Nudillos saltó al hombro de Enrielle y chilló, haciéndose notar.
— Y a mí me gustará escuchar esa historia. — respondió mirando fijamente al dragón con cierta fascinación — Un dragón no es algo para andar mostrando por ahí. Pero sé cuando callar para no atraer ojos. Ayudaré a guardar el secreto.
Porque que fuera un dragón pequeño no le cabía duda. Y aunque no tenía ni idea de dragones, sí que tenía la certeza de que esas cosas debían crecer. Y mucho. A qué ritmo, a saber. Según sus cálculo debía tener unas pocas semanas, a lo sumo, y no era precisamente diminuto. Pero sospechaba que crecería rápido. Seguro que pronto Thorwyn tendría que disfrazarlo de buey, y comería como ellos cinco.
─Así es, yo fabriqué el objeto que disfraza a Jiłhazhí. Consideramos que era demasiado peligroso que otros pudieran saber de su verdadera naturaleza, tanto enemigos como amigos. Las implicaciones son... abrumadoras. Tal vez de aquí a no mucho pueda fabricarle algo que le permita cambiar de forma, no sólo la ilusión de ello, pero todavía no tengo el poder suficiente.
Thorwyn, si de algo se enorgullecía, era de su capacidad de fabricar objetos maravillosos. Puede que no fuera el mejor herrero del mundo, ni siquiera del mundo de la superficie, pero en un objeto de gran calidad podía imbricar hechizos de forma que las gentes más mundanas no podían ni imaginar. La lástima, como siempre, era el prohibitivo coste de tales actividades. Aún si tenía la intención de vender tales objetos, era difícil conseguir algo más que el coste de producción si no se disponía de una forma estable de comercialización, con lo que sólo le quedaba conseguir fondos por otros lados. Como yendo de aventuras...
Mientras el enano decía estas cosas y reflexionaba para sí, su cuerpo era ahora una réplica del shamán que había acompañado a Kylian en la capital de los hombres-lagarto, su cola agitándose levemente con cada movimiento de forma autónoma. Ligeros movimientos de su cabeza le conferían una expresividad de la que antes carecía y sus párpados reptilianos le conferían una extraña falta de humanidad. Su voz, por supuesto, tenía unas reverberaciones cavernosas y unas sibilancias que enturbiaban la voz del enano, que a pesar de todo seguía siendo reconocible. En conjunto algo bastante extraño.
Por lo que la magia de Thorwyn le permite comprobar por sí mismo, la traducción de vuestro intérprete es bastante fidedigna en líneas generales. Expresa más o menos las ideas que Lluvia Estelar pretende transmitir, aunque incluyendo en su monólogo cosas de su propia cosecha como que ella es la mismísima Krik'k lettz y que sus almas sufrirán un tormento eterno por haber osado tocarla a menos que acepten redimirse sacrificándose en cualquier tarea que la mística que-shu les imponga.
El hecho de Kylian muestre un ápice del poder curativo del que Lluvia Estelar hace gala, de que Jilhazhí se haya transformado ante sus ojos hace unos segundos en un pequeño dragón y de que el arcanista enano se haya transmutado en bakali parecen reforzar las creencias esotéricas tanto de Iblirack como de vuestros prisioneros de que si no sois dioses, al menos sois sus emisarios sobrenaturales.
Ya no os miran con odio. De hecho intentan por todos los medios de no cruzar su mirada con la vuestra pero cuando os miran a hurtadillas, lo hacen con absoluto terror sabiendo que estáis enojados con ellos y que poseéis poderes sobrenaturales.
Las únicas palabras que salen de sus resecos labios son balbuceos atemorizados en los que suplican misericordia y aseguran que harán cuanto les ordenéis hasta que expíen sus culpas o los fulminéis con vuestros poderes divinos.
Por el momento, Jilhazhí es de tamaño Menudo (como un gato).
