| JUGADA MASTER |
Era un día como otro cualquiera en Lisboa, un lugar con bastantes casos intrigantes en cuanto a aspecto policial se refiere. Hacía tan solo un par de semanas, Robert se había encargado personalmente de un caso de asesinato que, según había podido averiguar, había sido un ajuste de cuentas entre dos traficantes de drogas cuando en un principio se había sospechado de un trío amoroso.
Robert, vestido con una túnica negra, al igual que su ayudante Michael que iba a su lado, se encaminaba hacia la comisaría. El jefe le había llamado hacía ya quince minutos y le había ordenado que acudiera inmediatamente a su lugar de trabajo. Por su eficacia, Mike Scott, el jefe de la comisaría, le había concedido unos días de descanso mientras no hubiera nada importante que hacer. Sin embargo, Mike le había llamado dos días antes de que terminaran sus cortas vacaciones, así que debía tener algún caso por resolver y que iba a adjudicarle expresamente a él.
Robert y Michael caminaban, éste último con un bloc de notas bajo el brazo y un bolígrafo en el bolsillo exterior. Ese día había salido soleado y unas gafas de sol oscuras impedían que cegaran al detective más famoso de Lisboa. Los periódicos hablaban maravillas de él, todos coincidían en lo mismo: era un detective prácticamente imposible de engañar. Cualquier caso que le fuera adjudicado quedaba resuelto, le costara lo que le costara. Algunos que intentaban desprestigiarle aseguraban que sus métodos eran ilegales, que utilizaba formas de maltrato para sonsacar información a aquel que se resistiera, pero en cuanto algo así salía publicado, algún fan incondicional se apresuraba a desmentirlo. En ocasiones, el propio Michael tenía que ser el encargado de desmentirlo, pero Robert le había pedido que no lo hiciera más. El periodismo era así, no todo el mundo trabajaba de esa manera, pero siempre habría alguien que se encargara de inventar trapos sucios del detective con tal de conseguir más lectores.
Durante una temporada, la gente le pedía autógrafos pero Robert siempre se negaba. No se consideraba ningún héroe ni ningún famoso que mereciera tal atención y, siempre con una sonrisa, les decía que no iba a firmar ningún autógrafo. Él simplemente se dedicaba a hacer su trabajo, pensaba. Puede que hubieran detectives mejores o peores, pero simplemente trabajaba y se implicaba a fondo. Esa era la razón por la que Michael le adoraba tanto. Se había convertido en su líder y le seguía a todas partes. En muchas ocasiones, Robert se sentía obligado a pedirle que le dejara solo. Y otras muchas, le pedía que le dejara a solas con Catherine Paolinni, una compañera de trabajo muy atractiva.
Caminaron hasta que llegaron a la comisaría, que estaba situada en una calle céntrica de Lisboa. La gente entraba y salía, muchos esposados y otros con las manos llenas de papeles. Allí mismo se encontraban los calabozos, así que muchos eran retenidos allí hasta un juicio justo. Subieron las escaleras centrales, mientras algunos policías le dedicaban saludos a Robert. Atravesaron la recepción, cruzaron un pasillo y se encontraron ante la puerta abierta del despacho de Mike, el jefe de la comisaría. El hombre parecía estar envuelto en un mar de confusión, mirando papeles, cambiándolos de sitio para poder mirar otros... Hasta que alzó la mirada, por encima de sus gafas, para encontrarse con la de Robert.
- ¡Por fin, Robert! Te estaba esperando... ¡Hola, Michael! Sentaros, por favor, necesito vuestra ayuda- dijo, señalando los asientos de cuero que quedaban justo delante de su escritorio, en ese momento empapelado. El hombre era un poco grueso y de baja estatura. Su pelo moreno, apartado recientemente de la frente, parecía empapado en sudor. Algo le ocurría.
| DESPACHO DEL JEFE |
Con paso firme y decidido entré en el despacho del jefe Mike Scott, encargado de dirigir todas las operaciones de aquella comisaría tan prestigiosa desde que Robert trabajaba con nosotros. Saqué mi bloc de notas para empezar a anotar todo lo que Scott nos contara sobre el caso que íbamos a tener que investigar.
