John te abrazó y te dio un par de besos antes de retirarse a dormir. Habías congeniado con él y ahora te embargaba una multitud de sensaciones. Tanto era así que decidiste velar mientras él trataba de conciliar el sueño.
Finalmente su respiración se volvió más profunda indicando que se había quedado dormido. En ese momento ya te retiraste a tu cama, aunque tu mente seguía revuelta, tu cuerpo necesitaba descanso.
Como te acostaste tarde por la mañana estabas totalmente fuera de juego y despertaste ya con el sol fuera. John se había marchado, pero había dejado una breve nota sobre la mesa que rezaba: “Gracias por la hospitalidad. John”. Su coche ya no estaba y tocaba volver a la rutina.
Me embargó una extraña sensación de vacío. Aparte de mi compañera, John es la primera persona a la que pude llamar "amigo" en este lugar, a pesar del poco tiempo que pasamos juntos. Deseé haber tenido la oportunidad de seguir en contacto con él, pero ni siquiera sabía dónde iba a estar, para poder escribirle. Deseé que todo le fuese bien, y que.. volviésemos a encontrarnos alguna vez.
Me levanté y aseé, esta vez sin ninguna prisa por paseos matutinos de leones inesperados. Puse al día el correo, escribiendo a casa y a mis recientes amistades, y tabién en mi diario, incluyendo el dibujo de la manada de elefantes. Tomé algún refrigerio a pesar de no tener mucha hambre (pero el desayuno era importante, eso me lo habían inculcado como a buena inglesa), y salí al exterior.
Toda la gente había recuperado ya su rutina, y cada cual tenía sus quehaceres asignados en el poblado. Seguro que la vida continuó ya tras el león, pero con la visita de John no me había dado apenas cuenta. Saludé a todos con quien me cruzaba, y fui a buscar a Apu. Hacía mucho que no le veía, y debía entregarle las cartas ya escritas para que las enviase por correo cuando tuviera oportunidad.