Aquellos cirujanos hicieron un trabajo formidable. Cosieron tus heridas en el cuello y te recompusieron un poco. Claro que, habrías de descansar en una cama durante bastantes días o de lo contrario las heridas podría volver a abrirse. Mientras tanto pensaste en qué podría haber ocurrido en aquella coca. Esos hombres se llevaron a la esposa e hija de Garur, pero todos aparecieron muertos. Tras cavilar mucho, decidiste no levantar testimonio ni indagación alguna: tu señor te lo había pedido, y tal era la lealtad al mismo que nada más hiciste, salvo callar aquella extraña situación.
* * *
Et ocurrió que Garur-ibn-al-Tarjel no era sino un gran místico. Su favor en la guerra y su resistencia en Al-Yazirat no era sólo fruto de su buen hacer. Se rodeó tiempo ha, cuando ni siquiera hízose soldado de hecho, en la corte granadina con algunos de los mejores magos de aquel tiempo. Incluso conoció a un sabio hombre llamado Khaled, hijo de Mubarak. Siempre le pareció atormentado por la historia que le relató acerca de su amor prohibido y la búsqueda de la amada. Por ello, tras una rápida amistad forjada entre los entresijos de la corte del Emir Yusuf I de Garnatah, Garur confinó a sus espías, sabedores y buscadores (cristianos y musulmantes) a traer en secreto noticias de Aixa la desparecida, y Khaled le proporcionaría ciertos conocimientos en la magia y algunas herramientas para perjurar y otras artes mágicas.
El caso es que la suya mujer de Garur, Maru, que habíala conocido en el peñón de Taric, era hija de una buena familia. Los espías de éste habían dado en tal Peñón con una información acerca de una mujer raptada hacía un tiempo que coincidía con la descripción de Aixa. Tras indagar en persona un poco más, Garur se topó con su actual esposa. Se enamoró de ella y pidió su mano, y hasta mucho tiempo después no supo de las cualidades mágicas del suyo esposo. Y tan grandes fueron (yendo más allá) con algunas enseñanzas de Khaled, que Garur quiso utilizar tales artes contra los herejes cristianos, que no dejaban de hostigar Al-Yazirat. Tras su época de soldado se consolidó como comandante de la población, y desde su alcázar anduvo consultando durante un tiempo libros e invocando demonios (al menos las malas lenguas eso dicen).
Et decían que hasta la suya esposa era capaz de hacerla entrar en trance cual demonio, como una bestia desposeída, como un arma de matar. Claro que ésto sólo eran habladurías, et no había habido hasta la fecha nadie fehaciente para confirmarlo.
Ahora quizá sí.
Fin del prólogo y partida ;)