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El Asesino de Thomas Fell

SEGUNDA PARTE: LA CIMA DE LA MONTAÑA

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17/11/2008, 01:14
Director

En la cima de la montaña, bajo el cielo azul clarísimo, la amplia extensión de terreno que era la meseta, se abrió ante ellos: su última y unica esperanza de salvación.

Corrían ya sin aliento, más allá de los sinuosos cañones de piedra, lejos de las paredes de roca por las que la espantosa criatura que les perseguía sin tregua se movía como si se tratase de la superficie del océano. Pero el esfuerzo al límite se cobró por fin sus fuerzas y las rodillas del doctor Fell se negaron a sostener por más tiempo al médico y a la carga que le suponía llevar a los hombros al malherido profesor Makepeace.

Sin poder evitarlo, ambos cayeron sobre el suelo de gravilla. El anciano profesor, semiinconsciente, apenas sintió el golpe, y rodó sobre su cuerpo hasta quedar de lado, cubierto de una nube de polvo gris que le hizo toser violentamente. Un hilillo de sangre surgió de la comisura de su boca mientras trataba, inutilmente, de enfocar la borrosa visión y evitar que la cabeza le diera tantas vueltas.
¿Así se sentiría uno al morir?

Jan corría trastabillando. No sólo había perdido la movilidad de un brazo, sino que ahora su rodilla izquierda se negaba a doblarse. Sentía las lágrimas corriendo por sus mejillas, pero no sabía si eran de desesperación o debidas al frío aire que le azotaba la cara.
El joven heredero sintió el espacio abierto alrededor. ¿Estaba ya a salvo? De pronto, un grito desde atrás le hizo volverse ligeramente, lo suficiente como para perder el control de su carrera y precipitarse contra el suelo. Trató de apoyar el brazo para evitar el golpe, pero su extremidad no le hizo caso, lo que propició que su rostro golpease el suelo de grava. La boca se le llenó de tierra, mientras trataba, sin éxito, de darse la vuelta. Su cuerpo ya no le obedecía.

Y por un momento, el detective Norman Wright pensó que lo había conseguido, que les había llevado a todos fuera de peligro. Que habían dejado atrás a la criatura. Por un momento fue así.
Después escuchó el grito de Kenneth y detuvo su carrera, giró sobre sí mismo y no pudo hacer otra cosa que contemplar la terrible escena...

... al igual que Roger Fell, que arrodillado e impotente, presenció el destino final de su hermano pequeño, Kenneth, que imploraba con gritos desgarrados el perdón de su padre mientras la criatura de pesadilla lo lanzaba con violencia contra las rocas.

La última imagen que tuvieron de Kenneth vivo fue de cómo trató de incorporarse, con el rostro ensangrentado y la mirada perdida, y de cómo la lastimera súplica hacia su ausente padre, Thomas Fell, era silenciada de manera definitiva cuando la criatura cerró violentamente sus fauces sobre su rostro, en una explosión sanguinolenta que reventaba la cabeza del joven con un crujido que sobrecogió hasta el alma de aquellos que lo escucharon.

Un horror contenido se extendió entre ellos, los que habían sobrevivido, mientras veian a la criatura serpentear hacia atrás, hacia los cañones de roca, llevando colgado de su boca, como si se tratase de un muñeco de trapo, el cadaver de Kenneth Fell, hasta que ambos desaparecieron de su vista para siempre.

El silencio llenó la cumbre, sólo roto por el silbido del frío viento...

... pero ese mismo viento llevó el sonido de las últimas palabras de Kenneth más lejos, hasta alguien más...

... y esa persona, al oir la voz de su hijo, alzó el rostro hacia el cielo, susurró algo para si mismo, se levantó, y comenzó a caminar...

Notas de juego

Esta historia termina en su TERCERA PARTE: EL ASESINO DE THOMAS FELL