Partida Rol por web

- Pe...pe...pero señor, esos aldeanos me han visto, me reconocerán enseguida y me molerán a palos - dije tratando de explicarle a Don Antón que aquello era una locura.- Al menos debería disfrazarme o algo... disculpad, mi señor, pero no lo veo claro, debe haber otra forma de descubrir lo que van a hacer...

Se encogió de hombros, aquello no iba con él. Lo que estaba claro es que esos tipos iban a durar poco con aquellas estrategias tan absurdas.

Teolfo, pillastre. Es cierto que estoy enojado con Samuel, pero lo que dice tiene sentido y no seré yo hombre que por enfado mande matar a uno de los suyos. No-negó con la cabeza-, no me mires así. No irás tu en su lugar pero dime, tu que conoces el lugar y a sus gentes, ¿como podemos acercarnos alli? No podemos entrar como si fueramos un ejercito del rey, eso desde luego, pero no puedo quedarme de brazos cruzados-el vizconde se sentía sobrepasado por aquello pues no lograba completar un rompecabezas al que seguro que le faltaban piezas. no veía la posibilidad de que aquellos hombres rescatasen a don Carlos, Roderigo y aquel joven desconocido.

Pareciere que el hombre estuviere esperando ser preguntado por la cuestión, se irguió orgulloso y empezó a relatar

- Ahora hacéis las preguntas correctas mi Señor. El Acebo no es más que una humilde y pequeña aldea que consta de una veintena de casas y una pequeña ermita, sus habitantes se dedican a labrar la tierra, a recolectar los frutos que brinda la naturaleza y al pastoreo. Sobre todo a esto último.Creo que no viven allí más de ciento de personas, las casas están esparcidas las unas y amontonadas las otras alrededor de la iglesia, de la ermita. La iglesia está consagrada a Santiago y os aseguro que es la ermita más fea y con menos decoramiento que he visto yo en mi miserable vida- dice esto último con resignación -tan sólo posee una estatua del Santo  encima de una repisa sobre la puerta de entrada de la ermita -en esta frase mira al Santiaguista.

- Desconozco a cuántos habéis matado o impedido, pero yo digo que cada hombre, mujer y niño luchará contra vosotros, ¿de la mejor manera para entrar? poco puedo deciros, entrar a sangre y fuego y rescatar a vuestro hermano difícil es, pero con caballos habría alguna posibilidad. El disfraz sería complicado aunque también posible, o la distracción de los habitantes a la otra punta del pueblo, los ardides y engaños serían también posibles o quemar la miserable aldea, tenéis muchas posibilidades pero mandar a un hombre solo...

- Quememos los cultivos...

Las palabras de Aleixo sonaron roncas y contundentes. 

- Como dice éste... montemos una buena distracción fuera del pueblo, dónde los pastos y la tierra labrada da sus frutos. La aldea irá a contener el fuego y podremos entrar a la ermita. ¿Es allí dónde tienen retenido al tal Xelasio? Es de esperar que los hayan encerrado juntos a los dos... o a los tres si es que Roderigo... 

El caballero apretó los dientes y volvió a mirar a Samuel.

- Yo iré a la aldea... si me cruzo con alguien vigilando lo abriré en dos. ¿Quién viene conmigo y quien va a montar el fuego? 

- Creo que es una buena idea - respondí aún con la cabeza baja, aunque no le viera podía sentir la mirada del Santiaguista clavada en mi.- Puedo hacer lo que digáis, mi señor.

- Sé que puedes... lo que no sé es si llegado el momento lo harás o saldrás corriendo. - el santiaguista soltó un bufido de disgusto. Aunque seguía profundamente enfadado, poco a poco, se iba calmando. Después de todo, por mucho que Samuel hubiese intervenido no habrían podido para a sesenta maragatos. Claro que quizá Roderigo... quien sabe.

