Partida Rol por web

Paige te lanzó una mirada profunda, sonriendo al mismo tiempo – A veces si, pero no te preocupes por conducir, tanto Abú como yo sabemos hacerlo. De todos modos no estaría mal que aprendieras. Aquí en Kenia no hay guardias de tráfico ¿Sabes? - Te dijo divertida.

Dio unas instrucciones más al hombre de color, estaba cargando bastante la camioneta, y tus cosas ya estaban a salvo en tierra firme.

- Claro, seguro que aprenderás, no hay como el trato directo con ellos. Se empieza con unas palabras básicas y el resto ya lo irás aprendiendo sobre la marcha, cuenta conmigo para ello.

Finalmente todo estuvo cargado - ¿Preparada para seguir por tierra? - Esperó confirmación antes de subir y sentarse al lado del puesto del conductor, en medio. A la derecha en la ventanilla quedaba dejó espacio para que te sentaras.

-¡Sí, lista y preparada! -contesté con entusiasmo. Realmente llevaba preparándome varios meses, aunque las dudas a veces hacían parecer lo contrario.

Era un paisaje árido el que me rodeaba*, y la gente parecía no tener prisa allí. Me resultaba todo altamente curioso. Yo provenía de una ciudad obrera, donde todo el mundo tenía el reloj pendiente para estar en todas partes. Aquí parecían ignorar el paso del tiempo.

La gente caminaba despacio, sonreía.. Como me veían tan diferente, me saludaban con un gesto y una sonrisa franca y amable, dándome la bienvenida a su manera. 

Sin saberlo, esas primeras impresiones me estaban enamorando de África. Quizás me llevase decepciones más adelante, pero, como dice la cultura popular, la primera impresión es la que cuenta.

La mía fue de una grandísima bienvenida sin apenas palabras. No lo olvidaré nunca.

-Estoy deseando llegar a Garissa, Paige. Qué largas se me van a hacer estas horas.

Si en algún momento pensaste que el viaje en barco no fue de lo más cómodo, el trayecto que comenzaste a hacer en la furgoneta te lo quitó de la mente. La carretera en su mayor parte era de tierra, ancha, eso si, pero con baches.

Al menos tenías la ventanilla y en los primeros minutos fue como ver una película. El paisaje no tenía nada que ver con todo lo que habías conocido. Altos árboles de inmensa copa, predominaba el marrón... De camino pudiste hablar un poco más con Paige.

- Tómalo con calma – Te dijo sonriente – En este continente nadie suele tener prisa.

Tu le contaste algo de tu vida y ella de la suya. Lleva años en Kenia formando parte de la cruz roja. Británica como tú y con conocimientos de enfermería.

Tal y como os adentrabais tierra a dentro la vegetación y la fauna iba cambiando. Viste por primera vez unas cebras y luego otros herbívoros, algo similar a los antílopes, que salieron corriendo a grandes saltos.

Me admira la labor y el tesón de Paige. Tantos años aquí, en África.. Empoeza a gustarme la idea de imitarla. Prefiero ser prudente y callarlo de momento, hasta ver si me adapto bien a la vida que me espera.

-¿Qué tal la gente? Me han parecido amables, en general. Aunque supongo que habrá de todo, ¿verdad? Quizás no estén acostumbrados a tratar con desconocidos, y..

Mi frase se queda cortada cuando veo a los animales a los lados del camino. Había leído sobre ellos, y los conocía en general, pero tenerlos delante me dejó sin palabras.

Las cebras comían tranquilamente pasto en un pequeño descampado. Levantaron la cabeza con el ruido de nuestro motor, inquietas, y siguieron comiendo al comprobar que no era nada peligroso. Supuse que vería animales más espectaculares, pero las cebras me parecieron grandiosas. Elegantes en su peculiar pelaje, fundiéndose en el mar de hierba de la sabana.

Los otros animales se cruzaron en el camino del coche poco después, en la lejanía, arrancándome una sonrisa embobada. En los libros no se movían. Verlos saltar de ese modo me pareció extrañamente encantador. Los seguí con la vista hasta desaparecer entre la vegetación. Secretamente les deseé una larga vida lejos de los depredadores.

