20 de diciembre del año de nuestro señor 1134-Carmesí
Tras retirarme ayer a mi celda, no hice mucho más, mi mente continuó confundida todo el día. Comí y cumplí con mis obligaciones religiosas, pero no pude hacer ningún avance en mi investigación, soy presa de una gran vergüenza, no recuerdo hace cuanto que soy tan negligente con alguna de mis investigaciones. Esta noche no pude conciliar bien el sueño y un gran malestar me ha invadido todo el rato, cuando deseaba acercarme al scriptorium, por eso he intentado estar siempre lo más lejos posible de esa cámara maldita... me avergüenza enormemente este abandono lento de la razón...
Seguí muy alterado todo el día, ya que no sabía como continuar con mi investigación, el joven novicio se me acercó un par de veces para entablar conversación, pero mis nervios, me lo impidieron. Otro hecho reseñable, es la sensación de que me ha estado siguiendo todo el día la única mujer del monasterio. Pensaba que siempre me seguía, es más, por el rabillo del ojo siempre he visto una silueta, que seguía mis pasos, pero cuando me giraba... No había nadie. Este no ha sido el úni...
Después del almuerzo, caminando por decidi Decidí dar un paseo, despúes del almuerco almuerzo, Estaba sumifo en mis penssamientos (Cierro los ojos, respiro profundamente y me preparo para contar como debe ser contado este relato, debo de dejar por escrito estos sucesos) Cuando, sin darme cuenta, me veo dirigiéndome al bosque para volverme a entrevistar con el extranjero. No seguí ningún razonamiento lógico, hecho que me avergüenza profundamente , simplemente seguí mi intuición. Mientras me dirija al interior del bosque, veía como una bandada de buitres comenzó a seguirme. Al principio, solo era uno, y apenas se veía, pero mientras me iba acercando más a mi objetivo, esta bandada se hacia cada vez más grande y volaban cada vez más cerca, apresuré mi paso.
Cuando llegué al lugar... Estaba muerto. Su cabeza estaba separada de su cuerpo, y habia quedado congelado el recuerdo de una cara marcada por el más profundo terror. Su torso estaba abierto en canal y sus pbrazos estaban medio mordidos encima de la rama del árbol, situado detrás del cadáver. El hueso de su pierna izquierda, se había salido y le faltaba una pierna, que no lograba localizar... Pise algo redondo y putrefacto. No dudé ni un segundo más. Corrí.
Mientras me alejaba del bosque escuchaba la risa de los buitres... Me encerré con llave en mi propia celda y comencé a orar. Ahora estoy más calmado, incluso he llegado a escuchar a alguien hablando francés, todo ha podido ser una mala jugada de mi imaginación. A lo mejor he perdido facultades, a lo mejor ya no soy lo suficientemente bueno o listo. Cierro mis ojos y cojo con mano firme mi cruz. El valor del señor inunda mi ser, Él no tuvo miedo al aceptar la cruz. Escucho el sonido de unos pasos, alguien viene a mi habitación (Recuerdo la escena de los olivos) Se para delante de mi puerta y llama tres veces:
TOC
TOC
...
Motivo: palo de cartas
Tirada: 1d4
Resultado: 3
Motivo: valor
Tirada: 1d4
Resultado: 1(+3)=4
Motivo: Repetir
Tirada: 1d4
Resultado: 4
Repetimos, que ya no quedan Diamantes. Elige uno, en este caso no es un obstáculo así que no necesitamos tirada.
Pistas e Indicios
? Una hoja con fragmentos anotados de “El Rey de Ropas Ajadas” oculta bajo tu cama.
? Varios frascos con tinta y sangre mezcladas.
? Símbolos extraños arañados en el confesionario
? Uno de los monjes habla con alguien sobre ti, al acercarte, está solo.
? Una lengua humana clavada en un árbol.
? Arañazos en las paredes de tus aposentos.
Sepia
20 de diciembre del año de nuestro señor 1134-Tarde
Durante toda mi vida he tenido la suerte de contar con excelentes guardianes y maestros. Me han guiado, protegido y enseñado durante mi infancia y juventud; cualquier virtud que tenga en conocimiento o en mi oficio, se lo debo a ellos. Y me doy cuenta ahora, de lo mal aprendiz que he sido. Cuando un joven monje necesita de mi guía y protección, apenas tengo idea de cómo hacer por él lo mismo que durante tantos años han hecho otros por mi.
