El óbito de Honesto se produce mientras es zarandeado, sin que pueda explicar sus palabras ni añadir nada más. Al morir se le aflojan los esfínteres y el hombre se caga encima, el olor seguramente llegue hasta la mismísima ciudad del Aopóstol.
Aleixo se levantó y echó a correr hacia el lugar dónde el cuerpo del malhadado sacerdote yacía bajo la losa de aquella efigie del Apóstol Santiago. Algo debía llevar encima... algo que pudiera explicar todo aquello.
Antón hizo lo mismo y se acercó al hidalgo pasando por encima del cuerpo del que había matado.
-Don Carlos, ¿estáis bien?-dijo zarandeándolo- ¡Don Carlos!
Parecía qué, por primera vez desde hace mucho, alguien me hacía caso. Cuando me fijo, veo que Alexio tiene una fea herida en la garganta.
Termino la Carrera para llegar hacia Don Carlos. Parece que no está en sus cabales, pero tendré que ocuparme de eso después. Ahora había que salir de allí.
Como Antón está con él, a lo que supongo que lo desatará, rebusco en mi zurrón, para sacar un bálsamo y decir a Alexio— Untaos este ungüento en la herida, os aliviará.
Dicho esto, miro alrededor, en busca de caballos, o de algún rincón entre las calles, que nos permita salir de allí a toda prisa.
El caballero extendió la mano con la palma abierta para detener al judío que quería aplicarle un ungüento... ya habría tiempo para eso más tarde. La herida seguía ardiendo pero el fuego que habían provocado las últimas palabras de Honesto ardía con mayor ferocidad en la mente del santiaguista. Casi a la carrera se aproximó al cadáver del sacerdote y comenzó a registrarlo.
¿Tengo que hacer alguna tirada de Buscar o algo así?
El aldeano se aleja corriendo, véis cómo la daga que pretendía empuñar contra vosotros cae al suelo mientras el hombre se aleja. Aleixo rebusca entre el cuerpo del sacerdote, tras retirar a duras penas la imagen de Santiago que no tiene ni una sóla muesca o mella, está intacta.
En seguida encuentra bajo la sotana a la altura del pecho un libro de pequeñas dimensiones con papel moderno en lugar de pergamino que está casi escrito por completo. ¿Quién será capaz de leerlo?
El pueblo ahora, permanece en silencio, no hay aldeanos en las calles y lo más seguro es que la gran mayoría esté buscando el rebaño o directamente encerrados en sus casas.
El Hidalgo mira a Don Antón impasible, pero hay algo en sus ojos que parece como si pudiera traspasar con la mirada y el de Mayoral estuviera mirando más allá a algún lugar.
No estáis muy seguros de lo que ha ocurrido con la imagen, pero si los milagros existen, éste ha sido uno de ellos sin ningún género de dudas. Acabáis de presenciar un acto de fe de un hombre que estaba al borde de la muerte.
- Estoy bien... he rezado al Apóstol para que esta infamia no quedase así. Él ha proveído y me ha salvado de la quema, mi destino es llegar de una pieza a Santiago, mi cuerpo no podía consumirse aquí en una aldehucha. Ya estamos muy cerca y mi final se aproxima, pero no será aquí -estaba muy pálido y parecía enfermo o algo por el estilo, pero su tono de voz era firme y desprendía seguridad.
- No nos iremos sin antes quemar el cuerpo de ese hijo del Diablo en la pira que tenía preparada para mí. No hagáis daño a estos infelices, pues se vieron embaucados por el truhán.Quememos el cuerpo y continuemos camino a Santiago. Hay una pequeña aldea a unas pocas horas de camino llamada Carracedelo, allí podremos reponernos unos días de nuestras heridas, de allí a Villafranca.
Aleixo guardó el libro entre sus ropas. Ya habría tiempo de averiguar qué había llevado a aquel ministro de la Iglesia a la locura de querer quemar a cualquiera en pos de la redención de toda la comarca Maragata. Aquella talla de Santiago... magnífica y oportuna, quedó intacta al caer al suelo. Sin duda era un milagro. El caballero se arrodilló frente al Apóstol y depositó un beso ensangrentado a los pies de la estatua. Ya sabía que el perdón no estaría dispuesto para él... ni en la Sede ni en ningún otro lugar. Pero el Caballero sentiría la misma devoción o más por el Santo a partir de aquel día.
Antes de levantarse agarró al sacerdote en volandas y se dirigió derecho a la pira que había preparada para arrojarlo encima. Una vez estuvo hecho se volvió a sus compañeros y con un gruñido y señalando con el dedo, indicó que le prendiesen fuego.
Ya no podían esperar más... habían de salir de allí al instante.
Antón susupiró aliviado y se enderezó. Miro con sorpresa al caballero, que tenía la boca y el pecho lleno de sangre y no profería palabra alguna, ni grito de dolor. Cuando se acercó para preguntar por su estado vio lo que había ocurrido pero no se atrevió a decirle nada. Aquel hombre no necesitaba que lo compadeciesen. Antón se giró y observó el cuerpo del cura arder ¿Por qué actuaba así?
El noble se santificó ante los restos de Roderigo. Siempre sería recordado por haberle salvado la vida en lo que parecía ya una eternidad.
-Don Carlos será mejor que nos pongamos en marcha cuanto antes. ¿Podeis caminar bien? Nos queda un largo trecho todavía. Samuel ayuda a Don Carlos y a Aleixo en lo que necesiten.
Ante la respuesta de Alexio sobre el ungüento, me encojo de hombros, y le vuelvo a guardar en el zurrón. Mientras lo hago, me doy cuenta de como éste se aproxima al cuerpo del cura, y extrae un pequeño libro de él. Dudo que sepan leer, pero ahora no hay tiempo para eso. No obstante, ese libro puede dar muchas respuestas sobre todo esto.
