En 1067, a través de una unión matrimonial, Carcassonne pasó a ser propiedad de Raymond Bernard Trencavel, vizconde de Albi y de Nimes. Los siglos siguientes, los Trencavel se aliaron unas veces con los Condes de Barcelona, otras con los de Toulouse. Por ejemplo, a finales del siglo XII, el vizconde de Carcassonne era feudatario del rey de Aragón, Alfonso II. Los Trencavel construyeron el castillo condal y la basílica de San Nazario.
Carcassonne es famosa por su papel durante la cruzada contra los albigenses, cuando la ciudad era un feudo de los cátaros. En agosto de 1209, el ejército de los cruzados de Simón de Montfort forzó la rendición de la ciudad después de un sitio de quince días. Tomó como prisionero a Raymond Roger Trencavel, que se convirtió en el nuevo vizconde. Amplió las fortificaciones y Carcassonne se convirtió en una ciudadela de la frontera entre Francia y la Corona de Aragón. En el año 1213, la batalla de Muret, ganada por Simón de Montfort contra el rey Pedro II de Aragón, marcó el preludio de la dominación de los reyes de Francia sobre Occitania.
En 1240, Raymond Trencavel II hijo de Raymond Roger Trencavel intentó reconquistar sus antiguos dominios, pero no lo consiguió, siendo expulsado junto con los ciudadanos que le apoyaron en la revuelta. La ciudad pasó a estar definitivamente bajo el control del rey de Francia en 1247, cuando Raymond Trencavel II renunció formalmente a su título de vizconde entregando el sello familiar. Luis IX perdonó entonces a las gentes que secundaron la revuelta y les permitió volver a Carcassonne con la condición que se quedasen en la orilla occidental del río, fundándose la parte nueva de la ciudad al pie de la colina, llamada la Ciudad Baja o Bastida de San Luis. Luis y su sucesor, Felipe III, construyeron las fortificaciones exteriores. En esa época, la fortaleza se consideraba inexpugnable. Durante la Guerra de los cien años, Eduardo, el Príncipe Negro, no consiguió tomar la fortaleza alta en el año 1355 aunque sus tropas sí consiguieron tomar la ciudad baja, que saquearon.
LAS CIUDADES
Nos situamos en la baja Edad Media europea. Las gentes que antes vivían en el campo en su mayoría, para cultivar las tierras de sus señores, deciden reunirse en los núcleos poblacionales ya que el feudalismo está en decadencia debido a las cruzadas. Estos núcleos vienen dados por antiguos asentamientos romanos ya existentes, o por zonas de paso de mercaderes, o por la existencia de un castillo cercano.
Hay un aumento de la producción agraria, motivado por el cese de las grandes invasiones y de las guerras señoriales y por los avances en las técnicas agrícolas. Los agricultores al producir más se permiten vender el excedente y comerciar con él.
Los artesanos de un mismo oficio (curtidores, plateros, tejedores, etc.) se agrupaban en calles que recibían el nombre de su actividad. El trabajo artesanal se organizaba en talleres, propiedad de un maestro artesano; el taller y la vivienda solían estar juntos. Se reunieron en gremios (corporaciones de artesanos de un mismo oficio) para protegerse de la competencia y controlar la producción, establecían normas y controlaban la calidad y el precio de los productos.
Se retoma el uso de las monedas, aparece la figura del cambista (cambia y presta dinero), dará origen a los bancos.
LAS CLASES SOCIALES
El crecimiento de las ciudades formó un nuevo grupo social no privilegiado: la burguesía. Se dedicaba al trabajo artesanal y al comercio y no dependía de ningún señor feudal. El origen de la riqueza de los burgueses era el dinero, no la tierra. Se distinguía entre: – Alta burguesía: formaban parte de ella los grandes comerciantes y los banqueros. – Pequeña burguesía: la constituían los maestros artesanos y los pequeños comerciantes.
En las ciudades vivían otros grupos sociales: nobles, eclesiásticos y gentes humildes, además de minorías como los judíos.
LA FAMILIA
La familia era la primera unidad de producción para los campesinos medievales. En los hogares vivía la familia nuclear aunque era común encontrar a los abuelos habitando con ellos. Cada miembro de la familia tenía una función en ella, existiendo así una división del trabajo según el sexo, la edad o el status de la persona. Mientras que los hombres y jóvenes trabajaban las tierras, las mujeres eran las encargadas del ganado, del huerto, del vestido y de la preparación y conservación de los alimentos.
MUJERES Y NIÑOS
La Iglesia consideraba a la mujer como un mal para el hombre, como razón explicaba que: en el paraíso había sólo presencia de dos hombres y una mujer, y que esta mujer, Eva, no descansó hasta conseguir que Adán fuera expulsado del Edén.
Estas concepciones de la mujer pasan a formar parte de la mentalidad cotidiana de la época. La mujer como demonio, algo inferior a la par que pérfido. Además de la Iglesia, que importante papel juega con la predicación de estos planteamientos en una sociedad temerosa de Dios, serán también aristócratas y laicos quienes adquieran esta visión de la mujer, se consolida la idea de inferioridad femenina.
