Salvo las provisiones que Kylian ha conseguido rescatar, el resto de las cosas que hemos encontrado no me llaman la atención. Tal vez se pueda sacar por toda esa chatarra unos cuantos cientos de piezas de acero, pero pesa demasiado como para considerarlo siguiera.
Las piececitas numeradas despiertan mi curiosidad, pero me olvido de ellas en cuanto Drey nos aclara para qué sirven. Son llaves extrañas que custodiaban estos "guardianes de la puerta". Lo que haya al otro lado es un total misterio, pero igual podría haber un gran tesoro que ser la guarida del dragón que hemos visto y coincido con Enrielle en que no tenemos ninguna prisa por entrar ahí en nuestro actual estado.
—Yo no diría que este sea un buen lugar para acampar, pero al menos aquí el aire es respirable. Llevamos horas caminando y no sabemos cuántas más nos quedan, ni a qué otros peligros tendremos que enfrentaros, así que sugiero que montemos turnos de guardia e intentemos echar una cabezada antes de seguir adelante.
Me ofrezco a hacer el primer turno de guardia y ya "mañana" tiramos los conjuros curativos y protectores que podamos antes de abrir esa puerta, que me da mal rollo...
- Sí, antes de seguir avanzando por la senda, mejor será parar y descansar. - Advirtió el sacerdote de voz chillona. - Debo pedir a Gilean por sus dones, si es que pretendéis que pueda seguir conjurado defensas y curaciones. - Se encogió de hombros. - Además, coincido con Enrielle. - La miró y le guiñó un ojo. - No es bueno llamar la atención aún más. Sólo espero que nadie venga a hacer un cambio de guardia... - Observó.
Y es que era una posibilidad. No creía que esos demonios rojos fueran los último con los que se topase ese día. Posiblemente estuviera plagado. Podría que no, que aquellos fueran el último remanente de los nerakanos en el volcán, aunque lo dudaba.
Fuera como fuera, lo comprobarían pronto, pero mientras tanto, se disponía a descansar, no sin antes rezar sus oraciones. Siempre y cuando todos estuvieran de acuerdo, claro estaba.