Que Gideon le pasara el brazo por los hombros fue tranquilizador y de haber estado a solas, se habría puesto a ronronear contra su pecho para solazarse con la sensación. Pero en fin, había público y por el momento, tenía que centrarse en la misión. El primer trabajo, por cierto, que iba a realizar con sus compañeros, así que supuso que era normal sentir miedo. Lo que decían de su padre podía tener sentido, pero ¿qué lo tenía? Por mucho que ella quisiera llevar una vida ordenada, estaba rodeada de caos y empezaba a sentir que por muchos planes que hiciera, algo acabaría por frustrarlos.
-Es tarde, vayamos a cenar y a descansar. Al alba necesitaré al menos dos horas para preparar mis hechizos y redactar algunos nuevos para casos de emergencia.
Observó de forma diferente a la Infanta tras los comentarios de Alderic. ¿Había estado a punto de morir? La muchacha debía tener su edad y pesaba sobre ella una responsabilidad importante. Nindra estaba siendo demasiado dura con la chica, la juzgaba con demasiada frivolidad y se sintió mal cuando se dio cuenta de que ella también tenía que estar pasando lo suyo. Thyga también estaba asustada, temía por su vida igual que Nindra y su único apoyo eran esas dos mujeres que la acompañaban, igual que ella tenía a Gideon y a Alderic. Eso hizo que sintiera que tenían más cosas en común de lo que había parecido en un principio.
Se acercó a la Infanta y la cogió de las manos con firmeza.
-Gracias por tu comprensión -eso de tutear a personas de la realeza todavía no lo dominaba-. Y lamento haber reaccionado de esa forma tan brusca, tuve miedo al escuchar su nombre. Cumpliré con mi parte, os llevaremos a salvo hasta Umnia, puedes contar conmigo y con estos dos mentecatos también -dijo sonriendo, cómplice, señalando a sus compañeros con la cabeza-. No volveré a perder la compostura otra vez, si Mediocrus está implicado, esto se vuelve personal para mí. No dejaré que te haga daño a ti tampoco -aseguró con los ojos brillantes-. Me va la vida en ello.
Con un último apretón de manos y una mirada hacia las chicas, Nindra se volvió hacia Alderic.
-Yo sí quiero saber lo que hiciste después de nos fuéramos -dijo, cruzándose de brazos, lo que no era muy buena idea debido al voluptuoso efecto que eso provocaba en su busto con aquel vestido tan bonito que llevaba. Ninguno se había fijado antes en eso, o si lo habían hecho, lo habían disimulado muy bien-. Lo de dormir en una misma habitación, en fin, este sitio es bastante seguro y no creo que vayan a atacarnos por la noche. Pero como no sé lo que te sucedió ni en qué circusntancias te encontraste con este problema, no sé qué decir al respecto. ¿Tú qué opinas? -preguntó a Gideon.
Alderic sonrió ante las palabras cruzadas entre Nindra y la Infanta, y su mente viajó por derroteros poco saludables al ver a las dos bellezas tomadas de la mano... ideas que casi logra desterrar de su mente hasta que la maga se cruzó de brazos frente a él. Asintió y tuvo que forzarse a levantar la vista y mirarla a los ojos, y con un carraspero se acercó a Guideon - Desde luego, les contaré lo sucedido tan pronto pida algo logero para comer, ¿Algún pedido especial? - tomó nota de las preferencias de quienes le pidieron algo y enarcó la ceja y asintió con una sonrisa ante el pedido que su amigo le hizo en un susurró. - No tardo - dijo mientras se dirigía a la puerta... y no lo hizo.
Unos momentos más tarde volvió a la sala con una bandeja, en la cual había unas botellas, una jarra, vasos y una taza con un líquido humeante. Dejó la bandeja con las botellas y los vasos en la mesa y le dió la taza a Nindra - De parte de Guideon, dice que es tu favorito. - le dijo, y tras servirse una copa de vino de una de las botellas se sentó en uno de los sillones. - Sírvanse lo que quieran, hay vino, cerveza y un licor local que me ha recomendado el Marqués. La comida llegará más tarde y sólo seran unos fiambres pan y queso, la cocinera se ha retirado por la noche.
