Los años 80 del juego están llenos de tecnología insólita y proyectos gubernamentales de alto secreto. Los aceleradores de partículas de Suecia y Estados Unidos continúan operativos. Los "sistemas autónomos de equilibrado automático", comúnmente denominados robots, están por todas partes, y cargueros gauss de diez mil toneladas transitan la Ruta de la Tundra hasta Siberia.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las principales potencias invirtieron enormes cantidades de tiempo y dinero en programas de investigación experimental. La mayoría de estas iniciativas no obtuvieron ningún resultado, pero algunas dieron muy buenos frutos. Científicos de la Unión Soviética descubrieron el denominado efecto magnetrino, que propició la creación de los majestuosos cargueros gauss tan omnipresentes en las siguientes décadas, sobre todo en el hemisferio norte. El efecto magnetrino es significativamente más débil en el hemisferio sur, lo que limita su capacidad motora a naves gauss de menor tamaño.
El primer acelerador de partículas del mundo se construyó en Estados Unidos, concretamente en Boulder City, Nevada, durante la década de 1950. Formaba parte de un programa militar y por tanto sus hallazgos nunca estuvieron claros; corrían rumores de que había sido un fracaso rotundo. Aquello no disuadió a los científicos suecos de seguir sus pasos. En los años 60, el gobierno de Suecia formó la Riksenergi, la agencia encargada de construir el acelerador de partículas más gran del mundo en las islas Mälar, en la periferia de Estocolmo. Las instalaciones del Centro de Investigación en Física de Altas Energías se inauguraron en 1969, y los mejores científicos de toda Suecia se desplazaron al complejo para participar en una de las empresas científicas más ambiciosas de la época. Los habitantes de las islas no tardaron en dar un nuevo nombre a aquellas instalaciones: el Bucle.
Entre tanto, la compañía nipona Iwasaka perfeccionaba la máquina de equilibrado automático en sus laboratorios de Osaka. Durante los años 70 y 80, la presencia de aquellas máquinas, conocidas habitualmente como robots, se convirtió en algo común en las fábricas y en las fuerzas armadas.
Científicos de la Unión Soviética descubren el efecto magnetrino. Se construye el primer acelerador de partículas del mundo en Boulder City, Nevada.
La compañía japonesa Iwasaka diseña las máquinas de equilibrado automático, sentando las bases para el desarrollo de lo que hoy se conoce como robots.
Se funda la Riksenergi, una agencia del gobienro de Suecia encargada de gestionar el acelerador sueco.
La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados (ARPA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos inaugura el Departamento de Investigación Avanzada para el Teletransporte (DART).
Construcción del acelerador sueco. Se completan las instalaciones del Centro de investigación en Física de Altas Energías, comúnmente conocido como el Bucle.
Comienzan los experimentos en el Bucle. Científicos de toda Suecia y de otras partes de Europa son reclutados para el proyecto.
Entran en funcionamiento los primeros robots autónomos civiles.
Las tácticas de hordas de robots empleadas por China en las guerras del Baikal fracasan de forma estrepitosa, poniendo así punto y final a las aplicaciones militares de Robots.
Las Fuerzas Armadas de Suecia adoptan el modelo AMAT-1 de máquinas de equilibrado automático tripuladas.
El descubrimiento del efecto magnetrino en 1943 propició una revolución en la tecnología del transporte que duraría medio siglo. Los campos magnéticos de la Tierra eran lo bastante potentes como para proporcionar la sustentación necesaria al norte de una linea imaginaria que se extendía desde la frontera mexicana hasta el Mediterráneo, a través de Oriente Próximo y por los Himalayas, para luego describir una curva hacia Japón. Esto significaba que las naves magnetrínicas, también conocidas como cargueros gauss, solamente podían desplazarse por rutas fijas en el hemisferio norte, abarcando tres cuartas partes septentrionales del continente euroasiático, Norteamérica y el norte de los océanos Atlántico y Pacífico. Las rutas marítimas tradicionales continúan en uso, tanto en el resto del mundo como en las zonas con transportes magnetrínicos. En Suecia, productos de exportación como automóviles, mineral de hierro, papel y madera, se trasladan en aeronaves magnetrínicas hasta destinos que van desde California, al oeste hasta Japón, al este.
