Partida Rol por web

Si veo que eso no funciona usaré mi arma secreta algo que la sacará de golpe de su estado. - He dejado embarazada a Juliette

Uzumi al principio se resiste, pero inevitablemente sus palabras son silenciadas cuando Tanukime le fuerza a beber el mejunje de la botella, el cual también se derrama por las comisuras de los labios de la chica. El efecto sedante de la poción hizo que la joven se calmara.

-De..demonio ¿eh? Jul...

Susurró. Aunque al oir el último comentario de Tanukime lo miró sorprendida, más no dijo nada más, todavía en shock. La joven Oni volvió a bajar la cabeza, como derrotada.

Cuando la rata vestida de hombre repartió los objetos entre los primeros de la fila, ese grupo de humanoides comenzaron a alejarse del resto: eran unos seis, tal vez más, que se alejaron del tumulto principal. Varios de ellos empezaron a escalar con suma facilidad por una columna y entraron por un hueco en el techo que hasta ahora había estado invisible para el grupo debido a la oscuridad reinante.

Los restantes se perdieron en la oscuridad ¿seguían allí o se habrían ido? ¿cuan grande era ese templo pagano? Lo único cierto es que ahora, en la sala del altar habían unos diez individuos, contando al doctor, todavía entretenido apuntando cosas en el diario.

El chamán rata se volvió de cara a su dios impío y empezó a agitar su bastón decorado en el aire, mientras se apoyaba en una pierna y luego en la otra, realizando una danza extraña.

Mirando con cara encajada por el nerviosismo por no saber como le iba Tanukime, mi mirada iba de donde estaba  Uzumi y hacia esta Juliette. Aferrando con ansia la espalda y con ganas de machacar a esas inmundas ratas.

Viendo como abandonaban la gran estancia y quedando unos de esos seres; y observando como el que parece ser el líder o chaman empieza a hacer un ritual.

-"Juliette, ¿a que esperamos?" le dijo, mientras resoplando entrecortada varias para animarme

La pregunta de Grettel hizo que girara la cabeza para mirarle. En su compañía me sentía más segura. Sin embargo, ni siquiera las dos juntas podíamos hacer algo en esta situación... tan sólo esperar.

—Debemos... ser pacientes —respondí, con cierto titubeo—. No podemos delatar a Tanukime... ni tampoco deberíamos movernos y delatarnos a nosotras. Tanukime sabe que estamos aquí... pero si nos movemos... puede ser un problema si vuelve y no nos encuentra.

Era una razón de peso a decir verdad. Además, ¿qué podíamos hacer nosotras? Nuestras armaduras, incluso sin ser especialmente pesadas, impedían que nos moviéramos tan sigilosamente como Tanukime.

—Si Tanukime nos necesita, deberemos entrar... en acción —añadí, mirando a los ojos a Grettel—. Pero ahora es mejor que le dejemos hacer su trabajo sin estorbarle.

Y por lo que más quisiera... esperaba que lo hiciera bien. Nosotros tres contra todas aquellas ratas era un suicidio. Si al menos salvábamos la vida de Uzumi y la otra joven, y huíamos... sería una victoria. Ya luego avisaríamos al gremio para que enviaran algo más que novatos... si es que nos hacían caso.

—Estemos preparadas para entonces.

Tras aquella frase, volví a mirar donde estaba la pobre Uzumi. Mi puño apretó con fuerza la piedra que permanecía en mi mano...

Devolviéndole la mirada Juliette, y escuchando su voz; aguante mi impaciencia de entrar en combate y poder demostrar nuestro entrenamiento en combate.

Respirando hondo; "Bien, esperaremos."

- Esto pinta mal, será mejor que salgamos de aquí - apresuro a decir a Uzumi - Coge a la chica y seguidme - Acabo de desatar a las chicas y trato de llevarlas donde mis compañeras cargándolas lo mejor que pueda y guiándolas por la ruta que usé para llegar hasta ellas. En silencio mientras pueda y la carrera cuando me hayan visto.

Mientras el resto estaba ocupado, Tanukime desató a las chicas con sumo cuidado. Al cortar sus cuerdas, la chica del pueblo cayó sobre el pecho de Tanukime, desnuda, sintiendo perfectamente su calida piel en la suya, incluso su leve respirar. Uzumi estaba como una autómata, casi sin alma. El pícaro tuvo que echarse sobre la espalda a la joven semidesnuda y a la par tirar de su compañera Oni, cogiéndola de la mano.

Por suerte, el camino estaba algo más despejado, unido a eso, el joven semibestia ya se sabía los patrones y colocación de sus enemigos. 