- Buenos días, señor- dije, ya que era por la mañana bien temprano.
Sonreí amablemente y le hice un gesto con la mano a Robert para que se sentara primero.
| DESPACHO DEL JEFE |
De repente mis vacaciones se habian terminado...pero esa era mi vida, mi vocacion, para lo que habia nacido y lo que mejor sabia hacer.
Alli estabamos de nuevo mi fiel asistente y yo, entrando en la comisaria, unos minutos despues alguien mas habria perdido la vida en este sordido mundo del que formamos parte...
Con un guiño complice entre en la sala delante de mi ayudante que ya sostenia complaciente la puerta, alli estaba mi jefe visiblemente nervioso, algo gordo debia estar pasando si me habia interrumpido de mis necesitadas vacaciones.
- Comisario, dije a modo de saludo mientras tomabamos asiento mi socio y yo para escuchar lo que el jefe tuviera que decirnos....
| MI DESPACHO |
Sonreí, nerviosamente, al ver que los ojos de ambos se encontraban con los míos. Tenía la mesa llena de papeles revueltos de otros casos que tenía pendientes por resolver. Desearía poder entregárselos a Robert, pero no quería preocuparle demasiado. Además, el caso que iba a encomendarle era incluso más importante que todos ellos.
- Bien, Robert... No te llamaría si no fuera importante, obviamente. El caso está demasiado avanzado y debemos actuar ya- comenté, encontrando el papel del informe sobre lo sucedido-. Anoche mismo nos llamó un matrimonio, avisando de que su hija pequeña estaba desaparecida... Sin embargo, aún no habían pasado las horas reglamentarias y como no podíamos ayudarles decidieron acudir a la prensa... Ya hay carteles pegados en las paredes de las calles con su foto y un número para llamar a la familia... La niña se llama Paulette, tiene cuatro años y necesita su medicina para sobrevivir diariamente. No hace falta decir que debemos encontrarla cuanto antes o podría morir- comenté, sacando uno de los carteles que había cogido de la calle. Su foto estaba justo en el centro.
- Empezaréis interrogando a los padres para preguntarles lo que sucedió exactamente, ya que a nosotros no nos dijeron demasiado... Estaban muy nerviosos- añadí, entregándoles un pequeño trozo de papel con la dirección. Estaba a un par de manzanas-. ¿Alguna pregunta?-.
| DESPACHO DEL JEFE - CASA PADRES PAULETTE |
Escuche atentamente las palabras del jefe que me exponia el nuevo caso, observe la foto de una niña. Habia desaparecido, y necesitaba tomar unas medicinas para seguir con vida...me quede mirando la foto unos minutos, por muchos casos que haya tenido y resuelto nunca podria acostumbrarme a esto...observe su mirada confiando en que pronto la devolveria feliz a su hogar.
Deacuerdo jefe, vamos a su casa, si tenemos cualquier problema llamare a la oficina,comente recogiendo la direccion y dandosela a Michael para que la anotara mientras me levantaba para coger mi tunica y volver a las calles de Lisboa.
Antes de salir de la comisaria me volvi hacia Michael pidiendole la direccion, si no la reconocia la buscaria en la guia.
Si se encuentra cerca iriamos andando de no ser asi lo hariamos en mi coche...
Al llegar a la casa de los padre toque al timbre una sola vez esperando a que me abrieran la puerta.
I Miss You
Nota master: Mike es el jefe y Michael es tu ayudante ;) No te preocupes, es normal que te hayas confundido jeje. Besitos. Te echo de menos.
| DESPACHO - CALLES DE LISBOA - CASA DE PAULETTE |
Asentí, con una sonrisa, cogiendo la nota donde el jefe había escrito la dirección de la casa. Podíamos ir andando, ya que la casa se encontraba a unas pocas manzanas. Gracias a eso pudimos comprobar que la calle ya estaba empapelada de carteles idénticos al que nos había enseñado el jefe Scott.