Las naves magnetrínicas de mayor tamaño no sobrevuelan las zonas con elevada densidad de población debido a los potentes campos magnéticos que generan, ya que interfieren con los aparatos electrónicos cercanos. Han de viajar por rutas establecidas que normalmente coinciden con las marítimas, pero también se desplazan por tierra firme a lo largo de "corredores", rutas trazadas específicamente con este propósito. Las naves más pequeñas causan menos interferencias, pero tampoco se utilizan sobre ciudades ni otras zonas edificadas, donde aún se depende de maquinas menos avanzadas como camiones y trenes. La mayoría de ciudades costeras tienen puertos especiales para sus naves magnetrínicas, en los que se traslada el cargamento a camiones para su distribución local y regional. El ferrocarril es más rápido que las naves magnetrínicas, y lo mismo se aplica al transporte por carretera; por este motivo, sigue existiendo demanda para los vehículos rodados tradicionales. Los aviones aún desempeñan una función clave, puesto que son más veloces y no se ven limitados por los campos magnéticos, aunque existen cruceros magnetrínicos de lujo para quienes prefieren viajar con estilo.
El principio del motor magnetrínico es muy simple: carga los discos magnetrínicos acoplados a la parte inferior del casco del vehículo, de modo que el campo magnético resultante repele la nave contra el campo magnético de la tierra, proprocionando así la sustentación necesaria. Los discos de las naves modernas se reorientan automáticamente, adaptándose a las variaciones del campo magnético local. Para propulsar el vehículo, los discos se activan de manera secuencial, cambiando rápidamente su polaridad en lo que se conoce como "efecto oruga"; esto genera contracciones constantes que a su vez proporcionan la locomoción. La mayoría de las naves magnetrínicas son vehículos diesel con turbinas individuales o dobles y un tonelaje de peso muerto (TPM, el peso de todo lo que transporta la nave sin contar con el suyo propio) que puede alcanzar las 80.000 toneladas métricas. Algunos de los cargueros más grandes funcionan con energía nuclear. También están las naves más pequeñas, destinadas a labores de transporte local, mantenimiento, operaciones militares y otras funciones. A su vez, los discos magnetrínicos tienen también otras aplicaciones, como en drones no tripulados, el control de tráfico, la construcción de edificios, o la sustentación de carteles publicitarios, por ejemplo.
Las aplicaciones militares de la tecnología magnetrínica son muy numerosas; al menos, en teoría. Tras numerosos proyectos armanmentísticos, los defectos y virtudes de la tecnología han quedado de manifiesto. Los primeros en constatarlos fueron los soviéticos, pues Mijail Vorobiev ya había descubierto el efecto magnetrino en 1943. La Segunde Guerra Mundial terminó antes de que los experimentos consiguieran resultados concluyentes (en un principio fue un hallazgo fortuito producido al investigar sistemas de guiado de misiles de largo alcance), pero durante lo primeros años de la Guerra Fría los científicos soviéticos experimentaron con la implementación de la tecnología magnetrínica en vehículos blindados. Cuando el científico soviético Vladimir Degtariev desertó a Occidente en 1951, Estados Unidos obtuvo acceso a la tecnología, y pronto también otros países occidentales.
Uno de los campos de investigación más evidentes fueron los vehículos blindados. Sin embargo, los arotanques magnetrínicos resultaron problemáticos. Además una silueta tan elevada ofrecía un blanco fácil, de modo que los aerotanques se consideraron inviables en el campo de batalla moderno. La verdadera utilidad de la tecnología magnetrínica quedó relegada al transporte de personal y suministros, ocupando un lugar entre los camiones tradicionales y los helicópteros gracias a su combinación de capacidad de carga y movilidad todoterreno. Los transportes magnetrínicos de cargamentos y tropas pasaron a formar parte de las unidades de vanguardia, junto con los vehículos de reconocimiento ligeramente blindados. Dado que la tecnología magnetrínica funcionaba mejor en el hemisferio norte, no pudo desplegarse en la guerra de Vietnam ni en muchos otros conflictos del Tercer Mundo, por lo que su uso en combate fue limitado.
