Partida Rol por web

Acepté ese gracias con apenas un gesto de mi cabeza. Estaba serio, de brazos cruzados y al espalda apoyada contra la pared pensando en qué sería la próxima vez. Los caídos nos habían dado sus poderes y aunque eso podía considerarse una ventaja, no dejaba de sentirme en desventaja pues mucho me temo que no sabré en qué consiste y cómo funciona hasta que éste se active, por sí solo, tal y como hicieron el resto.

Si al menos existiera el modo de conocer esos nuevos poderes y su funcionamiento de antemano podríamos contar con algo de ventaja, mínima, pero ventaja al final de cuentas, porque cuando menos podríamos idear un plan de acción en base a lo que cada uno puede hacer.

-Oye, Constantine -dije rompiendo mi silencio pero manteniendo mi postura- ¿Hay alguna forma de que sepamos qué poder nos cedieron y cómo es que funciona?

John y Angella, que era una experta en explicar este tipo de cosas, pudieron hacer que tanto Methos como Gérard supieran exactamente qué poderes se les habían otorgado y cómo se activaban. El híbrido le había dicho unas palabras al pequeño, que había sonreído con algo más de confianza, aunque su mirada seguía siendo la de un chiquillo que extraña a su casa y a sus padres.

Pasaron dos horas. Carl pidió ser atado a una silla y así fue hecho pues era verdad que Lilith no cesaría en su intento de poseerlo. Un tiempo más transcurrió, en tranquilidad.

Ahora eran las tres de la tarde. Desde la ventana se veían nubes de tormenta.

-Falta menos para el lunes. Si aguantamos hasta las 00 horas habremos vencido -comentó Angella.

El cielo parecía protestar, o más bien era otro sitio...

Methos iba de un lado al otro mientras pensaba miro un par de veces a los presentes y de acerco a Gerard – Escucha.. – Dijo mientras se colocaba junto a el – Debemos complementarnos si es que vamos hacer esto juntos… Angella y John ya son un equipo así que me quedas tu por.. Bueno descarte, pero no lo tomes a mal – Dijo el Hibrido – Esta tarde noche será larga y quizás no podamos vencer… pero hay que intentarlo quizás recibamos ayuda incluso de quien no pensamos – Sonrió… - Tienes algo en mente? Por que como viste el santuario no funciono para tanto poder -

-No tengo nada en mente, salvo que haré todo lo que tenga que hacer para mantener a ese niño a salvo de las garras de esa arpía. Todos los poderes que me dieron tienen un alto precio, dos de ellos acabarán con mi vida si los uso, pero es un precio que estoy dispuesto a pagar y no tengo miedo... así que lo único que te puede decir es que estoy en esto con todo.

Las cinco de la tarde llegó y una tormenta arrasaba con el cielo. Las nubes anteriores se congregaron en densas formaciones oscuras y los rayos que desprendieron golpearon cerca con fuerza.

-Tomen sus símbolos- indicó John refiriéndose a aquellos que les habían sido dados el primer día de entrenamiento, los que eran una especie de protección. Todos los tenían cerca de sus ropas, o en algún bolsillo. Hicieron lo que Constantine pedía pues él, si bien no mostraba tener un plan específico, sí poseía una idea de acción.

-Tenemos que proteger la fuerza de este Santuario. Unid los Talismanes en el suelo. Ángella, dibuja un pentagrama de protección.

La chica lo hizo y cada uno puso un talismán en las puntas. Uno de John, uno de Ángella, uno de Gérard, uno de Methos y el último de Henry; justo totalizaban las cinco puntas.

La chica comenzó a rezar y todos vieron que los objetos empezaban a brillar y la energía que salía de ellos.

-Alex, pone en medio del mismo- dijo John. El niño lo hizo.

-Ese punto es el más fuerte del refugio, aunque la casa caiga no podrán quebrar ese vínculo, no menos que todos estemos muertos primero.

Se sintieron unos gemidos tras las ventanas. Eran unas diez personas. Sus ojos vacíos, su caminar lento, sus movimientos como espasmódicos: parecían zombies solo que su piel era perfecta. 

-Son posesos... Lilith los ha convocado. Preparemosnos... la batalla final ha comenzado.

Y así era.

