Repitió el Zorro su pregunta, al verla desaparecida entre los temblores del Barón, sin ninguna intención de mojarse por aquél muerto de fame hasta que hallara una buena razón.
- Burgos no queda lejos. ¿Non habedes familia en otra ciudad a la que poner la vostra familia en seguro? Vostra muller de familia habrá.
Lejos andan otros buenhombres a los que podría pedir ayuda o dineros; pero sería reconocer mi deshonra a los sus ojos, et tampoco podría hacerme a menos con el de Valdivielso. Eso engloba en lo de dejar mis posesiones aquí: si abandono perderé el favor de mis círculos y no podré ni mirar a mi esposa a la cara... -el Barón estaba contra las cuerdas-. Bueno, mañana será otro día señores. No os pediré más que os acerquéis a esos hombres: si pocos estamos no necesitamos más muertes...
El barón, entonces, mandó al servicio a que pusieran la cena y trajeran asientos para vosotros tres. Disfrutásteis de un buen menú de guisado, que más bien era el sobrante de por la mañana y bastante simple (lo cual se correspondía con la carestía temporal que sufría don Diego). Tras la cena, os dirigísteis a vuestras habitaciones asignadas para dormir, en el propio castillo.
Escena cerrada. En breves continuamos en la siguiente.