Partida Rol por web

La travesía hasta la zona de inspección fue tensa dado el elevado número de enemigos que patrullaban las cercanías del castillo saqueado, pero por fortuna el perro de Ludwig sirvió como aviso en todas y cada una de las ocasiones, permitiéndonos mantenernos en completo anonimato hasta alcanzar un buen lugar desde el que poder otear la fortificación tomada.

Era peor de lo que esperábamos

Aquello era una ruina en todos los sentidos. Restos quemados, muros derruidos e inmundicias desperdigadas por todos lados. Recuerdos de las historias que mi padre y mi abuelo me contaban de joven, sobre los resplandecientes asentamientos dawi perdidos a manos de los urks y los grobi llenaron mi mente, haciendo que rechinara los dientes y apretara con fuerza el mango de la ballesta que portaba en las manos, sin siquiera haber sido consciente de descolgármela de la espalda, hasta que los nudillos se me pusieron blancos

- Sucias bestias... no son mejores que los pielesverdes- susurré entre dientes con un odio casi palpable en el tono - Pese a todo coincido con Ana; no somos suficientes para causar daño de importancias, mucho menos para tomar el castillo. Esto hay que planificarlo con calma. Tomad nota mental de todo lo que observáis y el estado en el que está: deberemos dar datos precisos cuando nos pregunten- dije mientras analizaba la construcción y sus inmediaciones, buscando zanjas ocultas o cualquier clase de trampa

Me giré hacia el resto, dedicándole un mirada a Archie finalmente

- Será mejor irse ya. Cuanto más tiempo permanezcamos aquí más opciones de que nos descubran... y esos seres son rápidos corriendo -añadí agorero, lanzando una última mirada por encima del hombro antes de retomar el camino de vuelta

Ludwig asintió. Previa lo mejor reportar lo descubierto. Las numerosas y frecuentes patrullas, la presencia de hombres bestia de todos los tipos y el estado general del castillo desde nuestro punto de observación. Lamentable este último por cierto. Pensó en tomar un trago, pero no era el lugar ni el momento. Había venido a la llamada de la batalla esperando reconquistar un castillo glorioso en una gran gesta, una quenle permitiera recuperar fama, estatus y fortuna. Y al final sería un alucha por un montón de piedras que le costaría la vida a  muchos hombres. Estaba claro que el destino se podía arriende él y sus esperanzas de muchas formas distintas. 

Escupió al suelo. Sí, vamos a volver a reportar. Será lo mejor.  

Gracias a las habilidades de la elfa y del esmirriado galgo pudieron evitar un encontronazo con las patrullas de hombres bestia. Y le impresionó la capacidad de análisis del enano.  A juzgar por lo que le había dicho a Hartmann la otra anoche, parecía que quería asaltar el fuerte a pecho descubierto. Sin muchas palabras, Hraldan asintió y siguió a sus compañeros.

Tomaría el escudo agradecido, no esperaba que fuera uno de los aventureros, pobres como él el que le comprara un escudo, pero lo agradecío efusivamente. Hubiera preferido un set de armadura, porque pensaba aprovecharse de su velocidad para entablar combate, pero agradecía enormemente el favor y recordó el dicho que su padre le repetía:

"A caballo regalado no le mires el diente, hijo."

La noche caía sobre ellos y les cubría con un manto que los hacía casi invisibles durante su patrulla. Grandes grupos de bestias caminaban por la zona en busca de presas o de posibles atacantes, seguro la presencia de un campamento tan grande no había pasado desapercibido entre aquellos seres que parecía que se afanaban en mantener la zona controlada. Era el momento de volver.

mientras discutis el plan de si acercaros o bucar por los alrededores, notáis como tanto la elfa como el chucho de Ludwig se ponen en alerta, mirando de un lado para el otro, pero no sabéis si es que han encontrado el rastro de alguna presa o hombre bestias por los alrededores o son simplemente paranoia de ambos al estar en mitad del territorio enemigo.

Parecía que todos estaban de acuerdo en volver cuando la elfa y el galgo parecen ponerse en guardia. Hraldan miró en dirección al fuerte y luego hacia el camino que habían tomado para llegar hasta ahí pero no vio nada inusual. Por puro instinto echó mano del martillo colgado en el cinto y lentamente se agachó para sacar la daga de la bota izquierda mientras susurraba unos salmos para tranquilizarse.

Ludwig estaba acostumbrado a dos cosas. A quebró entorno fuera peligroso, aprendido a base de muchas horas de carretera, y a fiarse d ellos instintos y alertas de su fiel compañero. Por ello el que Archie se pusiera alerta le hizo saltar  como un resorte. 

