sobre la corriente con un éxito abrumador.

Por último, el abnegado sacerdote de Selune va en último lugar cargando con un ladrón que se desangra poco a poco y preguntándose cómo cojones ha terminado en esta alegre situación. La diosa le sonríe, sin embargo, y consigue mantenerse a él mismo y al medio-cadáver que lleva encima fuera del agua.

Pasan unos minutos agónicos, en los que dejais atrás Paso del Ashaba; su promontorio se pierde de vista cuando la corriente dobla un recodo, con el profundo bosque del Arkho a un lado y el escarpado desfiladero rocoso al otro. Bronas, Silbido y Ark poco más pueden hacer, a parte de mantenerse a flote, así que el problema lo tiene nuestro medio orco favorito, que a pesar de todo sigue consciente e intentando mantenerse a flote.

El agua penetra en su boca y en sus ojos, y llega un momento en el que no sabe dónde está arriba y abajo. La cuerda se le enreda en los brazos y en las piernas. Da vueltas y forcejea y lucha por volver a sacar la cabeza del agua. Y por fin, triunfal, consigue hacerlo; el agua, en esta ocasión, no ha podido con él. Desgraciadamente, sí ha conseguido algo terrible... por primera vez en mucho tiempo, Ugdush está... ¡limpio!.

Tras diez minutos intentando llegar a la orilla, la corriente os arrastra a la rivera oeste, en un recodo en el que el río hace gorgoritos contra un millón de piedrezuelas redondas, pulidas por la fuerza del agua. Un sendero natural sube entre varios helechos secos, hacia las estribaciones montañosas. Estais temblorosos, hipotérmicos perdidos, y os duele todo. Tras tocar tierra, todavía medio cubiertos por el agua, chequeais a vuestros heridos; a Mitheithel le repiquetean los dientes, pero su cuerpo, (ahora prácticamente desnudo), no tiene más herida que el profundo tajo del cuello. Desgraciadamente, vuestro compañero Nailo está más pálido que el mármol; ha muerto desangrado en el agua.

Ahora podéis quedaros a descansar, volver a la corriente del río, o bien subir por el sendero hacia las montañas.

Es vuestro turno; debéis hacer una tirada de salvación de Fortaleza Dificultad 10 para evitar caer enfermos por la temperatura del agua.

- Tiradas (10)

Notas de juego

Bronas: 1 daño de chichón + 8 daños por lanza en el muslo.
Nailo: Muerto.
Mitheithel: 9 daños por una lanza atravesando su cuello + 2 daños por desangrarse. (-7 y estable).
Ark: Como una rosa.
Silbido: 7 daños por lanza clavada en la barriga.

Experiencia:

Todos los personajes menos mitheithel y Nailo consiguen 30 px por postear y 150 px por vencer a diez guardias. Bronas y Ark ganan otros 25 px por ayudar a sus compañeros, (por diferentes razones).

Mitheithel gana 100 px por sobrevivir.

Nailo ha muerto desangrado en el río.

Próximo turno, el martes que viene.

Mitheithel, debido a que está inconsciente en el suelo, está exenta de postear si es que lo desea.

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15/02/2013, 11:17
Bronas

 Con el agua corriéndole por todo el cuerpo, bajando constantemente de su cabellera y barba poblada, el Pielescarcha se tambalea agotado por el esfuerzo, medio tropezando con las inestables piedras mientras saca arrastrando su mochila milagrosamente unida aún al escudo y con Féllala cargada en el hombro.

 El norteño apenas puede mantenerse en pié pero su voluntad es firme y logra apartarse de las aguas gélidas hasta encontrar un sitio donde los cantos estén secos y calientes bañados por el sol, sitio donde deja el cuerpo de la elfa, más pálida aún y con los labios morados. Cayendo de rodillas abre la mochila y saca su contenido antes de que se cale más a través de la empapada mochila, con la manta envuelve a la pelirroja y, casi arrastrándose, regresa junto al resto.

 Al parecer los dioses están satisfechos con su espectáculo y les han dejado vivir un poco más. A todos menos al bribón del sombrero...

 - Es un hecho... solo los fuerte... sobreviven.

