La flecha parece acabar con las fuerzas de Galia, esta cae y no vuelve a atacarle. Pero Angus acaba con Gerékatos, y al tirarlo, la flauta queda flotando en el vino. A pesar de que este arco es magnífico, y podría herir a Angus, sabe que la única manera de detenerle es tocar la flauta. Sin dudarlo, se lanza a cogerla, esperando que sus amigos ataquen al sátiro y le den tiempo de poder tocarla. Como sacerdote de Dionisio, la música le es algo querido y con lo que esta familiarizado.
Trata de coger la flauta, y luego se aleja de Angus, antes de comenzar a tocarla, no quiere estar al lado del rey, cuando la melodía comience a fluir, ya que le atacaría interrumpiéndola, al instante.
-Necesito que me deis tiempo.- Dice a sus amigos.
Va a por la flauta, y cuando la tenga, se aleja de Angus, antes de comenzar a tocar.
Ahelena se coloca entre Angus y Coreso, tanto su escudo como su propio cuerpo evitarían que el sátiro llegase hasta él. Daría su vida antes de fallar la misión de artemisa.
- ¡Escudo en alto, defendiendo desde la rodilla hasta el hombro! ¡Cualquiera que intente pasar esta defensa acabará ensartado en mi lanza! ¡Vamos sátiro demoniaco, alégrame el día!
En cuanto el cuerpo de Gerékatos cae en plancha contra el vino, Dafne comienza a entonar un cántico en un idioma perdido, danzando con gracia y moviendo su rubia melena y sus vaporosas vestimentas. Con su canto, el nivel del charco de vino, que hasta ahora os llegaba hasta la rodilla, comienza a subir, formando fuertes corrientes que alejan a Gerékatos del escenario y dificultan el movimiento, en especial de Angus hacia Coreso. El vino, bastante diluido ahora en el nuevo agua de la escena, os cubre ya hasta la cintura. ¡Hasta Galia se aleja flotando! La sátira está débil y no puede ni ponerse en pie.
Ahelena demuestra su formación de amazona y clava las pezuñas en el suelo, que se está convirtiendo en fango, como un muro infranqueable delante de Coreso y aguantando la contracorriente. Solon aprovecha esta distracción del enemigo para disparar al nuevo dios, que recibe unos misiles mágicos en el pecho que queman gran parte de su cobrizo pelaje.
Coreso comienza a tocar la melodía que tanto resuena en su mente. La flauta no es más que un trozo de madera mojada con cuatro agujeros, nada del otro mundo. Sin embargo, inexplicablemente suena. Suena como un pajarillo al amanecer, como algo melancólico y bello que envuelve el lugar. La vegetación de alrededor, hasta ahora lilácea y desprovista de verdor, comienza a recuperar su brillo. Las hojas vibran y sentís esa vibración en cada fibra de vuestro cuerpo. La transformación en sátiro comienza a revertirse, ¡incluso la de Angus!
Motivo: Ataque Dafne
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 19(+6)=25 (Exito) [19]
Motivo: Daño Dafne a Angus
Tirada: 1d6
Resultado: 5(+4)=9 [5]
Motivo: Melée a Ahelena
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 15(+3)=18 (Exito) [15]
Motivo: Robo de vida a Ahelena
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Los grandes y retorcidos cuernos de Angus se contraen de nuevo en su cráneo. Su negra y rizada pelambrera pierde color y comienza a canear, volviéndose blanco, al igual que la barba de Solon. El pecho quemado de Angus ahora muestra unas feas quemaduras. La ninfa lanza unos proyectiles de agua que le cogen por sorpresa, abatiéndolo momentáneamente y causando visible dolor en él.
La Madre Dríade también empieza a recuperarse y respira aliviada.
—¡Qué hacéis, malditos! ¡La bendición de la Cabra Negra! ¡Parad y os prometo inmortalidad! —dice desesperado, lanzándose directo hacia Coreso y topándose con el muro del escudo de Ahelena—. ¡Apártate, sucia guerrera!
La agarra entonces del cuello y comienza a succionar su energía vital, recuperando parte de sus heridas.
@Ahelena, pierdes 6 puntos de vida.