Cuando las jóvenes se quisieron dar cuenta, tenían a su sigiloso compañero ladrón a su espalda, no había hecho ruido alguno, ni él, ni una chica semidesnuda que cargaba en la espalda, ni tampoco Uzumi, que parecía estar muerta en vida, aunque ella se mantenía en pie, sus ojos estaban vacíos, Tanukime incluso tuvo que tirar de ella como si fuese una muñeca de trapo. No hizo gesto alguno cuando se encontró con sus viejas amigas, era como si estuviera en su propio mundo.

El siguiente paso era clave: ¿Huirían sigilosamente para poner a salvo a las rehenes, aún sabiendo el ejército de ratas que tenían tras ellos o en cambio se quedarían a exterminar la plaga?

- Bien, ya estoy aquí siento haberos hecho esperar - Mi voz es apenas un susurro, pero lo suficiente para dejar ver una calma forzada - Podríamos luchar heroicamente con las ratas y, o bien ser héroes si derrotamos a un número incierto de enemigos acostumbrados a este lugar, o podemos irnos con las chicas rescatadas, que para eso vinimos tan lejos, avisar a la guardia que para eso les pagan, o al gremio para que envían a alguien con más experiencia y de paso poner a las chicas a salvo y mira por donde cobrar las recompensas y vivir para contarlo - hago una leve pausa - Si mi voto cuenta diría que irnos es lo más sabio. Recordad a lo que vinimos y si nos matan, nadie de arriba sabrá lo que está pasando aquí abajo.

Suspirando aliviada al verlos llegar, embargada por la emoción, los ojos se me empiezan a empañar al ver a Uzumi, aunque maltrecha, pero viva. Acercándome a la clériga, la abrazó fuertemente, como si hiciese una eternidad que no la hubiese visto.

-"Me alegro de volverte a ver, amiga", intentado disimular una  lagrimilla cayéndome por la mejilla. 

Recuperándome de la emoción que me embarga. Mirando a mis compañeros:

-"Si, estoy de acuerdo contigo, salgamos de aquí cuanto antes y poner a las chicas a salvo y que miren sus heridas. y que la guardia se ocupe de este enjambre de ratas. Ya hemos averiguado bastante de lo que hay en este submundo; de las desapariciones de otros aventureros y gente de limpieza, y tenemos las flores que nos dijo el baboso de Sebastien."

-"Ya hemos cumplido con creces con nuestro cometido. Ya esta bien para nuestra primera misión."

Cogiendo de la mano a Uzumi, "Vamos amiga, salgamos de aquí" empezando a estirar de ella.

Cuando los vi llegar, mi corazón se agitó de la emoción. Por un momento, incluso me entraron ganas de abrazar a Tanukime, pero me contuve en el instante en el que vi que llevaba en brazos a la otra chica. De todas formas, no era momento de cantar victoria... y es que aún teníamos que volver.

—Suficiente héroes hemos sido ya —dije, entre susurros—. Volvamos cuanto antes.

No pensaba quedarme ni un segundo más en aquel asqueroso lugar. Quería volver a respirar el aire limpio. Olvidarme de las ratas, las cucarachas y de todo lo que había pasado aquí, y volver a la normalidad. Aunque, a decir verdad, no todos podríamos volver a la normalidad...

—Tranquila, Uzumi —le cogí la mano para poder guiarla por el camino de regreso y que Tanukime pudiera ocuparse sólo de la joven a la que cargaba—. No te volverá a pasar nada... Te lo prometo.

Para ella ya no habría normalidad. No sabía qué le había podido pasar aquí abajo, pero podía intuirlo... Aunque la otra chica parecía haberse llevado la peor parte, Uzumi debía haber pasado por un infierno antes de que pudiéramos rescatarla. Seguro que todo esto quedaría para siempre grabado en su memoria...

Uzumi recibió el abrazo de Grettel, la cual emitió un leve quejido "!uh!" mientras miraba al frente, hacia Juliette, pero lo cierto es que en realidad, no la miraba concretamente a ella, de hecho, ni cruzaban miradas, ella miraba hacia la nada. La chica cogió la mano de Juliette, la guerrera la notaba temblorosa, fría, como si se hubiese quedado de pronto sin fuerza vital. Tampoco respondió a sus palabras.

La otra mujer tenía los ojos cerrados, solo Tanukime podía saber si estaba viva al notar como respiraba ligeramente.

El camino de vuelta hacia la sala donde las ratas tenían cocinado a un semibestia estaba despejado. Era curioso, pese el olor a pelo y carne quemada de esa sala, era reconfortante el calor de una hoguera en vuestra piel.

!ÑIIIIG!

El sonido de un chirrido rompió la fugaz calma. Al asomarse por la esquina de la puerta, los reservistas pudieron ver al chamán rata dar saltos de pura furia.

El doctor se volvió hacia su espalda para comprobar el por qué de ese grito.

Las chicas del sacrificio no estaban allí.

