Partida Rol por web

-Claro, gracias por la advertencia-, aunque la noticia sobre las desapariciones era perturbadora, Trerth no estaba especialmente perturbado o asustado, puede que por que realmente confiase en que si el grupo permanecía juntos no debería haber problema, -después de todo cada uno está entrenado a su manera para defenderse, ¿no?-.

Y sin darle mucho más tiempo el hombre se acercó para pedirles un favor, -Entiendo, no es fácil lidiar con la muerte de los que queremos, puede contar con mi ayuda aunque el resto no accediese-, aunque las flores crecieran en las cloacas era algo desconcertante.

- Increíble - pienso mientras observo la escena ante mí - esto es simplemente increíble.

La mesa llena de viandas deliciosas. Comida suficiente para paliar el hambre acumulada en el viaje. Mayormente pescados de rio dada la ubicación de la ciudad, pero también algo de caza, incluso algo de marisco así como verduras guisadas para la joven Uzumi que parece no comer carne, cosas de clérigos imagino. Y no sólo no escucho ni un mísero gracias, tampoco es que lo esperase de Juliette y de Grettel... imagino que tampoco puedo esperar gran cosa de sus aliados de genocidio, es lo que toca. Pero de ahí a rechazar comer y preferir pasar hambre por el hecho de haber pagado yo... no sé si es triste o cómico. Y ahora el pintamonas éste viene a gorronear comida. 

Estoy bebiendo y masticando un cacho de trucha con cara de pura frustración cuando la enana se convierte en un volcán cervecil haciendo que me atragante por unos segundos de la risa.

- Ahí tienes la cerveza que pediste, bien tirada y servida por una bella dama además - digo con toco jocoso

Una vez recuperado el aliento pienso en cómo lidiar con éste individuo. La primera opción es inflarlo a tortas hasta que sus modales sean los correctos, pero el juega en casa y además seguro que a cierta persona no le gustaría que la guardia se personase por disturbios, así que toca usar el toque suave.

- Sebastien... Sé que sólo haces tu trabajo y no te culpo por tratar de conseguir algo de comida y bebida gratis y si además es en compañía de bellezas como las que me acompañan mejor. Pero mi buen amigo Sebastien... habéis llegado en mal momento. Veras, hemos estado en una carreta, casi sin comer ni dormir. Obviamente no te voy a pedir que nos dejes dormir, pero si agradecería que al menos nos dejases comer tranquilamente. El hambre pone de mal humor a la gente. En efecto somos los reservistas que pidió tu patrón - me abro un poco la ropa para enseñarle discretamente la insignia de reservista dejando ver también la empuñadura de una daga justo al lado* - Si te portas bien te invito a UNA cerveza. ¿Qué me dices? 

Su rostro no paraba de dibujar muecas de desencanto a cada palabra que recibía, si buscaba un aliado en Tanukime, se había equivocado de pleno. Resopló de frustración y alargó la mano, haciendo caso omiso a lo que le decía el semibestia para coger una patata de su plato. Quizá fue un aviso, una muestra de "aquí mando yo" o tal vez fue un acto impulsivo, sin pensar, cualquiera sabía con ese tipo. 

-No era tan bella al final.

Masculló mientras mordía un trozo de patata. Ladeó el cuerpo para poder mirar a los dos miembros restantes y la sonrisa volvió a su rostro.

-Fiuu ese bellezón de pelo rosa... ¿Tiene alguna propuesta de matrimonio? parece en edad casadera jajaja

Al volverse pareció recordar con quién estaba hablando y su sonrisa se esfumó a la velocidad de la luz.

-Relajaos. En serio. No hace falta ponerse rudo ¿eh? Aquí todos somos amigos, chico. Empiezo ya con el negocio ¿o vuesas señorías quieren que esperamos a vuestros amigos? no tengo prisa, ni sueño, solo un poco de hambre.

Eso último parecía una amenaza clara de quedarse más tiempo en la mesa con el grupo...algo que quizá fuera un poco molesto.