Cuando la compañía Iwasaka solucionó el problema de la estabilización a finales de 1960, los sistemas autónomos de equilibrado automático, también llamados robots, no tardaron en ver la luz. La concepcion clásica del modelo humanoide resultó ser muy inferior en el campo de batalla, pues sencillamente no podía reaccionar y adaptarse como los soldados humanos. En vez de eso, su uso quedó relegado a tareas de vigilancia y transporte. Los robots de mayor tamaño solían destinarse a patrullar zonas fronterizas y eran más o menos autónomos, o estaban controlados por operarios humanos, ya fuera mediante sistemas con línea de visión directa como el "guante mando" o vía satélite desde un centro de control. Con las subsiguientes mejoras en inteligencia artificial, los robots se volvieron más independientes, como fue el caso del modelo sueco ABM-100.
Los problemas con los robtos militares se han achacado a una IA defectuosa o de mala calidad. El fracaso de la táctica china consiguiente en enviar "oleadas de robots" durante las guerras del Baikal en los años 70 se atribuyó a la ineficacia de sus sistemas de control. Los robots cuadrúpedos del ejercito sueco, AMAT-2 y su predecesor AMAT-1, se han exportado con bastante éxito y se han incorporado a las fuerzas armadas de Noruega, Austria, Brasil, Sudáfrica y Malasia.
El campo magnético de la Tierra: La interacción entre la rotación de la Tierra y el movimiento de su núcleo líquido genera un campo magnético alrededor de nuestro planeta. Podríamos decir que el planeta entero funciona como un imán gigante. El campo es mayor alrededor de los polos donde el vector del campo es vertical, mientras que es más débil a lo largo del ecuador, donde es horizontal. La fuerza de elevación es negativa cuanto más cerca del Polo Sur, y estas propiedades del campo magnético hacen que las principales rutas de transporte se encuentren al norte y no al sur. El efecto magnético se mide mediante una unidad llamada gauss.
El efecto magnetrino: en 1943, Mijail Vorobiev descubrió lo que hoy conocemos como "efecto magnetrino". Vorobiev trabajó como ingeniero en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, y siguió desarrollando un nuevo sistema de orientación para misiles de largo alcance. Experimentando con distinto tipos de giroscopios, descubrió que si se acopla un eje de neodimio que rota a gran velocidad a una cápsula de hierro con forma de plato, el artilugio resultante repele el campo magnético de la Tierra. Vorobiev no tardó en comprender las implicaciones potenciales y en depurar el diseño. Al poco tiempo conseguía un disco con una fuerza de sustentación considerable: había nacido el primer disco magnetrínico.
Seguridad: Hoy en edía casi todos los barcos locomotoras utilizan discos Sinter autocorrectores que ajustan la fuerza de sustentación y el ángulo de los discos para adaptarse a las características del campo magnético del lugar en cuestión. Los barcos locomotoras de Lieber-Alta utilizan discos accionados por los motores diesel más eficientes y menos contaminantes del mercado. En el improbable supuesto de que un motor falle, es casi imposible que se produzca un accidente. Un barco locomotora sin sustentación cae a una media de tres centímetros por semana.
Los EE.UU. de los tiempos del Bucle no son exactamente el mismo país con el que estamos familiarizados. Extrañas aeronaves surcan el cielo, flotando sobre gigantescos discos magnetrínicos. El grueso de los trabajos pesados lo llevan a cabo robots, controlados habitualmente (aunque no siempre) por humanos. Como resulta obvio, todo esto es algo que quienes ya han nacido en este mundo consideran perfectamente normal, pero eso no quiere decir que hayan perdido su capacidad para el asombro y el desconcierto.
Los años 80 son la década de Ronald Reagan, una época en la que los ciudadanos estadounidenses quieren recuperar la fe en su gobierno, tracionada después del Watergate. La amenaza de un holocausto nuclear inminente proyecta una sombra muy alargada. Al final, la fe en Reagan resulta estar basada en una sarta de mentiras: libera a los rehenes de Irán después de haber prometido en campaña que no lo haría, se abastece a la Contra en Nicaragua a espaldas del Congreso, se vende armas a los enemigos de Estados Unidos en Irán secretamente...