Tras comenzar el Ritual los ataques comenzaron, Alex estaba protegido mientras todos lo que allí estábamos o solo uno quedara con vida hasta las 00 hrs de ese día, Methos se levanto y camino mirando a los sujetos detrás de las ventanas, coloco su brazo al costado de su cuerpo dejando caer la espada que se clavo en el suelo de madera.
La mista el Hibrido parecía cambiar al igual que el color de sus ojos a unos normales, ni el cielo y el infierno intervendrían aunque uno de sus esbirros si lo estaba haciendo… alterar el mundo eso no era lo que se esperaba de esta guerra oculta. La mano se cerró afirmando la empuñadura de la espada sacándola de su lugar de reposo mientras desde sus labios salían unas palabras *bendiciendo el arma que tenía en la mano.

- llego la hora - Dijo abriendo la puerta apra salir al exterior no sin antes mirar a Alex y cerrar al misma tras de si - Vengan.... los llevarea  donde pertenecen ! - Grito para intentar distraerles por algunos segundos

Methos se había preparado para la batalla final: usando su poder invocó un aumento de ataque a su espada y su pedido fue escuchado. Ahora el arma estaba bendecida y para los demonios eso era malo, también para esos humanos poseídos por Lilith.

Henry cerró sus ojos y dijo:

-Tengo que ser útil en esta última lucha, amigos.

Sin embargo los nervios no permitieron que alcanzase esa paz tan importante para lograr el estado deseado.

-Uff... no... mejor uso las armas comunes. 

Henry era bueno con los cuchillos, así que fue a buscar un par a la cocina. Hasta ahora nadie lo había visto pero tenía un buen brazo para el lanzamiento.

-¿Vienes Gérard?- preguntó el hombre.

-Ya lo sabes, sé un buen niño y no te muevas de aquí, no importa lo que pase -dije a Álex al tiempo que le guiñaba un ojo. Extrañamente me encontraba calmado y quise transmitir esa calma al pequeño.

Asentí a Henry y posé mi mano sobre su hombro. Estaba con ellos y lo iba a estar hasta el final. Henry avanzó mientras que yo permanecí en el umbral de la puerta. Respiré profundo y alcé mi mirada al cielo al tiempo que empuñaba mis manos y pedía, con toda la fe de que era capaz, que respondieran a mis ruegos.

-No me importa si es el cielo o el infierno el que responda a mi llamado, pero dénme lo que necesito para usar el Fuego sagrado -musité.

Salieron de la cabaña porque el poder de Gérard era demasiado intenso para sostenerse aquí adentro sin dañarlos. Fue el Cielo el que escuchó, el Infierno seguía apoyando a Lilith (aunque algunos demonios secretamente deseaban su fracaso), y un enorme rayo descendió desde los cielos. Era tan intenso y brillante, fuerte y denso, que los diez seres fueron totalmente destruidos por él.

En un instante se hicieron chispas, nada de ellos quedó. Nada...

De pronto Gérard incluso perdió esos deseos por el alcohol que tanto le afectaban. ¿Un regalo del cielo, o simplemente mucha suerte?

Methos creía que evidentemente era lo primero.

-¿Y ahora qué?- preguntó Henry, -no queda nadie a quien combatir. ¿Hemos ganado ya?

Methos sostenía su espada llena de poder pero no había tenido la chance de usarla contra nada. Aun faltaban horas para las doce y solo allí estarían seguro de la victoria; sin embargo el efecto de Gérard fue impresionante.

-Noooo...

Susurró una voz iracunda desde algún punto. Era Lilith protestando pero incapaz de materializarse.

El cielo respondió con un alarde del poder que sostenían en sus precarias manos, aquel rayo hizo el trabajo necesario y les volvió a dejar en ventaja, los oídos aun tenían un extraño pitido producto de la fuerza de aquel haz de energía que había chocado contra la tierra. La espada aun seguía en su mano cuando aquella palabra de solo dos letras sonó en todo el lugar… pero también lo hicieron las palabras de Henry… - Esto aun no termina… solo acaba de comenzar – Pronuncio mirando a Gerard y asintiendo a modo de decirle Gracias.

Atento a todo methos espero el coontrataque de Lillith una vez mas.

Hasta las diez de la noche nada sucedió. Los chicos recuperaron la energía gastada y esperaron con mucho interés: pues en dos horas serían libres.

Y entonces ella apareció. La vieron caminando por el bosque hacia ellos. Les habló en sus mentes, como lo hacía cuando podía.

