Partida Rol por web

Totodile caminaba al lado de Nagisa mientras buscaba comida. Sí, volvía a tener hambre y a lo mejor el suelo tenía algún fruto más caído. Pero se olvidó de buscar cuando la joven le hizo esa pregunta

¿Padres? ¿Qué es eso de padres? ¿Tu tienes padres, Nagisa?

Finalmente Sylveon convenció a todos, o al menos a casi todos de que continuaran el camino hasta la fábrica. Así que Klaus hizo caso del digimon y no de sus compañeras y cerró el ordenador para no leer más mensajes de ese posible enemigo. El objetivo a cumplir era más importante, y perderse entre otras preocupaciones era algo que sólo a unos pocos parecía preocuparle. Pero como el chico del ordenador era su propietario, los demás no tuvieron ninguna oportunidad de ver si habría o no algún otro mensaje, o al menos de poder responder al que habían recibido. Aunque en el fondo, les quedaba una pequeña incertidumbre en el fondo de su corazón. ¿Y si se estarían equivocando?

A pesar de todo decidieron continuar el camino tras Sylveon. Tras varios kilómetros andados, dejaron atrás el impresionante bosque para ahora llegar a una especie de llanura de hierba azulada y flores naranjas. Aquel terreno no era llano, si no que tenía algunos montículos que hacían que resultase muy cansado el viaje. Por fortuna, aquellas flores eran comestibles, y tenían tanto líquido en su interior que no había preocupación por llevarse algo de bebida a la boca. 

Tras andar unos cuantos kilómetros más, y sin ver aún ni rastro de la fábrica, todos parecieron estar agotados. Los días pasaban de una forma muy extraña en ese mundo, pero sin duda, una nueva noche estaba apunto de llegar, así que lo mejor sería acampar. Aunque allí no había ningún lugar donde refugiarse...

La pequeña bola negra con las hojitas en la cabeza asintió ante la insistencia de Sylveon. No le iba a contradecir, y mucho menos sin saber del todo qué estaba pasando a su alrededor. Y como tampoco quería parecer una cobarde, miró a Elen, feliz, y, si hubiera tenido manos, habría estrechado las suyas con las de ella, para sonreírle y decirle:

-Venga, Elen, vamos- dijo, dando pequeños tumbos, saltando cual pelota, tras escuchar sus palabras. Sí, mentir estaba mal. Y Flabmon odiaba a los mentirosos.

Después de dar tantos saltos, y de caminar junto a Elen, se sentía agotada, y decidió pasar el resto del viaje subida al hombro de su compañera.

Al ver aquel valle al que llegaban, Flabmon se sintió feliz, pero pronto se desinfló al ver que aún había un terreno difícil de caminar.

Sin embargo, sus ojos brillaron al ver las flores.

-Oh, son deliciosas- prometió, bajando del hombro de Elen, y dirigiéndose hacia una de las flores.

Sin preámbulos, mordió una entera, y la masticó con una sonrisa enorme en la cara redonda.

-Probadlas- invitó Flabmon, mirándolos a todos-. Son muy ricas.

Siguió comiendo sin apenas darse cuenta de que el anochecer estaba cerca.

Las insistencias de Sylveon hicieron que Fénix tuviera el entrecejo fruncido durante todo el viaje. No paraba de pensar que aquel era un error, y que estaban yendo directamente a una trampa. Sin embargo, se guardó muy mucho el compartir tales pensamientos. No quería hacer que cundiera el pánico entre los miembros del grupo, y mucho menos cuando sus sospechas estaban infundadas. No era más que un presentimiento.
Caminó junto a Fennekin con ánimo. Volver a moverse, hacer ejercicio, y algo que mantuviera su corazón bombeando sangre, le hizo sonreír, y olvidar durante momentos intermitentes sus preocupaciones.

Vio a los demás, pensando si ellos también estaban intranquilos, o, por el contrario, aquel viaje les parecía el paso lógico siguiente en su aventura. Por un momento, se sintió sola, y estuvo tentada de dar media vuelta, y dejar el grupo para ir a investigar ella sola los alrededores, por si daba la real casualidad de que encontraría al emisor del mensaje del ordenador de Klaus.

Pero lo dejó correr al darse cuenta de que era una estupidez. Lo más seguro era seguir todos juntos.

