Partida Rol por web

Pese a que Tanukime creó un escenario perfecto para escuchar cualquier cosa que estuviera en las inmediaciones acechándolos, no pudo oír nada realmente llamativo. El ruido de una boca de alcantarilla cercana bajo sus pies expulsar agua hacia el canal, la corriente del río arrastrándola, el goteo que caía de los techos, donde seguramente habría entradas de alcantarillado en el suelo de la ciudad y el eco típico de un ecosistema subterráneo común.

Las imágenes talladas en la roca, creadas en espirales o quizá imitando el agua en movimiento, solían repetirse durante cada tres o cuatro columnas, al menos, las que no estaban restauradas con ese mortero moderno, que evitaba que las columnas se desplomaran por la antiguedad o por daño, pero que borraban esas viejas obras de arte, contaban la historia de un caballero, por su forma, quizá fuera una mujer, pero la oni no podría asegurarlo. En una de las columnas alzaba una espada, envuelta en lo que parecía representar un halo de luz, a sus pies, varios estandartes y espadas alzadas. En la siguiente columna podían verse seres más pequeños, tal vez fueran enanos o medianos, que tenían artefactos que no eran identificables, repletos de tuberías cual tentáculos o arterias. El último grabado que se repetía, era el de ese caballero alzando un estandarte sobre una ciudad, parecía tener en la otra mano la cabeza sin cuerpo de un enemigo de orejas picudas y la mostraba orgulloso. ¿Un orco o un elfo? ¿O era una criatura ya extinta de otra era? Sea como fuere, Uzumi no tenía el conocimiento para descubrir de cuando databan ni lo que esa información revelaba, tal vez fuera una fábula o de alguna guerra imperial o preimperial.

Con aquella oscuridad permanente, no era complicado desorientarse ni calcular bien cuantos pasos o metros avanzaban. Los reservistas avanzaron aproximadamente lo que calcularon unos cinco o seis metros. El pasillo seguía monótonamente oscuro, sin embargo, gracias a la dispersa luz de la antorcha que portaba Uzumi (siempre y cuando no se despistara con los grabados de las paredes y las columnas), empezó a dibujarse la forma de una vieja puerta de madera, que, a pesar de ser robusta, empezaba a tener síntomas de desperfectos debido a la humedad del entorno. Estaba cerrada, aunque era difícil saber si era con algún tipo de cerradura o no, al menos a simple vista. El pasillo, no obstante, seguía más allá de la oscuridad.

Aquel lugar podía llegar a ser un laberinto. Lo descubrí en el momento en el que llegamos a un nuevo lugar con, de nuevo, múltiples opciones.

—Más vale que recordemos bien qué direcciones estamos tomando —dije, a modo de aviso, para mis compañeros.

Por mi parte, intentaba hacer un mapa mental de los lugares por donde íbamos pasando, fijándome bien en nuestro alrededor buscando puntos de referencia que pudieran servirme posteriormente cuando tuviéramos que volver sobre nuestros pasos.

En cualquier caso, y tras aquel importante dato, ahora debíamos decidir qué hacer...

—¿Creéis que la puerta se podrá abrir? —pregunté—. Desde aquí no veo si tiene cerradura. ¿Probamos suerte? ¿O seguimos?

En ese momento, sin entender bien porqué, se me vino a la mente el cartel que habíamos leído en la entrada...

—En los pilares de antes hemos visto materiales nuevos, ¿verdad? Eso quiere decir que aún debemos estar en la parte restaurada —añadí, momentos antes de acercarme a un pilar y comprobar si allí habían también intentos de restauración—. Según el cartel, el peligro estaba más allá de la zona que aún no está restaurada. Estará bien saber si estamos ahí o aún no...

Aunque eso no significaba necesariamente que estuviéramos siguiendo bien la ruta para llegar al monstruo...

Avanzaba con intranquilidad por esas aguas, todavía no hayamos ningún rastro de lo que buscábamos y habíamos salido de un ambiente maloliente, a un entorno opresivo por la oscuridad, más las inquietantes palabras que podíamos perdernos en aquellos túneles laberínticos, y si íbamos encaminadas correctamente

-“Tanukime, ¿cómo esta esa puerta?, ¿podemos continuar?.”

-“Continuemos” respondiendo a la pregunta de Juliette; con una voz que aparentaba cierta seguridad de si misma.

