Muchas gracias muchacho, no he oído tu nombre me temo pero sea cual sea, estoy seguro que nos vendría bien tu ayuda. El dolor parece que se ha calmado un poco-les dice a sus compañeros con una sonrrisa.- Yo me debo retirar para rezar antes de dormir, aun me queda larga penitencia, como ya dije dale las gracias al prior de mi parte por vuestra atención. Ah y gracias por los consejos, trataré de haceros caso.
Pues como no digas tu que quieres venir estas jodido XD
Hernán escuchó atentamente al noble, pero este no mostró ninguna seña de invitarle a ir con ellos.
-De nada señor. Por cierto, mi nombre es Hernán, Hernán Duarte -Le contestó. ¿A dónde os dirigís?
-A ver si se da cuenta de lo que quiero decir en realidad -Pensó.
La chimenea de la casa de huéspedes crepitaba furiosa. El fuego hacía que la estancia fuese más que acojedora por lo que los cuerpos comenzaron a relajarse después de muchos, muchos días. Aleixo notó el peso del camino en sus huesos. Llevaba demasiado tiempo con la armadura puesta por lo que mientras que el curandero atendía a Don Antón, éste se entretuvo desabrochándose la ceñida malla metálica. A la altura de la brecha que aquel rufián le había abierto en el pecho, la sangre seca se había adherido al metal provocando que el corte se abriera de nuevo y volviese a supurar.
- Maldita sea... - susurró el caballero dolido. Pronto le curarían por lo que prefirió prepararse para la intervención del sanador. Por suerte o quizá por desgracia el soldado de Dios había estado muchas veces bajo las manos de un profesional de la medicina y con las cicatrices de su cuerpo casi se podían confeccionar los mapas de los encargos que la Sede Compostelana tenía a bien dejar en su cargo.
Una vez desvestido, únicamente con el calzón, el Caballero extendió sus ropas para orearlas y plegó con sumo cuidado la malla a la vez que comprobaba ciertos daños que ésta había recibido.
- Pronto habrás de recibir tú también cura... - observó hablándole a la prenda metálica. Al llegar a destino la llevaría a un herrero para que la reparasen o... quizá en el feudo de padre. Er... del hermano.
Tras esto tomó un poco de agua y la llevó a su nuca. Estaba helada y esto hacía reavivar sus sentidos. Esperaba esa noche dormir bien... dormir realmente bien. Probablemente no volvería a tener la posibilidad hasta que llegasen a casa.
Las manos del muchacho hicieron su trabajo con oficio. Estaba claro que era alguien acostumbrado a esos quehaceres.
-De nada señor. Por cierto, mi nombre es Hernán, Hernán Duarte -Le contestó. ¿A dónde os dirigís?
- A casa... - comentó Aleixo con tristeza, sin saber ni siquiera él a qué lugar se refería. - A Santiago, quiero decir. ¿Y tú? ¿Eres de aquí?
Aunque Hernán había formulado la pregunta al noble, el caballero se adelantó y le respondió primero.
-¡Oh, que casualidad, y estaba aquí preparándome para mi peregrinaje a Santiago! -Mintió-. Me gustaría poder unirme a vosotros, la verdad es que no quería peregrinar solo, pero hasta ahora no había encontrado a nadie que pudiese acompañarme.
-Cualquier cosa con tal de irme de aquí-Dijo para sí.
- ¿Peregrinar solo...? - Aleixo rió con una voz grave y cavernosa. - El Camino siempre se hace solo Hernán... el viaje a ver al Apóstol, a postrarte ante él es un viaje de recogimiento, de introspección... Si quieres caminar a nuestro lado puedes hacerlo, pero estarás igualmente sólo.
El Caballero tendió la mano al cuandero.
- Bienvenido... yo soy Aleixo O'Campo... Caballero de la Sagrada Orden de Santiago.
Supongo que Don Carlos no pondrá objeción a ello-dijo Antón levantandose de su asiento- Ademas, cuantos mas seamos mejor, dado que los caminos son peligrosos-trato de simular que no le importaba que le acompañara, pero no podía alejar una ligera sospecha de que quizas los monjes se habían enterado de lo ocurrido en realidad y aquel muchacho solo les conduciría a una trampa. Pero no era él quien debía decidirlo- Bienvenido seas Hernán, ahora si me disculpais voy a rezar junto a la capilla.
Observé distraido como el médico intervenía a los demás, parecía tener una cierta maestría y sin duda ayudó a los demás a sobrellevar las heridas. Por mi parte, la única herida que había sufrido curaría sola, no era más que un rasguño sin importancia. La verdadera herida sanaría también sola, con el tiempo, pero ningún médico podría hacer nada para acelerar la curación. Advertí el interés del médico por saber a donde nos dirigíamos, podría ser una trampa, pero yo estaba dispuesto a correr el riesgo sólo por llevar a un sanador entre nosotros, pensado en lo ocurrido hasta el momento casi se podría decir que era un enviado de Dios. El resto lo recibió con alegría y se apresuraron a presentarse. Yo hice lo propio.
- Samuel - dije mirándole y levantando el brazo con desgana- Y este es Roderigo.
-Creo que me he expresado mal, señor Aleixo -Intentó disculparse Hernán-. Lo que intentaba expresar era que el camino es un viaje peligroso para hacerlo una persona sola, creo que me explico. Sé que el peregrinaje es algo que debe hacer uno por su cuenta, pero los peligros que puedan encontrarse en el camino, en mi opinión, son algo a lo que se hace frente mejor con compañía.
El noble le dijo que un tal Don Carlos no opondría restricción.
-¿Quién será ese Don Carlos? -Se dijo a sí mismo-. Quizá sea el hombre de edad más avanzada que venía con ellos, probablemente sea así.
El noble le dio la bienvenida al grupo y se retiró hacia la capilla.
-Muchas gracias señor -Le dijo Hernán.
En ese momento, uno de los vasallos del noble, que no había hablado hasta ese momento se presentó.
-Encantado, como ya sabéis, yo soy Hernán, espero que mi compañía os sea agradable y útil durante el viaje -Les dijo sonriendo.
Roderigo agradeció los cuidados del sanador. Acto seguido el caballero y el noble invitaron a formar parte del grupo al sanador, puesto que iban en la misma dirección. No era mala idea llevar a aquel mozo cerca, sabía curar heridas y estaba visto que viajar con Don Carlos era seguro de peleas.
-Bienvenido al grupo pues, sanador. Nos vendrá bien tu compañía para curar estas heridas- "y las que vendrán" pensó para sí Roderigo.-