¿Que le he agradado?- pensó- Pero si sólo le ha faltado llamarme estúpida!
De todos modos, intentó ser cortés para ganársela, aunque fuese un poco: Muchas gracias, daré lo mejor de mí.
Le verdad es que su adiestradora no era para nada lo que se esperaba; y que la llamase aburrida le había dolido en cierta manera, además de su desprestigio hacia la ciencia. No es que no creyese en la magia, visto lo visto sería una estupidez decirlo, sólo pensaba que todo tenía explicación, incluso eso; para ella, eso que llamaban magia no era sino otra rama científica que no existía en su mundo. Aún así, no dijo nada sobre eso, no quería enfadarla, ya que por lo que había dicho Valeria, los adiestradores se estaban quedando ocupados, y puede que no quedase otro para que le ayudase.
Se quedó de pie allí, viendo como la mujer emplacada abandonaba la habitación, y observó a su maestra, intentando discernir que leía, pero el extraño idioma le era incomprensible. Esperó que dijese algo, pero era cierto que no era mujer de muchas palabras, pues simplemente se quedó mirándola fijamente, sin hacer nada más. Pasado un tiempo prudencial, lo justo para que la situación no se volviese incómoda, pero tampoco irrespetuosa, dijo.
-Y bien, Dama, ¿qué debería hacer para empezar...? Haré lo que sea
Esperó que la mujer no se tomase de forma literal ese "lo que sea"
Umbra se te quedo mirando un largo rato, como si te estuviera inspeccionando y cuando decidió que era suficiente, no rompió el silencio, solo volvio a su libro negro, escudriñandolo con interés si es que en aquel rostro podía haber interés. -Hacer...lo que yo quiera...querría silencio...no tener...aprendices...pero Valeria me lo a pedido, así que...tendremos que aguantarnos.- Cerro el libro y este se fundió formando una pluma negra que con un ligero movimiento de mano se clavo en el ala izquierda de Umbra. Se desperezo alzando las manos y se pudieron escuchar algunos crujidos de huesos, seguramente llevaba allí todo el día para estar tan agarrotada, se levanto y sus zapatos empezaron a resonar por todo el lugar mientras la estática seguía en el aire. La joven se acerco a ti, mirándote sin escrúpulos ni pudor, dándote vueltas, sus alas casi parecían rodearte en algunos momentos pero no llegaban a hacerlo.
-Eres aburrida...he visto tu pasado...has desechado todo lo que no podías explicar...con tus formulas...pizarras...llenas de cálculos, teorías...libros...desentrañando misterios...no hay magia en tu mente...tendremos que hacer aflorar...la que te quede en el cuerpo. -Fue diciendo sin dejar de rodearte hasta que quedo delante de ti, señalando el suelo. -De rodillas...sin ropa...voy a darte un regalo...dejate ropa interior.
—V-vaya y parecías tan seria y recatada... —contestó bromeando. Su rostro a esas alturas ya estaba rojo como un tomate, si bien redobla sus esfuerzos con intención de liberarse. Sin embargo en su posición, logró poco más que intensificar el roce entre los cuerpos, buscando sentir más de la suave piel de Sayna— No es justo, tú tienes mucha más experiencia —expresó a modo de vaga queja, si bien su cuerpo revela todo lo contrario: su piel está cada vez más caliente, y pequeños estremecimientos parecen recorrerla en cuanto ataca a sus puntos sensibles.
—No puedes culparme por no poder resistirme a tus encantos —dice dificultosamente, mientras entre risas trata de zafarse, ahora con una mayor energía. Quizás incitada al percibir que la elfa cada vez va a más, agradada por el juego. En todo caso puede percibirse, cuando descubre su busto, que sus pezoncitos se han endurecido ante sus atenciones. Un leve resoplidito agradable escapa de sus labios.
—¿Y si me opongo, tengo peor sabor? —pregunta de nuevo juguetona, mostrando la lengua en señal de burla. No obstante mantiene la boca bien abierta, exponiéndose a los deseos de Sayna. Primero corresponde sus besos hasta que atrapa la lengua entre sus dientes, después revolviéndose en nuevos intentos por liberarse.