La rata que vestía como un humano, desenfundó sus garras de hierro, pudiéndose ver un brillo metálico reflejándose en la poca luz de la sala. Luego dio un salto con una celeridad animalesca y se perdió en la oscuridad de los techos del profano templo.

El doctor movió su "pico" hacia donde estaban los aventureros. Sabía que habían vuelto por ahí aunque no pudiera verlos. Pero no dijo nada. No hizo falta y seguramente no le iban a escuchar.

Varias ratas salieron disparadas hacia todas partes, ignorando a la oscura figura, con su cuerpo amorfo inclinado hacia adelante, usando sus extremidades para impulsarse, apoyándolas en el suelo, como bestias que eran, aumentando más su velocidad y por que no decirlo, también el terror que infundían.

La caza había comenzado.

- Chicas, démonos toda la prisa que podamos - Apresuro al grupo  - el doctor creo que está con ellos y sabe a dónde vamos así que preferiría no usar ese camino, por desgracia el otro camino es por el puente derruido y pudiendo movernos libremente ya tuvimos problemas, con esta... carga, no estoy seguro de que podamos volver por ahí. Aunque... el camino que nos dio el doctor... ¡Mierda, no sé que hacer! Si por mi fuera usaría el camino original, pero en ese caso... la rata a la que nos enfrentamos Grettel y yo puede estar allí... ¿Qué opináis vosotras? Volvemos por nuestros pasos o usamos la ruta que nos dio doc.

Los chillidos que proferían las ratas provocó que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Incluso a cierta distancia ya, aún llegaban a mis oídos sus chillidos cargados de furia y odio. Parecían desesperadas por encontrarnos... y, si eso pasaba, intuía que nos esperaría un destino poco agradable por hacerlas enfadar... Sin embargo, ¿por dónde debíamos huir? Apenas nos conocíamos los caminos por donde movernos. Para las ratas, por el contrario, el subsuelo era su hogar. Partían con ventaja. Una ventaja solo equiparable a la que podía tener el doctor.

Tanukime parecía desconfiar de él. En cierto modo, yo también pensaba que al doctor le beneficiaba más mantener ese extraño status quo que se había fabricado, donde él era una figura relevante para las ratas. Sin embargo, nos había guiado, e incluso advertido de los peligros que habían. Si no quisiera que saliéramos con vida, no nos habría guiado hasta allí, sino que nos habría traicionado mucho antes de que pudiéramos huir.

—No podemos tomar otro camino, Tanukime —contesté, sin dejar de avanzar—. No tenemos tiempo, y el doctor nos dijo una ruta por la que volver de forma relativamente segura. Es eso o tomar el mismo camino de vuelta, algo que nos llevaría bastante tiempo...

Por no contar que íbamos cargando con dos jóvenes que apenas podían moverse, ni del monstruo que aún esperaba en el puente. Nos darían caza antes de que llegáramos... eso si no acabábamos siendo devorados por otros monstruos durante el camino.

—Las ratas son más rápidas que nosotros en estas circunstancias... y yo no quiero estar aquí ni un segundo más...

Aquella última frase sonó más a una súplica que a una queja...

- Mierda, esperaba que se ocurriera una alternativa, pero me temo que no la hay, ¿Verdad? - Me muestro claramente contrariado - Puto doctor, puto patricio y puta ciudad. Joder. - Aprieto un poco el paso, y tras unos pocos segundos farfullo entre dientes - Una chica guapa, semidesnuda, inconsciente y en mis brazos, he fantaseado con situaciones así durante toda mi adolescencia y ahora que ocurre no puedo ni mirarla. Hay que joderse, en fin. ¿A quien intentas engañar tío? Sabes que nunca tocarías a una chica sin su permiso, no eres de esos.

-" Ya tendremos tiempo de penar como  festejar, nuestra victoria. Ahora toca solo retroceder y por el camino, batirnos con lo que que salga" dijo aparentemente segura de mis palabras, intentando infundir ánimos en mis compañeros y en mi misma.

- " El camino que hemos ya sabemos lo peligros que podemos encontrar, sin embargo el camino de salida que nos indico el doctor, puede que nos dijese la verdad o quisiera mentirnos y fuera una puta trampa."

- Segura de si misma, "Yo opto por el camino que nos indico el doctor. Pero pongarmonos en marcha ya." Tras una pausa dramática y móstrandome toda segura de mi, "estamos perdiendo el tiempo y el factor sorpresa de tenerlas con nosotros." mirando a mis compañeros. "Vamonos ya"

Empiezo a caminar, mirando a mis compañeros.

Los reservistas tomaron la ruta del doctor. Al salir de la habitación, se encontraron de nuevo en el pasillo por el que llegaron, a mano izquierda, la familiar puerta rota, por la que habían entrado, y a mano derecha, el pasillo hacia la oscuridad, donde había uno de esos macabros totems hecho por las ratas a modo de aviso clavado en el suelo.

