De una forma u otra, después de la tormenta siempre llega la calma. Union City nunca antes había visto el caos que se desató durante aquella primera noche de febrero ¿Se hubieran podido prevenir las decenas de bajas que hubo entre la población cainita? Lo cierto es que los gobernadores de La Mano lo hicieron lo mejor posible.
El falso ventrue supo actuar mejor de lo que habrían hecho la mayoría de miembros del clan al que suplantaba.
¿Que qué hizo? contener la situación mientras los demás encendían fuegos y se alimentaban en orgías de sangre en plena calle a ojos de todos.
Suplantando a un agente de seguridad nacional consiguió evitar que el cuerpo militar entrara en escena, hecho que permitiría en los días venideros gestionar con una facilidad infinitamente mayor las rupturas de la mascarada.
Supervisó los protocolos y las actuaciones policiales manteniéndolos alejados de los focos con mayor actividad sobrenatural.
Y logró interceptar a tiempo un atentado contra el alcalde de la ciudad, capturando a uno de los líderes del levantamiento en el proceso.
En las semanas siguientes a la noche del incidente, el papel de Patrick fue clave a la hora de liderar una campaña de desinformación tanto a nivel local como internacional. Fue el principal agente en las tareas de comunicación y en tapar todos los altercados hasta el punto que al cabo de un mes, incluso los ciudadanos que habían vivido el conflicto en primera persona solamente hablaban de terrorismo y fallos en la seguridad policial.
La James Madison fue el lugar donde se coció la revolución. A día de hoy todavía nos preguntamos cómo fue posible que los dirigentes de Union no lo vieran venir, pues todas las piezas se alineaban en la dirección de un levantamiento: los Estados Anarquistas del oeste acababan de dejar huérfanos a un montón de revolucionarios, los assamitas desarraigados que estaban siendo expulsados se acumulaban en Union, y los ideales autarcas que nunca abandonaron los residentes de la ciudad solo incentivaban a las clases bajas, los neonatos, a levantarse contra sus superiores.
Algo que sabríamos semanas después, tras los interrogatorios, fue que los hacktivistas habían estado utilizando los servidores de la universidad como centro de operaciones.
La gran manifestación que tubo lugar la noche D, fue un ingenioso intento de proteger a los vástagos involucrados en la rebelión. Rodeados de cientos de mortales, ni si quiera los vampiros más poderosos podrían usar sus armas contra ellos sin exponerse de forma irreparable, y por ello los líderes golpistas que estaban actuando en los distintos distritos de la ciudad tenían como punto de encuentro la gran manifestación.
Allí se desplazaron Étienne y Nadia con sus correspondientes escuadrones de combate, y desde el interior de la facultad de arte trataron de pararle una trampa a los rebeldes.
Poco esperaban que los emboscados acabarían siendo ellos, y el principal cabecilla de la traición no era otro que el propio chiquillo de Étienne, el ex-deportista Fitzpatrick.
Mientras se preparaban para un ataque sorpresa, las manadas de los revolucionarios rodearon al grupo de Nadia y Étienne. Las paredes de la facultad se volvieron un tapiz de sangre y lamentos, pues aunque los atacantes les superaban en número y tenían la ventaja del terreno, no fueron rivales para el Brujah y la Assamita, que curtidos en mil batallas no dejaron títere con cabeza.
Un enfrentamiento final entre sire y chiquillo obligó a Étienne a darle muerte definitiva a Fitzpatrick, y con ello se saldó el conflicto.
¿Terroristas atrincherados en el museo? ¿Ratas merodeando en la biblioteca? ¿vampiros en busca de los tesoros ocultos del antiguo?
No, nada esto. Otra trampa de los activistas. Otra distracción.
Es lo que habían estado haciendo los revolucionarios. Sabían que no se podían enfrentar frontamente a los antiguos sin ser aplastados por los poderes de su ancestral vitae. Sin embargo, de manera individual eran vulnerables, o al menos les daba a los golpistas una oportunidad.
Como dijo el vástago hábilmente capturado por el tremere: os distraíamos mientras los demás hacían volar la central eléctrica y se cargaban a los más asequibles.
Robert temiendo que los infiltrados lograran rebasar las defensas de entrada a su refugio se adentró en los túneles inferiores del museo donde dos de los golpistas realizaban un ritual. El gobernador Tremere pronto descubriría que dicho ritual no tenía como objetivo encontrar la entrada a su refugio, sino encerrarlo a él dentro en cuando pusiera un pie en la cámara soterrada.
De nuevo, los rebeldes subestimaron el poder del antiguo. Éste no solo los torturó hasta sacarles toda la información que tenían, sino que tras destruirlos logró escapar con facilidad del ritual que pretendía apresarlo allí abajo y consiguió volver junto a los otros miembros de la Mano para restablecer el orden.
Los golpistas, una amalgama de assamitas, anarquistas y neonatos, no abandonaron Union City después de los altercados. Si bien pronto aparecieron los nombres de todos los líderes de la revuelta:
Algunos habían sido derribados durante los altercados, y los demás pasaron a conformar una lista negra sobre la que se declaró la caza de sangre.
¿Qué debían hacer con el resto, los que no eran líderes pero habían tomado parte de alguna forma? ese sería un asunto que monopolizaría lasreuniones de La Mano durante varias semanas.
Las investigaciones no eran concluyentes a cerca de la implicación de muchos vástagos, y castigar a todos los neonatos, assamitas o anarquistas, resultaría en una pérdida para la estirpe de la ciudad que ésta no se podía permitir después de las ya cuantiosas bajas que acababan de padecer por la propia revuelta.
Se les permitiría seguir en la ciudad bajo un estricto control y una donación de su sangre como garantía. A lo que muchos se negaron, simplemente dejando la ciudad sin previo aviso.
Los engranajes de Union City volvían a rodar a manos de sus originales gobernadores, pero... ¿por cuánto tiempo?