Dafne utiliza su hechizo de magnitud 6: "Maestría de la Naturaleza". Le permite crear agua e incluso cambiar las corrientes. También lanza un ataque básico, puesto que tiene dos turnos acumulados por no haber actuado en el turno anterior. Quizás con las reglas añadidas de daño de proyectiles mágicos me haya pasado un poco y Dafne esté demasiado rota xD
En cuanto a la destransformación, está en ello, pero todavía no ha terminado, puesto que hace falta tocar la flauta durante dos turnos seguidos.
Aquello estaba funcionando, nada más ponerse a tocar la flauta, esta comenzó a emitir una dulce melodía similar a la de algún pajarito en una bonita mañana de primavera. Y noto el poder de aquella melodía, los cambios hechos por Angus y su malvada magia, comenzaron a revertir.
Pero aquello, no iba a ser sencillo, Angus trato de llegar hasta el, para parar la melodía, y la valiente amazona logró evitar que logrará agarrar a Coreso. Sin perder el tiempo, ni dejar de tocar la flauta, se aleja todo lo que puede de Angus. Necesita que la melodía siga fluyendo, hasta acabar con todas las trasformaciones, y para eso no debería ser interrumpido.
Pensó en las heridas de Ahelena, pero ahora no podía parar de tocar, o su única oportunidad de acabar con aquella locura, se perdería. Luego sanaría a los heridos, luego, ahora solo pensaba en seguir tocando, y apartarse de Angus, para que no pudiera interrumpirle.
Necesitaba que sus amigos le diesen algo más de tiempo, aquella música divina obraría su efecto y las cosas volverían ha ser como debían, poniendo fin a aquella locura.
Sin dejar de tocar la flauta, se aleja lo que puede de Angus, tiene que evitar que la melodía sea interrumpida.
Solon hace oído sordos a las promesas de Angus, quién ya había demostrado su poca fiabilidad en el trato hacia los suyos. Viendo como el ateniense tocaba el instrumento mientras Angus se entretenía con Ahelena, Solon aprovechó para lanzar un hechizo de ilusión a sus adversarios.
Con un movimiento de su báculo, unas sombras con la forma de Coreso empezaron a aparecer frente a él, dispersándose por el campo de batalla. De repente, media docena de figuras fantasmales danzaban por la cueva entonando la misma melodía que el sacerdote.
Magnitud 2: Ilusiones
Con este poder, un Hechicero afecta la percepción sensorial de un individuo para hacerle creer que ha visto o escuchado cosas que no estaban ahí… Para usar este poder, el Hechicero debe poder ver al individuo que quiere afectar y debe estar a (Don Psíquico x 3 m.) de este objetivo designado. Este poder no puede usarse para crear nada físico o que parezca o sea sólido – pero sí para crear sombras que se mueven, llamas, ruidos, luces extrañas o hasta imágenes fantasmales. Al objetivo se le permite una tirada de Fortaleza Mística. Si falla la tirada, la víctima creerá que las ilusiones son reales y reaccionará en consecuencia. Una vez creadas, estas ilusiones desaparecerán tras un número de asaltos de combate igual al Don Psíquico del Hechicero (o antes, si lo desea). Este hechizo puede afectar a varios individuos, hasta un número de seres igual al Don Psíquico del Hechicero, sin coste adicional en Puntos de Poder pero con una tirada separada de Fortaleza Mística para cada víctima. Las Ilusiones no engañan a los animales ni a ninguna criatura con la habilidad especial de Sentidos Agudizados o Sexto Sentido.
Al notar la zarpa del sátiro en su cuello Ahelena soltó el escudo y la lanza para agarrar los brazos de Angus, impidiendo a este moverlos o atacar a otros. Su fe sería su escudo y si tenía que morir, no había mayor honor que hacerlo bajo las órdenes de Artemisa. Ganaría el tiempo suficiente para que Coreso tocara la melodía, aunque aquello supusiera su final.
No podía hacer gran cosa para que el satiro soltase a la Amazona, aunque seguramente la soltaria al escuchar proseguir la musica, ella le daba igual a él. Su magia no era principalmente ofensiva, tenia algunos ataques, pero no eran lo mas efectivo, en ese momento reparo en Gerekatos, no estaba segura, pero quizas podría ayudarlo a él. Fue hacia él y poniendo sus manos sobre él, ambos sobre el agua que ella habia aumentando considerablemente, cerro los ojos, murmuró algo en aquel idioma extraño y olvidado.... Abrio los ojos, esta vez brillaban dorados y su cabello y vaposa vestimenta se agitaban, saliendo de su cuerpo hacia sus manos una suave luz azul.
