Antón seguía pensativo. Lejos estaba de querer aparentar temor por unas habladurías, pues el señor estaba con ellos, mucho mas desde la ordalía desde luego. Cada vez que pensaba en ello se miraba la mano enguantada y pensaba como era posible que no se le hubiera quemado por completo. Aún así había escuchado las advertencias de aquel hombre y no las pasaría por alto. Si a guijarrear iban no dejaría que les cogieran por sorpresa, ni un bruja ni una flecha.
El grupo siguiendo a Don Carlos se adentra en el Valle de los Maragatos....
Escena Cerrada.