Se agachó al lado del perro de caza, una pistola ya lista en su mano. ¿Que has visto compañero?

La visita al lugar donde presuntamente nos enfrentariamos a las bestias quedó atrás, o lo habría hecho de no ser por el quedo gruñido del perro y las mudas indicaciones de la elfa, haciendo que por instinto alzara la ballesta y oteara los alrededores buscando el origen de aquella actitud cuando vi a Ludwig y su pistola

- Guarda eso, insensato. ¿O acaso quieres que se nos eche encima toda la manada? - le reciminé mirando la pistola - Si no es absolutamente necesario no la uses...

Sus compañeros se agachaban, y él instintivamente también lo haría buscando la espalda de uno de sus compañeros y escondiéndose detrás de el escudo que le habían dado.

No abriría la boca y se dedicaría a señalar hacia el campanento indicando que tenían que irse ya.

Sigmar... Ranald... protegedme...

Anawelle lo intuyó enseguida. Tanto la elfa, exploradora de bosques como el chucho con su olfato desarrollado habían sentido el peligro.

La hechicera sacó un pequeño dardo mientras juntaba las manos y se concentraba en sentir el Aethyr a su alrrededor. Los vientos de la magia eran variables y errantes, un flujo de imágenes, sensaciones, pensamientos y visiones que de no escrutarse de manera adecuada, hacía enloquecer hasta al más cuerdo.

No sintió nada variable a través de los vientos, pero no bajó la guardia.

-Preparaos.- Dijo con un susurro a sus compañeros.

estáis atentos con las manos sobre vuestras armas, pero no parece que nada vaya a salir, por lo que bajaís la guardia, pero pera con un fuerte rugido, sale una pequeño grupo de hombres bestia, los cuales habían conseguido excapar de los sentidos, por algo estaban en su terreno, "ustedes no se van de aquí, hoy vamos a cenar humano" dice uno de los bestigor, antes de lanzar un grito de carga.

uno de lo bestigor con una gran hacha, ataca a Alexis, pero este consigue echarse para atras, lo suficiente como para poder evitar el golpe, pero el otro bestigor ataca al enano, acertando de lleno sobre el rompeescudos, y los ungors, atacan a sobre el resto, el primero va a por Anawelle, pero la hechicera lo esquiva sin problemas, dos sobre Hraldan, pero solo uno consigue acertarle, y por ultimo el ultimo consigue atacar al patrulla de caminos, pero a la par que le de un mordisco Archie, el cual no duda en defender a su dueño.

Ludwig masculla algo entre dientes que no suena muy noble y educado, pero que se pierde en el fragor de gritos que le rodea. Alza su escudo con celeridad y bloquea el ataque del hombre bestia, distraido por el ataque del fiel Archie. ¡¡Bien hecho compañero!!

Sus golpes de respuesta son, sin embargo, muy imprecisos, y el ungor los bloquea con facilidad. Tras el corto intercambio, Ludwig da un par d epasos hacia atrás y se prepara para la siguiente acometida mientras el ungor y él se miran con rencor racial desmedido. El hombre bestia odia todo lo que el Imperio representa, mientras que fueron estas bestias las que arrasaron las tierras de los Georg y es poco probabnñle que Ludwig se lo perdone nunca. 

Archie gruñe y ladra a los animales bípedos. 

Hraldan dio un respingo cuando vio salir a los hombres bestia aparecer de repente. - ¡Sigmar! - gritó mientras esquivaba al primer ungor que le atacaba por un flanco. Distraído por esa finta, no pudo ver al otro que venía por el otro lado. Intentó parar el ataque pero el hombre bestia fue más rápido y le dio con el pomo del arma en el pecho.

El joven iniciado, medio aturdido, levantó el martillo e intentó golpear al enemigo sin éxito. - ¡Malditos!

Dando luego algunos pasos hacia atrás, intentó posicionarse cerca de sus compañeros. - ¡Compañeros, juntos!

​​​​

Y se nos echaron encima, sin previo aviso, tomándonos por sorpresa pesa a estar atentos a lo que pasaba a nuestro alrededor.

De entre la maleza un grupo de bestias se nos echó encima, tapando por completo al resto el vigoroso corpachón de uno de aquellos seres con cabeza de macho cabrío. Un bestigor

Su enorme hacha descendió con velocidad sobre mi pero atento como estaba interpuse mi escudo en la trayectoria del arma, evitando así males mayores.