- Parece que se han dado prisa- comenté, mientras caminábamos. Después de varios minutos, llegamos a la puerta y mi detective preferido llamó, esperando que nos abrieran.
| CASA DE LOS NORTON |
Estábamos viendo la televisión, viendo los informativos por si ya se decía algo de nuestra hija. Sin embargo, los medios de comunicación aún no se habían hecho eco de lo sucedido. Estaba totalmente convencida de que mi hija había sido secuestrada e iba a hacer todo lo que estuviera en mi mano para recuperarla.
De repente, llamaron a la puerta y le di un apretón en la mano a mi marido, que rellenaba unos papeles frenéticamente. Abrí y me encontré con dos hombres. Uno era más joven que otro y tenía la esperanza de que fuera alguien con pistas... Aunque también podían ser unos farsantes.
- ¿Qué quieren?- pregunté, con el rostro serio y los ojos hundidos. Ese día había elegido unos pantalones lisos de tela beige, con un jersey negro de lana.
| CASA DE LOS NORTON |
Habia leido el apellido en los carteles, cosa que me ayudaria en el trato inicial con la mujer abrio la puerta, con un rostro serio y demacrado.
No tarde un segundo y luciendo una media sonria me presente sacando mi placa con la otra mano posiendosela cerca de su mano.
- Buenos dias señora, soy Robert Rickman detective de la policia de Lisboa y este es mi compañero Michael Harris, somos los encargados del caso, ¿le importaria que le hicieramos algunas preguntas?
| CASA DE LOS NORTON |
Estaba rellenando algunos formularios y algunos papeleos para presentar reclamaciones, recoger firmas, etc, cuando escuché la voz de un hombre que se presentaba ante mi mujer. Era detective. Dejé los papeles rápidamente y corrí hacia la puerta. Me coloqué detrás de mi esposa y le coloqué la mano en un hombro, para demostrarle que estaba con ella.
- Buenos días, señor Rickman- dije, estrechándole la mano, para hacerlo después con su ayudante-. Buenos días señor Harris... Pasen, por favor-.
CUANDO PASÉIS A LA CASA, OS ENCONTRARÉIS CON UN COMEDOR PARECIDO A ÉSTO:
| COMEDOR |
Sonreí amargamente. Por un lado estaba contenta de que me hubieran tomado ya en serio. Cuando llamé a la comisaría nadie me hizo caso, pero acudir a los medios de comunicación hacía su efecto. Por otro lado, el momento era amargo. Iban a preguntarnos por la última vez que habíamos visto a nuestra hija.
- Tomen asiento, por favor- les pedí, ofreciéndoles los dos sillones que quedaban al lado del sofá principal. Allí nos sentamos mi marido y yo-. Acabemos cuanto antes-.
| COMEDOR |
Sonreí al matrimonio, levemente, y me senté tras esperar unos segundos después de que me ofrecieran el asiento. Siempre me habían enseñado que uno no se debía sentar en el mismo momento en que te lo ofrecían. Ese detalle era de mala educación. Así que pasado ese tiempo, me senté en uno de los sillones, mientras sacaba el bloc de notas para ir anotando todo lo que dijeran. Y con "todo", me refería a absolutamente TODO. Cualquier cosa podía ser importante, cualquier gesto, cualquier palabra de la niña antes de desaparecer.
Me quedé en silencio, esperando a que Robert empezara con la ronda de preguntas.
| CASA DE LOS NORTON |
| Conjunta entre Jack Norton, Charlaine Smith, Michael Harris y Robert Rickman |
Robert: Agradeciendo a los señores su hospitalidad tomamos asiento donde nos indicaron y observe minuciosamente el salon donde me encontraba, sacando mi block comence mirando directamente a los ojos de ambos mientras repasaba mentalmente las pesquisas del caso.
- Bien lo primero queria decirles que hare todo lo posible para traer a su hija lo antes posible a sus brazos sana y salva, Tanto mi compañero como yo trabajaremos dia y noche para dar con lo ocurrido, Cuentenme lo ocurrido, traten de recordar hasta el mas minimo detalle no tengan prisa.
Jack: Asentí con firmeza, mientras observaba los bloc de notas de ambos hombres. Sin duda irían bien documentados cuando salieran de nuestra casa y podrían hacerse cargo del caso perfectamente.