- Judío... - prosiguió. - ¿Podrías hacer tu un fuego en los pastos y los establos? Éste te acompañará y te dirá dónde. - dijo refiriéndose a Teolfo. - Y no me rechistes villano que te parto en dos... - ahora le hablaba al tal Teolfo. - Bastante caliente estoy yo como para aguantar estupideces. Partiréis en el caballo de Don Antón... por cierto, no ha debido ir muy lejos. Así podréis alejaros antes de que las llamas os atrapen.

El caballero hizo girar en redondo su montura para poder divisar si se veía rastro de la montura del de Mayoral.

- ¿Lo harás judío? ¿Nos ayudarás...?

—Podría hacerlo, cualquiera podría hacerlo, aunque en mi caso es difícil pasar desapercibido —contesto a Alexio, para añadir—. Puede que esta gente esté enagenada. En ese caso, la culpa no sería suya, sino de quien los espolea.

Dado que puede que lo que digo no quede demasiado claro, lo explico algo mejor—. Quemar sus campos y sus animales sólo los condenaría a muerte, ya que dudo que un lugar así pudiese reponerse de un golpe tan duro. Pero se pueden hacer cosas mejores que eso, que los dejarían desconcertados y que nos concedería tiempo para actuar y liberar a vuestro señor.

—No es necesario quemar sus establos. Podemos abrirlos y dejar a su ganado libre. Se perdería parte del ganado, eso seguro, pero mientras buscan y reunen, tendremos tiempo —propongo como alternativa a su plan. Después, continúo con más opciones—. También podemos averiguar dónde reside el causante de todo mal. Si es el cura de la zona, podemos prender fuego a su casa, o incordiar en parte de sus pertenencias. No os ofendáis, pero por todos es conocido el apego de los curas cristianos a sus pertenencias y dineros.

Como final, añado—. Tenemos que sembrar el caos para que sus planes se retrasen, pero, si no queréis el peso de dejar arruinado todo un pueblo sobre vuestras conciencias, os propongo estos métodos menos dañinos. Además, seguro que el buen Teolfo aquí presente puede darnos toda la información que necesitamos.

Dicho esto, espero a ver sus reacciones. No creo que estén tan abiertos a mis consejos como mi buen señor Alvar Fáñez, pero puede los consideren.

Antón tenía muy presente que aquellas gentes, al fin y al cabo, estaban en guerra con él. Hacía tiempo que no escuchaba noticias sobre el estado de la guerra pero sabía que cualquier ayuda sería bienvenida y la opción del caballero le parecía una gran oportunidad de matar a dos pajaros de un tiro.

-Yo ire con Alexio-afirmó- vosotros id a espantar el ganado o quemar un establo. Cualquier cosa que llame la atención. Y tu, judío, por tu bien espero no escuchar ninguna otra palabra en contra de la casa de Dios. No olvides con quien estás tratando. Puesto que has resultado ser buen caminante y puesto que pretendes ayudarnos pasaré por alto aquella blasfemia. Marchad y llamad la atención todo lo posible, nos reuniremos en la cruz donde todo este desastre empezó.

- Como digáis, mi señor - respondí.

Me sentía aliviado por no tener que ir con el santiaguista, que parecía que me la tenía jurada, como si hubiera cambiado algo que yo me quedase allí a recibir pedradas, encima que traté de salvar a Don Carlos y el muy cabezota no quiso subirse al caballo. Si es que hay veces que por mucho que uno se empecine, lo que no se puede no se puede.

- Cuando quieras - le dije al judío.- No tenemos mucho tiempo.

Iba a contestar a aquel hombre que yo no me refería a la casa de su Señor, sino la de su supuesto siervo. Y que quemar el pueblo acabaría llevando al mismo resultado, o incluso peor.

Pero tenía razón, y no había tiempo que perder. Las discusiones sobre los matices tendrían que esperar a otro momento. Así, contesto a Samuel—. Muy bien, vámonos.