Una vez de acuerdo y despues de empacar de nuevo el equipaje volvéis nuevamente a la moderna estación de Santa Maria Novella donde tomáis el primer tren rumbo a Venecia. Por el camino os da tiempo a discutir varios detalles y preparar una estrategia.
Una vez en la Venecia "moderna" debéis tomar un vaporetto que os lleva a la ciudad flotante dejándoos muy cerca de la Plaza de San Marcos, llegaréis por la tarde, pronto se pondrá el sol y, con ello, la noche de carnaval.
-Esperemos entonces que no tengamos sorpresas cuando lleguemos al embarcadero privado – comentó, aceptando como el resto de sus compañeros que aquella era la forma más lógica de colarse en la isla.
Se unió al pequeño círculo que habían formado todos alrededor del plano. Madeleine no pudo evitar levantar la mirada mientras Lobo hablaba. Tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa mientras mostraba los puntos de interés en el mapa. Se notaba como crecía la tensión en el grupo.
Durante el trayecto rumbo a Venecia, Madeleine sentía el cosquilleo de los nervios y la expectación en la boca del estómago, y como sus pies no podían estarse quietos. De la ventana caminaba hasta los asientos, donde cambiaba de posición una y otra vez, hasta que al final, dándose por vencida, volvía a caminar por el pasillo. Quizás deberían cambiarse de ropa antes de intentar infiltrarse. Quizás L’Ourse podía seguir de cerca a Hans y Theresa mientras ellos intentaban colarse por otro lado. Quizás, quizás, y quizás. Su mente iba de una idea a otra sin llegar a ninguna conclusión.
- Haré algunas llamadas a mis contactos antes de coger el vaporetto – dijo en voz alta, recordando la proposición de Rick que nunca había respondido – por preguntar no perdemos nada - y esperaba, por el bien de todos, que eso fuera así y no pusieran sobre aviso a nadie.
David estaba inquieto. Había demasiados cabos sueltos en el plan y lo cierto es que no se le ocurría cómo solventarlos. Por no decir que el plan se reducía en llegar allí y ver qué pasaba. La idea de que la seguridad de sus compañeros, los que asistirían a la fiesta, dependiese de lo que hiciesen ellos fuera, no le gustaba nada.
-No podemos descartar ninguna posibilidad, obviamente-dijo David-De la motora lo que me preocupa es que obviamente hará ruido. Posiblemente pase inadvertida. Supongo que podemos apagar el motor cuando estemos a cierta distancia y hacer el último tramo a remo. Esperemos a ver qué resultado dan esas llamadas.
Parecía que por fin se ponían en marcha, algo que Rick agradeció sobremanera, permanecer tanto tiempo en aquel sitio empezaba a ponerle nervioso. Especialmente después de todo lo sucedido.
Una vez en el tren ocupo su tiempo, tras contar el dinero con el que contaban en el maletín* y lo que podrían conseguir por su propia cuenta, en discutir la estrategia a seguir.
No había mucho que discutir, el plan estaba sujeto con pinzas, dependían demasiado del azar y eso no le gustaba. Quizá podrían aprovechar el gentío de la fiesta y mezclándose entre la gente, con algo de suerte, dar con otros participantes en la subasta haciéndose con sus mascaras. Si esa era la invitación daría igual quien estuviera debajo, tanta teatralidad se mantendría para que el anonimato de los compradores prevaleciera ante la idea de robar la preciada profecía a los rivales una vez finalizada la subasta. Claro que si ya habían ido a por Theresa, nada podía garantizar que los alemanes no estuvieran eliminando al resto de la competencia mientras ellos se dirigían hacía Venecia.
Muchos cabos sueltos y poco tiempo para organizar nada con la suficiente seguridad, se movían sobre terreno movedizo y cualquier paso podría hundirlos.
Antes que se dispusieran a descansar, durante el trayecto, sugirió hacer guardia por turnos en caso que alguien los hubiera seguido. Al llegar a su destino tan solo podía esperar que todo saliera bien.
Tirada oculta
Motivo: Int + profesion
Dificultad: 15
Habilidad: 10
Tirada: 3 3 3
Total: 3 +10 = 13 Fracaso
Anne se sentía muy preocupada con aquel plan que apenas habían esbozado y que tenía todas las papeletas de salir mal, pero era lo único que tenían hasta el momento y, a falta de más máscaras para poder acceder a la subasta, no podían hacer otra cosa si querían estar presentes en la isla.
Pero sobre todo la mujer estaba preocupada por Hans, no sólo por el hecho de tener que dejarlo solo con Theressa y seguramente rodeado de nazis, sino también porque llevaba un tiempo notándolo raro, más callado de lo que era habitual en él, apenas participaba en las conversaciones quedándose en un silencio indescifrable para ella. Sólo esperaba que el joven no estuviera planeando alguna locura por su cuenta y que eso pusiera en peligro no sólo su propia vida sino también la de sus compañeros.
—Es una locura lo que pretendemos hacer, pero no nos queda más remedio que intentarlo —comentó, una vez en el tren sin que oídos u ojos indiscretos pudieran detectarlos, antes de retirarse por unos instantes a su compartimento para revisar sus armas. Tenía que tener cuidado con eso si no quería más adelante sufrir las consecuencias de un mal mantenimiento.
Tus contactos no saben demasiado sobre la puja salvo un viejo marchante medio retirado, un hombre con bastantes contactos en el mercado negro. Él te cuenta que la subasta se celebra en la Isla de San Jorge pare de la cual pertenece a la Fundación Cini, una institución benéfica que se dedica a la restauración de patrimonios nacionales italianos.
Además te dice que el tal Arlequín es solo un seudónimo y que tras el nombre hay varios traficantes y ladrones, por así decirlo es el nombre de una organización más que de una persona. La Interpol ha intentado en varias ocasiones iniciar acciones judiciales contra la Fundación Cini a la que, en ocasiones, se ha podido vincular con las actuaciones del Arlequín.