Se fijó en la chica de pelo azul cuando habló, y al mencionar sobre secuestros rebuscó algún tipo de arma.

Ninguna. Se ajustó el sombrero. Al menos el sombrero sí que estaba allí.

Calma, Elhena, por lo pronto estamos bien, sin heridas aparentes, y en un territorio desconocido. Aunque me han robado el arma. Si son unos secuestradores, quieren jugar con nosotros. El ruso ha dicho algo de un código: ¿alguien sabe algo?

Tras preguntar en voz alta, clara y audible para todos se fijó en Fénix.

Y ciertamente, estar quietos no es la mejor opción. Hay que buscar un sitio elevado que nos de una buena visión antes de que nada o nadie se acerque sin saberlo nosotros, además, quizá nos ayude a ubicarnos.

Hablaba con la confianza del que no se encuentra por primera vez en una situación incontrolada y hostil.

-Apoyo la idea-dijo en cuanto oyó la idea de la chica. Quería recorrer todo aquel lugar y conocer las maravillas que la esperaban-. Yo no vi ningun codigo, apenas podía mantenerme consciente en aquel revuelo. 

-Y de secuestro no tengo ninguna idea-dijo respondiendo a la chica de pelo azul. Parecía nerviosa, seguro que por estar rodeada de extraños en un lugar extraño. Era raro, pero a Elen le gustaba aquel lugar y no le molestaba el estar con extraños. Tal vez fuera por que aquel lugar le recordaba a todos aquellos sueños que siempre había tenido de niña, solo que ahora se habían vuelto realidad. 

Cuando el hombre del sombrero dijo algo de que le habían quitado el arma su mano fue a todos los bolsillos de la ropa hasta que en el bolsillo de la sudadera se encontró la pluma. Respiró relajada mientras esperaba la respuesta del resto.

La conversación a su alrededor continuó, pero él no bajó la guardia, seguía manteniendo cierta distancia. Trataban temas como dónde se encontraban y porqué, y mencionaron algo que llamó su atención. - ¿Códigos? ¿Te refieres al código binario? Sí, sí lo vi, varias secuencias mientras…- Se detuvo antes de completar la frase, dudó de qué estaba hablando. Mientras, ¿Mientras qué?

Confuso, y casi mareado, se llevó una de sus manos a la cabeza, todavía no estaba del todo recuperado de semejante viaje.  Se sumió en sus pensamientos durante ¿cuánto? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Treinta segundos? ¿Un minuto tal vez?, en cualquier caso en ese tiempo  permaneció en silencio ni tampoco miró a nadie.

La verdad es que no sé cómo hemos llegado hasta aquí.-  Mientras lo dijo fue mirando a su alrededor como buscando una respuesta que no llegó a encontrar.  - Y mucho menos que tiene que ver los mencionados códigos.

Que hubiesen mencionado lo del secuestro, le dejó aún más intranquilo, no le gustaba nada aquella situación, y mucho menos estar rodeado de desconocidos cuyas intenciones ignoraba. Tampoco le agradaba la idea de continuar solo o quedarse aquí esperando a algo de lo que no tenía mucha idea.

Entonces le vino en mente unas cuantas dudas y decidió compartirlas. - ¿Habrá alguien más por aquí? Quiero decir, más gente como nosotros. – Mientras lo decía no paraba de mirar a su alrededor con bastante recelo. En terreno desconocido podía pasar cualquier cosa.

Entonces, el plan es permanecer juntos e intentar ubicarnos, ¿cierto? – Preguntó para estar convencido, aún le costaba creer que todo eso estuviese pasando, que le estuviese pasando a él. Respiró hondo un par de veces para serenarse, o mejor dicho, para no perder la poca calma que le quedaba.

Cuando todos se presentaron, Miguel decidió volver a aquellos árboles tan extraños. Sacó su libreta y bolígrafo y comenzó a escribir una a una las características de aquellas plantas extrañas como el color de las hojas, aspecto y dureza del tronco, organización del bosque. Creía que tal vez así sería posible recordar mejor en que lugar del planeta se encontraba.