- Bien... - Kylian respiró tranquilo. - Esperemos entonces que así sea...
Parecía que todo había vuelto a la normalidad. Los hombres lagarto habían entendido por fin que su única oportunidad de redimirse y salvar su vida, era sirviéndoles como guías. El miedo era a veces la única manera de lograr un buen servicio por parte de terceros, aunque casi siempre era un arma de doble filo. Por ello, Kylian esperaba poder demostrar durante el viaje a esas criaturas que no eran enemigos y que si colaboraban les iría bastante mejor que si no lo hacían.
- Todo se andará... - Musitó mientras se acercaba al pequeño dragoncito.
Hacia tiempo que no tenía un rato para estar con él, jugar con éste o simplemente preguntarle por como estaba siendo el extraño viaje y como se sentía disfrazado y enjaulado la mayor parte del tiempo. Desde luego, aquella no era tampoco la mejor vida para un dragón. De hecho no era la mejor vida para nadie. Un constante y peligroso viaje que le estaba conduciendo directamente a la casa del enemigo de los que se habían erigido en sus tutores, no parecía lo más razonable para la seguridad de Jilgazhi.
- Tendremos que pensar en ello... - Rumió mientras acariciaba el cuello de la pequeña sierpe de latón.
- Comemos, descansamos y nos vamos. - Anunció el sacerdote. - ¿Es ese el plan, verdad? - Preguntó.
Lowen suspiró aliviado al ver un cambio de actitud en aquellas criaturas. Había cierta crueldad en el sometimiento que estaban ejerciendo sobre ellas, pero era imposible pensar en hacer las cosas de otro modo. La bondad y la compasión solo habían llevado a su rebelió. El solámnico no sabía qué les había dicho Ilbrack, pero, de algún modo, ahora parecían calmadas y prestas a cumplir su cometido. Si lo hacían, se habrían ganado la libertad. De otro modo, habrían de someterse a la ley del lugar.
Después de aquello, escuchó a Kylian. Estaba agotado y con el estómago algo revuelto, pero aún así se esforzó en comer alguna de las extrañas viandas que les habían traído. Sabía que debía hacerlo, aunque en ese momento no tuviese ganas.
- Supongo que ese es el plan, sí. Si es que puede llamarse de tal modo. - miró al clérigo a los ojos - Lo cierto es que me gustaría tener algo más elaborado, pero necesitamos aclarar nuestras prioridades. ¿La misión del Consejo sigue siendo importante para ti, o le das más importancia a liberar a los bakali? No te juzgo si es lo segundo, pero en ese caso nuestros caminos no podrán coincidir mucho tiempo.
Dedicó una mirada significativa a Lluvia Estelar también. Sospechaba que la que-shu le daba más importancia a otras cuestiones, y no era para menos: los asuntos de solamnia no significaban nada para ella.
- Si vamos a acercarnos a esa ciudad, debemos ser, ante todo, discretos. Corremos un gran peligro yendo allí, y para mi el único motivo de hacerlo es averiguar más detalles sobre las actividades de los nerakanos, pudiendo entregar un informe adecuado. Entrar allí, sabotearles de algún modo, o acabar con sus líderes... son riesgos grandes que podrían acarrearnos la muerte. Mi prioridad es la que es, pero no puedo impedir a nadie continuar con esta gesta hasta el final.
Suspiró. De alguna manera, sentía que eran unos auténticos novatos en todo aquello, pero los peligros a los que se habían enfrentado eran enormes. Habían sobrevivido gracias al favor de los dioses, la suerte y la valentía, pero quizá convendría trazar, por una vez, un plan de acción digno de tal nombre.
Entiendo que es por la noche y que lo siguiente es dormir, ¿no?
¿Cómo vamos de provisiones? No se nos vayan a volver a olvidar, que esta película ya me la han contado xD.