 - Tomemos aire... antes de ponernos en marcha... de nuevo.- El hombretón miró alrededor viendo que caminos se le abrían a continuación. La senda que lelvaba a las montañas o el río...

 - Quitaros las ropas mojadas y, si tenéis, poneros ropas secas. Será mejor ponernos en marcha pronto y buscar un lugar donde descansar. Sugiero tomar la senda.

- Tiradas (1)
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16/02/2013, 17:07
Silbido

Silbido se queda tumbada sobre la tierra mojada de la ribera, con los brazos extendidos a ambos lados. Su pecho sube y baja como el fuelle de una fragua, y todo su cuerpo es sacudido por temblores. A pesar de estar empapada de la cabeza a los pies, tiene la lengua y los labios secos, ambos síntomas que reconoce de pasados episodios de fiebre. Recuerda ese primer invierno, Silbido, sobreviviste con siete años, y puedes hacerlo ahora.

La niña se fuerza a sentarse, porque los temblores de las piernas, porque no está convencida de que las temblorosas piernas sean capaces de sostenerla. Se quita la camisa y la capa, hace un rodillo con ellas y la escurres hasta que solo caen gotitas de ella. No lleva ropa de repuesto, pero de algún modo se las ha arreglado para mantener el interior de la mochila por encima de la superficie casi todo el tiempo, así que se coloca de nuevo la armadura, áspera sobre la piel, y se envuelve en la manta, tratando infructuosamente de entrar en calor.

El bárbaro, que tiene tan mala cara como ella, señala un sendero que pasaba por la zona y se adentraba en las montañas. No tienen muchas posibilidades, las montañas o seguir el cauce del río. Marcharse por su cuenta queda descartado, si es que pretende sobrevivir a la ordalía.

—Descansar, sí. Un refugio resguardado —responde con voz débil y temblorosa—, y un fuego.

Invocando toda su fuerza de voluntad, la niña se pone en pie. En el suelo, completamente lívido, reposa el inmóvil cuerpo del joven del sombrero. Se siente enferma y malherida, pero sigue viva, y sabe por experiencia que el cuerpo humano, de apariencia tan frágil, se caracteriza por su resiliencia. Tan solo tiene que dar un paso, y luego otros más, no es difícil, es solo caminar, alcanzar un lugar seguro, guarecerse, descansar.

- Tiradas (1)
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16/02/2013, 21:23
Ark

Agua frio y dolor se entremezclan en mi cabeza cunado por fin conseguimos tocar tierra, pero todas esas sensaciones quedan en un segundo plano al contemplar el cadáver del pobre iluso del sombrero.Con mirada triste observo la saeta que acabo por segar si vida , aunque tenia serias dudas de que hubiera sobrevivido de todas formas.
Imito a los demás y me desnudo dejando al aire todo un torso lleno de cicatrices el que se entremezclan quemaduras latigazos , cortes...

Sera mejor que busquemos un refugio y veamos de encender fuego , no creo que la elfa aguante mucho mas si no conseguimos que entre en calor.

- Tiradas (1)
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17/02/2013, 11:50
Bronas

 El norteño se mueve espasmódicamente, con pequeñas convulsiones moviendo de forma eléctrica sus brazos y torso. Asiente al comentario de la chiquilla.

 - Debe-bemos ponernos en-ne marcha. El movimiento nos ca-calentará.

 Reprimiendo un escalofrío, se acerca de nuevo a la mochila y saca una muda de ropa lo suficientemente seca y se viste, luego se pone la armadura encima, temblando aún.

 - No creía que tan al sur hubiera aguas tan frí-frías como en mi tierra.- Luego se acomodó la mochila en sus anchas espaldas, con el escudo colgando de esta, mirando con desconfianza la senda que ascendía por la montaña.- ¿Sa-sabréis si ha sido frecuentado recientemente?

 Dijo a nadie en particular, desconociendo las aptitudes del resto de compañeros. Aún temblando el hombre se acercó a la elfa envuelta en la manta y la cargó sin aparente esfuerzo.

 - Vayamos. Ya-ya descansaremos de-después.