Estuvo a punto de replicar, de decirle que todo lo que era realidad debía tener una explicación racional, y que si no se le encontraba, se debía perseverar hasta encontrarla; hablarle sobre como su mundo había avanzado más que este gracias a la ciencia. A estas alturas su orgullo había sido herido de verdad, había desestimado lo que para ella era la mayor virtud del ser humano, la capacidad de razonar. Pero claro, esa mujer seguramente ni siquiera sería humana, así que por ahí consiguió apaciguarse.
Pero cuando dijo eso de sin ropa, inmediatamente volvió a sonrojarse. ¿Cómo que sin ropa? ¿Que diablos iba a hacer?
-¿Aquí, en mitad de una biblioteca? ¿Esta esto bien?- Pensó- ¡¿Quiere aprovecharse de mi o de que va esto?! Pero rápidamente vio lo peligroso que era si quiera rechistar, así que lentamente empezó a desvestirse, sin decir una palabra, mirando al suelo completamente colorada. No quería darles más razones para no querer tenerla como alumna.
Notó el frío suelo en sus rodillas y pies, y aunque su primer instinto fue cubrirse el pecho con las manos, decidió dejarlas sobre sus piernas; y entonces y sólo entonces, con cierto aire de duda y miedo, volvió a mirar a la cara a la Dama Umbra.
-Soy seria y recatada, pero claro, si eres mi aprendiz tengo que ser traviesa y también tengo que ser dura, empecemos entonces...esto te va a hacer sentir rara.- Se levanto un momento, dejándote en el suelo con parte de tu cuerpo al descubierto y fue hacia su bolsita cogiendo lo que parecía ser una especie ramita, seguidamente volvió contigo y te la mostró.- Querías algo que nos uniera verdad? Esto sera lo unico pervertido que te haré hoy, no me voy a sobrepasar mucho mas porque acabamos de conocernos y lo mas importante…- Se tumbo encima de ti y paso los labios por tus oídos. -Porque así te vas a quedar con mas ganas y atenderás mas a mis lecciones...no cierres la boca hasta que yo te lo diga.
Se volvió a sentar en tu cadera y rompió la ramita por la mitad pero lo hizo por encima de su cabeza, inmediatamente viste como de la ramita salia una sabia de color blanca con un sabor bastante peculiar, no era amargo pero si tenia un toque amargo en el al igual que un toque dulce, era extraño pero la consistencia era como la de un gel. La sabia fue bajando por las ramitas partidas hacia la boca de Sayna que estaba abierta, recibiéndola con gesto de placer antes de tirar las ramitas vaciás a un lado con el gel entre sus labios, lentamente fue bajando la cabeza y te tomo de las mejillas, acercando mucho sus labios a los tuyos y con cuidado y despacio fue vertiendo el gel de boca a boca. Conforme lo hacíais Sayna fue moviendo la lengua alrededor de la tuya, besándote ahora de forma mas pervertida compartiendo el sabor y la pasta blanca en ambas bocas, habia un aliciente, te había soltado las manos para que ya pudieras relajarte mientras te ayudaba a incorporarte un poco para que quedarais semisentadas ambas unidas por el beso.
En cuanto volviste a mirarla te encontraste de nuevo con su rostro justo delante del tuyo y con sus manos te impidió que te sobresaltaras y te movieras. -La capacidad...de ver...tu pasado...es la misma...que uso...para saber lo que piensas...no crees que es lógico?- Se aparto y fue caminando hacia atrás, quedando en tu espalda. -Recta.- Mas que pedirlo lo exigió y espero pacientemente a que te pusieras recta antes de sacar una pluma de su ala, mirando en todo momento tu espalda. -Magia...vas a ver...si...quizás duela...pero lo soportaras...o no, eso ya no es mi problema...quieta.
Escuchaste unas palabras que no podías entender, era parecido a cuando la elfa conjuro las hadas para veros pero al contrario que aquella vez parecía que las palabras fueran dichas por varias personas al mismo tiempo, como si la voz de Umbra retumbara y reverberara varias veces en diferentes tonos. De repente una especie de tentáculos negros te amarraron las manos mientras un tercero te tapaba los ojos inmovilizandote con fuerza para que no pudieras cambiar de postura, notabas la pluma pasando por tu espalda como si estuviera dibujando algo en ella pero no sentías dolor solo un hormigueo que ardía en esa parte pero no lo suficiente como para que te doliera, solo molestaba.