- Parece que me ha tocado bailar con la mas fea... bailemos!- mascullé antes de blandir mi hacha sobre el cuerpo del ser

Anawelle se retiró lo suficiente como para esquivar el ataque. Su intución no le había fallado, aunque habían caído en una emboscada de los repugnantes hombres bestia. Por si eso no fuera suficiente, Dos bestigors lideraban el grupo.

Veía los vientos de la magia, estaba preparada, pero la visión del hombre bestia cargando contra ella fue demasiado y su concentración falló, por poco, pero no había conseguido su objetivo.

-Tenemos que acabar con los líderes cuanto antes. Puede que así nos consideren demasiado fuertes y huyan.-

Anawelle balndió el bastón delante de ella para protegerse. No cometería el mismo error que con los goblins en la mina enana.

- JODER JODER JODER JODER... - El humano esquivaría el ataque del bestigor. El hacha, se hundiría en el barro e instintivamente, el humano lanzaría un tajo de vuelta contra una de las extremidades de la aberración que tenía delante, pero fallaría miserablemente. Miraría alrededor y vería a sus compañeros enfrascados en combate. Nadie le iba a poder ayudar, no rápido al menos. Así que miró a la bestia y trató de mantenerse activo para intentar seguir esquivando los golpes.

Como me pille me revienta... 

las plegarias a sigmar a sido escuchadas, porque cuando alexis iba a ser atacado por el gigantesco hombre bestia, el cual tenía su gran hacha levantada, algo se le mete en ojo, y eso era una flecha de la elfa silvana, que ha causado una muerte rápida sobre la bestía, pero el enano no ha tenido tanta suerte, a pesar de los poderosos golpes efectuados sobre el ser al que se enfrentaba, este seguía vivo, y viendo que su muerte estaba cerca, se estaba dispuesto a llevarse a Urgan con el, por lo que levanta su arma para atacar de nuevo.

por otro lado, el iniciado de Ulric no tenía tanta suerte, ya que 2 ungor lo tenían acorralado, pero sus ataques no habían conseguido hacer un daño significativo, puede que esta fuera un prueba de su dios, por su parte, Anawelle conseguía esquivar de mala manera los golpes de su enemigos, el único con suerte era Ludwig, aunque no había consguido rematar a su rival, esto lo había hecho su fiel compañero, ya que después de pasar por la pata de su rival, se lanzo a su gaznate arrancandolo de cuajo y matando a la bestia.

Ana decidió cambiar de táctica. Ahora ya estaba posicionada y con su bastón para defenderse. Mientras con una mano mantenía el bastón entre su oponente y ella, con la otra recitaba un conjuro. Esta vez los vientos fueron favorables y la concentración de Anawelle no fue rota en ningún momento.

Sus ojos se posaron sobre el bestigor, ese era su objetivo. Si conseguía que soltara el hacha, conseguirían una gran ventaja.

ZAST!

Y un peso muerto contra el suelo. Aquello fue impresionante. La mole que intentaba separarle la cabeza del cuerpo se derrumbó delante de sí con una flecha que atravesaba su cuerpo.

Rápidamente y viendo al enano en apuros, corrió en su ayuda, gritando como un loco intentando convencerse a sí mismo de que era un guerrero.

Nada más lejos de la realidad, su golpe fue pésimo, pero por lo menos había impactado... ¡Algo era algo!

Después, se puso a dar botecitos sobre sí mismo esperando la respuesta de la mole, que seguramente estaba de todo menos contenta.

Sigmar me libre... Joder... Parece enfadado...

Hraldan se encontraba superado por los dos ungors. Sus golpes no acertaban y le estaba costando horrores mantener la distancia y parar sus embestidas. Las bestias parecían estar bien entrenadas y atacaban al unísono.

Durante un instante los enemigos descargaron los ataques dirigidos a golpear sus miembros y desarmar al iniciado. Hraldan pudo parar el primero y, con ayuda de Ranald, apartarse lo suficiente como para que el otro no resultara más que en una magulladura.

Estaba concentrado en por lo menos mantener a estos dos enemigos mientras los compañeros se encargaban de los grandes. Por lo poco que podía percatarse del resto del combate, parecía decantarse a nuestro favor. Pero están en territorio enemigo, y en cualquier momento pueden aparecer más bestias. Debían terminar con los enemigos lo antes posible y salir por patas de esa zona.

Después de esos últimos ataques, Hraldan se recompuso y centrando bien el ataque propinó un mazazo al ungor al que había parado el golpe.

- ¡Ánimo, hermanos! Estos seres no son dignos de poblar este mundo. ¡Acabemos con ellos por el Imperio y por los dioses!