—Así que las alcantarillas. —Pensó Shanon al escuchar las últimas palabras de aquel sádico, no era una mierda lo que le estaban sacando. Sus palabras tan sólo les llevaba de vuelta al plan que una vez concibieron y que no pudieron completar del todo—. Además de lo que te han preguntado... Tan sólo una última pregunta, ¿por qué? ¿Por qué de los asesinatos, qué buscáis? Contéstame y te daré la paz de la muerte, esa que tanto ansías.
—Os estáis equivocando. Ni el sufrimiento ni la paz cambiará mi servicio a los Padres. ¿Quién encabeza el Culto al que sirvo? ¿Quienes son los Padres?
El hombre se rió con la franqueza de quien encuentra una situación realmente divertida.
—¿Por qué? Porque debe hacerse. ¿Por qué la gente obedece a los líderes? ¿Por qué alguien se levanta cada día para ir al trabajo? ¿Por qué cumplís órdenes vosotros? Porque debe hacerse. Porque el mundo debe funcionar de alguna manera. Y yo solo soy un engranaje. Uno tan afortunado que ha podido atisbar la maquinaria. Quizás vosotros tengáis la misma suerte. No: yo no pido la paz ni quiero ser un martir. Yo he cumplido con mi deber hasta el último momento. Nada de lo que me suceda ahora me será ajeno y por todo daré gracias. El dolor está muy cerca del sufrimiento.
-Tranquilo, viejo. En una cosa tienes razón-dijo Tom-No tenemos ni puta idea de qué es lo que hay detrás de todo esto. Pero lo averiguaremos. Y de la misma forma, averiguaremos la forma de hacerte daño de un modo que te importe. Quizá esos Padres tengan enemigos que gustarán de administrarle su merecido castigo a un fiel servidor, de una forma que ni siquiera nos imaginamos. Y mientras te mantendré encerrado en un sótano oscuro, aplicándote castigos a la vieja usanza. Pero tranquilo que sin joder no has de quedar.
- No has respondido Larry. - afirma Lucy al alzar una ceja, ya pensando que luego de la golpiza y la evasión un tanto exagerada a las preguntas que le hacen, sólo indica que poco o nada dirá cuando su rol está cumplido. - Creo que nada podremos sacar de aquí. ¿Herman? ¿Alguna idea? - pregunta al hermano mayor de los Crane, pensando que tal vez se le ocurre alguna que otra manera para sacarle más información al viejo. Por su parte ella no recurriría a métodos tan agradables, quizás con el curso de los días, muerto de hambre, adolorido y encerrado sin tener posibilidad de morir, suelte prenda.
El viejo permanecía tercamente callado. Si las amenazas de Tom le afectaban no parecía demostrarlo.
Desde detrás de Cotton, Daniel miraba a los hermanos Craner y se encogió de hombros, negando con la cabeza para dejar claro que dudaba que fueran a sacar nada de aquel hombre.
No había deseado tener que golpearle, para eso sí que servía Tom y además mostraba un cierto entusiasmo en ello, y tampoco le había hecho falta en vista del fanatismo que profesaba, dispuesto a inmolarse por "el bien común".
Herman se encogió de hombros ante la pregunta de Lucy. Aquel tipo se lo había tomado como una amenaza, pero no lo era en absoluto. Era una promesa. Y una promesa de un Craner era, sencillamente, una constatación de la realidad. Bueno, al menos se había reído de buena gana.
—¿Confesión? No, Cotton, se equivoca de medio a medio. Yo no quiero nada de usted. No lo necesito, ¿entiende? Simplemente me preguntaba si tú querrías algo de mí. Me inspiras curiosidad, como un insecto a un gato. Las confesiones se las dejo a los profesionales, a curas, sacerdotes y demás vehículos de la farsa. Porque has de entender algo, Cotton. Abraham no sacrificó a nadie, es un cuento, un cuento para que los niños mayores actúen de la forma que han decidido para ellos.
Herman hizo ademán de salir de la sala. Allí había poco más que hacer, al parecer.
—Sin embargo, en algo tienes razón, Cotton. Eres una herramienta. Y es natural que las herramientas se rompan por el uso. Y también por capricho de quienes las usan. Y a mí, Cotton, me sobran las herramientas...
... ya te haré una visita a ver si las enfermeras te tratan adecuadamente. Recuerda, parpadear una vez significa sí. Dos veces, no.
Y acto seguido, ya fuera de la sala, se dispuso a organizar todo para que se encargasen de Cotton y a pensar cómo organizar su siguiente paso en el subsuelo de la ciudad.