Al comienzo de los 80 el consumo de alcohol entre los menores es muy elevado. Se sube la edad mínima necesaria para poder beber de los 18 a los 21 (aunque en Nevada siempre fueron los 21 desde el final de la Ley Seca). El auge de las drogas lleva a la administración a llevar a cabo la conocida como Guerra contra las Drogas, encabezada por la primera dama Nancy Reagan y el eslogan Just Say No, logrando reducir el pico alcanzado en los años 70. Los días del amor libre llegan a su fin con el auge del VIH y el sida. El servicio militar es voluntario, aunque los varones de 18 años deben inscribirse en el registro militar ninguno ha sido llamado a filas desde principios de los 70. Solamente hay cuatro canales: ABC, CBS, NBC y la pública PBS. La cadena Fox empieza a emitir en 1986, y la televisión por cable aún está llegando a los hogares ofreciendo canales nuevos como HBO, MTV y ESPN para aquellos que puedan permitírselo. Comienzan a emitirse dibujos animados por las tardes, después del horario escolar, y no sólo los sábados por la mañana. Además, la Comisión Federal de Comunicaciones levanta la prohibición impuesta a las compañías jugueteras que hacían dibujos animados basados en sus productos, lo que provoca un aluvión de series y programas para promocionar muñecos como Transformers, Mi pequeño pony, He-Man, G.I. Joe y Thunder-Cats.
La infancia en los Estados Unidos de los 80 está atrapada entre un pasado salvaje y peligroso, y un futuro aún más extraño y complicado. Tus abuelos combatieron en la Segunda Guerra Mundial. Tus padres lucharon en la guerra de Vietnam o bien se manifestaron en su contra. La Guerra Fría está alcanzando el punto de ebullición y, si logras sobrevivir a ella, prácticamente se puede divisar el horizonte digital de un futuro distópico controlado por corporaciones.
Los únicos teléfonos móviles que pueden verse en esta época son tan grandes y pesados como ladrillos, y lo normal es que estén conectados a un automóvil. Si quieres contactar con alguien y no estás en casa, vas a tener que buscar una cabina telefónica y confiar en que te quede alguna moneda suelta.
No tienes GPS; tienes mapas de papel que luego nadie sabe cómo volver a plegar, y tienes tu memoria. Lo bueno de esto es que nadie puede dar contigo si tú no quieres, y la idea de que alguien pueda seguir tu rastro monitorizando las señales de los satélites que orbitan el planeta parece algo sacado de Star Trek.
El período de escolarización comienza con la guardería hasta los 5 años. La enseñanza primaria abarca desde 1º hasta 6º, después de lo cual pasas a la enseñanza media. La enseñanza secundaria comienza en el instituto y abarca los grados 9º a 12º. La mayoría de los alumnos van a institutos públicos, aunque hay padres que prefieren pagar una matricula privada. Una vez te gradúas del instituto entras a una universidad o en un centro de formación profesional (las dos opciones cuestan dinero) o directamente en el mercado laboral.
Las tasas de divorcio alcanzan un punto crítico en esta década, haciendo que muchos hijos se críen en hogares monoparentales. La mayoría de quienes crecen en estas circunstancias acaban viviendo con sus madres. Algunos pasan fines de semana alternos con sus padres, que dejan de ser una parte tan importante de sus vidas.
Casi todos los jóvenes en edad escolar pasan la mayor parte de su tiempo en el colegio. En los hogares donde ambos progenitores trabajan (o en los que sólo hay un progenitor), suelen encontrarse la casa vacía al volver del colegio; esto da lugar a una generación de muchachos con padres ausentes que aprenden a valerse por sí mismos (y a cuidar de sus hermanos pequeños si los tienen) hasta que sus padres salen de trabajar. Si no vuelven directamente a casa al salir del colegio, tampoco hay nadie que se preocupe por su ausencia.
En sus ratos libres, muchos escuchan música (incluyendo ese invento nuevo llamado hip-hop) sintonizando la radio en sus transistores o reproduciendo cintas en sus radiocasetes. Algunos tienen reproductores portátiles como el Walkman de Sony, o se pasean con estéreos al hombro cargados con ocho pilas de las gordas. También ven películas y series de televisión en sus reproductores de vídeo, tanto en VHS como en Betamax, y se intercambian cintas caseras con grabaciones de programas emitidos por televisión.
Algunos juegan a juegos de rol como Dungeons & Dragons, Travelle y el Señor de los Anillos. En determinadas regiones estos juegos están prohibidos, al igual que el heavy metal, por miedo a que ejerzan una influencia demoníaca sobre sus aficionados de menor edad. El denominado "pánico satánico" causa una gran crispación a escala nacional, pero esta fama parece impulsar las ventas de los juegos y discos hasta cotas sin precedentes.