Cuando éste escuchó hablar de números y códigos binarios volvió al grupo.

¿Códigos Binarios? Yo recuerdo estar delante de mi ordenador cuando ha pasado esto, aunque no he visto nada de eso. No se como hemos podido llegar hasta aquí o si es un secuestro. ¿Dónde estaban ustedes antes de aparecer aquí? Tal vez así, seamos capaces de encontrar una pista de qué está ocurriendo.

Ante la idea de moverse, Miguel no tenía claro que era lo mejor, se encontraba en un lugar desconocido, sin comida ni bebida, sabía que no podían quedarse allí porque morirían pero tal vez sería mejor trazar un plan, aunque en este caso sabía que lo mejor sería estar juntos.

Pase lo que pase, creo que deberíamos estar juntos hasta que sepamos algo, decida lo que se decida hacer.

Por mas que mirara al grupo, mas se daba cuenta de que era de lo mas variado. Saya estaba acostumbrada a trabajar con toda clase de gente, por lo que resto importancia a la situación. Le preocupaba no saber donde estaba, de por si Saya no había salido de Japón y no sabría decirse si estaba en alguna jungla exótica o algo por el estilo. La idea de secuestro la asusto un poco, pero no dejo que se reflejara en su rostro. Lo primero era lo primero.

-Buscar un lugar elevado. -Va diciendo Saya mientras mira a su alrededor. -Y hacer un fuego para hacer señales. Si nos han secuestrado debemos dar una ubicación a los equipos de rescate. Dudo mucho que pasen desapercibidas nueve personas. Nos tienen que estar buscando. Saya se acomoda la ropa y va observando el terreno. -Ademas de intentar buscar agua. Con toda la vegetación que hay por aquí debe haber alguna reserva de agua cerca. Al igual que algunos yo también estaba mirando el ordenador, mas bien una tableta. No se de código binario, solo vi números antes de cerrar los ojos para no marearme con la luz. Dicho esto Saya va buscando por el suelo ramas secas o cualquier cosa que sirva para hacer un fuego.

Al poco tiempo de encender el ordenador una intensa luz obligó a Bran a taparse los ojos, cuando los volvó a abrir estaba como dando vueltas en un agujero lleno de números y luces, cerró de nuevo los ojos para así evitar marearse. Entonces notó un fuerte dolor en la cabeza, podía escuchar y ver lo que había a su alrededor pero no podía moverse ni reaccionar, le dolía demasiado la cabeza como para moverse.

Al parecer no estaba en su trabajo, estaba en un extraño campo con otras personas que empezaron a hablar entre ellas como si nada hubiese pasado, aunque parecían confusas. Nada de eso podía ser cierto, ¿Que había pasado? no entendía nada. Intentó levantarse de nuevo y de nuevo un fuerte dolor en la cabeza le detuvo, pero al menos empezaba a notar las extremidades.

Finalmente logró incorporarse, no sin dolor, pero era algo. - Hola, yo soy bran y...- Paró, la cabeza le dolía demasiado para seguir hablando - Un... segundo.- Dijo antes de llevarse las manos a la cabeza

No lograba entender la situación y mucho menos la reacción de la gente. Se moría de ganas por preguntar si ya les había pasado antes, pero sabía su respuesta.Pero entonces... ¿por qué están tan tranquilos? No lo entiendo, no lo entiendo... Su mente repetía esos pensamientos una y otra vez, mientras no dejaban de hablar los demás.
no se... ¿Y si vienen a rescatarnos? No deberíamos movernos. ¿Y si el que nos ha traído aquí ya le han detenido y la policía nos busca?

Las nueve personas que acababan de llegar a ese nuevo mundo no tenían muy claro qué decisión tomar, algunos proponían salir de allí, otros avanzar a pesar de no tener una dirección fija, otros echar un vistazo para ver si encontraban algo, e incluso alguno se preocupaba de buscar algo de leña y comida. Desde luego que todo ese contingente de gente desconocida aún no habían empezado a trabajar como el equipo que tarde o temprano debían formar, pero aún se estaban conociendo y no se les podía pedir tanto.

