Partida Rol por web

Gris. Todo era gris y monótono entre aquella neblina. Eve intentaba apartarla con la mano, como si de una cortina se tratase, pero no lograba salir de aquella eterna espesura de... nada.

La ansiedad iba en aumento. No encontrar nada llamativo estaba siendo para ella la peor de las torturas. El peor de sus sueños. Más bien, la peor de sus pesadillas.

Conforme iba agobiándose más, Eve decidió echar a correr para intentar salir de aquí, pero aquello no mejoraba. Trastabilló y cayó al suelo. Incluso el suelo era monótono. Entonces comprendió que aquello no estaba siendo un sueño. No estaba dormida. Estaba atrapada.

El miedo comenzó a disminuir. No era real. La vorágine psíquica le estaba haciendo esto, y ella era experta en manipularla.

Con lo pequeña que era Eve y lo que pesaba moverla al estar inconsciente. Las miradas de los curiosos, que se habían congregado por todo el revuelo formado, se clavaban en Eve y de ella a Jeremy y Azotitos. Era fácil intuir en esas miradas que si culpaban a alguien por lo ocurrido no era a Jackson ni a Fluffy. ¿Habría sido así toda la vida de Eve? La gente odiaba lo que no entendía, pero odiaba más lo que temía.

Las miradas eran simplemente miradas. Al menos se apartaban cuando pasaban con ella atravesando el espacio abierto que usaban para cocinar cuando no llovía, los niños para jugar entre cascotes, y arramblar cosas inservibles y aprovechables, aunque estas últimas procuraran taparlas de la lluvia.

Eve se mantenía ajena a todo esto atrapada en una casa anodinamente gris de pasillos interminables con puertas idénticas a ambos lados, todas dando a habitaciones cuadradas idénticas dónde no solo no había nada llamativo sino que todo parecía igual de monótono e intercambiable.

El sonido lejano de motos atrajo la atención de los congregados que comenzaron a dispersarse. Jeremy y Azotitos apretaron el paso para aprovechar y llegar a la limusina en el aparcamiento norte, el más amplio y que mejor servía a los vehículos más grandes como la limusina y la caravana, cuando se podían oír las motos a punto de oír.

Shatura oía las motos en su pesadilla. Eran las motos que arrastraban por el pedregal a Eve atada por los pies e inmovilizada por las manos. No solo oía el motor de la moto que la arrastraba y el de las motos que hacían círculos a su alrededor, también olía la gasolina que quemaban y que derramaban en marcha sobre el cuerpo ensangrentado de Eve, cuyo rostro no podía ver, oculto bajo su máscara que no le habían quitado. El olor a gasolina inundaba sus fosas nasales y el ruido de los motores ahogaba su grito al ver la sonrisa maniaca del matón de Sokolov que sostenía en su mano un zippo ardiendo y miraba a los ojos directamente a Shatura.

Jeremy y Azotitos terminaron de enganchar la caravana cuando las motos entraron por entre los edificios a la zona donde estaba la gente del asentamiento que hasta hace unos minutos los asaeteaban con sus miradas. Parecía importarles una mierda si atropellaban a alguien. La gente se apartaba de sus paso para evitar que los arrollaran; un padre logró coger por los pelos a su hijo en brazos antes de le pasara una moto por encima.

Los hombres de Jackson tomaron posiciones preparándose para una confrontación, algo que a los hombres de Sokolov parecía traerles sin cuidado.

Jeremy y Azotitos se miraron el uno al otro. Ambos habían reconocido sin duda que se trataba de una manada de Sokolov, aunque parecía que de momento a ellos no los habían visto, reconocido o echado cuentas.

- ¡Jackson! – gritó el que parecía el líder cuando pararon los motores.

- Vaya... llegan los invitados a la fiesta justo cuando tenemos que irnos.

Digo al reconocer a los hombres de Sokolov con sus inconfundibles huesos por todas partes. Un simbolo un tanto siniestro que a sus ojos les debía parecer de lo más macarra, pero que a mi me recordaba al caldo que hacían los jueves en la cantina.

- Recojamos a Shatura antes de que la inviten a bailar.

Le hago un gesto a Jeremy para que me acompañe.

Puede que Shatura fuese un manojo de nervios con aspecto de estar a punto de sufrir trece infartos consecutivos, pero tenía la mente bastante más fría de lo que ella misma creía. Simplemente, no era capaz de aplicarlo a su día a día y a sus miedos, pero era más que capaz de hacer su trabajo bajo una gran presión y de encontrar salidas en medio del caos más absoluto. Era la base de su supervivencia. Lástima que no fuese capaz de controlarlo... pero cuando salía, salía. Y ahí había algo raro. Aquello parecía real, pero ¿lo era?