Dió un sorbo a su copa y asintió, el vino era bueno, miró a Nindra - Mi tarde, si... veamos... después de que salieran de la Doncella me quedé hablando un rato con el enano y el gordo, cuando ellas salieron con sus compañeros - dijo indicando con un ademán a la Infanta y sus guardaespaldas - no pude evitar escuchar parte de su conversación. No sé que me llevó a seguirlos, reconocí en las pocas palabras que escuche nuestro mismo predicamente, estaban huyendo de alguien y ese alguien estaba en la ciudad. - se encogió de hombros - Como fuera los seguí por los techos, quería asegurarme de que llegaran a salvo a la salida de la ciudad, pero en la plaza de un pozo los emboscaron ocho encapuchados. La lider le ofreció rendirse a cambio de que sus hombres vivieran - Alderic frunció el entrecejo, masculló para sus adentros como si intentera recordar algo. Luego miró a La Infanta - Te llamó Dalla... no Thyga, no Lady Redfrid, no Infanta... Dalla ¿Por qué? - Alderic no creía que las tres mujeres hubieran podido inventar toda la historia, no con el detalle que habían dado, no parecía una historia ensayada, sin embargo ese detalle nimio que se había olvidado en el fragor de la batalla volvía ahora y pedía ser aclarado. ¿Cual era el verdadero nombre de la Infanta? ¿Y por que la lider de los asesinos la conocía por otro nombre? - Si alguien te conoce por ese apodo, entonces esa persona contrató a las Sierpes.
- ¿Da...? - Una vez Alderic mencionó aquello Thyga miró a Lurzca y Murron se puso en pie. - ¡Si, dijo eso! ¡Lo había olvidado!
La Infanta se puso en pie y se retiró el pelo de la cara. Resopló, se rascó la cabeza, estaba realmente nerviosa. Lurzca corrió a abrazar a la infanta y le dijo algo al oído, o al menos lo intentó, pues Thyga se zafó de ella. Murron también se puso en pie y aunque parecía querer decir algo, no lo hizo.
- Dalla... - Tragó saliva de nuevo. - Así me llamaba de pequeña mi hermana. Y bueno mi familia y amigos más cercanos me llaman así también. Pero... ¿Cómo lo sabía...? ¡Lo había olvidado! ¿Cómo puede haberlo olvidado?
Alderic se paró y se acercó a la infanta, puso ambas manos sobre sus hombros y apretó suavemente - Quizá lo olvidaste porque unos segundos más tarde estabas en el piso desangrándote por dos tajos de espada, no creo que ese detalle hubiera sido muy importante para ti en ese momento. - le levantó la barbilla y la miró a los ojos - Si te sirve de consuelo, nosotros también lo olvidamos, el calor del combate tiende a hacer eso con nuestras mentes. - nuevamente apretó sus hombros - Al menos esto confirma que quien está interesado en que no se cumpla tu misión forma parte o conoce muy bien a tu familia. No le des vueltas a eso ahora, tenemos varios días para descubrir quien quiere realmente la guerra y no le importa matarte para conseguirla. ¿Has visto bien la cara de la lider de las Sierpes? por lo que entiendo es la misma que os emboscó antes. - la Infanta asintió y Alderic preguntó - ¿La reconoces de algo? - esta vez la infanta negó con la cabeza tras intentar hacer memoria - En ese caso es claro que sólo es una mercenaria a la que le dieron ese nombre. - le indicó el sillón.
- Siéntate... - miró a las otras dos mujeres que seguían en pié - sentemonos todos y a menos que alguien quiera discutir otra cosa terminaré el relato, de otro modo Nindra me arrancará la cabeza. - dijo con una sonrisa y dejándose caer en un sillón.
Lurzca se interpuso entre Alderic y la Infanta. Había abierto los ojos de par en par en cuanto el asesino posó sus manos sobre los hombros de Thyga. Era muy evidente que no le gustaba la idea de que nadie tocará a su protegida.
- Creo que ya está suficientemente alterada. - Le dijo en tono seco y tajante. - ¿No lo crees? Será mejor que lo dejes estar. Te aconsejo que lo hagas si quieres conservar la cabeza sobre los hombros. ¿Entendido?
- ¡Lurzca! - Murron fue ahora la que separó a la mestiza de Alderic.
Ambos estaban encarados a pocos centímetros de distancia. Sin quererlo Alderic había vuelto a meter el dedo en la yaga. Por eso Murron tomó el control y les separó. Conocía bien a Lurzca y sabía que pocas veces hablaba por hablar. Si había amenazado con cortar una cabeza, podía llegar a hacerlo si no se satisfacían sus peticiones. Por suerte Alderic se separó de la Infanta y la sangre no llegó a correr.
- Alderic no pretendía... - Chasqueó la lengua. - ¡Él sólo... Él sólo pretendía ser amable, joder! ¿Qué cojones te pasa? ¡Relájate!
Tras aquellas palabras Lurzca se encaró entonces con Murron. Unos segundos de tensión y luego se dio media vuelta y se sentó sobre la cama enfurruñada. Lo peor había pasado.
Alderic retrocedió ante la amenaza de Lurzca, Murron tenía razón, él sólo había querido ayudar, pero también había sobrepasado el espacio personal de la chica y Lurzca tenía todo el derecho de reclamarle. Despues de todo Thyga estaba a su cargo y evidentemente había una amistad fuerte entre ambas... quizá algo más. - Perdón Lurzca, no volvere a sobrepasarme... - le dijo a la mestiza - ... disculpa Thyga. - completó antes de sentarse.