-¡Yo recuerdo!- Respondí a Juliette, nuevamente sin mucho cuidado, nueeeevamente alzando la voz algo más de la cuenta, aunque al menos esta vez sí que caí en cuenta sobre ello y acabé por bajar el tono de mi voz. 

-Los pilares... Cuentan una historia. Es muy violenta... Pero creo que puedo seguirla bien.- Asentí, confiada en mis capacidades de recordar los grabados.

Una fluctuación en las llamas de la antorcha dejaría patente un punto que pasé por alto: no es que el fuego fuese a durar para siempre, y aprenderme los grabados significaba en primer lugar estudiarlos, perder tiempo en ellos... Y eso a su vez era menos fuego. 

-Yo creo que deberíamos revisar. ¡Si es una puerta debe haber algo atrás!- Lógicamente. Como sea, di unos pasos hacia la puerta y luego di un vistazo a mis compañeras y compañero. Tampoco les llevaría mucho la contraria si al final decidían pasar de largo, pero... Tampoco parecía tener ganas de ceder ahí. Era una corazonada.

Los sonidos de fondo me impidieron detectar cualquier cosa que pudiera ser nuestro objetivo o nuestra presa y ahora seguimos un camino de sombras y tinieblas hasta donde alcanzan nuestros sentidos. Matar cucarachas y recoger flores empieza a sonar mucho mejor ahora que cuando lo pensamos por primera vez viendo el motivo que no ha traído aquí.

Oigo como Juliette nos insta a memorizar el camino de vuelta, afortunadamente ya había dejado marcas en nuestro camino hasta aquí pero está  bien saber que alguien más se preocupa por volver a la superficie. Señalo la marca más reciente que haya hecho, apenas una línea y un punto. - Sigue la dirección de la línea hacia el punto hasta llegar a la siguiente en unos metros - mi voz suena mucho menos alegre y jocosa que en la taberna, suena casi... profesional - No sólo soy una cara bonita, aunque serlo a vuestro lado es complicado - La broma suena un tanto forzada dejando entrever un atisbo de preocupación en la fachada del semibestia.

Avanzados unos metros llegamos a una puerta que sin duda había visto tiempos mejores. Mi primer pensamiento es investigarla, pero asumiendo que las demás, en especial Juliette dirían que la ignorásemos por lo que doy por hecho que me quedaré con la duda hasta que oigo como una por una se interesan por la puerta. Quien sabe, igual no es demasiado tarde para ellas y podamos acabar como un grupo de provecho. - Ya que insistís le echaré un vistazo, dejadme un poco de sitio - Me apresuro a decir antes de que cambien de idea. No creo que encontremos nada de valor, pero incluso un poco de tela y madera secas con las que hacer más antorchas sería útil ahora mismo.

Me planto delante de puerta a un par de pasos de ella pidiendo a nuestra portadora de luz que se mantenga cerca, ya que además, es ella la que lleva la antorcha. Me rasco la oreja mientras hablo en voz baja concentrado - ¿Un dormitorio para mantenimiento, un almacén de material? Hay motivos para que haya puertas en un lugar como este, aún así... - Hago una pequeña pelotilla de cera y pelo que lanzo discretamente contra la puerta y observo cómo interactúan - Nunca sabes cuando puede ser una ilusión... o algo peor. -

Si no ocurre nada extraño me acerco a la puerta para examinarla más a fondo, cerradura, posibles trampas, ubicación de las bisagras para determinar sentido de apertura y si hay hueco suficiente usar un espejito para mirar al otro lado, estimación de haberse usado hace poco... Y si aparenta ser segura abrirla con la menos cantidad posible de ruido.

Era una puerta corriente, no tenía ningún mecanismo fuera de lo normal. Tanukime entonces se decidió a abrir la puerta, aunque antes de que la empujara ni medio palmo, escuchó un ruido:

^Crick _Crick

Ya en alerta, abrió más la puerta para que la luz de la antorcha pudiera iluminar el cuarto. Ante ellos se abría un oscuro pasillo de unos tres metros de largo, al cruzarlo, el cuarto se hacía más amplio de 6x6 metros con una mirada rápida, podría ser más, podría ser menos, al fin y al cabo, no eran maestros arquitectos (aunque Grettel había trabajado con alguno en el pasado). 

