Jefe, entiendo que el chamán no tenía nada de valor, ¿verdad?
La triunfal salida al balcón del castillo con los sangrientos trofeos acaban por desmoronar el valor de las bestias, iniciándose una fuga en masa que permite a los caballeros acabar con la mayoría de ellos y repeler el ataque del exterior logrando una victoria completa mientras los enemigos caen en su propia trampa. Ha sido un día glorioso y, pese a las bajas, se nos glorifica como es debido añadiéndose un extra la paga prometida, lo que habla en favor del talante del maestre pese a todo
- Que el castillo perdure en manos de los caballeros de Ostland por muchos siglos- digo añadiéndome a los brindis, alzando una jarra de espumosa cerveza
Pronto llega el momento de las despedidas, aunque el seguidor de Ulric tiene a bien interesarse por mi hogar para afianzar los lazos que solo la batalla puede forjar
- Desde luego, no hay nada que guste más a un enano que brindar por una dura victoria mientras relata historias- añado con alegría - Pero si vas a brindar con agua... tendré que beber por dos ¡jajajaja!- río estrepitosamente haciendo notar mi buen humor
Parecía que, después de todo, el viaje había valido la pena y mi nombre como mercenario empezaría a sonar por las tierras del Imperio. Sería cuestión de tiempo poder templarme como es debido en la batalla, aunque aun quedaba algo por hacer y no quería posponerlo más
Busqué a Ana y me senté a su lado, ruidosa y bruscamente, haciendo que parte del contenido de mi exigua jarra de cerveza amenazara con salir por el borde.
- Ha sido una buena batalla y ese truquillo tuyo de encender el báculo como un farol parece que me despistó al maldito bestigor. Gracias!- le digo acompañando el halago con un alzamiento de jarra en su honor, vaciando el contenido de un solo y lardo trago - Pero ahora debo pedirte un favor... pese a que no aprecio la magia se ha demostrado que en necesaria, y a falta de un buen herrero rúnico, no está mal poder contar con alguien como tú... si no tienes nada más que hacer, me gustaría proponerte algo hechicera- dije ya muy serio, dejando el buen humor y las bromas para otro momento
- Tengo intención de labrarme un nombre como mercenario, y pienso recorrer el Imperio blandiendo mi hacha allí donde haga falta... pero hay fuerzas en este mundo que no comprendo, ni quiero comprender, y me haría falta ... asesoramiento arcano. ¿Aceptarías unirte a mí, a cambio de una parte de la paga que recibamos, para buscar fama y fortuna como espadas de alquiler?- dije sin tapujos, aunque el término "espada de alquiler" no se ajustaba precisamente a nuestras habilidades... hacha y báculo... menuda combinación
Claaaaro, como soy enano toca ningunearme hablándome sin negrita, qué bonito... y encima quiere brindar con agua XD
Cual es el objetivo de la tirada?
Bueno, el objetivo inicial era ver si tenía algún distintivo con el que persuadir a los hombres cabra (lo cual se resolvió de una forma algo más brusca xD), y también por si tenía algún objeto impío que poder quemar/destruir para gracia de Ulric. Ahora ya simple curiosidad.
Cuando la trampa cayó, Anawelle no pudo disfrazar su ilusión. No la hacía ninguna gracia investigar símbolos caóticos y menos si pertenecían a un ritual. La magia arcana provenía del Aethyr de la propia esencia del caos, de manera descontrolada podía ser una catástrofe, como había sucedido en muchas ocasiones pero el caos en sí mismo era pura maldad y no quería ni tocarlo.
La batalla acabó como se había previsto. El chamán era quién mantenía unidos a los hombres bestia con miedo y sangre. Sin él, volverían a ser grupos pequeños que puganabn por el control de su propia tribu. Anawelle suspiró. Debería redactar un informe para los maestros con todos los detalles.
El iniciado de ulric, Hraldan, se ofreció a sanar el brazo de la hechicera, algo que agradeció realmente. -Siempre había oído que los sacerdotes de Ulric eran unos gruñones. Parece que los iniciados no sois así.- Se chanceó la humana. -Cuando asciendas en la orden te volverás como el enano.-
Tras los comentarios y bromas finales, también conocieron la muerte de la elfa. No la había conocido muy bien, era muy retraída, como todos los de su especie, pero una muerte era siemrpe una desgracia.
El banquete fue todo un honor y lujo. Vino, comida con especias, baile... incluso el enano bromeaba. Quería que me uniera a él, de trotamundos ganándonos el pan. Anawelle se recostó en la silla de cuero y levantó su copa de vino cuando Urgan brindó.
Aquellas personas, unidas por el destino, la habían tratado con respeto y era algo de agradecer. No la tenían miedo sino que la pedían consejo. No utilizaban sus artes y conocimiento para después echarla del pueblo como a una leprosa. Sus maestros se lo habían advertido, la vida de un hechicero era soledad. Sin embargo había encontrado gente que la apreciaba.
-De acuerdo.- Dijo por fin la hechicera. -Algún día tendré que emanciparme de mis maestros y pagar mis cuotas al consejo mayor de hechiceros de Altdorf. Asi que me vendrá bien un buen hacha para ganar dinero.- La humana se enderezó en la silla y levantó la copa en dirección al enano. -Por nuestra sociedad.-
-Una cosa más...- dijo la humana después de acabar la copa. -Estuvísteis geniales, tú y Ludwig, blasfemando y gritando ante los hombres bestias. Fue... muy espectacular. Tendríais futuro en el teatro si no se te diera bien el oficio de cazamonstruos.-
Anawelle rió de verdad. Era la primera vez que lo hacía desde que era niña.
El sirviente agradecería con la mirada, en silencio lo dicho por el iniciado. El enano había sido capaz de pararle los pies por sí mismo a un bestigor y el no habia sido capaz de abatir ni a una sola de esas criaturas él solo.
Estaba orgulloso por seguir vivo e intacto, pero la única razón por la que no estaba cenando con Morr era porque uno de esos bichos decidió huir en vez de abatirlo.
Triste, alzaría la copa forzando una sonrisa cuando llegaban los vítores, y comería como nunca pero la verdad es que se le vería bastante apagado.
3 monedas de oro. Eso era lo que valía jugarse el pellejo desde el punto de vista de ese petimetre. Esperaba más de un Lannseter. Todo el mundos sabía que su familia cagaba oro. Y el desgraciado va y les ofrecía 3 míseras monedas. Ludwig tenia muy claro que ingresar en la Orden era una buena manera de recuperar su estatus nobiliario. Pero tras ese desprecio lo más atractivo de la oferta era no hacerla. Aunque su grupo estuviera formado por anormales como piedreciyas parlantes venidas a más e invocadores del Caos habían demostrado.mas entereza que ese hijo de papá que no merecía ser más que un porquero. Ya le gustaría verle patrullando caminos oscuros con una pistola y un fiel perro.como única compañía.
Ludwig sonrió su genial sonrisa cortesana y asintió apreciativa mente con la cabeza levantando ligeramente la copa en señal de agradecimiento. Se calló y decidió que buscaría su fortuna en otro sitio. La Orden no tenía nivel suficiente para que le dedicara más de su noble tiempo. Por algo era un Georg, y los Georg no se rebajan tan fácilmente como los Franz y otras casas menores.