-He usado toda mi influencia para dos horas de materialización en este plano. No necesito más que eso... para acabar con eso que todos mis esbirros, ¡idiotas!, no han podido hacer. Idos y tendré piedad... defended al crío y rogaréis por la muerte.

Pero ella no vendrá...

Las horas pasaron y finalmente Lilith había conseguido la fuerza para estar allí, se la pudo ver mientras caminaba hacia allí y hablaba en la mente de cada uno de los presentes, Methos la miro y recodo ciertas cosas, miro a Alex – Recuérdalo eres un superhéroe – Sonrió y salió de la cabaña donde clavo sus espada y se arrodillo mirando hacia el cielo y luego al suelo, la imagen parecía la de un templario quizás lo había sido tiempo atrás, unas palabras salieron de su boca – Y es así que las fuerzas se reúnen en mí, como el padre cuida a sus hijos y ellos de su padre, nos levantaremos para defender lo que apreciamos y está en nosotros – Abrió los ojos pero esta vez ambos se volvieron verdes dejando el ambarino y azul de lado. Realmente se había vuelto neutral o había optado por ello en ese momento.

-Si debo morir que así sea – retiro la espada recitando la bendición – No moriré de rodillas tengo lo seguro* -

Luego la vista del Hibrido se fijo en el objetivo - Y las cadenas sujetaron al mas cruel demonio para enseñarle su lugar, la traicion de paga ocn el castigo... **-

Dos horas. Sólo dos horas restaban para que todo acabara. ¿Cuál iba a ser el desenlace? No tenía la menor idea, la única certeza que tenía era la proximidad de mi muerte. Sólo esperaba que ésta llegase cuando nuestra victoria fuese definitiva. Hasta ahora, pese a las pérdidas, pese al dolor, al miedo, a todo lo que habíamos debido enfrentar a lo largo de esos días, el balance, pese a todo, era bueno. Durante toda mi vida me mantuve oculto, parapetado detrás de los muros que yo mismo levanté a mi alrededor, muros que no hicieron otra cosa sino aislarme, enfriar mi corazón y convertirme en alguien que ahora, que puedo mirar atrás, me doy cuenta no quiero volver a ser.

Estaba tan sumido en mi propia mierda, consumido por dentro que era incapaz de ver lo que me rodeaba. Toda esta experiencia ha conseguido romper mi muro lo suficiente para dejarme ver la luz, para dejarme ver que no todo está perdido y que existe una esperanza. Alex es esa esperanza. Alguna vez fui inocente como él, una inocencia que pese a todo lo que ha tenido que ver no ha perdido. No quiero que su alma se ensombrezca como lo mía. No quiero que se convierta en lo que yo me convertí, aún cuando sé que ahora no soy lo que era...

Mi destino está echado. La muerte es lo que me espera y no tengo miedo. Methos ha conseguido inutilizar momentáneamente los poderes de Lilith, ésta es mi oportunidad. Usaré todo lo que tengo.

-Ya me escucharon una vez, por favor vuelvan a hacerlo, necesito que me ayuden. Fuerzas del cielo, fuerzas del infierno, concédanme la fuerza que necesito para acabar con ella.

La bendición de la espada que Methos portaba bajó desde algún punto en el cielo hacia la hoja, haciéndola brillar con fuerza. Sus ojos que una vez tenían diferente color por estar comunicado uno con el infierno y otro con el cielo se volvieron del mismo, verdes. Ahora estaba de parte de la Tierra y de sus habitantes.

Gérard, quién hace unos días nomás era un hombre con una adicción y poca fe, se había convertido en un soldado. Y hasta Henry, que era bastante nuevo en el grupo, era rodeado por un aura de fortaleza. El primero pidió el fuego sagrado y no tardó mucho en caer una luminosidad del cielo.

Pero Lilith la desvió con una de sus manos. Sin embargo el efecto de la atadura del híbrido le impidió hacer que ese mismo rayo rebotara contra Gérard. 

Henry se quedó atrás invocando algo con una plegaria. Pronto un remolino de energía lo rodeó, un halo de energía. Algo que había leído en libros, que conocía pero nunca había conjurado: la capacidad de ponerse en trance haciendo que los ataques que hiciera luego fueran más poderosos.

-Torpes!!!

Dijo Lilith, bramó, con real ira. Pero al querer aventar algo de magia, se vio frustrada de no poder hacerlo. Sin embargo también sacó una espada, que se materializó de una de las mangas de su vestido.

-Lo haremos entonces a la antigua...