Cuando sintió que sus pies ya se cansaban, y pedían un descanso, fue cuando llegaron a aquella explanada, ligeramente ondulada, y con flores naranjas extrañas.

Miró a su alrededor, resoplando un poco, y escuchó las palabras de la bola negra con las hojas en la cabeza.

Se acuclilló, y miró con escepticismo las flores. Arrancó una de ellas, y la olfateó primero. Después, encogiéndose de hombros, se la metió en la boca, y la masticó, sintiéndose algo tonta, como una vaca.

-Ah, pues está rica- evaluó, finalmente, mirando a los demás, después de escuchar la invitación de Flabmon-. Es dulce.

Tras comer unas cuantas flores más, se incorporó, notándose las piernas algo adormecidas, y miró a su alrededor, notando una punzada de tensión en su interior. No iba a ser una buena noche.

-¿Cómo dormiremos?- preguntó, rascándose la nariz-. Habrá que montar guardias- aconsejó.

La decisión se habia hecho. Y así todos salieron rumbo a la fabrica, Elen estaba contenta por que por fin estaban en marcha, tanta discusión sin sentido acerca de esos mensajes les habia hecho perder tiempo valioso. Su compañera Flabmon estaba contenta tambien, tanto que brinco junto a ella en la marcha hacia el destino fijado.

Mientras marchaban hacia la fabrica la escritora miraba de reojo a Klaus, se veia molesto según ella, el que no se revisara el origen de esos mensajes no lo dejo muy contento. Elen extendió la mano hacia su compañera y mientras acariciaba con ternura la hojita de su cabeza le dijó:

-¿Crees que hicimos lo correcto Flabmon? Quizas no serian necesariamente humanos, ¿si son digimon's que quieren decirnos algo? No lo se.

¿Que tal si habia mas respuestas en el origen del mensaje? ¿Y si fuera un aliado potencial que espera ayuda?.-Estos eran los pensamientos que torturaban a Elen mientras caminaba con los demas. Ella sabia que Sylveon era su aliado y protector en este mundo hostil, pero que quisiera cerrar el tema de modo cortante levantó la sospecha de la escritora, no habia respuesta buena o mala, todo siempre apuntaba a un resultado por el "efecto mariposa".

Mientras pensaba en estas cosas ya habian llegado a un hermoso campo floral en medio de una pradera de hierba azulosa. La marcha habia sido dificil o eso le decia su cuerpo que estuvo en modo "automatico" mientras meditaba sobre las consecuencias de su decisión, tanto que la descabellada sugerencia de comer flores de su compañera no sonaba tan descabellada, tomó una flor de campo y la devoró con hambre canina, era tan dulce y suave que rapidamente tomo 3 mas y las comió una a una lentamente, queria grabarse el sabor en sus pensamientos, quizás así sabian los sueños.

Luego de comer y llenar su estomago levemente vió que no tenian un medio para refugiarse o algo que quemar en las proximidades para hacer fuego, y lo peor es que la noche estaba encima de ellos. Sin duda estaban en problemas.

Rapidamente miró a sus compañeros y les dijó preocupada:

-Parece que no hemos anticipado bien nuestro viaje, ahora estamos en medio de la nada y no tenemos modo de cubrirnos de los elementos o calentarnos en la noche. ¿Alguien tiene alguna idea para cubrirnos?

Esperaba que a alguien se le ocurriera un medio para taparse de la noche plutonica, quizás los digimon's podrian hacer algo con su influencia sobre los elementos de la naturaleza, pero ahora mismo Elen no tenia idea de como usarlos, quizas si descansaba un poco sentada en el suelo podria ocurrirsele algo.

Trapmon rebotaba con relativa calma junto a su compañera, para el las cosas que decidieran los humanos no le interesaban, solo queria lo que queria su querida Elhen. Luego de algún tiempo llegaron a un nuevo destino, un campo de flores en medio de una pradera, la bolita de pelos miró este lugar con tristeza, habia pasto y flores pero no se veia ni un grano de arena, lindo para un digimon de hierba o hada pero no era comodo para uno de tipo tierra como el.

Su comodidad podia esperar, los humanos lucian preocupados, parecia que no tenian modo de pasar la noche en aquellos parajes. Flabmon habia dado el ejemplo y les enseñó que las flores se podian comer, la comida no era un problema. Trapmon debia ayudar tambien, rebotó rapidamente hacia el hombro de su compañera y le dijó:

-¿No han pensado en hacer un hoyo en la tierra y pasar la noche en el? Los mios siempre duermen en tuneles y hoyos que cavan, solo tenemos que hacer un hoyo muy grande y donde puedan dormir todos. Si quieren pueden taparlo con hojas o lo que sea por si llueve.