En mi corta vida, había visto tanta comida y tan variada sobre la misma mesa, probando ese pescado marronaceo de la trucha, el cual estaba delicioso acompañado de patatas guisadas. Mientras escuchaba de fondo a Tanukime y Sebastien, pensando lo poco amable que había sido con él, por tal semejante banquete.

Viendo la cara de asco que iba poniendo el tal Sebastien, por tenernos que soportar, inevitablemente me salía una mueca de sonrisa. Tras un momento, parando de comer y apurando la cerveza, me limpie boca y manos.

-"Eres un perfecto anfitrión, Tanukime.” “Salud Tanukime” una leve pausa “Salud Juliette.” Levantando la jarra, apuré el culo de la misma. A buen entendedor, sobran las palabras, pensaba para mi adentros

Viendo que el resto de nuestros compañeros no se han dado cuenta de los gestos deJuliette
-“Voy a avisar al resto, que vengan, para que coman algo y escuchen lo que tenga que decir Sebastien.” levantándome pausadamente y dando un rodeo por el lado contrario donde está el tipo.

Cada comentario de Sebastien provocaba que mi ceño se frunciera más y más hasta alcanzar una mueca de desagrado total. A este paso, conseguiría el nada notable primer puesto en mi lista de personas a las que debía evitar... En cualquier caso, y tratándose de quien nos debía dar los detalles de la misión, procuré hacer un esfuerzo y no mandarlo lejos... al menos de momento.

En cuanto a Grettel, cuando le dio un sorbo a su bebida en nuestra salud, sonreí divertida. Me hacía gracia que omitiera deliberadamente a Sebastien... estaba claro que debía haberle causado la misma impresión que a mí. Fuera como fuese, asentí cuando se levantó y expresó su intención de avisar a los demás.

—Está bien, Grettel. Os esperamos.

Pensándolo bien, y tras escuchar el último comentario de Sebastien que sonaba como un claro mensaje de querer quedarse más rato con nosotros... sí... quizás lo mejor sería avisarles ya para que supieran lo que tenía que contarnos. No quería tener que aguantar ni un segundo más de la cuenta las absurdas e infantiles bromas de nuestro auto-proclamado invitado.

Llegando a la barra, donde se encuentran"Trerth y Uzumi", esquivando a clientes y camareros sirviendo sus bandejas repletas de consumiciones para consumir, como retirando bandejas repletas de platos usadas y restos de comida; e intentando no resbalarme por las bebidas derramadas.

Al llegar donde se encuentran mis compañeros,y al no darse cuenta de mi presencia, por su amena charla con el camarero, empiezo a carraspear ligeramente para llamar su atención y a la vez alzando los brazos para darle una palmadita en sus hombros.

-"Perdonad compañeros."Cuando tengo su interés, viendo mi sonrisa y mi mofletes sonrojados, sigo hablándoles.

-"Podéis venid a la mesa, ya ha llegado un tipejo mandado por el Patricio; Por cierto, Tanukime nos ha invitado a comer, comida para un regimiento."

-"Vamos, antes que ese gorrón de emisario, siga comiéndose el festín" Haciendo una mueca de desagrado, cuando visiono su careto en mi mente.

-Suena a un yokai enfadado...- Respondo al oír la historia del posadero, pensativa. ¡Era algo que tampoco podía dejarse estar! -Si de verdad se trata de un ancestro que ha perdido su rumbo también deberíamos hacer algo...- Comentaría para entonces mirar a mi compañero, buscando su aprobación con cierta muestra de determinación en mi mirada... Aunque también un poco preocupada. Los ancestros descarriados no dejaban de dar algo de susto.

La historia del anillo del posadero también me llamó mucho la atención y lo escuché con las manos juntas y una pequeña sonrisa. No conocía mucho sobre la importancia de anillos y cosas como esas, sin embargo el que tratase de honrar a uno de sus espíritus era algo que podía valorar y simplemente asentí, sonriendo un poco más al oír a Trerth hacer lo propio. -¡Nos encargaremos!- Diría motivada, asintiendo a mi compañero...

