Helshara sonrió a Robyn.
-Estoy orgullosa de ti -admitió a la agente de los Ruiseñores, antes de formular su deseo a la Muerte de los Dioses:-. Deseo ser más sabia.
Helshara elige +1 inherente a Sabiduría.
el enano permanecio callado viendo como estaban desarrollandose los acontecimientos.
no podia creerse que esto por fin llegara a su fin, todos vivos, incluso Polidoro, Azazel muerto y nuestro merecido descanso mas proximo de lo que imaginabamos.
Gracias Robyn pero estamos aqui gracias al gran corazon de Helshara, a tu magnifico ojo, al saber aprovechar el momento de Polidoro, la gran verborea de Martin y a mi cabezoneria.... asi que la primera ronda la pago yo
gracias por esto y cuando nos apuntamos a otra?
empiezo a reir a carcajadas por que la situacion lo merece, me acerco a robyn a la que le doy un beso, a Helshara que me arrodillo y a la vez le prometo mi devocion eterna, a polidoro le abrazo con fuerza y a martin le doy la direccion de la mejor casa de prostitucion de mi tierra.
bueno su deida yo quiero ser mas fuerte
+1 a la fuerza
―Sea como deseáis ―anuncia el Señor del Mausoleo.
Chasquea nuevamente los dedos y, un instante después, os encontráis en vuestro campamento tal y como estabais antes de ser asaltados por Azazel al comienzo de la noche. Allí están el carro de Martín y su viejo chucho, el conejo asándose todavía en la hoguera y los sacos de dormir esperándoos.
Polidoro ha recuperado todo su equipo de combate y vuelve a estar vestido, algo que agradecéis, y un par de muchachas que apenas han dejado atrás la adolescencia se abrazan al sonriente Martín, lo cual os repugna a la mayoría de vosotros.
En ese momento se produce un fuerte rugido y quedáis cegados un instante cuando las llamas de la hoguera se alzan hacia los cielos, partiéndose en el medio y revelando un abismo que roba el calor de vuestra alma. De este lugar infernal surge una figura embozada que aferra una guadaña.
La extraña aparición vacila unos instantes. Entonces, reuniendo fuerzas, echa hacia atrás la capucha que cubre su rostro y revela una blanquecina calavera.
Os miráis los unos a los otros y ponéis los ojos en blanco mientras esbozáis sonrisas cómplices.
—Soy Azazel, Señor de los muertos vivientes —sisea—. O más bien, seré Azazel cuando el mismo Tiempo haya muerto.