¡La salvación llega de forma inesperada! Los de la casa oís un toque de trompeta a lo lejos, y por allí aparecen una docena de hombres a caballo, vecinos del pueblo. Los hombres bestias se giran para enfrentarse a ellos, pues aun os superan en número, pero entonces se oyen más trompetas... Y gritos. Y disparos de arcabuz. De un bosque sale lo que os parece un milagro o un hechizo: soldados con alabardas y armas de fuego se lanzan colina abajo contra los monstruos. Estos pronto ponen pies en polvorosa, sin que llegue a haber contacto entre las dos fuerzas.
- ¡Demonio!- murmura el alcalde, que siempre maldice poco.- Ya están aquí, y no estamos listos...
Otto recibe el impacto y cae en la hierba. Poco más puede hacer, salvo observar al hombre bestia acercarse poco a poco. Intenta levantarse, pero el peso de la armadura, junto al de su propio cuerpo, y las heridas, le impiden ponerse de nuevo en pie. Así que sujeta la alabarda y la clava firmemente contra el suelo, sujetándola a modo de pica. Y es justo en ese instante cuando los hombres del pueblo acuden en su ayuda. Pero no son los únicos. Lo que parece un regimiento de soldados del imperio aparecen desde el bosque, cargando contra los hombres bestia, que huyen ante la presencia de los imperiales.
El miliciano permanece unos segundos estirado en el suelo, agradeciendo a Sigmar la ayuda, antes de levantarse con todo su esfuerzo, de un modo un tanto patético y ayudado por la alabarda, que usa a modo de bastón. Una vez en pie, la agita, como si fuera una bandera.
-¡Aquí!- Grita, con todas sus fuerzas. -¡Necesitamos ayuda! ¡Aquí!- Señala la granja, que arde, y cada vez con más fuerza. -¡Hay mujeres y niños dentro! ¡Ayuda!-
Levantandome del suelo, justo detrás de un gran charco de agua producido por el cubo que había derramado. Escucho una serie de ruidos que parecen producidos de un arcabuz. Drejando el cubo en un lado y con el agua aún desparramada por el suelo, me asomo a una ventana, vendo como llegan los vecinos del pueblo y un gran hueste de soldados imperiales. Salvados salvados grito mientras muevo los brazos a través de las ventanas
El alcalde pone a sus hombres a acarrear cubos y cortar con las hachas las partes que no puedan salvarse.
Los desconocidos soldados persiguen a los hombres bestias. Algunos se aprovechan para saquear los muertos o coger alguna gallina de la granja.
Pronto aparece la plana mayor de los salvadores: unos oficiales, sin duda nobles, montados en magníficos caballos y con vistosas armaduras, acompañados de los tambores, cornetas y pifanos, y las banderas de la unidad. Parecen muy entretenidos con vuestros esfuerzos.
Los que se pongan a echar agua, que tiren Fuerza.
- Quienes seran estos nobles y de donde habran salido?, que yo sepa no hay ninguna mansión ni castillo cerca de aqui - me pregunto para mi mismo mientras ayudo a acarrear agua y salvar lo que se pueda.
Tirada: 1d100
Motivo: fuerza
Dificultad: 41-
Resultado: 10 (Exito)
Tirada: 1d100
Motivo: Prueba fuerza
Dificultad: 40-
Resultado: 90 (Fracaso)
Creía que había tirada por fuerza... pero veo que no. Y mi resultado me da que pensar que debo tener las lumbares hechas papilla.
yo sigo intentando llevar cubos, ya que al haber evitado la muerte a manos de las bestias, aun queda ocuparse del fuego
Tirada: 1d100
Motivo: fuerza
Dificultad: 28-
Resultado: 42 (Fracaso)
Finalmente se consigue apagar el fuego, aunque una pared de la casa ha quedado negra y chamuscada. El propietario se deja caer sobre un banco, agotado de tantas emociones. Su mujer solloza desde hace rato.
- Vamos, Lothar. Recoged las cosas. Deberíais venir al pueblo con nosotros hasta que se calment las cosas un poco.- le dice el alcalde. El campesino asiente y se va a preparar el carro.