-¡Ay!- Exclamé de pronto, dando un respingo al oír a Grettel detrás mío. Estaba tan centrada en la conversación con el posadero que ignoré por completo lo que se encontraba a mi alrededor, enajenándome del jolgorio, la comida, la bebida... Y claramente ella. -¡Me asustaste!- Le regañé con una mejilla inflada, aunque se me pasó casi al instante después de oír sobre el Patricio... Y más específicamente sobre el festín.

-¡Sabía que era un emisario de Rakkinansebun!- Exclamaría contentan, juntando ambas manos... Y entonces un platillo de carne aleatorio captaría mi atención y me quedaría mirándolo casi hipnotizada, salivando incluso, y mi estómago no tardaría en rugir. Acabaría dándome un par de golpes en las mejillas para volver en mí misma. -Vamos... ¡Vamos! Gorrón, vamos con él. ¿Dónde está?- Miraría a Grettel, agachándome ligeramente y llevándome las manos a las rodillas para poder estar más a su altura.

... Entonces otro respingo me llevaría a reincorporarme, voltear y mirar al posadero para hacer una pequeña reverencia. -¡Disculpe! Debemos volver con nuestros compañeros ya. Muchas gracias por todo.-

El posadero volvió a sonreir.

-No sabéis que feliz me hacéis, zagales. 

Cuando apareció Grettel, la miró.

-¿Es vuestra amiga? bueno, tened, por haberme escuchado.

El tabernero se agachó un momento y cogió una botella de bajo la barra, luego, sirvió tres vasos pequeños y los llenó del contenido de la botella: un espumoso mejunje amarillo, que al olfato y al sabor es muy dulce, con un punto de alcohol.

-Os invito.

Arqueando un ceja, un tanto sorprendida ante la reacción de estremecida y borrándoseme la sonrisa ante la regañina de Uzumi, para pasar a arquear las dos cejas, sin entender nada, al ver cómo cambia su estado de ánimo en un plis-plas. Mirándola a ella y sin perder de vista a Trerth

Al ponerse a mi altura, no pude evitarlo más que sonreírle, para acabar diciéndole:

-"Sí, démonos prisa." girándome y señalando hacia la mesa donde estábamos y hacia el entrometido;-"Es un mequetrefe maleducado y gorrón; haber que nos tiene que contar."

Girándome hacia el posadero, un tanto curiosa, pensativa en la comida que no estaba disfrutando, y escuchando la mágicas palabras"Os invito."

-"Si, soy su amiga, soy Grettel." Alzando la mano para saludarle, "Perdón por la interrumpirles y dejarle sin su compañía, pero me tengo que llevármelos, tenemos cuestiones que tratar."

En el momento que me disponía a girarme y marchar, resuena sus palabras y curiosamente veo que sacar los vasitos llenándolos de ese liquido amarillo; alzando la mirada hacia el posadero, intrigada por aquella bebida y sonriendo por los pequeños vasitos que lo había servido.

-"¿Qué tipo de brebaje es ese, que se sirve, en esos vasitos?"

Cogiendo unos de los vasos, alzando el vaso, "Gracias, a tu salud posadero." Dando un pequeño trago, relamiéndome por el sabor que tiene. y sin más, vaso en ristre me doy la vuelta.

-"Vámonos, compañeros." Y sin más, impaciente, echo a andar hacia el resto de compañeros.

El posadero observó como Grettel se bebió la copa sin miramientos, luego esbozó una sonrisa, casi de orgullo.

-A la vuestra, la vais a necesitar. Me gustaría llamarle hidromiel, pero en realidad es un destilado casero, todavía está en proceso de perfeccionarlo, creía que me había quedado muy fuerte pero sin duda teneis buen aguante. 

Y quitándole importancia, sacudió su enorme manota.

-No quiero robaros más tiempo. A más ver, y acordaros del anillo y las flores, por favor.