Enrielle tuvo que mirar dos veces a Thorwyn cuando le escuchó hablar. Mientras observaba al dragoncillo el enano había creado algún tipo de ilusión cambiaformas. Había pasado de ser el ceñudo y barbudo Thorwyn para verse como un bakali muy parecido al chamán de las plumas, pero ya fuera por la voz o porque de algún modo todavía conservaba algunos rasgos faciales sutiles.
A Enrielle le parecía que el día había sido realmente largo, y se sentó en su lugar original. Los dos esclavos, porque eran esclavos en la práctica, parecían ahora dóciles y temerosos. Tal vez por la tunda que habían recibido, o quizás por el despliegue de poderes. En cualquier caso, parecían lejos de querer rebanar sus gañotes de nuevo.
— Sí, supongo que es un plan sobre la marcha. Acercarnos con discreción y observar. — asintió a Lowen — Quisiera llegar al fondo de todo esto, pero también yo quiero conservar mi pellejo, y si morimos ciertamente no habrá servido de nada. — se recostó con las manos tras la cabeza— Al fin y al cabo, mi misión es velar por vuestros pescuezos... pero si podemos ser un grano en el culo para esos nerakanos y joderles algo antes de irnos, tal vez podamos aprovecharlo. Si no se presenta la oportunidad, pues nos vamos con información que realmente sirva para algo.
- Aunque aún no lo entiendas, mi querido Lowen, la misión con la que comenzó nuestra andadura, está intrínsecamente ligada al destino del pueblo bakali. - Le respondió Kylian al caballero solámnicos. - Pero también es cierto que esperaba bastante más colaboración por parte de su líder Esmani, así que tendré que lograr liberarlos de una manera más sutil, que no implique la confrontación directa... - Se encogió de hombros. - Vuestro plan es por el momento, aceptable. - Concluyó.
─Sssí, essso esss ─el nuevo Thorwyn parpadeó asombrado al oírse hablar a sí mismo, negó rápidamente con la cabeza y siguió su discurso─ Disculpad, esta lengua tiende a la ssibilancia. Creo que el plan es, en efecto, ir hasta la ciudad en ruinas ocupada por nerakanos, goblins y hobgoblins, Mem, contemplarla con nuestros propios ojos y volver cuanto antes a Solamnia, a ser posible sin ser descubiertos y con la cabeza sobre los hombros. Tal vez yo podría usar un hechizo de Disfraz para pasar por nerakano al menos durante un rato, yendo con los bakalis hacia la ciudad, habiendo cazado algo... pero los demás no sé cómo podríais hacer para aproximaros sin llamar la atención. El hechizo es personal, no puedo disfrazar a otros. Lo que sí puedo es adoptar esta apariencia, o incluso la de un goblin, no como ilusión, sino de forma real. También durante un rato. O hacerme invisible unos minutos.
Como de costumbre, el arcanista divagaba sobre las múltiples oportunidades que le brindaba su amplia selección de hechizos registrados en su grimorio. Al parecer tenía una buena cantidad de ellos y la cantidad de interacciones que podía haber, sólo entre ellos, llegaba a marear. Y luego estaba el entorno, los compañeros, los enemigos... Escoger los hechizos a memorizar podía ser una auténtica pesadilla.
─En cualquier caso, no os dejaré solos, aunque nos volvamos a jugar el pescuezo. Ah, y a los nerakanos ya les hemos fastidiado: matamos al posadero semi-ogro, que era el que se encargaba de pasar las mercancías por el túnel secreto por el que escapamos. Imagino que pondrán a otro títere en su puesto, pero llamarán la atención y eso es algo que no quieren. Tal vez podríamos volver a la posada cuando volvamos de Mem, aunque sea para prenderle fuego por los buenos recuerdos ligados a ella...
Thorwyn sonrió. Más o menos. Con esa cara reptiliana era un tanto difícil acertar con las expresiones, pero se podía entender que aquella frase acababa con una sonrisa socarrona y un tanto pérfida de remate.