¡Que la quemen! ¡Qué la mutilen! No es real

Su mente no dejaba de decir aquello, y no porque no tuviese aprecio por Eve, sino porque tras el indescriptible horror y angustia inicial empezó a darse cuenta de pequeños detalles. ¿Cómo era posible que Eve siguiese teniendo la máscara tras toda aquella tortura? La habían arrastrado con una moto, tenía el cuerpo y la ropa hecha jirones y la mascara... ¿completa? No. Aquello no podía ser la realidad. El único motivo para que no pudiese ver su cara en aquella extraña fantasía era que su mente no podía recrearla porque nunca la había visto.

¡Que la quemen! Así todo acabará. Saldrás de la pesadilla. Que la quemen

Shatura abrió la boca para decir que asesinasen a Eve.

—Déjala... por favor— Lentamente, la joven metió una mano entre sus ropas sacando la pistola aturdidora que llevaba junto a su peluche y apuntando al matón. Sus perseguidores, que con cada movimiento hacían resonar los huesos que llevaban colgados, la tenían como alguien débil e incapaz de actuar, de modo que no se habían molestado en cachearla. Y en cierto modo tenían razón puesto que, aunque pasaba por un arma real, las manos le temblaban tanto que no era capaz de apuntar a nada. De pronto, cambió de idea y se apuntó a la sien, marcándose el mayor farol de su existencia. Por supuesto, no iba a pegarse un tiro. Aturdidora o no tenía que doler y la dejaría fuera de juego—. Sokolov me quiere viva... Tú verás como se lo explicas

Puede que todas las partes de su ser le estuviesen señalando que aquello no era real, pero una cosa era saberlo y otra tener valor para confiar en su instinto. Ganaría algo de tiempo. Quizás Eve pudiese hacer algo para defenderse aunque prácticamente fuese una pulpa en el suelo. Al fin y al cabo, era rara de narices.

Jeremy asiente a Azotitos. Le pegó una calada profunda a su puro, que ya estaba en las últimas y con disimulo cogió la granada de Eve que había visto mientras la transportaba.

— Con intención de devolvértela — le susurró aun estando inconsciente.

Esperando que no reconocieran a Shatura en el suelo y que no la atropellasen, se fue con su compañero. Movía la cabeza distraídamente como si estuviera escuchando un poco de funky, aparentemente ajeno a aquella manada de moteros.

Cruzo como si nada el patio, meneando las nalgas a mi paso ¿he mencionado los pantalones ajustados? oh, como me gustan esos pantalones.

Cuando llego hasta donde está Shatura, la tomo del cuello de la camisa y la arrastro por el patio hacia la zona donde tenemos la limusina.

Si en el proceso alguien se atreve a mirarme desafiante, recibirá de vuelta una sonrisa de tarado a lo: "vamos, dame una excusa hijo de puta"

Los Huesos de Sokolov estaban ocupados haciéndose los duros y atemorizando a los miembros del asentamiento, pero se mantenían dentro de lo que sería aceptable para evitaban el contacto directo, probablemente para evitar iniciar una confrontación abierta.

Jeremy era un colgado más de tantos que había en el apocalipsis y Azotitos no era el tipo de los Huesos. Uno de ellos sí que se fijó más en él, ¿reconociéndolo o simplemente por menear el culo tan exageradamente? Aunque se limitó a devolverle la mirada desafiante con una sonrisa sanguinaria que le prometía a Azotitos que ya le daría la excusa en el futuro.

Cada uno de los dos se pasó por el cuello un brazo de Shatura y le dejaron caer la cara al suelo confiando en que fuese suficiente para que no se fijaran en ella, o al menos no la reconocieran.

En el camino de regreso hasta la limusina vieron como Jackson ya estaba llegando a uno de los edificios con el que parecía el líder de la banda. ¿Tendrían asuntos privados que discutir?

La tensión entre la comunidad y los Huesos era suficiente para que estuvieran pendientes los unos de los otros e ignoraran al trío.

Al llegar a la limusina Eliza los estaba esperando apoyada.

- ¿Os vais de excursión? Yo me esperaría a que se larguen esos idiotas para no llamar la atención, pero quizás queráis llevaros una mecánica con vosotros, por si os hace falta ahí fuera. – les sugirió siendo obvio que se refería a ella misma.