-¿Yokai?, ¿como un espíritu?-, pregunto algo extrañado por las palabras de la clériga, -No se si seré ayuda con algo de ese estilo, pero… bueno, somos un equipo así que si ese ancestro es un problema puedes contar conmigo-, contesto tratando de corresponder a la determinación que mostraba la mirada de su compañera, aunque algo le decía que estaba algo…¿asustada?, ¿preocupada?, -Supongo que no es exactamente algo agradable-.

Cuando la motivación  y alegría que Uzumi se convirtió en un grito asustado Trerth la siguió con un pequeño salto de sorpresa, su corazón acelerándose del sobresalto. Por otro lado, escuchar que el otro chico los invitaría a comer “comida para un regimiento” le resultó algo rara. Como sea, su mente se alejó de la sorpresa ante la bebida que el posadero les había ofrecido, -Gracias, señor-, y aunque dudo un poco cuando vio a Grettel beberlo a cabo por seguir su ejemplo, -Dulce, aunque tiene algo de alcohol-.

-Voy-, dijo dirigiéndose a Grettel aunque antes de seguirla se giró al posadero, -Si nos es posible los tendrá lo más pronto posible, adiós-, dicho esto se unió sus dos compañeras, -Por cierto, Uzumi, ¿Qué significa o es Rakkinansebun?, no tienes que responder ahora pero me gustaría saberlo-.

Nada más girarme, y resonando las palabras de Trerth, y recordando la de Uzumi, murmurandolas en voz alta "¿Rakkinansebun?, ¿Yokai",¿quienes eran? la coletilla de "un espíritu poco agradable." un posible peligro, me preguntaba

-"¿Y que tiene ver que el posadero con un anillo y unas flores.?" Poniendo una cara de plena curiosidad, con mofletes algo colorados, aunque no me vieran a cara.

Sin esperar respuesta por parte de ellos, mis palabras sonaban como reflexiones mías en voz alta, me encamine al resto del grupo. Pese a las nuevas preguntas que se me formulaban, no se me iba de la cabeza el tipejo descarado que quería hablarnos.

-Claro que lo es.- Respondería con calma y confianza al posadero cuando este preguntó sobre Grettel, dedicando una sonrisa afable a ambos.

Sobre aquel trago tan extraño, la verdad es que al principio no lo miré con muy buena cara. ¡Parecía cerveza, y eso tenía una sabor horrible! Por suerte no lo era. Bastó un pequeño olisqueo para comprender la diferencia e inmediatamente me encontré cautivada por ese aroma dulzón. Acabaría bebiendolo de un solo trago, casi como si fuese agua. 

-¡Qué rico está!- Exclamaría alegremente, con un tono de voz quizá algo mas fuerte de lo que acostumbraba. ¡Pero lo valía, totalmente! Eso sí, la expresión de gustillo en mi rostro pronto cambiaría a desconcierto.

-¿No saben quién es Rakkinansebun?- Preguntaría con la cabeza ladeada, intercalando la mirada entre ambos, casi pareciera como si no diese crédito a sus palabras. -¡Es el Kami de la fortuna! Es quien le entrega buena fortuna a las personas, también se le conoce como el Kami Tanuku. Es...- Haría un gesto con ambas manos para representar cierta corpulencia.

-Dicen que encontrarse con un Tanuki es señal de buena fortuna. Por eso la presencia de Tanukime es muy buena señal.- Asentiría completamente confiada de mis palabras. Sin embargo la otra explicación era un poco más compleja de dar, los Yokai, y acabé llevándome un dedo a los labios y adoptando un gesto pensativo.

-Un Yokai es un ancestro que ha perdido su rumbo, aunque a veces también puede ser una señal de la armonía fracturada. La naturaleza y la tierra misma a veces provocan la manifestación de los Yokai para indicar que algo anda mal. Y aquí hay varias cosas que parecen ir mal...-

Acabé suspirando y apretando un poco los labios, aún sin poder eliminar la imagen de las personas que mendigaban al exterior de la ciudad. Era desolador y triste, más aún la comparativa con la vida en el interior. Mantuve esa expresión preocupada y aproblemada por más tiempo del que hubiese querido, sin poder hacer mucho para esconderla hasta que al final acabé dando un respingo y volviendo en mí misma.