La mayoría de los hogares carecen de un ordenador personal, pero en los que sí hay uno, los modelos más extendidos son el Apple II y el Commodore 64, principalmente porque ofrecen un catálogo de videojuegos más elaborados que las consolas Atari, Colecovisión o Intellivisión de la época, incluyendo títulos como Zork y Castle Wolfestein. Esto cambia en 1985 con la llegada a los Estados Unidos de la NES (Nintendo Entertainment System), una consola relativamente asequible que consigue que Super Mario Bros arrese en toda la nación.
Boulder City es un pueblecito tranquilo de poco más de 10.000 habitantes situado en pleno desierto del Mojave, en el sur de Nevada. Comenzó siendo una ciudad dormitorio para los obreros que trabajaban en la presa Hoover, incluso al comienzo se la conocía como presa Boulder. En un principio se ideó como urbano para esta región, pero una vez finalizada la construcción de la presa, la mayoría de los negocios y habitantes locales se trasladaron a Las Vegas o a otros lugares. Casi toda la ciudad se erigió entre 1930 y 1934, por lo que a principios de la década de los 80 ninguno de sus edificios tiene más de cincuenta años de antigüedad.
A diferencia de la mayoría de las ciudades de Nevada, en Boulder City están prohibidos los juegos de azar, lo que le confiere una semblanza de normalidad que no está presente en mecas del juego como Las Vegas. La gente rica vive en la parte superior de una pendiente que desciende hasta el lago Mead, cuyas aguas se divisan a lo lejos, y los ciudadanos más pobres están al pie de la pendiente. Las parcelas de los hogares de la parte superior son espaciosas y acogedoras, pero conforme se va bajando se vuelven más pequeñas y toscas. El 95% de los habitantes de Boulder City son blancos. La comunidad hispana compone un 4% de la ciudad, y los miembros de otros colectivos son todavía más escasos.
Algunos lugares destacados de Boulder City son:
El desguace de Pierson: Billy Pierson es el propietario de un desguace situado en la parte sur de la ciudad. Está abarrotado de chatarra herrumbrosa de todo tipo, incluidos automóviles, cargueros magnetrínicos y algún que otro robot. Si buscas piezas de recambio para algún proyecto, éste es el sitio ideal. Billy posee una memoria enciclopédica de todo lo que ha comprado y guardado aquí y está ansioso por venderlo.
El cine Boulder: Es el corazón del distrito comercial de la ciudad. Construido en 1933, hoy en día está un poco deteriorado. Como sólo tiene capacidad para proyectar una película, no puede competir con los cines multisala de la cercana ciudad de Henderson o de Las Vegas, pero para quienes no pueden viajar a estos sitios si no los llevan, es el único cine.
El Hotel Presa de Boulder: Antiguamente, las personalidades más prominentes que visitaban las obras de la presa se alojaban en este pequeño hotel de paredes blanqueadas por el sol. Se está llevando a cabo una colecta comunitaria para devolverlo a sus días de gloria, pero aún queda mucho por hacer. Pese a todo, los visitantes más importantes suelen quedarse en él para aprovechar su ubicación, en el centro de la ciudad.
El aeropuerto de Boulder City: El aeropuerto fue esencial para el proyecto de la presa, pero desde su finalización está clausurado. La sección local de la orden fraternal Elks Club (poco más que un club social masculino, en realidad) compró el lugar en 1958 y estableció su sede en el edificio de la terminal. En el colegio se rumorea que todavía hay aviones secretos del Gobierno usando la pista de aterrizaje en mitad de la noche, pero nadie tiene pruebas fehacientes de ello.
La bolera de Boulder: Esta bolera de ocho pistas fue inaugurada en 1947, y por su aspecto se diría que aún vive en esa época. Los chavales suelen venir aquí para pasar un rato al fresco del aire acondicionado. Aquí se entrenan los equipos del instituto local, pero las demás pistas están abiertas al público a todas horas.
Fisher Space Pen: La compañía Fisher Space Pen se trasladó aquí en 1976 y no tardó en convertirse en una de las principales proveedoras de empleo de la región, produciendo sus conocidos bolígrafos Silver Bullet, que se pueden utilizar en el espacio gracias a sus cartuchos de tinta presurizados. Se rumorea que el DART es el principal cliente de la compañía.
