Partida Rol por web

Levanto el escudo ante el ataque de la hermana oscura, pero no estuve lo suficientemente rápido, y siento como se me clava la espada en la armadura ligeramente.

¡Demonios! Yo os daré justicia.

Con ese recto pensamiento, blando mi mangual desde la espalda y lo estampo contra el cráneo de la corrupta arpía, con un grito de rabia y justicia. 

Ikateria, pasando por alto completamente al enemigo que estaba frente a ella, saltó rápidamente en dirección a Urgat y con un fuerte golpe de puño con su mano derecha, impactó a la hermana oscura que estaba batallando en contra del paladín. Al segundo, y sin darle tiempo de reacción al enemigo, Urgat soltó un fuerte golpe con su mangual sobre la cabeza del enemigo que dio de lleno contra el ojo derecho de la hermana oscura. Esta última gritó de rabia al darse cuenta de que ya no contaba con su ojo derecho.

La hechicera creó un vistoso efecto de fuego a su alrededor que amenazaba con quemar todo lo que encontrara a su paso. Mas la hermana oscura frente a ella saltó hacia atrás alejándose por muy poco del peligro.

La líder de las enemigas se sintió molesta al ver que Ikateria no le dio importancia y se lanza en un fuerte ataque en contra de ella.

La enemiga que había perdido el ojo estaba ciega de ira y atinó a lanzar sus dos manos en contra del cuello de Ikateria con el fin de ahorcarla.

La oscura que estaba batallando contra la hechicera dio un fuerte salto hacia adelante y, poniendo su espada con el filo hacia abajo, buscó la clavícula de Ania.

La arpía se retorcía como un gusano, intentando moverse todo lo rápido que podía, pero en lugar de atacar a sus dañinas ex-hermanas, ahora intentada lanzar un proyectil sobre quién se abalanzaba sobre la "Traficante de Fuego".

De nuevo le atacaban, el ataque parecía preciso, y el tiempo no era mucho, dando vueltas sobre sí misma arremolinó el fuego que su ataque anterior había dejado en el aire, antes de que acabará de consumirse y lo dirigió como una llamarada a su oponente, su intención de desintegrar la flecha era clara, pero esas fechas no dan de mala factura, y una alcanzó su mano izquierda. Por suerte o desgracia la flecha no fue más allá de su mano.

Era bastante doloroso, hacía tiempo que no sentía su sangre brotar por una herida, no era un corte demasiado grave, solo un arañazo que podía ser tratado en cualquier momento. Lo molesto era ver qué su llamarada no era tan potente como esperaba.

Observe como nuestra compañera se movía para defendernos y asiento ligeramente, en el fervor de la batalla. Al ver como la hermana oscura a la que ataqué había perdido un ojo, no dejo pasa esta oportunidad y le vuelvo a atacar con todas mis fuerzas, moviendo el mangual en horizontal hasta su cabeza.

- ¡¡¡MUERE, ADORADORA DE LOS INFIERNOS!!! - le grito a la traidora, mientras lanzo un grito de furia justiciera. En mi mente se están formando canticos a la Luz y al bendito Akarat.

Y de pronto a lo lejos se escucha algo como un bramido que sale de las profundidades del monasterio...

-DURUUUUUUMMMMM- se escucha y vuestro alrededor comienza a moverse cuando unas 3 partidas de hermanas oscuras pasas a vuestro alrededor en dirección al monasterio.

Las hermas oscuras que estaban batallando contra ustedes también son llamadas por el fuerte sonido y les dan la espalda a ustedes para enfilarse hacia el edificio. Claro que esta falta de respeto con el enemigo fue pagado enormemente y todas ellas caen victima de vuestros ataques.

Y ahí está, el monasterio que domina como un gigante oscuro toda la zona y que amenaza con llenar las almas de todos los que habitan sus alrededores con una maldad perenne.

Desde lejos pueden ver la entrada del monasterio con su gran puerta, puerta que hasta hace poco estaba siendo custodiada por un importante número de hermanas oscuras. También ven uno de los costados del monasterio donde hay un espacio de la pared que fue destruido y les da otro acceso al monasterio.

¿Qué harán nuestros nobles héroes?

Conoces el monasterio y sabes que este cuenta con 4 plantas, 3 eran ocupadas para las distintas labores de la hermandad y la última son las catacumbas del monasterio.

- Conozco el sitio. Aununció mientras arrancaba de la espalda de una de esas traidoras una flecha. En su rostro de asco se podía leer el desprecio y repugnancia que sentía.  - Esto ha sido mi casa por un tiempo, y excepto las catacumbas, que las conozco de oidas, el resto me suena.