En la pared más al norte, incrustados en la pared, una serie de mecanismos avanzados (para ser la frontera, pero muy atrás con respecto al Imperio o a una fortaleza enana) se movían mediante la fuerza del agua del río, que no dejaba de fluir por unas tuberías de metal. En la parte izquierda de la sala se encontraba un barril tumbado, junto a una caja normal de madera, de esas grandes que usan para almacenar de todo, desde fruta a herramientas. En la parte derecha de la habitación, solamente había una especie de escalón de piedra en forma de asiento que cubría la pared de lado a lado, donde descansaban algunas viejas herramientas como un martillo de madera pequeño y un arco de sierra sin hoja.

Antes de que los reservistas perdieran del todo el interés en la sala, algo metálico cayó del techo, emitiendo un destello ínfimo ante el reflejo de la luz de la antorcha, como una estrella fugaz que se marchitaba hasta caer.

Al alzar la antorcha, contemplaron con horror como había una especie de bulto en la esquina superior del cuarto, entre la pared y el techo, estaba cubierto por una masa endurecida, pero que aún goteaba por ciertas zonas esa porquería entre blanca y amarillenta, similar a las babas pútridas de un animal. Lo que sobresalía de esa masa, no era otra cosa que una mano humana, con la palma abierta hacia arriba, de tonalidad gris, como si estuviera ya reseca. Algo que sujetaba en sus últimos momentos de vida, se le había caído al suelo a ese pobre diablo. Pero sin tener tiempo a investigar, los presuntos autores se dieron a conocer, desde las sombras del techo:

Primero aparecieron dos antenas que se movían alocadamente, luego otras dos. Una de esas cosas negras correteó por el techo hacia la pared y bajó por esta.

^Crick _Crick

Era dueña de muchas patas, del tamaño de un perro grande, de color negro, acorazado, similar al exoesqueleto de un escarabajo o una cucaracha tal vez. Movía de forma desagradable unas tenazas a modo de terribles mandíbulas, afiladas como un hacha, sin lugar a dudas, ese monstruo era una trituradora. Excretaba esa asquerosa baba con la que había hecho su nido en el cuerpo de aquella persona. 

La otra criatura se quedó en el techo, esperando su momento para cazar.

- Bien, ya sabemos de qué son las plagas por aquí. ¡En guardia! - desenvaino mi espada corta y doy dos pasos atrás poniéndome casi a la altura de Uzumi y cediendo mi puesto en primera línea a la guerrera humana - Juliette Éste es vuestro campo de experiencia. Si no tenéis otras ordenes protegeré la retaguardia mientras vosotras os encargáis de la línea frontal. 

Por fin salíamos a una amplia sala, usada como para mover mecanismos, que a saber qué finalidad tendrían. Cuando observando la estancia, sin poder terminar de examinar, llega a sobresaltarme el oír caer algo al agua, y al ver mirar que era una mano humana. Sin poder recobrar el aliento, aparecieron esas asquerosas cucarachas gigantes, lo que me volvió a la realidad de los que habíamos venido, investigar la plaga; poniéndome en guardia con escudo y espada, por fin iba poner en práctica lo que nos habían enseñado en el gremio.

-“Juliette, ves por ese lado” exclamo para que se separe.

Asentí ante las indicaciones de Tanukime y pronto me apresuré a ir tras de este con la antorcha, estando más cerca de lo prudentemente necesario a causa de la curiosidad que me causaba el saber qué podría haber dentro de la habitación, sin medir el peligro y en definitiva más preocupada de saciar mis ansias que otra cosa. Respiré profundo, expectante, hasta que por fin Tanukime dio paso a aquel lugar que posiblemente llevaba incontables días sin recibir visita alguna.

Era... Un sitio muy grande, al menos para lo que esperaba encontrar, lo cual volvía ún más triste ver lo desolado que se encontraba y todas esas herramientas que habían desperdigadas por el lugar, sin uso, aún cuando tanta gente en el exterior podrían haberles encontrado mayor utilidad. -¿Por qué dejarían las cosas abandonadas...?- 

Pregunté inquieta. Primero pensé que podría ser solo dejadez, pero poco a poco iba imaginándome peores cosas... Hasta que cayó ese objeto extraño y por fin descubrimos la presencia de la verdadera amenaza que rondaba las Alcantarillas de Arveil, la muestra misma de la Armonía Fragmentada. 

-¡Son... Yokai!- Exclamé sin estar del todo segura, siendo la más lenta del grupo en reaccionar a la aparición de esos insectos tan, tan... ¡Tan...! ¡Ni siquiera se me ocurría cómo describirlos! Eran una aberración, algo que definitivamente no era natural y que debía ser eliminado. Pero también era aterrador.