Luego el sr Brandt se interesa por saber como estáis todos, compadeciendo al pobre ZImmerman por su aparatosa herida.
- Ánimo, hijo. CUando llegues al pueblo el médico te dejará nuevo.
Luego se va un momento a hablar con los nobles con el sombrero en la mano, y vuelve un rato después.
- Vamos hacia el pueblo enseguida, muchachos. ¿Recordáis que esta mañana recibí una carta? Me advertía precisamente que esta gente venía hacia aquí. El Conde de Stirland está reuniendo a su ejército para ir a la guerra, y ese hombre, el barón de Saarbruck, va a unirse con él. Lleva cien hombres, caballos y mulas. Todos comen como limas. Si no vamos con tiento, nos vaciarán el granero.
Tirada: 1d100
Motivo: apagar el fuego
Dificultad: 40-
Resultado: 3 (Exito)
- Yo puedo aportar unos quesos, poco más, no creo que con el estado de mi pierna pueda ser de mucha ayuda, lo siento.
Albrecht camina aparatosamente apoyado en los hombros de alguno de sus compañeros.
- Han venido a buscar más soldados para su compañía, señor alcalde? O simplemente están de paso. Pocos guerreros creo que van a encontrar en Walburg, a excepción de Otto, claro.
Mirando de un lafdo a otro, Si mejor volvamos al pueblo cuanto ntes, yo acompañaré a Albrecht a ver al médico, estoy algo cansado y fatigado de tanto trajín. Levanto la mirada intentado buscar a mi padre entre la gente del puebo, pero no le veo. Mirando al alcalde, Gracias a shaylla que tuvieron tiempo de venir a tiempo un poco más y creo que no lo contamos.
- No lo sé. A lo peor las dos cosas. Según la carta que me mandaron esta mañana desde Unterborg, van a unirse a la hueste del conde.
"Démonos prisa en volver al pueblo. Hagamos una cosa: uno de vosotros se quedará con esta gente para llevarlos hacia el pueblo por una ruta larga. ASí tendremos tiempo para prepararnos. ¿algún voluntario?
Pensad a poner a Gunther en los mensjes.
Me acerco al alcalde y a los otros mientras me limpio un poco despues de haber ayudado a apagar el fuego y saludo a la gente que no habia visto antes - Hola a todos, no os habia visto con el resto de la cuadrilla. - y entonces escucho la petición del alclade - Yo no sabria comportarme ante esa gente aunque si que conozco bien esta zona. Si es necesario podria hacerlo, pero ¿por que llevarlos por el camino mas largo? -
Mirando hacia el infinito, creo que lo que quiere el alcalde es guardar parte de la comida, para que no se la lleven en carretas, para su contienda. Viendo que soy el más joven del grupo, no digo ni una palabra sobre mis pensamientos. Después de un momento meditando mis palabras yo me ofrecería encantado, pero la verdad es que nunca he estado por aquí antes por lo que no sería de mucha ayuda.
Segundos después. Gunter en cuanto a lo de darles unrodeo hacia el pueblo, ni idea.
- Pues para darnos tiempo a esconder nuestro grano para que no se lo coman, nuestra plata para que no la roben, y nuestras hijas para que no las deshonren, Gunther. Un ejército es como una plaga de langosta.
Para llevar una ruta falsa solo hace falta una tirada de Sabiduría Local.
- Si se trata de correr creo que no soy el más indicado. Sin embargo, si Otto me hace compañís creo que podemos entretener bastante al ejército.
Albrecht también pensaba en poder observar de cerca los bellos artilugios y maravillas que se decía que siempre llevaban encima los capitanes imperiales: catalejos, astrolabios, mapas, compases, etcétera.
El alcalde da algunas excusas al capitán de la compañía, explicando que tienen que ayudar a reconstruir un poco la granja, reunir animales extraviados, etc. La mayoría de los "extraviados" los han pillado los soldados como botín, pero esto no se menciona...
Esperaba que OTto dijer algo, pero por no contestar, se va con Albrecht.