- Simplemente no sabemos lo que ha sucedido... Ella sola no ha podido irse, porque depende totalmente de nosotros. Fuimos a darle de comer y a darle su medicina, pero ya no estaba... La última vez la dejamos en éste mismo sofá. No entendemos cómo ha podido suceder- explicó el padre.
Robert: El detective habia resulto numerosos casos pero arqueo una ceja levemente al escuchar, el comentario del padre, Tienen empleados en la casa, camaras de seguridad? sobre que hora la vieron por ultima vez y a que hora ya no la encontraron aqui?...
| CASA DE LOS NORTON |
Miré atentamente al detective Rickman y me encogí de hombros al escuchar sus preguntas. De repente, recordé algo.
- Bueno... Nadie trabaja aquí, al menos ahora...- comenté, mirando a mi marido, preocupada-. Hace poco despedimos a la limpiadora porque nos robaba dinero. Al parecer estaba necesitada, era una chica colombiana muy joven que tiene que mantener a sus dos hijos pequeños, pero no pudimos pasar por alto los numerosos robos que detectábamos en nuestras carteras- comenté, como si no tuviera importancia-. A las 14:30 aproximadamente fue cuando nos dimos cuenta que nuestra hija ya no estaba en la casa... Mi marido estaba trabajando y yo preparándole la comida. Le llamé en cuanto me di cuenta. Nuestra hija no es como cualquier otra niña que puede escaparse por su propio pie... Ella depende totalmente de nosotros, es como si fuera a seguir siendo un bebé el resto de su vida...- añadí, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.
| JUGADA MASTER |
Los padres de la niña desaparecida parecían no tener ni idea de lo que había sucedido. No habían notado nada raro, ni tampoco escuchado. Sin embargo, aseguraban que hacía poco habían despedido a una joven extranjera que les limpiaba la casa porque, según ellos, les robaba dinero de las carteras cuando las dejaban a la vista.
El ayudante del detective Robert, Michael, les pidió la dirección del lugar donde residía la muchacha pero ya que estaban allí preguntarían a los vecinos. Interrogaron a todos y cada uno de los que vivían cerca, incluídos sus hijos si los tenían o el personal de limpieza. Nadie había visto absolutamente nada y mucho menos algo que les resultara extraño. Robert y Michael se encontraban casi igual que al comienzo de la investigación. Lo único que tenían era la dirección de una antigua empleada que, por despecho, podría haberse llevado a la hija del matrimonio. A Además, Charlaine había asegurado que la puerta no estaba forzada, aunque la ventana sí estaba abierta. Eso podía significar dos cosas: que el secuestrador tenía llaves (lo que podía inculpar a la ex-asistenta) o que había entrado por la misma ventana abierta. Eran dos posibilidades que deberían tener en cuenta y que Michael anotó en su bloc.
Pasaron las horas y la noche llegó. Habían estado todo el día interrogando a vecinos, establecimientos cercanos, gasolineras, pero nadie había visto nada que les llamara la atención. Tras un día agotador de trabajo, el detective y su ayudante se fueron a sus respectivas casas, para descansar y reponer fuerzas. Justo cuando Robert se encontraba sentado en el sofá, alguien llamó al timbre de su puerta. El detective vivía en un bonito loft, en el mismísimo centro de Lisboa. Era pequeño pero confortable. Vivía solo así que realmente no le hacía falta demasiado espacio. Con el proporcionado por aquel loft le bastaba.
Cuando Robert mirara por el pequeño orificio de la puerta, iba a encontrarse con una mujer muy bella. Su cabello castaño brillaba bajo la luz del rellano y sus ojos marrones miraban de un lado a otro, esperando que el detective le abriera. No era una desconocida. Era la mujer de un jefe de policía, de otra comisaría diferente a la suya. Se le veía muy a menudo por el lugar de trabajo de Robert, no porque fuera a visitarle a él, sino porque mantenía viva la conexión entre ambas comisarías. Los trabajadores no podían contener un suspiro de admiración cuando la veían aparecer con sus sensuales vestimentas. Era una mujer realmente atractiva a ojos de cualquier hombre. Su tez blanquecina añadía fuego a esa atracción, que hacía resaltar con preciosos vestidos rojos. Sin embargo, para ese momento había decidido ponerse uno morado con un sensual escote acabado en pico, que dejaba a la imaginación unos pechos voluminosos. Sus hombros estaban cubiertos por un foulard blanco, de lana, y llevaba puestos unos zapatos de tacón del mismo color que dicha prenda. El vestido, bien ceñido a cada parte de su cuerpo, le quedaba fenomenal. Robert sentía una cierta debilidad por esa mujer con la que nunca había entablado una conversación de más de quince minutos. Por esa misma razón, se sorprendió al verla allí, ante su puerta, esperando con impaciencia que le abrieran.