Puede que el Bucle alcanzase el cénit de su fama en Suecia, pero comenzó como un proyecto militar de alto secreto en los Estados Unidos. Concretamente se inició en Boulder City, Nevada, un apacible pueblecito con una vista panorámica del lago Mead, situado al sureste de Las Vegas, a media hora en coche. Aunque sus orígenes se remontan a los primeros días de la Guerra Fría en los años 50, el Bucle estadounidense ha llegado a su apogeo durante la turbulenta década de los 80.
En un principio el Bucle se construyó para investigar las posibilidades del teletransporte instantáneo entre dos lugares del planeta. Se fundó bajo los auspicios de la Agencia de Proyectos de Investivación Avanzada de Defensa (DARPA), que por aquel entonces, antes de que los militares metieran sus narices, se conocía simplemente como ARPA. El mismísimo presidente Dwight D. Eisenhower ordenó la creación del Departamento de Investigación Avanzada para el Teletransporte (DART) con la esperanza de que tuviese como fruto la posibilidad de desplazar tropas alrededor del planeta en cuestión de segundos. Pero aquella promesa inicial, por secreta que fuera, jamás llegó a cumplirse, y ahora la ciudad parece haber sufrido las consecuencias.
A fin de aprovechar el cuantioso excedente de la energía suministrada por la presa Hoover, a principios de los años 50 la DARPA comenzó, en la orilla occidental del lago Mead, la construcción del acelerador de partículas más grande del mundo por aquel entonces. El presidente Eisenhower ordenó la creación del Departamento de Investigación Avanzada para el Teletransporte para supervisar dicho proyecto. Dado que el verdadero propósito del proyecto era alto secreto, nadie estaba autorizado a revelar públicamente el significado del acrónimo de la organización. Casi todos los que eran ajenos a dicho proyecto dieron por hecho que la T correspondia a Tecnologías, y ningún funcionario del Gobierno se molestó jamás en sacarlos de su error.
Los físicos más brillantes de la nación fueron reclutados por el director del proyecto, Malcolm Grayson, quien a menudo captaba a personal de otros proyectos gubernamentales aunque fuese con carácter temporal. En los años 80, la mayoría de los empleados del DART viven con sus familias en Boulder City, ocupando las viviendas donde antes se alojaban los trabajadores que erigieron la presa Hoover. Todos mantienen la naturaleza de su labor en una estricta confidencialidad, que incluso les impide comentarlo a sus parejas e hijos.
El Bucle del DART es colosal, a pesar de que con casi 25 kilómetros de diámetro sea más pequeño que el de Suecia. Discurre a gran profundidad por el subsuelo de toda Boulder City, abarcando una extensión considerable del municipio dentro de su circunferencia. Casi todos los habitantes de Boulder City viven dentro del espacio ocupado por el Bucle del DART, y ni siquiera son conscientes de ello.
El acceso a las instalaciones del DART está prohibido a quienes no puedan presentar la pertinente acreditación en la oficina central, situado en un recinto cercado junto al campo de golf que hay a las afueras de la ciudad. Guardia con perros patrullan el perímetro de este complejo, provisto además de detectores de movimiento y alambradas de concertina.
Algunas personas se han percatado del número de científicos suecos que entran y salen de Boulder City con regularidad, alojándose en hoteles locales. Supuestamente, se trata de un programa de intercambio con oros aceleradores de partículas similares del resto del mundo, aunque lo cierto es que casi no se ve a nadie de otros países a parte de Suecia.
No se permite la entrada de ningún niño en el Bucle del DART, ni siquiera en visitas acompañados de sus padres, si trabajan allí. Situados en diversos puntos de la ciudad, existe alrededor de una docena de pozos de mantenimiento que descienden hasta los túneles del Bucle, y estos accesos no se vigilan de manera tan obvia. Con las herramientas apropiadas, alguien podría colarse en los túneles subterráneos, quizás incluso llegar al cuartel general sin ser detectado. Pero si alguien ha conseguido alguna vez llegar tan lejos, no ha revelado lo que ha descubierto. Sin embargo, cada vez que alguien de la zona desaparece sin previo aviso, empiezan a circular rumores sobre la posibilidad de que lo hayan pillado fisgando donde no debía y lo hayan trasladado a alguna prisión federal secreta.