-¡Sí, cierto, anillo, posadero, compañeros! Vamos, vamos, es mejor contarle a todos.- Me apresuraría a tomar la mano de Grettel y tirar de ella, solo para acabar cayendo en cuenta de que no tenía idea dónde estaban los demás por lo que me tuve que detener de golpe y mirarla para pedir indicaciones. 

Me sentí una necia por la explicación de Uzumi y la aclaración del kami y de las fortunas. y dejarme de sorprenderme haciéndome cruces al oír hablar de los Yokai y de lo que representaba.

Sin poder evitar sorprenderme cuando me coge la mano y tira de mi, sin saber donde va; poniéndome la mano libre en la boca, soltando una breve risita cómplice, viendo su cara de ¿por donde es?, ¿donde están?.

Imaginándome lo que esta pensando, le comento "Vamos, es por aquí.", estirándole de la mano agarrada, los guíe hasta el resto de compañeros.

Por fin estaba a solas con Juliette o lo estaría si no fiera por el petimetre de Sebastien. Realmente tenía unas cuantas preguntas que hacer a la humana, pero no con gente delante si esperaba que las respuestas fuesen sinceras y claras. Cómo con tranquilidad, disfrutando de cada bocado y prolongando la situación hasta que llegasen los demás pues no quiero arramplar con la comida cuando nos falta medio grupo y mucho menos que me siente mal. 

Bien, - pienso entre bocados - tenemos al rarito éste que aunque dice ser nuestro contacto nadie sabe de donde ha salido y luego tengo a la otra, la humana xenofoba que prefiere arrancarse la lengua y las orejas antes que darme las gracias o la razón. Menuda fiesta de mis cojones. Cojo una bolita de patata rebozada y me la llevo a la boca para darme cuenta que no es patata sino una masa frita de verdura. No tendría mas relevancia salvo por que me recuerda las palabras de Stella. En esta ciudad nada es lo que parece. Con esto en mente doy una nueva interpretación a lo que veo.

Tenemos a Sebastien, un tío rarito que se sienta a la mesa de gente armada y teóricamente capaz - me paseo la bolita de verduras por los labios en pose analítica, recostado en el asiento y los ojos entrecerrados - O está loco, o sabe defenderse, o tiene amigos... quizás incluso las tres. No lleva armas visibles, es decir, que es como Treth y no las necesita; como yo y las lleva escondidas; o... ¿quizás es uno de esos que luchan sin armas de los que alguna vez había oído hablar? De repente se ha vuelto alguien mucho más interesante. Que divertido - Sonrío ampliamente antes de girar la cabeza ladeándola hacia Juliette - Y tu... Tu tienes coraza y no hablo de la de metal - prosigo con mi dialogo interno tratando de no quedarme demasiado tiempo mirando directamente a la humana, aunque para ella un parpadeo seguramente siga siendo demasiado - Finalmente has probado bocado aunque. La enana ha comido a dos carrillos, apuesto a que el resto se lanzaran como lobos hambrientos, pero tu... no, tu has usado los cubiertos con calma, juraría que has buscado sin darte cuenta cubierto distinto para la carne y otro para el pescado. Está claro que tienes hambre, como todos, pero aún así rehusaste comer por haber pagado yo, esa altanería... - Arrugo ligeramente el ceño - Su lenguaje corporal y maneras para con los demás y su hostilidad para conmigo... Se me ocurren dos teorías. Es una noble venida a menos, quizás hija de algún pequeño señorío que fue atacado o dañado de alguna manera por semibestias, seguro que no eran de los que disfrutamos de la influencia amistosa de los mapaches, lo que lo llevo a la ruina y su hija tuvo que ganarse la vida como mercenaria hasta... ¡Claro! eso es - no puedo evitar que se me escape en un tono más elevado de lo que hubiera deseado - Tiene que encontrar la reliquia perdida de su familia para restaurar el honor y la gloria de su familia, pobrecilla. Sólo puedo hacer una cosa.