La última vez que escribí en mi diario, dejé la pluma cuando estaban llamando a mi puerta. Y al otro lado de la madera, lloroso, pálido, y temblando, estaba Felipe. El muchacho apenas podía articular palabra, pero supe entender que él también había visto el cadaver del peregrino. Entre los sollozos, balbuceos, y en medio del casi incoherente relato, mencionaba el libro una y otra vez, como si lo creyese responsable de la muerte del pobre peregrino loco.
Le dejé mi cama y logré que se durmiera, agotado como estaba de propio terror, asegurándole que no me movería de la celda y velaría su sueño. Despertó unas horas más tarde, y aunque aún claramente no del todo sereno, dueño lo suficiente de si mismo para contar, tras mucha insistencia por mi parte, qué lo llevaba a tener tanto miedo del libro. Este fue su relato, eliminando las muchas veces que tuve que incitarle a que continuara, y las muchas veces que me aseguró que él era un chico tonto, y que imaginaba cosas.
"Cuando el libro llegó, nadie sabía lo que contenía, pero todos sabíamos que un libro llegado desde tan lejos, seguramente fuera muy importante. Pero estába tan deteriorado que el Padre Ricardo temía que no aguantase el resto del viaje cuando lo requiriesen desde Córdoba. El Padre ordenó hacer una copia con urgencia, para evitar que el texto se perdiese, y los monjes trabajaron en la biblioteca día y noche. Yo aún no tengo suficiente experiencia, sólo entraba para limpiar los instrumentos de escritura y rellenar los tinteros. Pero cada vez pasaban más tiempo allí. A veces no iban siquiera a las oraciones, aunque a veces oía sonidos cómo de cánticos dentro, cómo si estuvieran teniendo misas en el Scriptorium. Y al final, ni siquiera me dejaban entrar para limpiar. Aunque una vez, Dios me perdone, en lugar de ir a dormir, los espié y los seguí cuando salieron. Les vi ir a la capilla. Me escondí entre un tapiz y una columna. N o pude ver mucho, tenía miedo de que me vieran, pero desde donde estaba podía oír el sonido de herramientas y alcanzaba a ver el confesionario. Uno de ellos entró en él, y le oí rascar la madera. Cuando se marcharon, lo examiné de arriba a abajo."
El muchacho me hizo seguirlo y me llevó a la capilla, vacía a esa hora. Me enseñó el confesionario y dentro, cerca de la parte superior, oculto por las sombras y los adornos de la madera, y que hubiese pasado desapercibido si no se hubiese estado buscando, había un pequeño símbolo que no reconocí, pero cuya sóla vista me llenó de inquietud, cómo si sintiese la presencia de algo malvado sólo con mirarlo. Dije a Felipe que vigilase la puerta y durante el tiempo que me atreví, pues no quería que me descubrieran y llamar la atención de los monjes sobre que sabía lo que habían hecho, busqué por la capilla, en todos los sitios que se me ocurrió. Sólo alcancé a encontrar otros dos, distintos, aunque me produjeron la misma impresión. Uno tras el altar, y otro en el pie de una imagen. Estaba seguro, sin embargo, que había otros que no había podido encontrar.
? Símbolos extraños arañados en el confesionario
Lo siento, no puedo editar la anterior entrada por haber ya otro post después. ¿Podría uno de los directores borrar la anterior?
HECHO ;)
Bueno esto se ha quedado un poco olvidado, en parte por mi culpa, que he estado entre otras cosas con la familia enferma y desbordado de trabajo. De hecho, estaba tan empanado que no me he dado cuenta de que ahora venía una Dama Gris, así que la pongo ya y creo, si no me equivoco, que le toca a Lavanda ¿?
Dama Gris
1. Encuentras por azar, enterrado en la huerta, el cuerpo del anterior enviado. Tiene las venas y la boca completamente negras y está envuelto en páginas de libros, demasiado estropeadas como para ser completamente legibles, pero consigues leer algunas implicaciones terriblemente blasfemas y enloquecedoras que se marcan a fuego en tu mente.
No hay que hacer tirada, pero tienes que decidir si el personaje pierde un punto de Determinación o de Espíritu, y representar, según lo que decidas perder, la forma en que afecta al personaje (Si gastas Determinación se entiende que se sobrepone al evento y perder Espíritu implica un daño permanente, ya sea físico o mental)
Parece que Lavanda nos abandonó definitivamente.