Lo que no se le escapó a ninguno de los presentes fue un ligero zumbido. De haber estado en el mundo material se podría decir que por allí había rondando alguna avispa. Pero, después de algunos segundos éste iba aumentando en volumen, cada vez más y más, hasta que llegó un momento en que la criatura que lo producía era visible.

De lejos parecía una simple avispa, pero cuanto más se iba acercando se apreciaba que no era exactamente igual, era mucho más grande, que digo mucho, muchísimo, pues parecía medir unos diez metros de largo y podría llegar a pesar seguramente unos 300 kilos. Era el insceto más grande que hubierais visto jamás, y aquellos personas que temiesen u odiasen a los bichos... ¡Esa sería su peor pesadilla!

Sea lo que fuera, no parecía venir a ayudaros, y seguramente lo mejor sería... ¡Correeeeeeeeeeeeeeeeer!

El ordenador que llevaba Brandon consigo se encendió solo y comenzó a brillar emitiendo la siguiente información:

Nombre: Beedrill

Cuerpo: Perfecto

Tipo: Virus

Beedrill comparte muchas características con avispas y abejas, de forma que también es parecido a Combee y Vespiquen. Es bastante territorial: si su nido es molestado comenzarán a atacar en un furioso enjambre. Es muy veloz y poderoso. Ataca usando sus grandes aguijones venenosos de sus patas delanteras y de su cola. Vuela muy rápido para luego lanzar un ataque a su rival. Son de carácter agresivo y carnívoros. Su fuerza e ímpetu de ataque puede ser tal que puede llegar traspasar metales.

Si algún Beedrill se encuentra con un Combee o una Vespiquen llamará a la colonia y empezarán una guerra que puede durar más de 6 meses. Beedrill tiene tres aguijones, dos en las manos y uno en su cola.

Beedrill también hace miel, como si de una abeja se tratara, y, la miel es muy dulce y le encanta a los Pokémon.

Elhena empezó a escuchar el zumbido y se quedó quieta. Con cara extrañada, miró a su alrededor, pero no vio nada. Se tapó el oído con la palma de la mano y empezó a moverla rápidamente, como si con ese gesto fuese a cesar, pero no consiguió nada, aunque lo repitió con el otro. Nada, el zumbido no formaba parte de su cabeza, si no de su entorno.

¿Escucháis eso? preguntó, olvidándose momentáneamente que no sabía dónde estaba, ni si sus secuetradores estaban por allí o si alguien les estaba buscando.

Hasta que lo descubrió. Una pequeña avispa se acercaba a ellos con gran velocidad.

¡Oh, un bicho... empezó, señalando con el dedo al lugar de la aparición, como si hubiese descubierto América. Pero su rostro empezó a mutar, mostrando un gesto de sorpresa, asombro y horror.. ...eso no es un bicho, es un bichazo! gritó. No le daban miedos los insectos, ni mucho menos. Pero esa criatura no era una avispa normal, era una superavispa o algo así. Esto es como en Parque Jurássico... Cruzó los dedos, esperando que la avispa tomara otro sentido. Pero no, iba hacia ellos.

¡Nos quiere comer, nos quiere comer! ¡Correeeeeeed! gritó, saliendo como una loca en dirección opuesta al vuelo de la avispa

Miraba a unos y a otros, y ladeó la cabeza, preguntándose por qué su subconsciente habría creado aquel extraño mundo, con aquellos extraños personajes. Lo que más le inquietaba era que todos parecían tener consciencia de ellos mismos, y Fénix no solía tener ese tipo de sueños, porque, cuando tenía sueños lúcidos, sabía perfectamente qué iban a hacer el resto de personas que salían en él, y, a veces, incluso podía controlarlos.

La noticia le pegó en su mente como un fuerte mazazo, trasladándola a la realidad. O lo que era la nueva realidad.