Su nombre era atractivo como ella sola... Catherine... Catherine Paolinni.
| CASA DE RICKMAN |
| Conjunta entre Robert y Catherine |
Robert: Robert se encontraba comodamente sentado en su sofa descansando los pies, repasando las declaraciones y los informes cuando el timbre lo sobresalto, ¿Quien llamaria a estas horas?, su sorpresa fue en aumento cuando al mirar por la mirilla encontro a la atractiva compañera de trabajo, Catherine, la mujer del comisario Summers....
Aguarde unos segundos para quitar los cerrojos y al abrir la puerta salude cordialmente.
- Eh, buenas noches señorita Paolinni que sorpresa, ¿ocurre algo?-.
Catherine: Alcé la mirada cuando el detective Rickman abrió la puerta. Mis ojos recorrieron lentamente sus piernas hasta que llegaron a su rostro y mostré una sonrisa, a modo de disculpa.
- Siento molestarle a esta hora, señor Rickman, pero su jefe me ha pedido que viniera... Se trata del caso del que se está haciendo cargo desde hoy- comenté, colocándome bien el foulard-. Aunque si quiere podemos vernos mañana a una hora... No sé si ahora se encuentra ocupado-.
Robert: - No claro, pase, pase, ¿quiere tomar algo? Quizás no ha cenado todavía, o tenga algo de apetito, si puedo servirle cualquier cosa….comento ofreciéndole pasar a mi salón.
Siéntese póngase cómoda.
Fui hacia la nevera para sacarme una cola, y lo que ella me pidiera para beber o comer…
Catherine: Sonreí al mismo tiempo que cruzaba el umbral de la puerta y ésta se cerraba tras de mi.
- Me conformaré con un vaso de agua- comenté, sentándome en uno de los sofás y quitándome el foulard, dejando al descubierto mis hombros. Miré con atención los papeles que habían sobre la mesa-. ¿Está muy involucrado en el caso?-.
Robert: Serví su vaso de agua mi refresco y una jarra de agua por si quería más agua y me senté observando los informes, algo sorprendido ante su pregunta…
- Como en todos mis casos, aunque siempre es más impactante cuando se trata de un niño y más si está enfermo. ¿Por qué lo preguntas?. Y dime, ¿que necesita el comisario?-.
Catherine: Asentí con el rostro serio. Mi marido me había comentado algo sobre ese caso, al igual que el jefe Scott. Sin duda era una tragedia y miles de misterios rodeaban el caso. Cogí el vaso y bebí, lentamente.
- Su ayudante, Michael, me pidió que lo investigara todo sobre esa mujer... La asistenta de los Norton- dije, mientras abría mi bolso para sacar una carpeta pequeña donde guardaba papeles-. Aquí tiene toda su documentación... Al parecer, esa mujer ha sido detenida en varias ocasiones por robos y, efectivamente, tiene hijos menores, pero se le retiraron hace unos meses tras la denuncia de los Norton. La asistenta social consideró que esos niños no podían estar con su madre. Sin embargo, me han confirmado que ayer abandonó su casa porque le llegó una orden de desalojo por impagos y que no se le ha vuelto a ver por ningún sitio- comenté, dejando la carpeta sobre la mesa, junto a los otros papeles. Después, le miré a los ojos y aguanté, con la mirada clavada en sus preciosos ojos.