Tenía razón, había sido una estúpida por no pensar que estaría leyendo su mente, por lo que intento mantenerla en blanco todo el tiempo que pudo, aunque empezó a ser complicado cuando de repente aparecieron esos tentáculos que la agarraron. Apretó los dientes, esperando alguna punzada de dolor por lo que había dicho, pero sólo sintió un leve hormigueo y arañazo en su espalda. No sabía lo que era, pero decidió mantenerse en blanco, usando toda su fuerza de voluntad para no empezar a hacer mil conjeturas, quería demostrar que podía aceptar algo sin entenderlo, aunque fuese completamente contra sus principios. Esperó pacientemente, sin decir ni hacer nada hasta que su maestra terminase.
—¿Tienes? Suena como una obligación... —bromeó en un vago intento por picar a Sanya, sin embargo se mantuvo tal y como le había mandado, mostrándose dócil, quizás queriendo demostrar que era sincera cuando afirmó que sería capaz de obedecerla a ciegas. Lo cierto es que en aquellas circunstancias le costaba estarse quieta, notaba el característico ardor de aquella que ha sido estimulada hasta que han logrado prender su llama. Suspiró agradablemente por lo bajo, sin perder ojo de su tutora.
Afirmó con un asentimiento a sus preguntas, con los labios aún curvados en una ligera sonrisa.
Dellanie no se hizo de rogar, aunque observó con cierta sorpresa aquellas ramitas y el fluido que emanó de ellas, haciendo que aquella situación la hiciera arquear una ceja. Definitivamente, el pueblo élfico estaba muy vinculado a la naturaleza. La coloración de aquel gel le hizo pensar en un símil evidente, si bien no es algo que fuera a rechazar. Al principio se mantuvo quieta, dejando que ella tomara la iniciativa y embadurnara sus labios y lengua de aquello tan sabroso y aromático que manaba ahora de la boca de su commpañera, pero pronto se lanzó a corresponder aquellos intensos y apasionados besos, en los que no se contuvo.
Cuando notó las manos libres, dirigió con inmediatez una de ellas al hombro de Sanya por tal de conseguir un punto de apoyo, mientras la otra buscaba activamente posarse allá donde la espalda perdía el nombre, presionando con suavidad pero con firmeza sus nalgas, atrayéndola contra sí, tras haberse sentado enfocada a ella.
Te estabas esforzando y la verdad es que estabas consiguiéndolo, tenias la mente todo lo en blanco que podía estar, hasta que por supuesto no era todo lo que iba a pasar. La joven puso una mano en tu cuello acercándote mas y mas a ella mientras los tentáculos te mantenían en la misma postura, no sabias lo que estaba pasando hasta que sentiste como algo afilado se colocaba justo en medio de lo que había estado dibujando. -Dije...que doleria...esto no duele…- Escuchaste a Umbra antes de sentir como si una espada se clavara en tu espalda y atravesara tu pecho, una sensación de calor que inundaba todo tu cuerpo como si se estuviera derritiendo por fuego y solo la mano de Umbra te estuviera sirviendo de apoyo para no quebrarte ante tal shock.
-Veré...que eres capaz...de hacer…- Susurro mientras continuaba haciendo lo que estaba haciendo, manipulando las corriente de magia de tu cuerpo mientras lentamente ibas cayendo en un estado de inconsciencia plagada de sueños extraños que parecían sacadas de una película infantil de magia y bestias extrañas.
No postees
El beso era casi de dos amantes, sentías las firmes nalgas de la elfa en tus manos, como ella no parecía querer rechazarte, pero también notabas algo. Era como un estado extraño, como si todo estuviera pasando en un sueño, un sueño muy agradable, la luz que daban las hadas era como si se tratara de un humo extraño y los labios de la elfa como si fueran la mas bella de las melodías. Lentamente notabas como tu cuerpo pesaba, pero pesaba de forma agradable, mientras la elfa seguía mimandote, seguía calentándote, tu cuerpo ardía si pero no ardía de deseo incontrolable, ardía de lujuria controlada y mientras Morfeo te reclamaba en su sueño, la elfa te fue mirando casi con cariño-
No postees