Partida Rol por web

Hoy vuelves al bar, te tocaba turno de noche y tenias que atender a unos clientes que, habitualmente, venian a jugar al poker y estos tenian esa fama de tocarte o rozar su mano sobre tu trasero, y tienes que aguantar tu mal genio sino el dueño del bar te echaba y eso no era nada bueno. Cuando estabas sirviendoles unos martinis, entra un hombre de unos 40 años, mas o menos, y se sienta cerca de la barra. Aquel cuarenton te daba algo de mal espina, pero...un cliente siempre es un cliente...

Suspiro, y me acerco a la barra. Sacando de mi delantal el anotador y la lapicera para tomar nota. Lo miro fijamente, dedicándole una leve sonrisa.

“Si no fuese por ti Belcebu no estaría aquí encerrada...”

-Buenas noches señor... ¿Que desea que le sirva?-

Le pregunto de manera tranquila. Acomodando mi delantal sobre mi ropa. Llevaba puesto un corsé que me gustaba, el pantalón de vinilo que mejor me quedaba y mis botas de plataforma. Sabia que me vestía de manera provocativa, pero muchas veces servia también para obtener mejores propinas. Aguardo con calma su respuesta.

Un tequila con hielo, por favor.

Te contesta aquel hombre que se sento en la barra del bar. En cuanto te giras para prepararle lo que te pidio, te mira con curiosidad.

Y digame...¿como es que una señorita como usted esta metida en un agujero inmundo lleno de apestosos humanos?

Te pregunta con una tetrica sonrisa mientras ojeaba un libro.

Me estremezco, mientras sirvo de manera tranquila el tequila en un vaso. Corto la rebanada de limón y le dejo la sal junto con el trago a su lado.

-Todos debemos trabajar para ganarnos la vida Señor...-

Le digo con una leve sonrisa, para parecer amable mientras continuo mi trabajo luego de atenderlo.

No entiendo porque se somete ante esas apestosas criaturas, inducidas por el placer y los pecados de la carne...

Una vez dicho esto, toma un poco de su Martini y sigue leyendo su libro.

Lo observo de reojo. Me daba mala espina. No parecía demasiado normal con esos comentarios. ¿Seria un demonio? Observo con cautela a la gente del bar. ¿Acaso lo había enviado Belcebu? Hacia mucho tiempo que no sabia nada de el. Lo cual tampoco era una muy buena noticia. Me alejo de la barra en dirección a las mesas para limpiarlas. Pero observando de reojo a aquel hombre.

Arkham seguia leyendo su libro, pero sin dejar de mirarte. Este te estaba enviando un mensaje solo moviendo sus labios, el cual no entendite nada ni te dio tiempo de leerlo porque estabas muy centrada en tu trabajo.

Lo observo de reojo. No me daba buena espina, y menos lo que estaba murmurando. Había demasiada gente allí como para defenderme sin que nadie saliera herido. Si era una demonio, pero en definitiva tenia que vivir con los humanos. Continuo mi trabajo, lo mas alejada de el. Aguardando a que sea la hora en la que mi turno finaliza para alejarme de aquella persona.

Despues de tres horas, finaliza tu turno de noche en el bar. Te preparas para marcharte a casa sin saber que puede haber algun peligro acechando en cada esquina.

Me quito el delantal y saludo al jefe. Guardando el dinero del día en el sostén y salgo por la puerta trasera para evitar ser vista por los clientes y aquel hombre. Me subo el cierre de mi campera de cuero y empiezo a caminar a paso tranquilo pero apresurado. Con ganas de llegar a la casa. Prestando atención a los sonidos que me rodean. Sin duda era una noche extraña.

Por el camino, te encuentras a una joven que estaba de espaldas en la calle, muerta de miedo.

La miro extrañada y me acerco a ella. Con las manos en los bolsillos. Acuclillandome a su lado.

-Hey... ¿Estas bien?-

Le pregunto algo preocupada. Mirando a mi alrededor vigilando que no haya nadie.

¡A...ayuda...!

Le pido a aquella muchacha desesperadamente con lagrimas en los ojos.

¡Sino Vergil...Vergil morira...!

La observo extrañada, agarrándola de los hombros.

-Calmate... - Le digo tranquila – Cuéntame que ocurre... ¿Quien va a morir...?-

No entendía lo que me decía, pero al parecer estaba desesperada.

Ver...Vergil...estaba defendiendome de unos...de unos...¡de unos demonios...!

Le contesto, a punto de romper a llorar de nuevo.

La observo frunciendo el ceño. Cada vez que oía esa palabra un escalofrío recorría mi espalda pensando en el. Podría estar acechando en cualquier momento. Por suerte mis armas estaban conmigo en todo momento. Me pongo de pie, mirándola de manera inexpresiva.

-Bien... ¿Y donde esta tu amigo...? Si quieres que lo ayude debes apurarte...-

Le digo aun con las manos en los bolsillos. Aguardando.

Esta...esta...en el Devil May Cry...por favor, ayudele...

Le suplique mientras se me hizo visible unos pequeños cortes en el cuello y mi mano derecha tenia una herida profunda, la otra mano llevaba una pistola.

Si...sigame...

Me encojo de hombros y la sigo a donde me guía.