...decid que sus amigos ya han llegado. Llevad el mensaje donde siempre. Ya sabéis...

Era la voz inconfundible de Cesáreo la que hablaba, pero ¿a qué se refería?. ¿Acaso el mensaje era para don Mateo? ¿sus amigos erais vosotros?. Era imposible saberlo... quizá te estuvieras volviendo paranóico con todo aquello...

Cesáreo hablaba con los dos hombres de la mesa del fondo cuando entraste nuevamente en la taberna. Tu entrada le pasó desapercibida, y antes de que hubieras dado cinco pasos ya lo tenías sobre ti:

¿Otra vez aquí? ¿acaso queredes sacarme de las mías casillas? ─te espeta sin más. Sin duda tu vuelta no le ha gustado un pelo.

Tancredo silba, arrítmicamente, mientras camináis hacia la taberna del loco.

Ganas tengo de dar uso a las dos sin hueso, que ya casi ni macuerdo, ¡et vive Dios si farélo cuando lleguemos a Cas el Loco! ─exclama animado.

Encojióse de hombros cuando se topó de espalas al Cesáreo, que con razón malas pulgas se gastara, mas el juglar sacó la mejor sonrisa que tuviese et negó en tono cordial.

-Non, non sería tal mi intención, que tan sólo quería mear antes de partir. Con tanto ajetreo et discusión a la que non estoy acostumbrao, se me bajó to' el agua. Dixéme donde tengais las letrinas, que en cuanto la desahogue non me veis más el pelo.

¡Ya está bien de pamplinas zagal! ─exclama gesticulando acaloradamente moviendo los brazos arriba y abajo ─¡ve y afloja vejiga en cualquier esquina! ¿o prefieres que te eche a patadas?.

Acercóse el Urraca a la Belarda, dejando atrás el callejón, con el rostro avinagrado, frustrado con el suyo compañero el juglar et con el hecho de non haber podido trepar como hubiere querido.

-El jodido juglar ha conseguido cortar la conversación en lo más interesante... -mascullaba, escupiedo su frustración.

Una vez estuvo junto a la mujer, fuera del callejón, contóle lo que hubo podido escuchar desde allá.

-Non cabe duda de que el Cesáreo algo tragina, et aquesos dos omnes que non paraban de mirarnos algo tienen que ver. "...decid que sus amigos ya han llegado. Llevad el mensaje donde siempre. Ya sabéis...", han sido las palabras del posadero. Non puedo estar seguro de si fablaban de Mateo, et nada más he podido escuchar, pues rápidamente se ha puesto Cesáreo de mala leche a atender al Lorenzo.

Fizo una pausa el mendigo, et suspiró, viendo que poco respiro encontrarían aquella noche.

-Habemos de seguirles, Belarda. Pudiere ser que Mateo haya localizádonos ya: habemos de estar seguros, et ver a quién llevan aquesos desgraciados el mensaje. Non podemos ceder ni una migaja de ventaja, o bien sabemos que será el nuestro fin...

Maldije entre dientes cuando contome el Urraca que el mozo habíale esburciu el intento de andar en escuchas.

- La puta que lu parió. Ya sabía yo que el mozu no ibanus a traer más que problemas.

El cabrón del meón habíanus jodío la ocasión, mas a buen seguro que había agarrau el Urraca lo bastante.

- Seguirles parésceme buena idea, mas bien nus vale guardar buena distancia, al menus a mi, que con lo que me pesan las tetas a buen seguro que oiranme si les pisamos los talones.

Sonreí, mas seria fablaba, pues más valía guardarse en callejones* a buena distancia que andar soplando nucas e ser descubiertus.

Negó lentamente con las manos desnudas por delante -Non, non Cesáreo, que yo de verdad que solo quiero echar el vino que nos hemos tomado aquí. Que non son las letrinas para los que vienen aquí a refrescar el gaznate durante un rato? Aisi fize antes et agora lo quiero echar. Non vais a permetirmelo?

-Ya quisiere más de una tener el vuestro busto, Belarda -el Urraca sonreía, mas, lo que facía sólo un par de días hubiese sido una broma con el fin de llevar a la cama a la Belarda, quedóse en un simple chascarrillo verde, sin ninguna intención más allá de relajar un poco la tensión acumulada tras los recientes sucesos et la paranoia que sufrían-. Desde luego, yo non pienso apartarme de aquesas dos preciosidades.

Zagal, non tentades vuesa suerte ─es lo último que dice alzando la mano y señalando con el índice la puerta.

Para cuando eso, los dos hombres del fondo ya se han levantado y se dirigen hacia ti.

Sonreí ante la picardía del Urraca, que no cejaba en el empeñu de andar seduciéndome. Divertíanme sus intentos, e bien merescerían la compaña de alguna de mis mozas cuando tuviere tiempo de arreglar tal encuentro, aunque por el momentu no daba para tal. Quedeme yo a la espera de que salieren los mandaus, e asín poder seguirlus por las callejas, de las cuales fui dando cuenta en de pocu en pocu.

Exhaló un suspiro et salió de nuevo de aquel lugar, non por Cesáreo, mas por os dos brutotes que acercábansele. Non importaba, ya encontraría lugar donde fazer lo que tenía por fazer ante lo turbio que se tornaba esta estoria. Claro quedaba que non tocaría para alegrar la vida a la gente mientras con esta gente se inmiscuyera, et lo certo es que non tenía intenciones de dejarlos por el momento. Quería encontrar a Dagoberto. Su intuición se lo dictaba, et su curiosidad le conducía.

Así pues, cuando saliera, torcería la esquina para encontrarse de nuevo con Belarda.

Nuño miró con desprecio a Tancredo. Omne fácil y de mente sencilla, que disfrutaba de los más bajos placeres de la carne, pero que hasta agora había sido un buen aliado. Había de guardar que esa sin hueso y su facilidad para sacar a relucir la otra y su bracamante, que eran siempre ambas fuente de problemas. 

De todos modos la preocupación del de Barriuso, sin embargo, se centraba más en lo que encontrasen el Urraca y el resto, pues si Vallejo estaba agora en casa del Cesáreo, no quería perder la oportunidad de ajustar cuentas con él.