Encontramos en el amor caballeresco, muy posiblemente surgido de la estimación que se le hace a la Virgen, la concepción de la dama mundana, a la que el caballero profesaba auténtico amor, un amor muy diferente al del matrimonio. En estas visiones, que como ya se ha citado, aparecen reflejadas en novelas y poemas caballerescos, encontramos a una mujer depravada, descarada, tonta, además de otras que aparecen como brujas maliciosas, situando siempre en medio de ellas al amor, valga el término platónico, hacia un caballero.
Con respecto a la educación femenina, podríamos comenzar haciendo una división en tres del sexo femenino, por un lado las mujeres dedicadas a la vida religiosa, por otro lado mujeres de la aristocracia y por el último la mujer perteneciente al pueblo llano. Cada grupo recibía un tipo de educación diferenciada, la mujer aristócrata era educada en grandes señoríos; la mujer religiosa en colegios conventuales y, por último, la mujer llana, cuya educación era precaria, se llevaba a cabo en escuelas elementales, las cuales se encontraban en la ciudad, pudiendo darse también algunas de ellas en el campo. Hay que tener presente que en la Edad Media la alfabetización era escasa en el hombre, con lo cual aún más inferior sería en la mujer. La educación se refería sobre todo a asimilar bueno modales, religión y labores de hogar; en el ámbito intelectual poco aprendían. La mujer cortesana debería prepararse para un buen posicionamiento en la sociedad; estaba mal visto que supieran leer o escribir, a no ser que fueran monjas.
Durante la Edad Media, la población se dividía entre adultos y pequeños adultos, nombre que recibían los niños. Y esta anécdota permite ilustrar la diferencia de trato y consideración que hacia los niños existía si comparamos el medievo con los tiempos actuales. El niño es concebido como homúnculo (hombre en miniatura), no hay evolución, cambios cualitativos, sino cambio desde un estado inferior a otro superior, adulto (Tomás de Aquino). Todo ello se refleja en la frase siguiente: “Sólo el tiempo puede curar de la niñez, y de sus imperfecciones”. Por tanto, el niño debe ser educado para ser “reformado”.
Eran tiempos extremadamente difíciles para los humanos adultos y, en consecuencia también para los niños.
Se consideraba la maternidad como la función esencial de la mujer. A la descendencia se la consideraba una mano de obra barata y productiva, un seguro para la vejez. Durante sus primeros años eran acusados con calificativos y desprecios: se les trataba de inútiles, perezosos mentirosos, llorones, traviesos que a veces hastiaban a las familias, hasta llegar a abandonarlos , más como se consideraban poseedores de alma se crearon orfelinatos para recoger a los niños abandonados.
Los niños de familias económicamente acomodadas, los enviaban al campo donde eran criados por familias que cobraban por cuidarlos, después eran enviados a las escuelas donde la mayoría eran de monasterios y parroquias, había fundaciones señoriales y en otras ocasiones una ciudad contrataba a un maestro para que diera clases privadas, se daban clases particulares a los privilegiados que podían pagar algún tutor privado.
Los hijos de la nobleza eran pajes desde los 7 a 14 años, después eran escuderos y a los 21 años recibían el cargo de caballeros, Su formación y entrenamiento consistía en el manejo del arco, lanzas y lucha con espadas o cuerpo a cuerpo.
Las niñas recibían información de cómo comportarse en la vida social, hacer bordados y aprendían a leer para que pudieran dedicarse al estudio de libros religiosos, y decidirse por ser esposa de un caballero o profesar en un convento de por vida
CRISTIANISMO
Durante el siglo XIII, la Iglesia bizantina dirigida por Constantinopla continuó afirmando su autoridad universal. En el siglo XIII, esta aseveración se estaba volviendo cada vez más irrelevante a medida que el Imperio Romano Oriental se reducía y los turcos otomanos conquistaban la mayor parte de lo que quedaba del Imperio Bizantino (indirectamente ayudado por las invasiones del Oeste). Las otras iglesias de Europa oriental en comunión con Constantinopla no formaban parte de su imperio y actuaban cada vez más independientemente, alcanzando el estatus de autocéfalo y solo reconociendo nominalmente la posición de Constantinopla en la jerarquía de la Iglesia. En Europa occidental, el Sacro Imperio Romano se fragmentó, haciéndolo también menos imperio.
En el siglo XIII hubo un intento de supresión de varios grupos percibidos como heterodoxos, como los cátaros y los valdenses y el aumento asociado de las órdenes mendicantes (en particular los franciscanos y dominicos), en parte como una forma de alternativa ortodoxa a los grupos heréticos. Esas dos órdenes se convirtieron rápidamente en contextos para algunos de los teólogos escolásticos, produciendo teólogos tan "escolásticos" como Alejandro de Hales (franciscano) y Tomás de Aquino (dominico), o el franciscano Buenaventura de Fidanza. También hubo un florecimiento de la teología mística, con mujeres como Matilde de Magdeburgo que desempeñaron un papel prominente. Además, el siglo puede considerarse como un período en el que el estudio de la filosofía natural que podría denominarse anacrónicamente "ciencia" comenzó a florecer en manos de hombres como Roberto Grosseteste y Roger Bacon.