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18/02/2013, 12:54
Director

La estrecha playa fluvial en la que os encontrais está cubierta de guijarros, con algunos helechos saliendo entre ellos aquí y allá. El agua del río murmura suavemente contra las piedrezuelas que la forman. Al otro lado del cauce podéis ver cómo se levantan los frondosos árboles del bosque de Arkho, y desde vuestra posición se alza una cornisa pegada a las rocas, por la que es posible subir para alcanzar un punto más elevado.

Tras salir del agua intentais abrigaros lo mejor que podéis, lo cual es bastante complicado teniendo las ropas empapadas. Incluso la manta en la que Bronas envuelve el cuerpecillo de la elfa está muy húmeda, a pesar de haber viajado en el interior de la mochila cerrada.

El atractivo rostro de Heian está pálido, y con sus ojos y su boca entreabiertos parece incluso vivo todavía. Sin embargo, la rigidez de sus miembros comienza a manifestarse, y permanece tirado en las rocas como el desgraciado cadáver que es. Demasiado ocupados para darle sepultura, os encargais de vosotros mismos y poco a poco os ponéis en pie, temblorosos y doloridos.

Aterido, aunque todavía vigoroso, Ark no se acuerda siquiera de bendecir el alma del ladrón para asegurarle un buen paso al otro lado. En su lugar, abre la marcha y comienza a ascender por el sendero, seguido de Bronas, Silbido y Ugdush, que también parece bastante entero. La cornisa rocosa en la que os internais no es muy ancha, aunque la escasa tierra que la cubre ha servido para que crezca sobre ella una brillante y abundante hierba verde.

La cornisa rodea un promontorio rocoso, y al cabo de diez minutos de marcha coronais la enorme piedra. Una terraza herbosa se extiende hacia vosotros, salpicada con algunos abetos enanos. Al fondo, a la izquierda, hay un enorme cúmulo de vegetación; zarza y tojo se entremezclan formando una barrera aparentemente infranqueable. A la derecha, la plataforma termina en una cornisa parecida a la que acabais de usar para llegar aquí, pero que trepa sobre la inmensa falda de la montaña. Alzais la vista, y podéis ver uno de los picos de las estribaciones montañosas; si tomais ese camino, tardaréis horas en alcanzar la cima.

Tomais aire; estais realmente cansados, y Bronas y Silbido empiezan a notar un feo entumecimiento en sus músculos y una debilidad general que no augura nada bueno. Ambos sienten un desagradable dolor de cabeza, que comienza a penetrar en sus nucas como un clavo al rojo, mareándoles.

En ese momento sucede algo extraño; una urraca de grandes proporciones sale de un arbusto cercano, aleteando en una nube de plumas, y pasa junto a la cara de Silbido dándole un susto de muerte. Después se dirige al cúmulo de vegetación, y una vez allí se posa en un tronco muerto y pelado, derrumbado en el suelo, y empieza a graznar agitando sus alas. Con un último graznido, levanta vuelo y desaparece contra la pared de zarzas; echais un vistazo con más detenimiento, y os dais cuenta de que hay un camino, pequeño y estrecho, entre la frondosa vegetación.

¿Os quedaréis en la terraza en la que os encontrais para descansar?. ¿Seguiréis a la urraca, atravesando la espinosa vegetación?. ¿O seguiréis por la cornisa, arriba y arriba hacia la falda de la montaña?.

Es vuestra decisión, y vuestro turno.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Todos los pj, menos Mitheithel, ganan 30 px por postear.

Próximo turno, miércoles día 20 de febrero. (Pasado mañana, a ver si le damos a esto un poco de caña).

Bronas: 1 daño de chichón + 8 daños por lanza en el muslo + Fiebres del frío.
Nailo: Muerto y abandonado en la orilla del Ashaba.
Mitheithel: 9 daños por una lanza atravesando su cuello + 2 daños por desangrarse. (-7 y estable).
Ark: Como una rosa.
Silbido: 7 daños por lanza clavada en la barriga + Fiebres del frío.

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18/02/2013, 13:55
Bronas

 A pesar de que el ejercicio de subir por la cornisa, con el cuerpo de la elfa a cuestas, ha sido intenso, el guerrero siente que no termina de entrar en calor, no logra a sacarse el frío de dentro. Algo no va bien piensa mientras aspira por la nariz con brusquedad haciendo que suba el moco que amenaza con bajar.