Motivo: Curar
Tirada: 1d6
Resultado: 4 [4]
Se supone que debería recuperar 1d6 + 7, dejo hecha la tirada. (4+7=11 puntos de golpe recupera)
Media docena de Coresos invaden toda la estancia, tocando la melodía como un coro a varias voces más que al unísono y la intensidad sube. Con su canto, las transformaciones en sátiro cada vez son menos y el verdor sigue volviendo al Gran Árbol.
Incluso el vino ya aguado que os llega prácticamente hasta la rodilla comienza a perder su tonalidad rojiza, volviéndose transparente y algo agitada por la tierra que estáis levantando con vuestros movimientos. No es más que agua de lluvia y ahora parece que siempre lo ha sido.
Dafne aprovecha esta nueva agua clara para canalizarla en una desesperada curación hacia el silvanio, que por segunda vez en el día de hoy yace fuera de combate.
La melodía termina y Angus suelta a Ahelena, que cae con todo su peso sobre el agua. El Dios Sátiro ya no parece un sátiro, sino un hombre más. Despojado de su transformación, su largo pelo canoso y su perilla de chivo resultan ridículas. Su pecho sigue siendo en parte peludo, pero ya poco queda del pelo cobrizo y brillante.
Angus grita de dolor y de frustración y se abalanza de nuevo sobre Ahelena de Capadocia. No consigue distinguir al Coreso real y la amazona ha expresado su deseo de interponerse entre ellos, así que ahora, pagará. El Príncipe Vitícola le golpea una y otra vez con sus fuertes puños.
Motivo: Detección
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 7(+4)=11 (Fracaso) [7]
Motivo: Golpe a Ahelena
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 10(+3)=13 (Exito) [10]
Motivo: Daño a Ahelena
Tirada: 1d6
Dificultad: 12+
Resultado: 2(+3)=5 (Fracaso) [2]
@Ahelena: Recibes 5 puntos de daño.
De repente, tras de Angus emerge una columna de ese agua transparente que comienza a tomar color y finalmente se transforma en una mujer menuda y de salvaje melena. Su cara recuerda inexplicablemente a Galia. De su cuello cuelga el amuleto de Ártemis que llevaba Gerékatos en el cuello.
—¡Por fin me libero de esta maldición! ¡Flaco favor me hiciste, maldita cabra! —grita—. ¡Me privaste de los mares y me condenaste a una vida a dos patas! ¡Ahora, muere!
Y, antes de que Angus pueda girarse del todo, le asesta un golpe con un cuchillo, que le hunde en la espalda. Angus grita, dolorido y enfadado.
Motivo: Daño
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Gracias a sus compañeros Coreso pudo seguir tocando la flauta, y el hechizo de Solon hizo que otros Coresos se uniesen a la melodía. Y aquello pareció acelerar el proceso de revertir las cosas a su estado natural. El vino dejo de serlo, para volverse agua, y ellos mismos dejaron de ser sátiros para volver a su verdadero ser.
Hasta Angus cambio, pero este aun no se había rendido, sino que atacó a Ahelena, dañándola. Galia se transformo en mujer que ataco a Angus.
Estaba tentado de unirse al ataque contra Angus, y acabar con el lo más rápido posible, Pero, consciente de la importancia de la melodía de la flauta, decidió permanecer alejado y seguir tocando aquella flauta mágica. El efecto de su música estaba devolviendo el mundo a su estado natural, acabando con la locura en la que Angus quería convertirlo.
Continuo tocando la flauta.
Continua tocando la flauta, para asegurarse de que todo vuelva a la normalidad.
Volviendo a su ser de anciano, y agradeciendo que sus piernas vuelvan a acabar en pies y no pezuñas, Solon vuelve a hacer girar su báculo y otro proyectil de magia golpea a Angus en la espalda.
- Estás acabado, príncipe - proclama Solon clavando el bastón en el suelo -. Será mejor que te rindas, y así tal vez no acabes muerto en esta húmeda y asquerosa cueva.
Motivo: Proyectil mágico
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 19(+9)=28 (Exito) [19]
Motivo: Daño
Tirada: 1d6
Resultado: 1(+2)=3 [1]
Coreso, creo entender que Galia ha atacado a Angus y no a Solon.