- Sigo entonces... donde estábamos... cierto, la Sierpe mayor amennazo a Thyga, yo intenté apresarla por sorpresa pero calculé mal mi caida y no pude dominarla. El combate comenzó y sé que herí de muerte a esa perra, pero logró escapar y les ordenó a los suyos que nos mataran a todos. Lo primero que hicieron los hijos de puta fue atacar a Thyga, y si no hubiera sido porque Murron logró parar la sangre ahora no estaría aqui. Los tres compañeros de Lurzca y Murron cayeron, nosotros matamos a siete y cuando terminamos todos estábamos heridos. - miró a las mujeres y luego a Guideon - Intenté encontrar este lugar para que tu curases a Thyga, pero nadie quería ayudar a un tres mujeres y un hombre heridos a encontrar este lugar, ahora que sé que es un lupanar entiendo algunas miradas. - sonrió al recordar la cara horrorizada de una tendera al escuchar la pregunta - Finalmente encontramos un templo a alguna deidad de las plantas, allí nos atendieron, nos permitieron bañarnos y nos dieron ropa limpia. Después de comer unas frutas y vino con el sacerdote, y con sus indicaciones, vinimos hasta aquí y el resto ya lo conoceis. - palmeó sus muslos y miró a Murron - No sé si me he dejado algo importante que contar, quizá ustedes vieron algo que a mi se me pasó por alto.
Guideon no fue tan comprensivo como Alderic. Se levantó del brazo del sillón en el que había estado sentado, cruzó la estancia mientras Alderic hablaba y se sentó en la cama, junto a Lurzca, enlazando los dedos frente a si.
—Has amenazado a mi amigo... no... a mi hermano... con cortarle la cabeza —sus murmullos pudieran haberse perdido a todos aquellos que estuvieran pendientes del discurso que seguía hilando el asesino y no a sus palabras—. Yo no te voy a amenazar. Si vuelves a hacer algo parecido, si amenazas de alguna manera a Alderic o a Nindra, te ensarto el corazón con mi lanza sin mediar una sola palabra.
Había hablado con un tono sosegado, como si estuviera hablando del tiempo, pero había acero en su mirada. Mantuvo la mirada de la mestiza durante unos instantes antes de añadir:
—¿Me he explicado con claridad?
Nindra observó el cruce de palabras, gestos y amenazas con cierto asombro, para acabar reprimiendo un suspiro cuando Gideon prometió atravesar el corazón de Lurzca. No debería haber sentido ese escalofrío de placer al escucharle anunciar muerte, no pudo saber si fue el tono, la actitud o que saliera en defensa de todos con esa pasión, pero Nindra se descubrió presionándose el estómago y cerrando un poco más los muslos. Tragó saliva y trató de disimular el repentino sofoco poniendo los brazos en jarra.
-Está claro que ha sido un día muy largo, todos estamos cansados y tenemos mucho en lo que pensar -amonestó a todos en general y a nadie en particular, porque ella misma había estado igual de alterada minutos antes. Pero su postura era muy graciosa y en su mirada había determinación-. Por favor, no nos matemos entre nosotros. Nadie más que yo va a poner las manos sobre la Infanta y ninguna de vosotras pondrá las manos sobre mis compañeros. ¿Está claro? El contacto entre nosotros se va a limitar a eso.
Terminó de escuchar el relato de Alderic. Mientras ella disfrutaba de unas horas con Gideon, su compañero había estado a punto de matarse por seguir a tres desconocidas.
-Creo que a partir de ahora será mejor que no nos separemos -comentó, sentándose de nuevo y fingiendo llevar las riendas de la situación, cuando era evidente que cada uno hacía lo que quería. Recordó el té y asumió que era aquella planta de la que Gideon le había hablado, así que se la bebió. Estaba asqueroso, Nindra odiaba las infusiones, solo era agua caliente y sucia, con tropezones de hierbas y cosas que flotaban. La proxima vez le dejaría claro a Gideon que sería él quien tomara las precauciones. Terminó el contenido intentando no poner mala cara, pero lo habría vomitado si hubisese estado a solas-. Alderic, no debiste seguirlas tú solo, y nosotros no debimos dejarte solo tanto rato. Fue un error. Y compartir habitación los seis cuando queremos arrancarnos cabezas y corazones no me parece sensato y estamos alargando esto más de lo necesario-. Dejó la taza sobre la bandeja y habló en un tono que no admitía discusión alguna-. Saldremos al amanecer. Yo dormiré con ellas, vosotros podéis hacerlo en la habitación contigua- levantó el dedo para callar las réplicas, como una severa maestra con un alumno-, en caso de peligro puedo echar abajo la pared. Puedo preparar una custodia que nos avisará si entra alguien, pero si os atacaron en la calle, dudo mucho que vayan a atacarnos aquí dentro, este sitio es grande. Si dejaste siete cadáveres tú solo y malherida a la líder del grupo, no creo que se hayan respuesto de la impresión tan pronto.