Partida Rol por web

-Ha sido una noche larga y ardua, don Diego -dije, sincero-. Habemos información, algo de aquí et algo de allá, mas nada que podáis aprovechar por el momento. Nescesitamos descanso, et seguir tirando aquesta tarde de los hilos -intenté, por qué no decirlo, hacer uso de nuevo de mis tácticas de comerciante: nada como la expectación, el morbo y el misterio para tener a alguien en tu mano. Mientras el barón creyese que avanzábamos, no pondría pega alguna ni desesperaría-. Vos aseguro que quizá estemos a punto de encontrar algún dato importante, tan sólo habéis de darnos tempo. Et vos mesmo habéis también de descansar, si no queréis desfallecer también: non tenéis buen aspecto. Quizá...

Una idea vino a mi cabeza como un rayo.

-Disculpad, don Diego, mas Zorro non termina tampoco de encontrarse bien. La larga noche ha indispuéstole el estómago. ¿Disponéis de algún médico al vuestro servicio? -quizá fuera una idea tonta, pero más valía confirmarlo. Podría ser que en realidad el asesino estuviese más cerca de lo que pensábamos, al fin y al cabo.

La ocurrencia de Alvar pareciome harto rara, mas al momento, comprendí a dónde quería llegar el comerciante.

Yo, por mi parte, mantuve mi boca bien cerrada. Non creí que fuese buen momento de contarle a don Diego los acontecimientos sucedidos en el cementerio de madrugada.

Así pues,me mantuve unos metros retrasado procurando pasar inadvertido.

Camino al castillo, antes de su encuentro con Don Diego, compartió Zorro con sus compañeros.

- Mañana a buena hora tras el descanso, bien haría en ir a ver al tabernero, quien parece proferir un odio grande a los judíos. Él me habló ya de Zacarías, el médico, y de la bruja, y todos los rumores que pululan por el pueblo, quizás también sepa acerca de los nombres que Zacarías nos comentó, mas deberé ir a solas, que éste no sabe que estamos juntos en esto. Bien podríais aparecer más adelante.

¿Descansar? ¿Descansar? -repitió el Barón-. He de dar entierro digo a mi esposa muerta -refirió seca y directamente-. Hasta que no lo haga non puedo descansar. Et que luego después de eso cuidar del mío hijo y heredero futuro. ¿Descansar? No podría: hacedlo vosotros tres, et gracias por los esfuerzos que estáis haciendo -respondiéndo a Álvar-. No, el único médico de Piedralejo es Zacarías, un judío experimentado al que suelo acudir. Es un buen hombre. El oficio y entierra será dentro del castillo. Daré descanso eterno a mi esposa en la parte trasera, en el jardín. Contadme lo que tengáis que contarme luego, por favor.

Et entonces siguió su camino, por el pasillo, dispuesto a descender hacia abajo. Lope y Zorro quedaron a un lado, haciéndose al lateral para dejar hueco. Et que en éstas pasásteis a los aposentos vuestros a dormitar. Una vez dentro, en habiendoos cambiado et tumbado ya en la cama, una leve letanía entraba por vuestra ventana: era la oración y la pedida por el alma de la esposa de don Diego, et luego su posterior entierro.

Pasaron algunas horas, et era hora del mediodía, ¡et mucho más! Don Diego y su hijo ya habían comido y el servicio se encontraba ahora haciéndolo. Cuando bajásteis a ver la situación en el castillo, el silencio era pleno, pues un alma menos había ahora en la fortaleza. Bueno, en realidad tres menos, ya que el hijo de don Diego et aqueste mismo estaban también muy apesadumbrados, tanto que eran como invisibles.

El peso de los párpados caía por sí mismo en compañía de las oraciones pesadumbradas por la Señora. En su sueño, el recuerdo de la mujer reanimada volvía a manifestarse, pero en aquella ocasión, el hacha de Lope no llegaba nunca, y sus dientes se clavaban en la carne del muchacho. 

Se despertó inquieto aquél mediodía, y el ambiente taciturno del castillo no ayudó a tranquilizarse, pero quién podría echar nada en cara, tras aquella tragedia. Miró por la ventana de la habitación hacia el jardín y el lugar donde sepultaron a la mujer y recordó, comentando a sus compañeros en voz alta, mientras se preparaban para dejar la habitación.

- Que mañana tan funesta y agria... Con todo lo que ocurrió ayer, creo que haría bien en ir a ver al tabernero, quien parece proferir un odio grande a los judíos. Él me habló ya de Zacarías, el médico, y de la brujería y la judía asesinada, quizás también sepa acerca de los nombres que Zacarías nos comentó, mas deberé ir a solas, que éste no sabe que estamos juntos en esto. Bien podríais aparecer poco más adelante.

-Faz como veas, Zorro. Credo que Lope et yo debiéramos ir directamente a fablar con aquestos pacientes del médico et solucionar aqueste asunto cuanto antes, pues non sé cuánto tempo podré mantener el embuste que echéle a los mercenarios... 

Una vez estuvo todo dispuesto para marcharse del castillo tras el descanso, me dirigí a mis compañeros antes de abandonar el Castillo.

-Presentemos los nuestros respetos al Barón por no haber acudido al entierro et démosle el pésame antes de marcharnos*.

Asentí las acertadas, una vez más, palabras de Alvar. Aunque el barón no estuviera bien de ánimo, cosa normal después de tan funestos sucesos, mejor era salir dando muestras de respeto, que no costaba y a todos nos venía bien. Después de saludar al barón, Alvar y el que habla, nos dirigimos a investigar a los pacientes de aquel médico judío. - Alvar, creo que sería bueno seguir con el plan en el que yo soy vuestro defensor. Las artes del engatusamiento no son lo mío, y además vos lo hacéis muy bien. No sea que diga lo que no procede y descubran lo que no deben. La intuición me dice que va a ser un momento importante este al que nos acercamos.

Tras vestiros y bajar a comer algo a las cocinas (en las que las criadas os sirvieron algo de comer sin rechistar), dísteis cuenta a un criado para poder excusaros por no poder venir al entierro. Aqueste fue con la órden, et regresó al poco diciendo que no pasaba nada, que grande era el vuestro esfuerzo, según las palabras del Barón, et os mandaba la congratulación para seguir pesquisando.

Et que a media tarde os abrieron las puertas del castillo et os propusísteis indagar sobre cada uno de los enfermos que el tal Zacarías os había dicho.