Ese pasillo era muy muy estrecho, solo accesible en fila india, incluso a veces, las rodillas de la chica que Tanukime llevaba a su espalda, así como algunos objetos de las mochilas de los aventureros llegaban a rozar los extremos de aquel estrecho pasaje.

Avanzaron con el temor de encontrarse con una emboscada al otro lado. Uno, dos, tres cuatro y cinco metros avanzaron hasta que el que iba primero (¿en que orden va el grupo?) se detuvo al filo de un abismo: una caída de unos metros hacia las corrientes de agua que se movían a toda velocidad acompañado con un ruido ensordecedor. Esa sección de las alcantarillas estaba parcialmente en ruinas y hubo que pasar muy pegados a la pared mohosa, húmeda y pestilente para no caer.

Pero lograron cruzarlo sin caer contra todo pronostico, dada la situación adversa. El grupo se encontraba ante otro monótono pasillo, similar a los anteriores, aunque en un estado muy maltrecho, y a pesar de todo, las columnas gigantes de otra Era que se encontraban cada pocos metros en ese pasillo eterno, aguantaban estoicas el peso de toda una ciudad. 

Al avanzar unos pasos más, los reservistas comprobaron, levemente debido a la escasa luz que tenían, que el doctor no había mentido, pues a sus pies, aquel torrente de agua, que causaba ese atronador ruido, era absorbida (similar a un desagüe moderno) y caía como grandes cataratas hacia un gran y colosal agujero en el suelo, que aquellos que tuvieran el valor de acerserse un poco más, observarían que asomaban ligeramente los "tejados" de grandes edificios, tal vez palacios y templos, que descansaban bajo ese lugar. En efecto. Habían descubierto la entrada a la ciudad élfica de leyenda que el doctor había comentado.

_{(Off: imaginadlo así pero mucho más colosal y cataratas cayendo por todas partes)}

Antes siquiera de permitirse el lujo de asombrarse ante tal hallazgo, el ruido de un "ñiiic" a las espaldas de los aventureros les recordó que estaban huyendo y no explorando.

El nuevo pasillo continuaba recto, hacia el norte, durante otros siete u ocho metros. Ahí el camino se bifurcaba:

El pasillo seguía recto, hacia donde podía oírse un gran ruido de agua caer (¿o era el eco de las cataratas que caían por el gran hueco?) y a mano derecha, había un pequeño pasillo, y al final de este, una puerta con muchas rejas, similar al de una prisión, obviamente, oxidada, nada complicada de abrir. Tras las rejas habían unas escaleras tipo caracol que ascendían.

¿Qué camino iban a escoger?

Con paso apresurado y con el corazón desbocado tanto por la huida como la idea de que los enemigos nos alcancen y tengamos que luchar ,teniendo a las dos chicas indefensas.

Al llegar a la bifurcación, trans un segundo, que me parece una eternidad, señalo a las rejas oxidadas y la escaleras ascendentes de caracol; "vamos por allí", segura de mi misma, reanundando la marcha, mirando de reojo a mis compañeros, esperando por un momento su aprobación.

Rogando a los dioses, que hubieramos puesto suficiente tierra de por medio o hubieramos perdido.

Yo iba a la cola de la fila, protegiendo la retaguardia. El pulso se me aceleraba a cada ruido que escuchaba, temiendo que en cualquier momento una rata apareciera de alguno de los oscuros rincones de aquellas cloacas y se abalanzara sobre mí. Por suerte, eso no ocurrió... al menos de momento. Lo que sí ocurrió fue llegar a la abertura por la cual se podía vislumbrar parte de la ciudad élfica de la que hablaba el doctor.

—Este debe ser "el hueco" —dije, recordando cómo lo había nombrado nuestro excéntrico guía—. La salida tiene que estar cerca.

En otras circunstancias, habría disfrutado de aquel momento; e, incluso, me hubiera atrevido a acercarme al filo del precipicio para vislumbrar más de cerca la ciudad. Sin embargo, y a pesar de que mis ojos no pudieron resistirse a recorrer desde la distancia los detalles más superficiales de la ciudad, no hice ni siquiera el amago de acercarme. No teníamos tiempo que perder...

Después de todo, la bifurcación nos ponía nuevamente las cosas difíciles. Debíamos decidir... y más nos valía acertar o estaríamos en un grave aprieto...

—¿Estás segura de que es por ahí? —pregunté, no tan segura como parecía estar Grettel—. El doctor dijo que debíamos seguir el corredor de agua sin desviarnos...

Aunque subir podía ser la idea mas lógica... pues la ciudad debía estar sobre nuestras cabezas. Con suerte, sería un pequeño atajo para llegar antes...