Las grandes puertas del castillo se encontraban a escasos pasos, desplegando ante nosotros toda su belleza y complejidad.
-La útima vez que intentamos evitar el enfrentamiento por poco sale muy mal. Si nuestra intención era escondernos de Drácula, nos hubiésemos quedado en nuestras casas. En todo caso, tú decides, Belmont.
Elijo entrar por la puerta principal.
En díficil situación me encontraba. Una vez acabamos con la bestia, se abría ante nosotros dos caminos que seguir: entrar por la puerta principal o seguir unas escaleras que conducían hacia lo que podría ser un piso inferior. ¿Cuál sería la mejor opción? Por un lado, tenía ganas de abrir de par en par el portón y mostrarle a Drácula que vamos tras él, pero por otro, el campesino quizás tenga razón en que lo mejor sería pasar desapercibidos, entrar sin que nos descubran y quizás ahorrarnos algún encuentro no deseado.
- Con suerte encontraremos una forma de avanzar sin llamar la atención por ahí abajo, tengo muchas ganas de encontrarme con Drácula pero Ismael tiene razón, deberíamos optar por ser más prudente, algo me dice que esta bestia no es si no un atisbo del horror que nos espera.
Quiero entrar por la puerta subterránea!
¿Aceptas ir por la puerta subterránea? ¿Decides ir en solitario por la principal?
Con cierta reticencia, respondo:
-De acuerdo, vayamos por la puerta subterránea, pero estemos atentos a las trampas y recordad que nuestro enemigo en aliado de las sombras.
Acepto a ir por la subterranea.