Robert: Escuche sus palabras y mantuve su hermosa mirada en todo momento, era muy atractiva pero lo que más me atraía de ella era su mirada… No podía evitar perderme en sus ojos cada vez que la miraba más de dos minutos.
Carraspee al volver a la realidad.
- Sinceramente he pensado en ella como sospechosa, pero… quizá sería realmente evidente, hemos de encontrarla y cuanto antes pero ella no creo que sea la culpable de todo esto… Mañana volveré a terminar el informe con los padres, tengo aun unas cuantas preguntas que hacerles-.
Note que mi mirada se desvió a sus hombros en dos ocasiones y me ruborice. Bebí unos sorbos de mi refresco para relajar la tensión.
Catherine: Asentí.
- Sí, yo también lo he pensado... Sería demasiado fácil, ¿no? De todos modos ella podría resultarle útil, señor Rickman- dije, cogiendo nuevamente el vaso para terminar el agua que me quedaba-. Yo podría ayudarle en lo que quisiera... Lo que necesite, pídamelo- añadí, después de dejar el vaso en la mesa. Sonreí, sabiendo que aquella proposición podía parecerle indecente, aunque no me iba a molestar en disculparme. Seguí mirándole, intensamente.
Robert: Devolví su mirada, con una ligera sonrisa curva que tanto me caracterizaba, humedeciendo suavemente mi labio inferior baje la vista repasando los informes y tras levantarme escogí cuatro de los libros que coronaban mi estantería.
- Lo mismo le digo señorita Paolinni, sabe que puede contar conmigo para lo que necesite. Tengo tres días para encontrar a esa niña. Pero aun no me vence el desanimo siento que hay muchas claves en este caso.
Catherine: Vi como me aguantaba la mirada para después levantarse. Sonreí, satisfecha. Eso significaba que un poco le imponía, así que me puse también en pie y le puse una mano en un brazo, que sostenían los libros.
- Quiero ayudarle... La mirada de esa niña me ha pedido que lo haga. Normalmente no suelo mezclarme en los casos, pero ésta vez haré una excepción...- dije, sonriéndole nuevamente, escudriñando sus ojos-. No quise venir antes porque pensé que quizá estaba ya acompañado y que ya tenía a alguien con quien cenar... Una lástima, ¿no le parece?-.
Robert: Sentí el contacto de su fría mano en mi piel y un escalofrió leve recorrió mi espalda, una oleada de su perfume invadió la estancia, olfatee cerrando los ojos un segundo, no podría olvidar ese aroma nunca, rosas rojas y blancas recién cortadas…
- Sigue usando Touche de roses por lo que veo, le comente sonriendo, nos separaban unos centímetros y esta vez el detective iba a mantenerse estoico ante tantas indirectas. Puedes ayudarme, me vendrá muy bien tu frescura y tu lucidez de ideas. Bueno, ya tienes una invitación vigente, y todas las que quieras, aunque ya te he dicho que si te apetece puedo cocinar algo.
Continuaba a su lado mirándola directamente a los ojos. Y sin darme cuenta coloque mi brazo libre en su brazo acariciando suavemente el pliegue de su vestido.
| CASA DE RICKMAN |
| Conjunta entre Robert, Michael y Catherine |
Robert: [...] Desperté junto a ella, como tantas veces, había soñado. Que consecuencias tendría esto… Nos habíamos dejado llevar, pero ahora poco importaba, a media madrugada, cubrí su cuerpo con un fino edredón y traje dos almohadones para que estuviera mas cómoda volví a abrazarla atrapándola entre mi cuerpo y dándole un beso en la frente me levante en silencio, y comencé a preparar un desayuno para alegrar su despertar, exprimí unas naranjas, coloque en un tazón varias frutas rojas troceadas y un par de tazas de café, con tostadas calientes y mantequilla aun humeaban cuando las coloque a su lado junto a una rosa blanca…
Comencé a besarla lentamente disfrutando de aquel momento que seguramente no se volvería a repetir, intentaría que fuera así, pero la situación era difícil, compleja si cabe…Continúe acariciándola hasta que poco a poco abrió sus preciosos ojos y me miro…
Catherine: Había soñado, seguro que había sido eso... Pero noté besos y caricias que me devolvieron a la realidad. La realidad era que nos habíamos dejado llevar y no me arrepentía de ello. Había estado deseándolo demasiado tiempo como para sentirlo. No me daba miedo lo que pasara a continuación ni si se volvía a repetir. No tenía miedo a mi marido o a las consecuencias de lo que eso traería. Iba a continuar viéndole si él lo deseaba, lo tenía clarísimo. No disfrutaba mi matrimonio y con Robert había disfrutado más de lo que había hecho en toda mi vida, incluyendo los años de casada.