Y entonces Grettel comenzó a moverse y Tanukime se puso a mi lado, haciéndome espabilar. No tardé en apresurarme a retroceder aún más, mirando a esas... ¿Triturachas? Aún con asco y preocupación, llevando mi mano libre al rudimentario collar de perla y hueso que llevaba conmigo. -¡Los ancestros nos ayudarán a acabar con estas criaturas impuras!-

Cuando entramos en la sala, suspiré molesta...

Y es que no había nada especialmente de utilidad. No es que esperase que en todas las salas hubiera algo interesate. Para nada... pero el hecho de perder tiempo en abrir una sala que daba a... absolutamente nada... nos hacía retrasarnos más y más en encontrar monstruo secuestrador de jóvenes; además, claro está, de retenernos más tiempo del debido en aquel lugar. Sin embargo, cuando iba a emitir una queja... algo cayó al suelo... y yo casi que pegué un respingo y solté un grito de miedo. Luego, cuando pude recomponerme con vergüenza ante mi reacción, y vi de lo que se trataba... un escalofrío recorrió mi cuerpo.

La causa del destino de aquel desdichado no se hizo esperar. Sus patas, sus antenas, su boca... todo en ello era realmente asqueroso.

—Mierda... ¡qué asco! —exclamé—. Ha... hecho un nido en su cuerpo...

Sí, sin duda era lo más asqueroso que había visto en mi vida... y, encima, Tanukime me increpaba para que ocupara su lugar... ¡¿De verdad quería que me acercara a... eso?!

—Te odio...

Imaginaba que no hacía falta que se lo dijera para que lo supiera... pero, en fin, dado que yo era mucho más habilidosa en combate que él, acepté su... propuesta y avancé poco a poco, con la espada preparada, por el lado derecho tal como me comentaba Grettel.

—Sólo son dos —les dije a mis compañeros, fijando mi atención en la cucaracha más cercana y manteniendo vigilada por el rabillo del ojo a la que colgaba del techo—. Podemos flanquearlas. Pero tened cuidado con la de arriba... ella puede hacer lo mismo con nosotros.

Sólo esperaba que del cuerpo inerte no salieran más de esas cosas...

Mientras los aventureros se preparan y posicionan, los insectos atacan. El primero embiste brutalmente a Grettel, de frente, impactando contra el escudo de la reservista, que se ve arrastrada levemente hacia atrás en contra de su voluntad, la hace gruñir y apretar los dientes. La enana siente como si acabara de detener con el escudo una roca que baja rodando por una ladera sin control. Tal es la fuerza del impacto, que la chica nota ese calambre familiar en el codo y en el hombro tan desagradable, común en los mineros y obreros como ella, como cuando un pico da con una roca dura y rebota hacia atrás con un latigazo. Al menos, sus mandíbulas no han atravesado su escudo.

Mientras se desata el caos de la lucha, la segunda criatura corretea por el techo, posicionándose en una zona más lejana de la lucha principal, no muy lejos del nido-persona, preparándose para emboscar desde arriba.

Grettel mordiendo dientes por acometida de la bestia,Grettel resiste haciendo fuerza con su poderoso brazo del escudo para apartar a la criatura y contraatacando le arroja un golpe ladeado con el viejo hierro.

Aquellas cucarachas no nos lo iban a poner fácil. Muestra de ello fue la tremenda embestida que le dio a Grettel la que aún estaba en el suelo... Sí, sin duda eran rápidas, también fuertes y peligrosas... No podíamos dudar ante ellas.

Y, por eso, con una determinación enorme aproveché, sin perder ni un sólo instante, la oportunidad que me brindaba el hecho de que la cucaracha estuviera centrada en Grettel para atacarle por la espalda lo más rápida y silenciosamente posible. Era el momento de acabar con esto rápido...

Pjé, has hecho mal en darme la espalda.

Fue un ataque certero, en diagonal descendente. De derecha a izquierda y agarrando la empuñadura con ambas manos para imprimirle la mayor cantidad de fuerza que mi cuerpo podía. No sabía cómo de dura sería su quitina ni si podría aguantar mi ataque, pero... de ser un animal normal, aquel tajo le rajaría el cuerpo entero...

¡No contaba con que la cucaracha... Bicho... Cosa, lo que sea, se acercase! Abrí muchísimo los ojos al instante, soltando mi collar de golpe a la par que algo de color se escapaba de mi rostro mientras miraba a mis dos compañeras guerreras atacando al monstruo que estaba con ellas. 