La Cuarta Cruzada, autorizada por Inocencio III en 1202, tenía la intención de recuperar Tierra Santa, pero pronto fue subvertida por los venecianos que utilizaron las fuerzas para saquear la ciudad cristiana de Zara. Finalmente, los cruzados llegaron a Constantinopla, pero en lugar de seguir hasta Tierra Santa, los cruzados saquearon Constantinopla y otras partes de Asia Menor, estableciendo efectivamente el Imperio Latino de Constantinopla en Grecia y Asia Menor. Esta fue la última cruzada patrocinada por el papado; las cruzadas posteriores fueron patrocinadas por particulares. Así, aunque Jerusalén se mantuvo durante casi un siglo y otras fortalezas en el Cercano Oriente permanecieron en posesión cristiana durante mucho más tiempo, las cruzadas en Tierra Santa finalmente no lograron establecer reinos cristianos permanentes.
IGLESIA ORTODOXA RUSA
El gobierno mongol en Rusia duró desde el siglo XIII (el ejército de Genghis Khan penetró en Rusia en los años 1220) hasta el siglo XV, la iglesia rusa disfrutó de una posición privilegiada, obteniendo la exención de los impuestos en 1270. A través de una serie de guerras con países musulmanes, la iglesia efectivamente se estableció como la protectora de la ortodoxia.
CÁTAROS
Las raíces de la creencia cátara proceden del gnosticismo y del maniqueísmo. En consecuencia, su teología era dualista radical, basada en la creencia de que el universo estaba compuesto por dos mundos en absoluto conflicto, uno espiritual creado por Dios y otro material forjado por Satán.
Los cátaros creían que el mundo físico había sido creado por Satán, a semejanza de los gnósticos que hablaban del Demiurgo. Sin embargo, los gnósticos del siglo I no identificaban al Demiurgo con el Diablo, probablemente porque el concepto del Diablo no era popular en aquella época, en tanto que se fue haciendo más y más popular durante la Edad Media.
Según la comprensión cátara, el Reino de Dios no es de este mundo. Dios creó cielos y almas. El Diablo creó el mundo material, las guerras y la Iglesia católica. Esta, con su realidad terrena y la difusión de la fe en la Encarnación de Cristo, era según los cátaros una herramienta de corrupción.
Para los cátaros, los hombres son una realidad transitoria, una «vestidura» de la simiente angélica. Afirmaban que el pecado se produjo en el cielo y que se ha perpetuado en la carne. La doctrina católica tradicional, en cambio, considera que aquel vino dado por la carne y contagia en el presente al hombre interior, al espíritu, que estaría en un estado de caída como consecuencia del pecado original. Para los católicos, la fe en Dios redime, mientras que para los cátaros exigía un conocimiento (gnosis) del estado anterior del espíritu para purgar su existencia mundana. No existía para el catarismo aceptación de lo dado, de la materia, considerada un sofisma tenebroso que obstaculizaba la salvación.
Los cátaros también creían en la reencarnación. Las almas se reencarnarían hasta que fuesen capaces de un autoconocimiento que les llevaría a la visión de la divinidad y así poder escapar del mundo material y elevarse al paraíso inmaterial. La forma de escapar del ciclo era vivir una vida ascética, sin ser corrompido por el mundo. Aquellos que seguían estas normas eran conocidos como Perfectos. Los Perfectos se consideraban herederos de los apóstoles, con facultades para anular los pecados y los vínculos con el mundo material de las personas.
Negaban el bautismo por la implicación del agua, elemento material y por tanto impuro, y por ser una institución de Juan el Bautista y no de Cristo. Asimismo se oponían radicalmente al matrimonio con fines de procreación, ya que consideraban un error traer un alma pura al mundo material y aprisionarla en un cuerpo. Rechazaban comer alimentos procedentes de la generación, como los huevos, la carne y la leche (sí el pescado, ya que entonces era considerado un "fruto" espontáneo del mar).
Siguiendo estos preceptos, los cátaros practicaban una vida de férreo ascetismo, estricta castidad y vegetarianismo. Interpretaban la virginidad como la abstención de todo aquello capaz de “terrenalizar” el elemento espiritual.
VALDENSES
El movimiento valdense surge en el siglo XII a partir del movimiento de los Pobres de Lyon y de la predicación de Pedro Valdo. Es actualmente considerada como una iglesia protestante, movimiento al que se unió en el siglo XVI.
Los valdenses se proclamaban sucesores directos de los cristianos primitivos, quienes durante las persecuciones por parte de los romanos en el siglo I se dispersaron por toda Europa y luego, cuando surgió la Reforma protestante, se unieron a ella.
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DISTRIBUCIÓN DE EUROPA EN LA EDAD MEDIA
DISTRIBUCIÓN DE TERRITORIOS FRANCESES EN EL S.XIII
MAPA DE CARCASSONNE