Abrí los ojos y le sonreí. Era un magnífico despertar, sin duda. Olía a tostadas recién hechas y a zumo recién exprimido. Coloqué mis manos a cada lado de su rostro y le besé en los labios, cerrando los ojos para disfrutarlo cuanto pudiera. Temía que no volviera a repetirse, así que me separé y acaricié su cabello.
- Muy buenos días, Robert...- dije, soltando un suspiro al finalizar la frase. Me sentía muy llena, completa, pero sobre todo feliz-. Me alegro de que estés aquí...- añadí, acariciando sus hombros y sus brazos-. Mil gracias-.
Robert: Gracias a ti, Catherine conteste con una sonrisa acariciando sus mejillas, buenos días, dije mientras colocaba la bandeja entre los dos a su lado y cogiendo una cereza la acerque a sus labios acariciando suavemente su sonrosada piel…Bien Michael tardara unos 45 min en llegar tenía pensado volver a la casa de los padres, si te apetece puedes acompañarme. Comente mientras comenzábamos a desayunar, fui a terminar de asearme observándola en todo momento, me cambie de ropa y recogí los libros del suelo, no apartaba mi mirada de sus ojos.
- Estas preciosa con esta luz, comente sonriéndola plenamente. Gracias por esta visión divina.
Catherine: Comencé a desayunar, agradecida y al mismo tiempo alagada. Me trataba fenomenal y me sentía muy feliz a su lado. No entendía por qué todo tenía que ser tan complicado. No me atrevía a dejar a mi marido, así, de un día para otro... Además, él ya sabría que le había sido infiel al no verme a su lado en la cama. Sólo esperaba que no le diera problemas a Robert.
- Claro, te acompañaré- dije, dando un sorbo al vaso de zumo, saboreándolo mientras no podía apartar la mirada de Robert. Vi como se vestía, como se arreglaba y como me miraba con devoción. La misma con la que le miraba yo. Estábamos hechos el uno para el otro y, sin embargo, mi matrimonio lo complicaba todo-. ¿Crees que será un problema que vaya contigo? No sé, quizá a Scott no le haga mucha gracia... Puedo desconcentrarte- dije, soltando una risita, terminando de desayunar. Me levanté de la cama, desnuda, y cogí el vestido morado del suelo para después ponérmelo. Terminé de vestirme y me miré en el espejo del baño. El pelo lo llevaba revuelto, aunque no se notaba mucho la diferencia. Me gustaba llevarlo al viento, suelto. Saqué las pinturas del bolso y me arreglé, después me acerqué a Robert por la espalda y rodeé su cintura con mis brazos, besándole en la espalda un par de veces.
- ¿No hay forma de parar el tiempo?- pregunté, divertida.
Robert: Me sorprendió su pregunta, ella estaba tan preocupada como yo, no te preocupes ¿por que debiéramos evitarnos? Ante todo somos compañeros, que sigan creyendo eso. Puedes decirles que estuviste en la oficina hasta bien entrada la noche y decidiste volver esta mañana a realizarme la consulta al no encontrarme anoche en mi domicilio… No te preocupes tratare de no distraerme, soy un profesional, comente volviendo junto a ella y besándola tiernamente cogiendo sus manos junto a las mías.
Puede llevarte Michael a casa a cambiarte si lo deseas, no te preocupes Scott no pondrá trabas… de momento en mi opinión lo correcto sería no desvelarlo, podría repetirse si, pero debería ser secreto, prácticamente una parte de mi carrera estaba en sus manos y no me apetecia entrar en conflictos legales en medio de este caso, aunque llevara las de ganar…
Catherine: - Claro, no te preocupes... Ya me las arreglaré yo para que nadie sospeche nada- dije, intentando no pronunciar la palabra marido. No me gustaba estropear los momentos y quería disfrutar del momento brindado por la pasión-. No tengo problema en llevar el mismo vestido que ayer... Además, no quiero separarme de tu lado- le susurré al oído, con una sonrisa en los labios, acariciando sus manos.