Comenzó a respirar muy fuerte, y se giró sobre sí misma para contemplar el rostro de todos ellos. Eran como ella. Había pasado algo raro con sus ordenadores o lo que fuera, y habían acabado en aquel extraño mundo. ¿Un reality show? No lo creía. No podía ser. Nunca se atreverían a tanto. Además, se trataba de Reino Unido, un país donde si no salía un mega famoso, el programa moría. Allí no había ninguna celebridad, por lo que se imaginó que, lo que estaba pasando, por locura fuera, era real. En cualquier sentido de la palabra.

—¡Silencio!— exclamó, de repente, Fénix, mirando a los demás, mitad implorante, mitad preocupada—. ¡Silencio! ¿Lo oís?— preguntó a la vez que la muchacha de pelo azul, llevándose una mano a la oreja, al tiempo que cerraba los ojos.

El corazón le dio un vuelco, y se le aceleró. No sonaba como un bicho normal, como una mosca lejana, molesta. Era algo mucho más fuerte, como si ese mismo zumbido lo hubieran puesto por un altavoz.

—¡Mad…!— dijo, en cuanto lo vio—. ¡Cuidado, cuidado!— exclamó, señalando a aquella enorme criatura.

Miró a todos, y chascó los dedos, incitándoles a comenzar a moverse.

—¡Vámonos! ¡Venga!— gritó, ayudando a alguno de ellos a centrarse, y a comenzar a correr. 

Miguel dejó de tomar notas sobre los árboles y sus diferencias por un pequeño zumbido. Trató de buscar su origen entre las ramas pero no aparecía hasta que descubrió que el resto de sus compañeros también lo estaban escuchando y además, el sonido aumentaba su volumen al paso del tiempo.

Miguel se puso en pie para contemplar como un insecto parecido a una abeja se iba acercando a ellos, era algo extraña y más grande de lo normal.

¿Es posible que nos hayan encogido? ¿Puede ser que estemos en medio del campo? ¿Ese bicho es venenoso?

Fueron las palabras de Elhena las que hicieron que volviera a la realidad y pensará en qué era lo mejor:

Elhena tiene razón, corred, no podemos dejar que nos pille - dijo apremiando a aquellos que como él hacía unos instantes no podían creer lo que sus ojos veían.

Elen estaba mirando a todos lados maravillada a tantos niveles que no se había dado cuenta de la presencia del bicho hasta que el resto del grupo empezó a correr y gritar. Entonces lo vio y comenzó a correr como alma que lleva el diablo. No tenía idea de que demonios era aquello, pero no esperaría a descubrir que era.

Mientras que la parte racional se dedicaba a mantenerla con vida, su parte soñadora la hacía recordar todas aquellas historias en las que el príncipe azul venía a salvar a la princesa en el justo momento en el que una bestia enorme la atacaba, y entonces sus miradas se cruzaban, y tras unos segundos de miradas sabrían que estarian hechos el uno para el otro. Que bonito sería si eso pasara...

El joven no tenía mucho más que añadir sobre el asunto del secuestro o de no saber donde se encontraban, así que prefirió ponerse a mirar a su alrededor, como si tal vez quisiera buscar algo perdido o quizás una pequeña ayuda para una situación la mar de extraña no muy entusiasmado, seguramente no tenía muchas esperanzas puestas en su particular búsqueda que tal vez no le llevara a ninguna parte, pero no, se llevó una pequeña sorpresa en un pequeño arbusto no muy lejos.

¿Eh? ¿Qué hace esto aquí? – Dijo bastante sorprendido ante su hallazgo. – No puede ser, pero si es mi portátil, ¿cómo habrá llegado? – Lo cogió con ambas manos desconcertado y sacó de los matojos una caja negra de una marca bastante reconocible a nivel mundial. A simple vista era un ordenador portátil.

Con sumo cuidado lo limpió de los restos del suelo y hierbas. Le echó un vistazo por encima para comprobar que no estuviese dañado por fuera, sin embargo, suponiendo que llegó al extraño lugar igual que su propietario de forma aparatosa, quizás el golpe inicial lo rompiera de mala forma.

