Partida Rol por web

- Van a tener razón mis hijos, que cuanto más me explico, menos se me entiende... Sonrió y una añoranza lejana le turbó el rostro un instante. Cerró los ojos para no llorar y volvió a recuperar la serenidad- Haces bien en no fiarte, Sobrino pero solo quería decirte que eso no va a pasar y no quiero que sufras esa horrible incertidumbre que hemos sentido algunos alguna vez: Yo no cambiaré mi voto.

Si tú decides saltarte tu norma y votarme y Alexander hacerlo para luego enfrentarse con alguien que ya sabe que sí vota, es su decisión. 

También puede ocurrir que te suicides en el último instante y en ese angustioso margen de décimas de segundo donde todos hemos tenido que actuar alguna vez, Alexander me vote y gane él de esa manera en vez de la que le digo. Si lo hace, me habré equivocado con todo pero tampoco estaré aquí para verlo. 

Y espero pasar este minuto que queda haciendo memoria y despidiéndome de los míos en paz.

Quedan menos de dos minutos para que mi vida acabe y por fin he encontrado ese escollo de moral y entendimiento al que agarrarme para que cincuenta muertes tengan sentido. 

- No, si yo estoy muy tranquilo. - y es verdad, no estoy preocupado para nada. - No es cuestión de que me fie o no me fie, solo que anticipo que va a pasar eso. A mi personalmente me da lo mismo. No voy a votar ni voy a salir del círculo. Y sigo manteniendo que esto es un juego y que probablemente nos tomaremos una cañitas después. Y si no, pues que le vamos a hacer, tampoco sale nada productivo de volverse loco al respecto. Y ya no le doy más el coñazo señora, la dejo con sus plegarias.

Si vas a "suicidarte" después, ¿por qué no propones a Alexander que te vote a tí simplemente, y así empatas conmigo? Ay, ay... Que poco creíble suena, jeje.

El cuerpo de Patricia es arrastrado hacia la oscuridad.

- Tendremos que aguantar el suspense treinta segundos más ¿no? Aprovecharía para decir aquello que nunca dije... pero  la verdad es que no me he callado nada. 

Me pongo en pie y me sacudo los pantalones a escasos segundos del rayo. Aprovecho para estirar piernas y brazos y finalmente les sonrío, mostrando el pulgar en gesto de OK a los dos.

- En fin, como bien has dicho Alexander, ha sido divertido. ¡Un placer! - hago una breve reverencia y espero al rayo.

10... 9... 8... 7

Llegó el momento, Virginia. Solo un poco más. Sé tu misma. 

Un unevo rayo alcanza al chico de gafas (20). Sólo quedáis dos en pie y os preguntáis "¿Ahora qué?"

Un nuevo rayo alcanza al chico de gafas (20). Sólo quedamos dos en pie y me pregunto "¿Ahora qué?"

- Mierda, no he llegado a tiempo de jugártela, Virginia. El chaval se fue con el dedo en alto y tal vez será porque me caía simpático pero ¿no ha producido su cuerpo el mejor efecto luminotécnico de todos? 

​En fin... si ahora vas a empezar con otro discurso, ahorrátelo. Sabes que te voy a votar aunque eso haga que yo también muera. Pero tienes mi respeto por haber conseguido llegar hasta aquí. Medalla de plata ¿no? 

Virginia coge aire y respira dos veces antes de mirar a los ojos a Alexander. Ha intentado no hacerlo este tiempo. No quiere emocionarse ni quiere que sus chanzas rompan su propia emoción

- Ahora nada, Alexander, ya te dije todo lo que iba a hacer. ¿Sabes? No he sido todo lo valiente ni todo lo coherente que he querido pero yo me voy de aquí también con una promesa cumplida. No he mentido una sola vez y no he hecho nada a las espaldas que luego no haya contado. Dije que me quedaría hasta que un inocente saliera de aquí y eso haré. 