-¡Cierto!- Exclamé mientras cambiaba por completo mi idea original e incluso dejé caer la antorcha al suelo. -Tsuyo no Megami...- Musité. ¿Una plegaria? ¿Una bendición? ¿Un milagro? ¿Eso que Grettel antes llamó "magia"? -¡Hyaaa!- Exclamé, aprovechando que ahora tenía ambas manos libres... ¡Para tomar mi maza y tratar de aplastar a la cucaracha en base a fuerza bruta!

... El golpe iba con fuerza, y la maza también parecía estarla manejando con mayor facilidad que la que mi cuerpo podría dar a entender, pero lo torpe no parecía que fuese a quitárseme incluso durante el combate y el golpe era lo más bruto y poco sofisticado que podría existir. Se notaba mucho que carecía del entrenamiento de mis compañeras...

- Maldita sea, esto no es lo mío - trato de golpear a la criatura en el techo antes de que se pueda lanzar sobre nosotros pero mas bien parece que esté haciendo un trabajo de albañilería o usando un martillo para espantar moscas - Grettel, imagina que es Sebastien y... pártelo por la mitad.

El insecto seguía empujando a Grettel con su cuerpo, arrastrándola un poco más hacia atrás, mientras ésta mantenía a raya sus poderosas mandíbulas. Pero la enana vio la ocasión, y ahora le tocaba mover ficha a ella, con su escudo apartó a la criatura, algo que hizo que salieran unas pequeñas chispas, similar al choque del acero, para luego, realizar un rápido contraataque. La vieja espada golpeó al insecto, clavándose entre las placas de quitina de la bestia, quedando alojada allí unos segundos.

Mientras luchaba con Grettel, el insecto alzó lo que parecían unas alas, dejando al descubierto sus cuartos traseros, mientras luchaba salvajemente para arrancarse la espada de la enana del lomo, cosa que no dudó en aprovechar Juliette, que avanzó como una centella, veloz y certera, cortando prácticamente en dos al insecto de un solo tajo. La "sangre" o más bien, entrañas verdosas salpicó los brazos y la armadura de la chica. Grettel empezó a sentir que la bestia dejaba de luchar y se desplomó a sus pies. Al sacar el arma del cadaver, un líquido verdoso similar goteó al suelo desde el filo de su espada.

La antorcha que dejó caer Uzumi iluminó casi toda la sala, dejando solo la parte más profunda de esta en total oscuridad. En las paredes se dibujaron las formas en sombras tanto de ella, como de Tanukime. El pícaro intentó cazar al insecto del techo, pese a su gracilidad, no logró acertar con sus armas, pues aquel tipo de cucaracha era más veloz de lo que podía parecer, e iba dando saltos, de un extremo a otro de la pared y el techo, realizando un molesto zziiipp por el aleteo de sus alas cada vez que se movía.

Uzumi también trató de golpearla, y casi se lleva por delante a su compañero semibestia de un mazazo, denotando la inexperiencia de los recién formados reservistas. Por la gracia de los Kami (o por el puro azar) no hubo que lamentar daños.

Zziipp

Volvió a resonar, por el último posicionamiento del insecto, que posó sus afiladas patas en el techo, quedando bocabajo. Sus mandíbulas se separaron y de pronto, vomitó un líquido blanco hacia Uzumi, pero un segundo antes del fatídico impacto, la chica hizo gala de nuevo de su agilidad y se apartó de la trayectoria del infecto proyectil, que manchó el suelo, no muy lejos de ella. Pocos segundos tardó en endurecerse creando aristas similares a cuchillos, algo que os hace pensar lo que sufrió el pobre persona-nido antes de morir.

Grettel cubriéndose con el escudo para evitar ser salpicada por ese líquido verdoso, sacude la espada con un golpe seco para expulsar esa sustancia verde al suelo desde el filo de su espada.

-“Bien hecho compañera.” sonriéndole. “Vamos a por la otra cucaracha.”

Grettel empieza a avanzar hacia el insecto, golpeando la espada con el escudo, pese al dolor del hombro, para llamar la atención del bicho.

-“Eh, maldito bichejo.” le voy gritando, como si fuera capaz de entenderme.

-“¡¡Uzumi, Tanukime retroceder vamos!!”

-"Vamos Juliette, lo mismo que antes.

Sigo haciendo ruido y vociferar para reclamar su interés.