-Pláceme oir eso. Lo comprendo perfectamente mi Señor, pues sabed que como hombre que se ocupa de el comprar y el vender sé que el aire no sustenta los cuerpos -dice con una sonrisa -os ayudaré cuanto pueda cuando lleguemos a nuestro destino. No sólo remunerándoos sino que intentaré obteneros precios ventajosos en pertrechos y viandas. Caminábamos por una vereda bastante amplia la verdad, quizás por eso nos cayeron encima tantos y tan rápido. Estaban los truhanes escondidos a ambos lados del camino, pasaban de tres veces seis y nos cayeron encima como cae el agua a mediados de Mayo. Como una tromba sin ningún aviso. Seguramente íbamos confiados, eh... bueno el caso es que no iba solo. Llevaba conmigo a tres de mis hombres, los mataron a los tres y yo sólo recuerdo que me molieron a palos, me tiraron al suelo y tapéme la cabeza con los brazos para que no me rompiesen la crisma. Ahí quedó todo, desperté en el monasterio sin nada y hasta ahora...
Bien, habemos de partir en seguida. Las provisiones corren de mi cuenta, he dado juro de que pagaré cuanto necesitemos.
Y fue así que por orden del Caballero Jaume nuestros protagonistas unieron sus destinos al de Joan de Sabastida, comerciante de Figueras desvalido y apaleado sin bolsillos que llenar siquiera, bajo la promesa de una buena recompensa una vez hayáse acabado el encargo de escolta y protección e los peligrosísimos caminos catalanes de estos tiempos aciagos que viviánse en la Corona de Aragón con aquel perro traidor y vil del Ceremoniós.
Por suerte para todos, los hermanos se fiaban del comerciante y fueron generosos con cecina, queso y dulces. En cantidad suficiente para aguantar un buen trecho del camino, por no decir prácticamente todo si se practicaba la mesura.
Partieron rumbo a Figueras...
Fin del Prólogo.
Recuerda Khaled que estamos en un prólogo "jugado". Ahora empieza realmente el episodio.