Tuvo intención de encenderlo para comprobar su estado, y quizás le sirviera de algo, pero un extraño zumbido le distrajo de su tarea. - ¿Qué es eso? Parece……- No consiguió terminar la frase, una especie de avispa gigante bastante rara salió de la nada con no muy buenas intenciones dejando a más de uno sorprendido.

Casi se le cae el ordenador al suelo ante el desagradable comité de bienvenido cuando se encendió solo, dejando al joven más desconcertado, y sin saber muy bien que atender, si huir de aquellos bichos, o mirar qué le ocurría al aparato.

¿Beedrill? ¿Qué diablos…..? – Preguntó bastante nervioso al ver la pantalla pero dejó de lado su atención al cacharro y salió pitando de allí lo más rápido que pudo con su ordenador bien cogido. – Yo me largo de aquí. – No tenía ninguna intención de conocer el propósito de esas cosas, ni falta que le hacía. Lo único que quería era salir de allí con vida.

Tras estar unos segundos sentado en el suelo sin moverse el dolor de cabeza fue remitiendo, al menos eso significaba que no tenía nada grave. Entonces miró a sus alrededores, quedó maravillado con lo que vio: árboles altos como torres, plantas de colores imposibles y un paisaje digno de la imaginación de los mayores eruditos; pero algo más llamó su atencion, su portátil estaba junto a él y se había encendido.

Cuando iba a empezar a investigar lo que ocurría con su ordenador comenzó a oir un zumbido, le restó importancia pues pensó que se debía al golpe en la cabeza, frunció el ceño extrañado cuando vió lo que apareció en su ordenador - ¿Pero que..?.- Fue lo único que le dio tiempo a decir antes de ver como las personas con las que se encontraba habían empezado a correr alertados. Tardó apenas un segundo en darse cuenta de lo que pasaba, una avispa gigante se acercaba volando velozmente hacia ellos; cogió su portátil y corrió siguiendo al resto, cuando les hubo alcanzado se dió cuenta de que lo que les perseguía era la misma criatura que había visto en la pantalla de su ordenador. - Escuchad, se que parece una locura pero creo que esa cosa nos persigue porque hemos entrado en su territorio, además si estoy en lo cierto correr no nos servirá para escapar, ese bicho es demasiado rápido

- Hijo, si es demasiado rápida, ¡corre más deprisa!

Aceleró el paso, todo lo que un hombre como él podía acelerarlo. Le dolía la cadera, pero en ese momento no le importaba, pues estaba pensando en como solucionar el conflicto. Y se le ocurrió una manera.

- ¡Tú!- señaló a la chica que se había presentado como Fénix.- ¡Y tú!- Señaló ahora al tal Klaus, que llevaba un ordenador en las manos y les estaba tomando la delantera.- ¡Tengo una idea! ¡Seguidme!

Torció a la izquierda, sin parar de correr, intentando meterse entre los árboles. Giró la cabeza, mientras cruzaba el dosel de árboles, para comprobar si el bicho o sus compañeros les seguía.

Sus pensamientos se cruzaban en su cabeza, apenas sabia que hacer aunque había mostrado aquella seguridad. Sabia que prioridades había cuando uno se perdía o en su defecto era secuestrado. Pero aquel grupo no estaba por la labor, cada uno iba a lo suyo. Si quería salir de esta, debía trabajar por si misma y lo mas rápido posible. Solo el grito de Elhena y Fenix hizo que levantara la vista del suelo y de su trabajo de recoger madera seca. Una abeja, pero no una abeja normal. Estando en japón, habían peligro de abejas mortales pero no de aquel tamaño. Instintivamente, se agacho y cogió su cuchillo de su pierna, blandiéndola en la mano. Sabia que era un poco inútil en aquella situación, pero se sentía mejor con un arma en la mano.

-No podemos quedarnos aquí! Estemos en su territorio o no, debemos alejarnos! Es demasiado grande... Va diciendo calculando mas o menos las probabilidades que tenia para salir ilesa. Casi 0. Se pone a correr con el resto del grupo aun con cuchillo en mano.