Con la ilusión de una niña pequeña, esperé a ver elefantes, leones, jirafas.. Todos esos animales con los que una sueña, lee, y espera no tener problemas.

- Bien, en general la gente es apacible. Suelen agradecer cualquier pequeña cosa que les des y ver la sonrisa de uno de los niños no tiene precio – Te digo Paige ahora con la mirada más ensoñadora.

- Pero claro, supongo que hay de todo, aunque por lo que recuerdo creo que aquí la gente es más agradable, el trato es personal, ya sabes – Sonrió al ver tu reacción con los animales.

La charla prosiguió un rato más, el camino era lago y dió para tratar unas cuantas cosas. Tras hacer algunos altos en el camino para estirar las piernas y hacer vuestras necesidades. Ya el sol se acercaba al horizonte cuando llegasteis a una ciudad. Aunque en realidad parecía un pueblo.

- Bienvenida a Garissa – Anunció. Si Mombasa te había parecido sencillo esto lo era aún más, no había edificio que superara las dos alturas. Si bien la mayoría tampoco eran chozas, si lo eran de adobe o a lo sumo adobe pintado con cal. El coche se detuvo delante de uno de los pocos edificios de ladrillo – Llegamos – Abú se apeó del coche y Paige espero que también lo hicieras para poder bajar.

Quizás algún día llegase a resultarme agobiante o me cansase, pero no dejaba de maravillarme la sencillez conque vivía la gente de ese lugar.

Casas bajas, gente con ropa vieja, aunque aseados y limpios. Siempre sonrisas cuando me miraban.. Me parecía a la vez conmovedor y fascinante.

Yo, que venía de la ciudad de las prisas por llegar siempre a algún sitio, donde la imagen que des a los demás importa más que la historia de tu vida, y que la corrección y la compostura han de ser guardadas hasta el fin, me sentí amablemente recibida por unas personas cuyo idioma no entendía, pero sí su sonrisa y el brillo cariñoso de sus ojos.

Me bajé de la camioneta, sacudiéndome un poco el polvo del camino, y miré la casa que teníamos delante. Como casi todo en el lugar, aparentaba un simple cubículo con tejado, aunque bien cuidado.

Me giré para ayudar a Paige a bajar.

-¿Esta será nuestra casa? -le pregunté.

Paige te sonrió agradecida por la ayuda a bajar – Si, principalmente. Excepto nos desplacemos a los lugares.

- Ven te lo enseñaré – Entrasteis a la casa, en ese momento te diste cuanta que estaba pensada un poco como clínica – Esto es el recibidor que hace la función de sala de espera. Esta de la derecha sería la sala de consultas. También hay un pequeño baño. Nuestras habitaciones están en la parte de atrás.

Te enseñó todos las dependencias, en aquella parte de atrás habían tres habitaciones pequeñas y otro baño también pequeño. Te asignó una de aquellas sencillas habitaciones – Ponte cómoda y haz uso del baño cuanto quieras. Iré preparando algo para cenar.

Al verme sola en aquel cuarto pude por fin relajarme un poco. Me cambié de ropa por algo aún más cómodo, y me senté en la cama un rato, ordenando mis ideas y mi cabeza.

Yas estaba allí, por fin. En la aldea que iba a convertirse en mi hogar en los próximos meses..  o años. Las comodidades no abundaban, pero su sencillez era reconfortante. Esperaba acostumbrarme poco a poco, y acabar transmitiendo la misma buena energía que Paige, que llevando aquí tanto tiempo parecía una más de los autóctonos.

Cogí mi cuaderno de notas, y empecé a escribir las impresiones del día. Ver los animales, el viaje, mis nuevos amigos..

Cuando ya estaba más relajada, salí del pequeño cuarto en busca de Paige, por si podía ayudar en alguna cosa.

Tenía ganas de ponerme a trabajar ya mismo.