Robert: - Voy a hacer una llamada a Scott, voy a pedir que pinchen la línea de la familia si el secuestrador se ha puesto en contacto con ellos probablemente estarán acobardados…
Llame al comisario y le solicite pichar las líneas de los padres y sus teléfonos móviles para captar y localizar la posible llamada de una petición de rescate.
Recogí el salón y continúe al lado Catherine compartiendo pequeños momentos junto a ella hasta que Michael llamo a la puerta.
Michael: Me había arreglado lo más rápido que pude ya que el despertador me había sonado tarde. Fui en bus hasta el loft del detective Rickman y llamé al timbre del portal, esperando que me contestara y bajara para continuar con la investigación. Le había dado muchas vueltas al asunto y tenía algunas teorías.
| CASA DE RICKMAN |
| Conjunta entre Robert, Catherine y Michael |
Robert: El timbre sonó, y me levante junto a ella del sofá. Este debe ser Michael, se ha retrasado un poco, descolgué y efectivamente allí estaba mi fiel compañero.
- Claro enseguida bajamos, ha venido la señorita Paolinni unos minutos antes que tu perezoso. Comente esbozando una sonrisa.
Acaricie su rostro al colgar, y sosteniendo su mirada, bese sus labios con miedo de que todo acabara como un sueño. El beso se prolongo unos minutos.
Cogí mi gabardina y mis informes y me dispuse a salir junto a ella borrándome el carmín de mis labios me eche unas gotas de colonia y espera a que Catherine estuviera preparada.
Catherine: Sonreí al escuchar la pequeña reprimenda que Robert le había dado a su fiel ayudante. Dejé que me besara después, poniendo mis manos en su cintura, aferrada a su ropa. Tenía miedo de salir fuera de aquel confortable loft, tenía miedo de que todo acabara con esa salida. Pero no teníamos más remedio, había una niña fuera que nos necesitaba, así que corrí a por el foulard y el bolso. Salí por la puerta y me encaminé hacia el ascensor, apreté al botón de llamar y miré al que ya era mi amante. Le deseaba a él, quería tenerle a mi lado siempre... Quizá cuando el caso terminara... El ascensor llegó y abrí la puerta, después entramos. Al bajar nos encontramos con Michael, le saludé con dos besos y nos pusimos en marcha.
[...]
Al cabo de unos minutos llegamos a la casa de los Norton. Habíamos decidido trasladarnos en mi deportivo negro, que lo había dejado aparcado delante del edificio donde vivía Robert. Cabían perfectamente cuatro personas, aunque detrás el sitio estaba algo limitado.
- Bien, ya estamos aquí... ¿Vamos?- pregunté, mientras salía del coche y esperaba a que ellos lo hicieran para cerrar con el mando.
| JUGADA MASTER |
El trío formado por Robert, Michael y Catherine habían decidido volver a hablar con los Norton. Michael tenía algunas teorías que no quería compartir con los demás hasta que no se hubiera concluido la segunda entrevista. Sin embargo, cuando llegaron a la casa del matrimonio y tocaron al timbre, nadie contestó. A todos les pareció extraño que no estuvieran en casa, y más aún cuando sabían perfectamente que se les necesitaría allí para futuros interrogatorios.
Los tres se miraron, preguntándose qué estaría pasando. No podían forzar la puerta porque era ilegal y podía ser que hubieran salido para algo, para hacer la compra...
Personalmente opino que deberiamos dejar la partida en pausa, esta partida como te dije una vez requiere un dialogo entre ambos que hoy por hoy no tenemos, asi que hasta que te dignes a que la cosa cambie no podremos realizarla. Por mi parte al menos, y para trabajar juntos en imprudence tb deberiamos tener dialogo.
Por no dejar a la gente colgada basicamente.