Cuando lanza el cuerpo a la pira, y antes de que la enciendan, digo—. Esperad, no le prendáis fuego aún. Quiero comprobar una cosa...
Dicho esto, me aproximo al cuerpo del cura, tendido en la pira. Después, inspecciono el cadáver. Si era un malvado siervo del Demonio, como creo que es, seguramente tengo algo que le delate, como un amuleto, o algo similar...
No sé que tengo que tirar para buscar, pero lo mismo tengo suerte y encuentro algún componente o algo revelador.
Hazme una tirada de Buscar u Otear/ Descubrir y otra de Alquimia
Motivo: Buscar
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 27 (Fracaso)
Motivo: Alquimia
Tirada: 1d100
Dificultad: 80-
Resultado: 39 (Exito)
Casi...
No encuentras absolutamente nada, pero por el olor que impregna las ropas del sacerdote distingues claramente el olor de uno de los venenos más pontentes que conoces: El Acónito. Ese olor acre y fuerte es inconfundible, te preguntas si no fue el sacerdote el que envenenó al pueblo, y no el pobre Xelasio al que se le acusaba de estar poseido y traer la desdicha y la enfermedad al pueblo.
Es una mera conjetura, nunca llegaréis a saberlo, pero es bastante posible en tu opinión.
Cuando Yejiel ha terminado, el Hidalgo libre ya de sus ataduras se ocupó personalmente de tomar una rama de la pira del bueno de Roderigo y prender la pira del sacerdote, la cual arde en seguida con una fuerza inusitada.
El de Mayoral contempla unos segundos cómo se calcina el cuerpo del apóstata con una mirada a medio camino entre la ira y la lástima, tras esos segundos que se os hacen eternos y con una lágrima asomando por una de sus mejillas dice
- Que Dios tenga piedad de su alma, aunque mucho me temo que no será Dios el que le esté esperando al otro lado... aquí ya hemos acabado. Tomad vuestros caballos y pongamos rumbo a Carracedelo. El Santo nos espera...
Último post de despedida el que quiera.
Antón asintió con la cabeza y montó en su caballo. Habían vuelto a perder a un compañero y todo por unos locos que habían sido tentados por el diablo por que ¿Que otra cosa podía ser? Nadie en su sano juicio acusaría de tal infamia a Don Carlos y todos pudieron ver como el Señor estaba con él cuando hizo que la estatua sepultara al cura que tanto mal les había causado. Santiago cada vez estaba más cerca y su peregrinaje llegaba a su fin. Solo esperaba poder llegar allí y rezar al Santo en paz.
Se frotó el brazo izquierdo que seguía inerte y después les hizo un gesto a sus compañero para ponerse en marcha cuando estuvieran listos. El paso era lento y deprimente mientras se alejaban de aquel maldito pueblo.
Por que yo si tengo caballo :p
Había ayudado al hidalgo a alzarse aunque lo había notado extraño. Resultaba difícil de creer que la estatua se hubiera caido por intervención divina, quizás Don Carlos no estaba tan bien atado como parecía y se deslizó para empujarla de alguna forma... claro que entonces la estatua tendría que haber estado un poco suelta al menos, y en realidad no estaba tan cerca como para hacerlo... Seguro que había una buena explicación, solo que yo no era capaz de encontrarla.
Ayudé en lo que pude aunque poco más pude hacer que rezar una plegaria por el alma de Roderigo, que aunque tenía fama de ladronzuelo había demostrado en realidad ser un buen hombre.
El Caballero, con la cara y la boca aún ardiendo, se acercó al judío y se dejó aplicar el ungüento. Escocía como un demonio enfurecido pero el dolor del golpe, aún presente, enmascaraba y luchaba con el escozor de la cura. Aleixo miró con furia el cuerpo ardiente del sacerdote y, acto seguido apartó la mirada hacia los pocos restos de Roderigo que se deshacían presa de las llamas. Los ojos le escocían y unas densas gotas brotaron a su pesar. Tras santiguarse comenzó a caminar sin mirar atrás.
¿Y mi caballo? Porque, que yo sepa, yo tenía uno pero en un momento dado hemos dejado de "hablar de ellos". Bueno... si lo tengo me monto y si no... pues a pata junto a Don Antón.
Er... la tirada de curación por el ungüento, ¿la hago yo o Yejiel?
Yejiel es el que tiene que tirar 1d3, lo que salga te lo sumas a los PV y luego entre capítulo y capítulo puede gastar la otra dosis en ti y tirar de nuevo el dado.
Tras inspeccionar el cuerpo del cura, hago un gesto con la cabeza, para indicar que he terminado. No había ninguna evidencia tangible, pero el olor que desprendía no dejaba duda a alguien experto como yo. Ese hombre había estado envenenado al pueblo. Ese era el mal, y no la posesión de aquel muchacho.
Cuando parece que todo ha pasado, y el cura comienza a arder, veo como ahora Alexio se acerca. A lo cual, le digo—. No os mováis. Puede que esto duela, pero pronto lo notaréis actuar...
Dicho esto, comienzo a aplicar la cataplasma en el cuello del hombre. Rápidamente, se puede ver como la herida comienza a cerrarse. No tardo mucho en gastarse por completo.
Tras esto, poco quedaba por hacer aquí. Vale que podrían registrar la Iglesia, y ver qué pasaba, pero el grupo estaba decidio a salir de allí. Y, después de todo, separarse ahora por indagar más sería una tontería.
Así, sin caballo, como al principio, comenzó a seguir al grupo. Poco podría quedar ya para la ciudad del apóstol...
Motivo: Cuánto cura mi ungüento
Tirada: 1d3
Resultado: 2
Antes no me dejaba tirar... No sé por qué.