─Acabar de cenar, dormir, recoger lo que nos den para el viaje, yo estudiar mis hechizos, y partir.
Me alegra mucho que los bakali a nuestro cargo hayan accedido a colaborar con nosotros y también que mis amigos hayan llegado a un consenso en el que han decidido seguir adelante hacia Mem en lugar de regresar sobre nuestros pasos. No obstante, a mí me falta su valentía y me resisto a lanzarme a la aventura sin anticipar primero qué es lo que podemos esperar allí. Por eso, antes de ofrecerme a realizar el primer turno de vigilancia mientras el resto disfruta de un merecido descanso, interrogo a los tres nativos sobre lo que nos espera en la fortaleza de los caballeros de Neraka.
Imagino que conseguir un informe detallado sobre la composición de sus fuerzas, su ubicación exacta y la naturaleza de sus defensas no será posible, pero me conformaría con saber una cantidad aproximada de defensores y con escuchar alguna sugerencia sobre dónde golpearles de la forma más efectiva posible sin la necesidad de tener un ejército detrás respaldándonos.
Estoy convencida de que muchos bakali odian su actual situación y, aunque teman enfrentarse abiertamente a las órdenes de su amo dragonil, seguramente habrán fantaseado en más de una ocasión con boicotear de algún modo los esfuerzos de los invasores en la región. Unas fantasías que, con nuestra ayuda, podrían hacer realidad.
Los bakali os cuentan que los ingenieros draconianos venidos de la cercana Teyr están levantando una ciudadela a partir de las ruinas de una ciudad emergida de las aguas que antiguamente perteneció a los dargonesti, los elfos submarinos. Y, para llevar a cabo esta construcción, que ya se encuentra muy avanzanda, están empleando como mano de obra a hombres-lagartos a los que sus capataces tratan con enorme crueldad.
Alrededor de esta fortaleza en construcción, los goblins han establecido un poblado de chabolas en las que se hacinan docenas de ellos. Su número exacto es un misterio pero son muchos y están permanentemente vigilados por jinetes a lomos de lagartos gigantes o a varios de vosotros os recuerdan el asalto a Belleria y vuestra posterior huida del campamento de las Astivar perseguidos por estos seres.
Iklicae, la hembra bakali, asegura haber oído que en el interior de la ciudadela de Mem viven los soberanos de los goblins, su guardia personal y sus invitados humanos y draconianos, mucho menos numerosos que los trasgoides. Y también que el acceso principal al complejo está protegido por una barbacana defendida por una patrulla de mercenarios hobgoblins, compuesta por una veintena de ellos, que se turnan para vigilar día y noche.
En cambio Braokoo, el corpulento macho que os atacó, asegura que esa no es la única forma de entrar al castillo. Según asegura, él estuvo trabajando durante un tiempo como peón de la construcción y conoce las cuevas sumergidas que llevan directamente a los sótanos de la ciudadela. En estos sótanos asegura que el rey Zorok pasa la mayor parte del día, contemplando el tesoro que tiene allí oculto, escondido de sus propios hombres y de sus invitados de los que tampoco se fía del todo.
Los tres bakali, encabezados por Iblirack, se ofrecen a guiar a un grupo de buceadores hasta allí para asesinar al rey y crear así el caos y el terror entre el grueso de las fuerzas trasgoides. Probablemente esto no bastará para obligar a los caballeros de Neraka a abandonar la región, pero sí debilitará seriamente su posición.
Según afirman, el viaje hasta Mem os llevará seis o siete días, pero disponéis de alimentos suficientes para realizar el viaje hasta allí e incluso buena parte del camino de regreso hasta Mohrlexctlan. No es que sean unas provisiones muy apetitosas pero parecen nutritivas y si Esmani o sus gentes os quisieran muertos, habrán encontrado mejores formas de acabar con vosotros que envenenado vuestra comida. ¿O no?