 - Este sitio parece bueno para descansar.- Dice mientras ve los matojos y los bajos árboles.- Tendremos cobijo del viento y si el frío se recrudece tendremos combustible cerca para una hoguera. Busquemos un lugar donde montar un refugio, apartados de esta senda.

 Dijo antes de volver a aspirar por la nariz.

 A pesar de que el frío no era tan acuciante sentía los miembros pesados, y la pierna herida produce un intenso dolor sordo.

- Tiradas (1)
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18/02/2013, 15:57
Ugdush Matadragones

- Atchússssssssssss - estornudó el semiorco entre haciendo un particular sonido mezcla de ahogamiento y gemido. Dos velas de mucosidad aparecieron por sus fosas nasales las cuales rápidamente se limpió con el antebrazo

- Por Umberli y sus aguas bravas.... descansemos aquí de una vez o vais a terminar de matarme joder - dijo mientras se arrodillaba entre los guijarro procurando que no se le clavaran con demasiada fuerza.

- Je, esa hurraca casi mata de un susto a flecha-rápida - dijo refiriéndose a Silbido. - Podrías disparar una de tus flechas y así ya tenemos cena, urraca a la fogata, mmmmmm - comenzó a relamerse.

- Me pregunto que habrá pasado con ese tal Talaso y sobre todo... con la recompensa... joder, la de cosas que podría haber hecho - esas últimas palabras iban casi cargadas de ¿tristeza?

Notas de juego

Yo voto por descansar :P

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18/02/2013, 16:48
Silbido

Silbido se deja guiar por sus compañeros, y asciende el sendero tras ellos, en silencio, concentrada solamente en mover sus doloridas piernas. Incluso bajo la manta, se encuentra aterida por un frío que ha atravesado su piel y ha penetrado hasta sus huesos. Siente, además, como la tela se va calentando y secando, claro indicio de que ha empezado a tener fiebre.

La caminata es, gracias a Mielikki, breve, y enseguida se encuentran en lo alto del promontorio. Un nuevo camino asciende más lejos, hasta la cima de la montaña, pero seguir por ahí, en su condición, sería una locura.

En el mismo momento en que se detienen a recuperar el resuello, un pájaro enorme alza el vuelo desde la maleza y sobrevuela al grupo, rozando a Silbido con una de sus alas. Sorprendida, la niña brinca hacia atrás y se la queda mirando, aprovechando que se ha posado en un tronco caído. Una urraca, reconoce al ave, demasiado grande.

Le duele demasiado la cabeza para pensar coherentemente, pero no puede quitarse de la mente la idea de que ya le ha ocurrido algo parecido antes. Mientras da vueltas a ese pensamiento, la urraca levanta el vuelo y se introduce por un hueco entre la maleza espinosa que bloquea uno de las salidas del promontorio. Silbido se acerca, aparta unas zarzas con el arco, y distingue entre ellas un estrecho sendero que se pierde en la vegetación.

La vegetación le recuerda a su paso por el Bosque del Arkho, donde sobrevivió de forma prácticamente milagrosa, entre animales salvajes cuyas costumbres no conocía todavía y elfos que asesinaban a los transeúntes sin mediar palabras. Y recuerda dónde había visto antes a la urraca. Se la había cruzado en varias ocasiones mientras atravesaba el bosque, y una de ellas había hecho el mismo movimiento que ahora, apareciendo de la nada y sacudiéndole el rostro con las plumas para distraerla. Justo antes de que una piara de jabalíes terribles cruzara por el lugar al que se dirigía.

Bronas y Ugdush están acomodándose ya para descansar, y ella no desea nada más que encender un fuego, calentarse y sudar hasta expulsar la fiebre, pero no se atreve a ignorar el aviso del ave.

La urraca —dice Silbido de repente, señalando con el dedo el lugar por el que se ha escabullido el pájaro—. La he visto antes, cuando iba pa la ciudad. Hizo igual que ahora, y al mirala y por el susto me libré de unos jabalís terribles. Nos está avisando de algo, quiere que sigamos por la senda, detrás de las zarzas.

La niña intenta suplir la elocuencia de la que carece gesticulando enfáticamente, provocando incluso que la manta se resbale de sus hombros y caiga al suelo.