Una vez parecía que no había mucho más que sacar a aquel maldito desgraciado que les había hecho perder el tiempo Shanon se encaminó al exterior mientras que el tonto de su hermano seguía insistiendo con sus amenazas. En cuanto parecía que finalmente todos habían terminado dejando a Cotton sólo en la oscuridad, Shanon habló:
—Parece que todo apunta a esas malditas cloacas... No sé a cuántos podremos implicar, podríamos pedir apoyo a nuestra seguridad privada pero si ese Culto está tan ramificado como han dejado entrever es posible que alguno de ellos esté en el ajo. —Shanon dijo todo aquello como un tiro mientras se dibujaba una mueca de asco en su faz. Entonces dedicó una mirada evaluando a todos los que allí estaban.
—Debemos ir, y si acaso meter a un par de personas más. Daniel, Tom, ¿conoceis a alguien que nos de el perfil? Alguien que acabe de empezar, que no se sepa que es de los nuestros.
-Mis contactos podrían estar manchados, ya que todos tienen que ver con el cuerpo, Señorita Craner. - respondió a la petición de la heredera; él no tenía esa clase de contactos. - Tampoco creo que nadie ajeno a la cábala esté capacitado para lo que podemos encontrarnos allí abajo.
Solo esperaba que ellos sí lo estuvieran pero no era su trabajo comentar dudas al respecto.
Tom puso cara de fastidio.
-Ayer pedí ayuda a la banda. Me acompañaron dos de los buenos. Y ahora están muertos. ¿Con qué cojones me presento yo otra vez en el barrio diciendo que necesito dos wannabees para hacer de carne de cañón, dime?. Puedo intentarlo, pero lo más seguro es que me manden a la mierda. Sinceramente, no me lo merezco.
Inspiró y suspiró, hastiado.
-Yo voy. Aunque sea solo. Si me joden, que me jodan. En realidad, ya me han jodido. No lo voy a permitir. Voy a enfrentarme a lo que sea que hay ahí abajo. O muero vengando a mis colegas o muero intentándolo.
Luego de optar por la opción más viable en esta situación, Lucy avanza para reunirse con el grupo en un rincón más apartado mientras no le quita mirada a Cotton. Por un lado le resultaba increíble esta devoción que profesa, al punto convertir su creencia en una realidad que tranquilamente puedes acompañar y por sobre todas las cosas, creer. Cuestión que habla mucho de aquel hombre, más aún de la lealtad a su culto.
Una vez que escucha a los demás, la bibliotecaria desvía la mirada hacia los presentes mientras se muerde el labio inferior un tanto pensativa, pero lejos de resguardarse en sus silencios, prefiere dar su opinión. - Si el jaleo está en los túneles, no perdamos tiempo. - afirma decidida a participar de ello, lo que sea que se esté gestando en aquel rincón de la ciudad, si que merecía su atención. Necesitaba esas respuestas.
- Lo que sí, esta vez no conduzco. - termina por decir sonriendo de lado, no quería hacer papelones de nuevo.
A las túneles!
—Tenéis razón entonces... Seremos los cinco. Porque supongo que tú vendrás. —Agregó lanzando una clara pregunta a su hermano.
Pues si da el OK, puedes hacer elipsis. Eso sí antes de ir paso por casa para ponerme mi equipo dominguero del decathlon, o lo que vistan las élites xD.
—No me lo perdería por nada del mundo, hermanita —dijo Herman, al tiempo que levantaba la mirada de la pantalla del móvil. Ya se había ocupado de dar las instrucciones permanentes para que alguien se ocupara de Cotton y también de su despacho—. Además, seguro que papá quiere que alguien cuide de ti —dijo, sonriendo entre dientes.
Menudo panorama iban a ser los dos Craner en las alcantarillas. Decididamente, el viejo se lo estaría pasando en grande.
—Además, me muero de ganas por saber qué droga se mete Cotton. Parece verdaderamente convencido de lo que dice. Sin verlo, no creo que lo comprenda nunca. Pero si vamos a ir solos como parece, a lo mejor deberíamos ir preparados. Qué sé yo, si un viejo lunático nos ha dado tantos problemas, no quiero imaginar si nos encontramos algo verdaderamente amenazante o peligroso...
A Herman le gustaba el riesgo, le hacía sentir vivo. Pero, aunque quizá su hermana discrepase, tampoco era un gilipollas integral*.
—... como tres viejos lunáticos...
*ni esa clase de negro. Eso tampoco