Todas las arpías oscuras desaparecían ante el bramido, y una ola de alivio alcanzó su psique por no tener que seguir con aquel combate. Les tocaba huir mientras estaban vivos, o esa sería la opción más aconsejable; ellos en cambio tenían una misión realmente dura, más de lo que hasta ese momento había pensado ¿Que monstruo podía provocar aquella estampida?

Tenían que entrar y por primera vez sintió que de verdad era un peligro estar allí, y su temperatura externa subió, se notaba que la tensión mantenia su magia activa y preparada para ser utilizada. Casi se mantenía el fuego en sus ojos como pequeñas chispas de luz blanca. En esos momentos casi vería mejor prender fuego al lugar y que ardiera hasta sus cimientos, el mayor problema era corroborar que acababan con la fuente del problema y eso solo podían velo estando cara a cara con la monstruosidad que hacía aquel llamado.

- me temo que no será la tarea rápida que me esperaba...

El silencio reinó sobre vuestro alrededor y de pronto se sintieron observados por una maligna presencia. Aquella sensación lo llenaba todo y hacía sentir a cada ser el desánimo del derrotado y truncaba la luz en el interior de todos.

Se pudieron acercar sin ver a ningún enemigo a vuestro alrededor, pero la sensación de desazón no amainaba en ustedes sino que crecía con cada paso que daban. De pronto llegaron a la gran escalera que dominaba la sala principal y a la pequeña entrada detrás de ella que los llevaría hasta las catacumbas.

Hicieron el camino sin encontrar oposición alguna y se abrió ante ustedes una estancia de techo alto, húmeda y oscura. Y la sensación de que alguien los miraba ahora si fue fuerte contra ustedes, mas esta vez si lograron ver frente a ustedes al ser del que emanaba este maligno poder.

A lo lejos y contra la pared trasera había un gran trono oscuro y sentada en el descansaba uno de los males menores. Llegaba la hora de enfrentarse a Andariel. 

Andariel se levantó de aquel trono oscuro y puso sus ojos en ustedes...

-Han llegado a su última morada. Témanme-

La arquera no dudó en montar flecha y apuntar hacia la bestia, que sabía que era algún tipo de demonio o algo así. Un monstruo al fin de cuentas, y como tal, la invasora de Mi Casa.

Allá que fue la flecha, pero dispuesta a ir retrocediendo mientras los proyectiles suyos y el "calor" de su compañera la dañaban, para, esperaba Ikateria, destruir aquel mal.

¿Entonces esa mujer era la susodicha que había corrompido a monstruos y arpías por igual? No era lguien normal eso sin duda, pero ¿Temerle? ¿Porque?

- todos morimos ¿Porque debería tenerte?

Ania invocó unas llamas a su lado, parecía concentrarse especialmente en ellas, pues parecía estar dándoles forma, ninguna en especial como si centrara toda su atención en aquel fuego. Si aquella oscura mujer era el origen de todo mal iría desde el inicio con todo. No era algo que hiciera a menudo, era algo que guardaba realmente para una ocasión como aquella, su mamá se consumía a gran velocidad, y lo que estaba por hacer era realmente agotador...

Andariel se mueve como deslizándose sobre el piso y se acerca rápidamente a Ikateria. Mueve sus dos púas superiores y las dirige rápidamente contra el pecho de la hermana juramentada.

La táctica en retroceso, que estaba usando la Hermana del Hojo ciengo, parecía que estaba dando resultado. La arquera lanza sus proyectiles como podía, pero, lo más ineresante es que conseguía zafar de los golpes de la bestia. Era una Señora del Mal y consideraba un tanto peligroso dejarse rozar por un ataque de ese ser.

Aquel ser corrompido se acercó a la arpía que le guiaba, pero Ania seguía centrada en sus llamas, preparaba su mejor envite, no sabía hasta qué punto aquel demonio era peligroso, pero desde luego no iba a esperar a que preparar su don fuera demasiado tarde.

Sus llamas comenzaron a serpentear como si no solo fueran manejadas por la maga, realmente se movían de forma natural formando formas de brazos, peces o incluso serpientes. Las llamas se posaban a su alrededor esperando casi inmóvil un punto opuesto al anterior, no cabía duda de que la maga era un poco ególatra y que le encantaba destacar.

Pasear desapercibido o brillar con todas sus fuerzas, dos caras de la misma muchacha, quizás por el trauma sufrido en su infancia ante la perdida de su madre desarrollo esa interesante bipolaridad.