Dijo y se lanzó primeramente a Methos, blandiendo esa espada con toda la furia.

La observo y ella tambien, una extraña cominion de ira y perdon se habia gestado alli pero el ataque de la mujer habia comenzado, el hibrido intento esquivarlo para contrarestar el golpe pero no fue lo suficientemente rapido para conseguirlo, recibio el ataque y esto le hizo trastabillar hacia atras aun aferrado del arma.

Henry sacó una daga de entre sus ropas, algo que nadie sabía que él mantenía oculto, y mientras Lilith atacaba al híbrido lo lanzó con una terrible precisión sobre la joven, perforando su estómago. De ser humana ella hubiera perecido en ese momento, pero por supuesto no lo era.

-Dios tiene maneras misteriosas, Lilith. No te daremos al niño.

La mujer rugió y sacó la daga de sus entrañas, la misma estaba manchada con algo parecido a la sangre pero de una tonalidad azulina.

-Maldito...

Dijo y rugió.

Henry sonrío y sacó una segunda daga.

-Vas a volver al infierno del cual saliste.

Era mi turno, Lilith estaba debilitada y eso, en teoría, me debía dar cierta ventaja, máxime si invocaba la fuerza de diez, cosa que hice. Quería acabar con ella, para siempre si era posible ya que bien podíamos salvar al pequeño pero nadie nos aseguraba que en un futuro, lejano quizás, intentara hacerse con otro y completar su malvado plan.

Si bien es cierto, podría invocar nuevamente las fuerzas del cielo y así utilizar, nuevamente, el fuego sagrado, nadie podía asegurarme que el ataque por mi propinado fuera exitoso, bien podía resultar tan eximio como el anterior, aunque lo mismo tan poderos como el primero, pero preferí arriesgarme. No tenía armas con las que luchar pero sí que contaba con mis puños y con ellos me sería suficiente. Debía serlo.

Lilith sintió la fuerza de otro rayo de Gérard: otra vez el cielo respondió y el ataque fue fuerte. Los cabellos dorados de la criatura se volvieron llamas y parte de su cara se carbonizó. Pero rápidamente con un meneo de cabeza, el maléfico ser volvió a la normalidad. Sin embargo, de su nariz comenzó a gotear un líquido aceitoso: como el petróleo y se agachó para escupir un montón de sangre sobre el sitio.

Sus uñas entonces crecieron, convirtiéndose en garras y se lanzó hacia Methos.

-¡¡Tu mueres primero ARrrrrrrrrrrrrgggggggggghhhhhh!!!

Gritó mientras un par de alas negras salían de su espalda.

-NOoooooooooooo!!

Dijo Henry y se interpuso entre ambos recibiendo el daño plenamente.

El silencio fue total cuando la palabras de Lillith surcaron el aire y volvió atacar, Methos se contuvo al ver a Gerard pero luego le acompaño tras el para un último ataque y lograr que este espíritu del mundo de abajo volviera y fuera atrapado por otra eternidad. El hibrido sujeto su espada ahora bendecida para realizar un ataque….. – La tierra no perdonara lo que has hecho.. – fueron las últimas palabras, confiaba que Alex estuviera bien… pero sabía que si le atrapaban el despertaría el poder interior quizás superando el del mismo Constantine.
Sonrió en medio de su pensamiento para luego propinar el ataque con la espada, un corte desde el hombro a la pierna izquierda.

Henry sacó otra daga y la lanzó contra la mujer. Lilith no lo vio venir porque estaba demasiado concentrada en acabar con Methos, el semi demonio era su objetivo principal. Lo que la trababa de lograr matar al niño, ella subestimaba a los otros dos porque eran sólo humanos.

De hecho eso fue lo que significó su derrota. Porque Gérard aprovechó para atacar también y su fuerza de diez, un milagro que sólo cesaba si él moría o su enemigo moría, fue la gota que rebalsó el vaso. La mujer no lo vio venir, no lo entendió hasta que fue tarde.

Entonces sintió el amargo sabor de la sangre y de la derrota. Vio su propio líquido interno, vio su pérdida.

La tierra tembló a sus pies y Lilith supo que la venía a buscar. Así fue, luego de un pequeño terremoto varias manos salieron del suelo y la apresaron.

-¡Noooo!- gritó con desesperación, y todos vieron como esas manos se la llevaban. Al infierno, al único lugar al que pertenecía.

Fin