- Juliette. Yo te ayudaré a recuperar la reliquia perdida de tu familia. - Exclamo en un tono un poco elevado

La reacción de Juliette no se hace esperar - ¿Pero de que narices hablas idiota?

Pues parece que no es eso... entonces sólo puede ser la otra opción mucho mas siniestra y aterradora... Algo para lo no se si estoy preparado... Está... enamorada de mí

Cuando el resto del grupo se acercó a la mesa, se encontraron con que había bastante comida, y a veces la camarera traía alguna que otra cosa, lo último fue una cerveza para un tipo desconocido que estaba sentado con el resto. Era un individuo extraño, vestido casi todo de negro, salvo algún que otro detalle, tratando de pasar desapercibido. De melena hasta los hombros, pelo liso castaño, casi rubio y un mentón cuadrado decorado con una perilla finamente recortada, muy cuidada. Ahora mismo estaba serio, comiéndose una patata, o al menos, lo parecía, o tal vez fuera algo con verdura, que acabó por engullir cuando llegó el resto y se limpió apuradamente las manos. Se incorporó rápidamente y miró a Uzumi con una gran sonrisa, palpando con la mano el taburete que había a su lado.

-Sentaos aquí por favor, hay un sitio libre.

Le pidió a la muchacha, algo insistente. Independientemente de donde se siente la muchacha, el tipo comenzó a hablar, como si tuviera un guion preparado. Aunque antes se permitió meterse en la conversación de Tanukime y Juliette:

-¡Dejaos de temas personales ahora! Ejem. Como algunos sabéis soy el contacto del Patricio. Os hemos contratado porque no damos abasto con el problema de las alimañas de las alcantarillas. En un principio teníamos contratado un equipo de limpieza, pero se negaban a bajar sin protección porque cada vez que entraban en las cloacas volvían menos personas. El Patricio contrató a mercenarios, lo mejor que se podía pagar en la ciudad...

Hizo una pausa para remojar el gaznate con cerveza y luego bajó la voz, mientras miraba al grupo cuando hablaba, sus ojos se posaron cada vez en una persona distinta, como si estuviera contando alguna historia de terror ante el fuego de una hoguera de un campamento.

-...y resultaron ser unos inútiles, dinero tirado a la basura, añadiría yo. El Patricio no quiere que se sepa, porque eso dañaría su reputación con el consejo, por eso tanta mascarada con el tema. Al final dio su brazo a torcer sobre su lema de "tenemos lo mejor en la ciudad, no necesitamos a gente de fuera" y bueno, recurrió a los afamados reservistas de Frontera.

Luego se rascó el mentón, oyéndose un molesto "ras ras" por el choque de las uñas con los gruesos pelos de barba. Miró al grupo nuevamente, pero de abajo hacia arriba, como evaluándolos, mientras relajaba el gesto, como al principio, a su llegada.

-No esperaba que la cosa allí estuvieran tan mal, el señor Lucroy se llevará una desilusión tremenda al ver que han enviado niños. ¿Tan mal está la cosa allí? sabíamos que veníamos de una luna roja, pero no pensé que la afamada reserva estuviera tan mal de efectivos como para enviar novatos. Aunque por otro lado...

Sus ojos se volvieron a Uzumi, en sus ojos saltó un breve brillo casi estelar, y mostró de nuevo su mejor sonrisa.

-Al menos vuestros pasos han traído hacia mí a una hermosa florecilla de pelo rosa y me ha permitido verla con mis propios ojos, lo cual es suficiente recompensa para mí.

De nuevo, se aclaró la garganta.

-Haced una ronda, aplastad insectos y sus huevos. Si podéis rescatar los cadáveres de los miembros del equipo de limpieza para darle sepultura pública estaría bien, así subiría reputación con la opinión pública. En cuanto a los mercenarios, lo mejor para todos sería que se quemaran ahí abajo directamente, con discreción. 

Guiñó el ojo con su eterna sonrisilla picarona.