Trapmon no era un digimon muy listo, pero tenia los relatos y experiencias de otros de su misma especie, relatos de como ellos viven sus dia a dia sobreviviendo en el cruel mundo digital.

Después de la decisión de dirigirnos a la fabrica el camino se hizo pesado, a pesar de que algunos estaban de acuerdo otros no tanto, Iván por su parte era de la idea de bajar hasta la fabrica y averiguar el misterio.

Una vez caída la noche y ya a la intemperie la idea de como protegernos se planteo.

Me gustaría iniciar las guardias dijo a sus compañeros, te parece Larvitar???

Tengo experiencia en ello y se que puedo iniciar bien, estan de acuerdo??

Fletchmon, solo se había dedicado a escuchar las ideas planteadas...

Al-Al dime que opinas de esto cuentame si???

Claro Iván, cuenta conmigo, yo te ayudaré y en caso de ser necesario lucharé junto a ti.

Luego en voz baja le digo a Iván.

Iván, no me fío de lo que está pasando, creo que deberíamos ir con cuidado, ¿no crees que sería buena idea que alguien se adelantara para comprobar que todo esté en orden? 

Cuando lo primero que ve Miguel es aquella hierba azulada, su boca se abre lentamente sin poder creer lo que está viendo.

Pero, ¿Cómo es posible? ¿De dónde ha salido esta planta?

Miguel intentó clasificarlas en alguna de las familias que durante años y años había estudiado, caracterizado y enseñado a muchos de sus alumnos. No sabía como era capaz de creerse un experto en herbología pero no saber clasificar una simple hierba.

Tomando un poco de ella la coloco en la parte delantera de la agenda.

¿Qué opinas de esto Treecko?

Sylveon observó a Elen. No creo que nada de lo que planteas suponga un problema. Le dijo. Fennekin es un digimon que con tan solo su presencia puede calentarnos a todos. Su cuerpo es capaz de emitir fuegos de miles de grados, así que no creo que pasemos frío esta noche. No es como ayer que vuestros digimons aún no se habían desarrollado. Totodile puede aportarnos todo el agua que necesitemos, y este campo puede abastecernos de comida suficiente, hasta para los que no están acostumbrados a comer plantas, esto puede ayudarles a pesar mejor la noche. Les dijo para tranquilizarles. Así que creo que podríamos descansar sin temor alguna. Además, podéis dormir tranquilos, puedo usar una de mis habilidades para que estemos protegidos durante toda la noche. No temais por ello. Dijo mostrando una amplia sonrisa al tiempo que sus ojos parpadeaban rápidamente. Era un digimon precioso y carismático, solo su presencia embelesaba a todos los presentes.

Se sentía a gusto. No era el mejor lugar del mundo digimon, y tampoco el más seguro, pero estaban a salvo, con comida, y con su querida Elen. Nada podía salir mal.

Junto a ella, hizo el viaje, y cuando le preguntó acerca de la incógnita del mensaje del ordenador de Klaus, en un primer momento, se limitó a agitar sus hojas de la cabeza, pero no tenía clara la respuesta.

Reflexionando después de comer unas cuantas flores, pues su hambre era lobuna, miró a Elen, y dijo:

-Lo que pasa es que no sabemos quién lo manda, y eso es lo peligroso, Elen- respondió-. El hecho de no saberlo ya es un incid... Un idici... Un...-no le terminaba de salir la palabra- una prueba de que puede salir todo mal.

Agitó de nuevo sus pequeñas hojas, y escuchó a Sylveon poniéndoles en situación acerca del lugar.

La pequeña digimon sonrió, y pensó que aquel lugar no estaba del todo mal.

-Ay, yo no quiero hacer guardia- murmuró, torciendo el gesto con un mohín-. Estoy cansada después de haber luchado contra esos bichos.

Suspiró profundamente, y casi de obligó a comenzar a dormir para librarse de estar unas cuantas horas despierta.

Comió unas cuantas flores, hasta que notó al estómago quejarse de esa nueva dieta, y miró a su alrededor, buscando alguna cosa que destrozara aquella aparente paz.