Supongo que muchos nos hubiéramos reído si hace una hora nos dijeran que el inocente que saliera ibas a ser tú. Pero ya lo he dicho: Eres un auténtico bastardo pero eres el único al que el Círculo solo ha sacado cosas buenas. 

Y una última cosa, Alexander, si algún día encuentras a mis hijos... 

Virginia sonríe y le mira con algo de ternura

... Aléjate de ellos. Eres una pésima influencia psicológica. 

Se atusa la chaqueta y se quita las gafas dejándolas en su bolsillo. Se prepara para saltar. 

Nunca debí quitarme la camiseta. Ahora de repente hace frío. Trato de hacer alguna broma. No me sale. No se lo merece. No, es que no se me ocurre porque estoy a punto de ganar y he logrado lo que parecía impensable, sobrevivir a cuarenta y nueve idiotas y... no... no me sale. Esa es la verdad. 

Virginia... mi madre... mi madre jamás me llegó a decir todo eso que has dicho de mí. 

Pero... 

Pero creo que si viviera estaría contenta de que me las hayas dicho. 

Y no te quites las gafas porque... porque... no... no me sale, no se me ocurre. 

Virginia estuvo dos minutos pensando en su vida. Se negaba a irse dejando que aquel Círculo se lo llevara todo. Pero ahora, antes del final, no puede evitar pensar en los otros cuarenta y ocho que han muerto antes que ella. Algunos lo eligieron, otros lo vieron venir, a otros les sorprendió de repente. Muertes injustas y sentenciadas que al final, como predijo ella, solo dejarían a una persona con vida. 

Piensa en Chuck y en Ian McHorn. En personas que admiró por su integridad hasta el final. 

Piensa en Patricia, en Sobrino, en Mercedes, en Benja y en otros que lucharon por su vida sin caer en la venganza o el odio. 

Y sobre todo se acuerda de la Sargento Sofía Lozano y del Doctor Patu. Sin ellos nunca hubiera logrado que esto tuviera un final con sentido. Seguro que ninguno de los dos hubiera esperado que el elegido fuera Alexander pero cree que ambos la hubieran apoyado como siempre hicieron. Sin ellos nunca hubiera podido ser ella misma porque ellos asumieron los roles que ella no se atrevió. 

Se acuerda de por qué quiso ser psicóloga, de los años de carrera y de trabajo y de enseñanza hasta llegar ahí: A la terapia de grupo macabra y definitiva. Pero ella pudo ser ella misma. Ejercer, guiar y al final dejar a alguien mejor de lo que entró. 

Su consulta ha terminado. 

(...) 

...

Un rayo alcanza a Virginia y más rápidamente que en otras ocasiones los cuerpos son arrastrados hacia la oscuridad.

El círculo se apaga, todas las luces se desconectan y se oye un zumbido en toda la sala que recuerda a un apagón en casa.

Por unos segundos estás desconcertado, no ves nada y estás completamente solo.A

Tras unos segundos de desconcierto caes inconsciente.

De pronto despiertas en una playa. Muy desconcertado miras a tu alrededor mientras dejas que tu vista se acostumbre a la luz. No sabes cuanto tiempo ha pasado ni cómo has llegado hasta allí.

En pocos instantes te das cuenta de que esa playa te es conocida, es una de las que está cerca de tu casa en Palma, e incluso reconoces algunas caras de vecinos que juegan y revolotean por la misma.

Sigues desnudo de cintura para arriba, por lo demás sigues con la misma ropa que llevabas en el círculo. Eso no es un problema porque debe ser primavera y ya hace algo de calor. Además tu físico privilegiado te da ciertas licencias para ir a la playa en vaqueros.  En realidad, parece que nadie se inmuta de tu presencia o creen simplemente que te estabas echando una siesta.

-El círculo...- Piensas. No tienes claro si todo ha sido un sueño u ocurrió de verdad. Tu conciencia te dice que sí, que todas las confabulaciones, las mentiras, las muertes... han ocurrido de verdad y sin duda tendrás que vivir con ello durante el resto de tu vida.

FIN