-Estaré por aquí cada noche durante unos días, por si tenéis dudas y para recibir vuestros informes si la cosa se alarga, aunque espero que en un día se resuelva todo, pero aquello ahí abajo es un maldito laberinto. Cuando acabéis, daré la orden para que el pago se efectúe en el gremio de Frontera. Si hacéis un favor al señor Lucroy con ese tema, quizá hasta os de un extra...paga muy bien la lealtad, tengo que añadir.

Llegando a la mesa y soltando la mano de Uzumi, mi mirada pasa de Tanukime, sorprendido por sus palabras sobre Juliette, y recordando las palabras del posadero, “joder, me voy un momento y me pierdo la conversación de estos dos” y con semblante serio, antes que Juliette, pueda contestar.“¿Reliquia?... ¿Familia?... ¿Perdida?,… ¿Qué has perdido?... Puedes contar conmigo, lo sabes.”

Y tras oír las impertinentes palabras del petimetre hacia Uzumi, le pongo una cara de pocos amigos, “Veo que pensáis más con vuestra entrepierna que con vuestra sesera, y eso os va a traer embarazosos problemas.”

Tras una pausa, aguantándole la mirada;-“Ahora que estamos todos, podéis contar, quien nos contrata y de consiste el trabajo.”

Sentándome y mirando a la mesa en busca de algo de beber, me sirvo una jarra de agua.

. . . . . .

Tras la perorata de Sebastien, lo contemplo con fastidio y turbada por su palabras. Me sentía agraviada por sus palabras, me hicieron recordar mí tiempo antes de ir al Gremio, en la construcción como albañil; por sus palabras punzantes, sobre mi altura y mi profesionalidad.

“Para ser un pisaverdes tenéis una lengua muy incisiva, con una mano muy suelta.”, viendo como miraba sucia iba dirigida hacia Uzumi.

-“Si, seremos novatos, pero somos Jóvenes aunque sobradamente preparados, para cualquier eventualidad.”
“Y aun que sea nuestra primera misión, daremos la talla, de lo que sea que halla en las alcantarillas. De todas esas alimañas”, haciendo hincapié en alimañas, mirándole a él.

Después de esta bravata, solté la jarra de agua, haciendo una mueca, pensando para mi adentros, que hago con esto, la cambio por una jarra de cerveza. Respirando profundamente.

¿Reliquia perdida?

Cuando Tanukime dijo aquello, yo le miré y enarqué una ceja.

—¿Pero de que narices hablas, idiota?

Luego negué con la cabeza y bufé con hastío... Conociéndole como le conocía, seguro que se trataba de alguna de sus bromas... y lo peor de todo era que Grettel se lo había tragado. De hecho, la pobre vino toda preocupada a mí a ofrecerme su ayuda.

—No le hagas caso —contesté a mi compañera—, creo que está delirando...

Por si acaso, le quité al bromista de turno el vaso de cerveza del medio... suficiente había bebido ya.

...

En cuanto al otro idiota, me estaba poniendo difícil no echarlo de nuestra mesa a patadas.

¿De qué iba? ¿Con quién se creía que estaba hablando? Desde luego tenía tanta confianza en nosotros como yo lo tenía en que la cuenta de todo lo que había ordenado Tanukime lo iba a pagar éste con dinero ganado de forma legal. Seguro que recurriría a alguna triquiñuela; o, si es que realmente lo pagaba, sería con dinero robado.

Grettel fue la primera en saltar a responderle. Yo, por mi parte, asentía con la cabeza a cada palabra que mi amiga decía... guardando silencio hasta que ella terminó. Entonces me llegó el turno...

—Entérate, listillo —sonreí maliciosamente —. Y, por cierto, ¿tanta mascarada con lo de los mercenarios y vas tú pregonándolo en una taberna a unos aventureros a los que acabas de conocer? Creo que el Patricio debería buscar a alguien más avispado como contacto para la próxima vez. Quizás debería aconsejárselo.

Estaban claras mi intenciones: si seguía dándoselas de chulo, me garantizaría de que llegara a los oídos del Patricio que su contacto se había soltado de la lengua más de la cuenta... Y, no, no sólo porque fuera un auténtico imbécil, sino porque no soportaba la mirada lasciva que le dedicaba a la inocente Uzumi.