Ahelena sacó fuerzas de donde pudo y embistió como pudo a Angus agarrándolo de las muñecas, a fin de cuentas ahora tan solo era un hombre. Sobre todo intentaba inmovilizar sus brazos y mantener su tronco en una posición fija para que no pudiera defenderse de los ataques.
- Este es tu final, acepta tu derrota y muere.
Ya estaba acabando todo, todo volvía a la normalidad, gracias a la melodía de la flauta, el árbol volvía a ser como antes, majestuoso, coronando el bosque, el verdor volvía a resurgir y el agua volvía ha ser agua limpia y pura. Había ya poco que hacer, sus compañeros ya lo habían dicho todo, como siempre la amazona no veía otra opción que la muerte, esperaba que por lo menos los demás diesen otra opción, la muerte era demasiado definitiva, había mas opciones Quizás los realmente agraviados deberían resolver el castigo- dijo mirando a Gerekatos, estando arrodillada a su lado.
Aunque Dafne trata con esfuerzo de reanimar a Gerékatos, parece que la magia oscura de Angus ha hecho su efecto y, muy a su pesar, el silvanio no vuelve a la vida. Su cuerpo sigue flotando en el agua ya clara.
Al son de la melodía de Coreso, que parece que ya ha hecho todo su efecto, Solon lanza un gran proyectil mágico y Ahelena le inmoviliza. Galia la nereida hunde el puñal en su pecho, agradeciendo el gesto de la amazona. Angus, ahora humano y sin rastro de ningún cuerno, abre los ojos a medida que el arma perfora su corazón. Se va poniendo pálido y, finalmente, muere.
Las flores de la cueva recuperan todo su verdor y vibran entusiasmadas. Fuera del árbol pueden oirse vítores de alegría. Los sátiros que talaban el bosque han sido destransformados y vuelven a ser fiesteros de otras épocas.
El busto de enmedio de la sala se retuerce un poco y finalmente habla con una voz profunda y que no ha sido escuchada en muchos años.
—Muchas gracias, aventureros —dice aliviada—. Me habéis salvado de las garras de la Cabra Negra, después de tantos años. —Se estira, dolorida—. Soy Silva, la primogénita de Ártemis y una de las Grandes Dríades. Para que me entendáis, yo soy la isla de Silvania que estáis pisando, y los silvanios son mis hijos —mira el cuerpo inerte del silvano, apenada—. Una lástima que tanto Gerékatos como su hermana Yékata hayan tenido que dar sus vidas, Ártemis siempre les ha tenido en alta estima. Pero los intentos de ese Angus, peón de la Cabra Negra, han sido frustrados. Tardará años en recuperarse, y para entonces, Silvania estará de nuevo reforestada.
Sentís cómo el aire del lugar fluye y un calor interno os reconforta, curando vuestras heridas y rozaduras.
—Siento no poder ofreceros nada a cambio, pero siempre seréis bienvenidos aquí. Contadle a Olympia lo que ha ocurrido y que el Gran Festival era una farsa que nunca volverá a ser celebrada. Contadles que Ártemis no quiere que volváis a este lugar, por eso se encargó de mantenerme oculta entre los mares —hace una pausa—. De mi suelo nacerán los nuevos guerreros que defenderán mi tierra.
—Marchad con el favor de la diosa. Hasta siempre, héroes—. Y cierra los ojos. Os da la sensación de que va a estar así durante mucho, mucho tiempo.
Al salir fuera encontráis una nueva fiesta de hombres y mujeres de todas las edades. ¡Incluso Kynortas y su equino compañero están ahí! La lluvia ha cesado y el campo está desforestado, pero el color de la tierra ha vuelto un poco a su ser, y seguirá durante los próximos años. Le queda una larga recuperación por delante. Las huestes de sátiros han sido destransformadas y, aunque cualquier pudiera pensar que tras tantos años de esclavitud iban a estar hartas de fiesta, aquí están, celebrando la muerte de Angus. Celebrando la libertad y la vida.
—¡Eh, tíos! —saluda Kynortas el hoplita con la mano—. ¿Dónde os habíais metido? ¡Ha desaparecido la maldición! ¡Ja, ja, ja! ¿Queréis una cerveza? ¡No vuelvo a tomar vino ni loco! —jura ofreciéndoos un trago de zumo de malta—. Bueno, parece que ya no va a haber más festivales del vino, pero los bárbaros del norte dicen que el año que viene se celebra el primer Festival de la Cerveza Hiperbórea. ¿Habrá que ir, no?
— FIN —