Desde el mensaje recibido en el ordenador de Klaus, Fénix estaba me desconfiada que nunca. Su sombra le molestaba, las sonrisas de Sylveon la inquietaban, y que hubieran llegado a un lugar aparentemente tan ideal después de haber pasado un día de pesadilla le parecía irreal. Sentía cierto temor por lo que pudiera llegar a pasar.

Se cruzó de brazos durante el discurso de Sylveon, y bufó por la nariz cuando escuchó que no hacía falta montar guardias.

Se rascó la nariz con el dedo índice, y suspiró de alivio al escuchar que Iván y Larvitar sí que iban a hacer guardias. Fénix se acercó un par de pasos a ellos, y se señaló a sí misma con el pulgar.

-Yo os revelaré, entonces- dijo, sonriente-. Me ocuparé de la segunda guardia.

No se fiaba de las palabras de Sylveon, y mucho menos de que hubieran encontrado aquel paraíso en un mundo tan hostil y extraño.

-Fennekin, porfa- dijo, mirando a su digimon-, haz algo de calor para que nos calentemos todos- sonrió, mirando al pequeño digimon, y esperó a ver lo que hacía.

Tras notar cómo se volvía ligeramente incandescente*, Fénix ensanchó la sonrisa, y miró a los demás.

-Calefacción asegurada- indicó, alzando un pulgar.

Iván asintio hacia Fenix, no es que desconfiará de las palabras de Sylveon pero después de la experiencia pasada, era mejor aumentar las precauciones. Larvitar amigo vente, todos pueden dormir tranquilamente... que descansen...

Tras esto Iván sondeo un poco la zona sin alejarse para hacer un reconocimiento del campo de batalla...

¿Un agujero en el suelo? respondió Elhena mientras comía flores como si fueran chicles. En todas sus expediciones, no había encontrado nada parecido. Sí era cierto que algunas plantas podían servir de alimento, pero no de esa manera. Esas flores llenaban el estómago de una manera espectacular. Nosotros dormiros en camas o en sacos. Aunque he de decir que alguna vez he dormido en una cueva, e incluso en el hueco de un árbol. Pero no es lo que solemos hacer los humanos, no

Caminaba mientras pensaba que se habían equivocado. Tenían que haber respondido al mensaje. ¿Cuánto habrían tardado? No mucho tiempo. No tendrían que haber esperado respuesta al mensaje, porque a saber cuándo responderían. Pero tendrían que haberlo hecho... Y eso le llevaba a desconfiar de Sylveon. ¿Qué podía ocultar ese dulce y bello pokémon que parecía tener tanta prisa? Sus pensamientos se perdían por todos lados, tanto que a veces se alejaba de sus compañeros y tenía que volver corriendo a sus lado.

Frutos, algún pescado, bichos incluso... Pero flores no era su alimento favorito. No podía negar que su tripa estaba llena... Pero no estaban buenas, no

Pues yo prefiero fruta, la verdad. Estas flores son algo pegajosas. Y la lengua se me pega al paladar... Puag

Totodile fue refunfuñando a diestro y siniestro, criticando esas flores feas a todo aquel que quería escucharle. No tardaron mucho en pasar todos de él, así que cuando los demás no miraban, rociaba las flores hasta ahogarlas.

Elen queria seguir debatiendo sobre los contras de estar en medio de la intenperie con solo mas que unas hermosas flores para comer, no le parecia malo eso pero tampoco queria comer solo hierbas como Nabuconodosor. Iba a continuar con sus argumentos cuando escucho las dulces palabras de Sylveon seguidas por una carismatica mirada radiante de esos tiernos ojos. Ella no podia decir que no a esos ojos ni a esa dulce voz, rendida a su encanto la escritora simplemente se recosto en el suelo y le dijo a su compañera:

Creo que deberiamos dormir, Sylveon nos va a cuidar esta noche Flabmon.

Y así Elen solo se recostó y trato de consiliar el sueño, esperando que llegara el nuevo dia.

La bolita de pelo estaba muy agusto con su querida Elhen, luego de comer con gula las flores que ahí crecian sentia un profundo sueño. Se acomodo en el regazo de su compañera y luego de dar un profundo suspiro dijó:

-Para mi es todo, buenas noches, que tengas arena en tus sueños.

Dicho esto Trapmon cerró los ojos y pronto se quedaria dormido, a menos que saliera algo a tratar de comerselos.