Maldito pervertido...

En cualquier caso, y volviendo al tema principal... me escamaba que unos mercenarios, por muy inútiles que fueran, no pudieran lidiar con alimañas. Por alguna razón, algo me olió a chamuscado en aquello... ¿Quizás serían más que alimañas lo que había allí abajo?

No. Si fuera algo más, no nos habrían mandado a nosotros...

-¡Aquí están!- Exclamaría contenta luego de que Grettel me llevase con el resto del grupo, aunque pronto acabé mirándola con curiosidad tanto a ella como Tanukime. -¿También estás buscando una reliquia perdida en las alcantarillas?- No me hice esperar para esa pregunta y, cuando escuché el ofrecimiento de Grettel, inmediatamente asentí muchas más veces de las necesarias a sus palabras, subiéndome al carro de ayudar a Juliette. Vale decir que mis mejillas estaban ligeeeramente sonrojadas por algún motivo.

-Ah.- La explicación de Juliette bastó para causar que hiciese un puchero, decepcionada de que no resultase ser más que una farsa. Al final, con el interés perdido, mi mirada pasaría lentamente hacia otro tema atingente: el festín que se encontraba sobre la mesa. Mi mirada pasó por los vegetales, la bebida y leeentamente acabó en la carne. Podía sentir mi estómago rugir de solo verla... 

Y entonces la invitación de aquel hombre de pelo castaño me hizo volver a la realidad de un respingo. Lo miré fijo, primero confundida, aunque pronto asentí y con una sonrisa acepté su invitación. Y la verdad es que... Se formaba un contraste curioso entre ambos. Mientras él trataba de no llamar la atención y vestía con ropas sobrias, mi caso era todo lo contrario. Era difícil no resultar llamativa. 

-¡Es muy amable!- Cerraría los ojos una vez sentada, respirando profundo y tomándome el tiempo para centrarme y alejar mis pensamientos de la suculenta, deliciosa y tierna carne... Mi estómago volvió a rugir. Esta vez acabé sonrojándome aún más, ahora de vergüenza, y me encogí sobre mi misma como tratando de pasar desapercibida (de forma increíblemente notoria). -E-Eeeehm... ¿Quién dicen que es? ¿Es un amigo suyo?... ¡Ah! El Patricio, sí.-

Acabé tomando una patata con ambas manos para poder llenarme la boca con algo. El calor no parecía importarme demasiado, aunque sí que la soplé bastante antes de dar el primer mordisco y finalmente poder comer algo, ya más tranquila y simplemente observando y escuchando, aún sentada junto a él sin problema alguno como si simplemente no hubiese captado o comprendido lo insidiosa de su actitud y su mirada. 

Por un momento parecía estar más atenta a la comida que a la conversación. ¡Las patatas estaban deliciosas! Eran un buen distractor de la carne y parecía estarlo disfrutando bastante... Hasta que de pronto solo dejé de comer y mi mirada se mantuvo clavada en la mitad de patata en mis manos. Entonces, pocos segundos después, mis dedos lentamente comenzarían a clavarse en mi preciada comida.

-... ¡¿Cómo puede decir esas cosas sin siquiera pestañear?!- Acabé por exclamar, reventando la patata con ambas manos y volteándome a verlo, acto seguido levantándome de mi asiento. -¿Nadie le enseñó a respetar a sus ancestros? ¡Los espíritus de esos hombres merecen descansar en paz tanto como los demás! ¡Hacer cosas como esa es lo que provoca que Akayoru no Shi se manifieste! ¡Es un... Un...!- Ni siquiera pude notar como un tercer sonrojo aparecía en mi rostro, aunque este provocado únicamente por el enojo. Claramente sus palabras más "dulces" pasaron totalmente desapercibidas.

-Ruin.- Concluí sin apartarle la mirada de los ojos, con los brazos en jarra, esperando una respuesta o al menos ver cual era su reacción.