— Pues no te lo vas a creer pero vamos a un paraíso para ti, taller de recambios de coches, seguro que encuentras algo útil. Hay un pequeño detalle, si no conseguimos lo que nos proponemos en 24 horas, quizá no puedas volver aquí. Así que recopila todo lo que no quieras perder y te esperamos, maja.

Jeremy tiró la colilla al suelo mientras observaba nervioso aquellos tipos.

— Vamos a hacer ver que estamos reparando este trasto y esperamos a que se larguen. Quizá aquí no nos hagan nada pero ahí afuera seríamos carnaza. De todas maneras tened todo listo por si hubiera que salir corriendo.

Pues parecía que su farol no había funcionado. Mientras Shatura retaba al matón sintió como dos de los matones la agarraban y comenzaban a arrastrarla. ¿Cómo había pensado que podía salir bien? Con horror vio que la estaban acercando a Eve, quizás para que pudiese ver más de cerca como ardía. En su pesadilla, Shatura intentaba revolverse, pero no podía. El tintineo de los huesos resonaba en su cabeza haciendo que sus dudas sobre la máscara de Eve pasasen a un segundo plano. En la vida real, un hilillo de baba colgaba de sus labios mientras Azotitos y Jeremy trataban de ponerla a salvo con discreción. 

No fue hasta que Shatura se llevó la pistola a la sien que se percató del rostro que la miraba. Aquel no era un matón cualquiera, aquel que estaba frente a ella era Azotitos.

- Dame eso, cariño, no te vayas a hacer daño. – le dijo con suavidad a la par que le cogía la pistola aturdidora con firmeza. Paralizada por el shock no tenía fuerzas para sujetar su arma.

Volvió a mirar a Eve y ahora se fijó en el rostro del matón que conducía la moto. Jeremy, quien siempre estaba calmado y de buen rollo arrastraba a Eve por el suelo con una sonrisa maniaca. El contraste lo volvía más aterrador.

Notaba como en su estupefacción dos matones la arrastraban por un pasillo en el que la oscuridad solo era rota por la luz que se filtraba a través de las puertas rotas a ambos lados. Más bien se dejaba arrastrar sin ánimo para luchar.

¿Cómo había llegado a este pasillo?

A su lado los matones eran Jeremy y Azotitos. Pero, si los había dejado atrás hace un momento…

- La paciencia de Sokolov no es infinita, Jackson. – oía una voz amortiguada acompañada de tintineos de huesos, procedente de alguna de las habitaciones y de todas a la vez – Ya sabes lo que quiere.

La giraron para entrar por una puerta y la luz la cegó momentáneamente…

—Por favor, por favor...

Aquello era imposible. Totalmente imposible. Ni en su más loca fantasía podía imaginar a Jeremy haciendo lo que había hecho a Eve. Tanto Jeremy como Azotitos estaban como putas cabras, desde luego, pero al menos del viejo no se había esperado que tuviese un lado tan oscuro. Sin fuerzas, la chica se rindió, dejándose arrastrar por los que creía que eran sus amigos. Por muy imposible que fuese era lo que estaba pasando. La habían traicionado a lo grande.

Espera... él no tenía problemas con Sokolov hasta que me escondió. Venderme, vale, pero ¿Esto? ¿Lo de Eve? 

De nuevo el lado frío y racional de Shatura intentaba sacarla de aquel lugar, pero las cosas no eran tan fáciles. Al fin y al cabo, todo aquello era demasiado real como para poder imaginarlo y, Shatura ya había olvidado que había accedido a la vorágine. Sin oponer resistencia se dejó llevar como ganado al matadero. Pero su mente seguía insistiendo en la máscara y en Jeremy.

Jeremy se puso a hacer ver que estaba muy ocupado reparando los coches. Abrió la parte delantera y empezó a mover herramientas como el mejor actor secundario que solo se le veía en el fondo de una película. Los que estaban cerca suyo podían ver perfectamente como se estaba liando dos grandes cigarros con una mezcla muy extraña de sustancias.

Miro de reojo a Eliza con una sonrisa de medio lado. Sabía que tarde o temprano iba a volver a por lo suyo, pero no esperaba encontrarla arrastrandose tan pronto. Que lamentable pedazo de carne.

- Si, vente. Seguro que lo pasamos bien.

ya le encontraría algún uso a esa perra.

- Pero antes quiero saber de qué va todo eso.

Y guiñándole un ojo a Eliza y Jeremy, me escabullo para tratar de acercarme a parar la oreja en los asuntos de Jackson y Sokolov.