Partida Rol por web

Mientras el detective Bride echa una mano al dolorido Wong, poco a poco, todos os vais incorporando, aun conmocionados por la fuerte explosión.

Todo el establo de madera arde en llamas gigantescas que se elevan, y de seguro, llamarán la atención de las localidades mas cercanas, lo que significa que pronto empezarán a llegar las fuerzas del orden y los bomberos, así como innumerables curiosos alarmados por lo que haya podido ocurrir en el hotel.

A vuestro alrededor, sobre todo en la esplanada de entrada al edificio principal, yacen multitud de cadáveres, muchos de ellos mutilados de formas imposibles. Entre ellos no es difícil reconocer a Pelfry, así como a su devota esposa tendida a su lado en un último y compasivo abrazo, hay cierta expresión de alivio en sus rostros. En el interior del hotel aún permanecen algunos de los pocos afortunados que han conseguido ocultarse.

No queda ningún rastro de los seres alados, ni de sus extraños aparatos y maquinarias, sus restos deberían estar esparcidos por los alrededores igual que lo están los restos de los coches, pero parecen haber desaparecido, la columna de humo cubre por completo el cielo, y lo que pueda quedar del desintegrador permanece sepultado entre los escombros en llamas, imposible de recuperar, como imposible será confirmar su destrucción por el momento.

En este momento a todos se os pasan por la cabeza las palabras del profesor Finch al inicio de esta aventura, sus temores. La amenaza del desintegrador parece ser ahora, solo una más de las amenazas invisibles bajo las que se arrastra ingenuamente la vida de la humanidad, ciega a los horrores del universo, ciega por necesidad, ya que hay realidades que la mente no sería capaz de soportar.

Ahora, más que nunca parece vital salvar al mundo de la verdad.

El señor Wong se encontraba en un estado de catatonia cuando llegaron las autoridades. Estaba extrañamente divertido, maravillado, fascinado, con una oscura sonrisa en sus labios. Ingresó en un centro psiquiátrico durante unos meses, hasta que volvió en sí e hizo que le sacaran de allí de inmediato.

La experiencia en el hotel White Point fue para el señor Wong del todo reveladora. Aunque anteriormente ya creía en los Mitos y criaturas, su mente no era tan abierta como quería aparentar. Es verdad que Wong había expuesto varias obras en América relacionadas con los mismos gracias a su viejo amigo Flinch, pero, ¿cuánto de imaginación había en ellas?

A decir verdad, Wong siempre había jugado la carta del asiático místico con el público americano, pues sin duda era algo que chiflaba a los blanquitos. Una civilización que se remontaba a pocos siglos de historia como era la americana, en comparación a la milenaria cultura china... se lo creía todo. Y Wong lo sabía.

Sin embargo, tras lo ocurrido en el hotel, todo había cambiado para Wong. Contaba con el don de la Clarividencia, y bien empleada como la empleó con aquel misterioso señor Sleep —quien, echando la vista atrás, le había llegado a caer bien, aunque después resultase ser un monstruo aberrante— y, sobretodo, en aquel maldito establo, le había hecho descubrir la Verdad. La existencia de seres sobrenaturales, de mundos paralelos, de galaxias lejanas, de criaturas que escapaban a su comprensión.

Desde entonces, decidió dedicar el resto de sus días a hacer un profundo estudio de la cultura china, de cuánta verdad había en sus mitos, en sus dragones, en esos viajeros fantásticos, en su estudio de las estrellas. Su obra siguió la misma línea que hasta ahora, pero tomó un cariz más oscuro que los críticos más reputados del New York Times calificaron de "absurda fantasía" o "inexplicable realismo". Sin embargo, tuvo mejor acogida entre el escaso público ocultista. 

Todo esto fue gracias a Flinch, quien le apoyó con su trabajo e incluso le echó una mano cuando fue necesario, utilizando algunas de sus influencias. Wong siempre le estará agradecido por ello, incluso llegando a co-firmar algunas de sus obras más controvertidas. 

Después de lo acontecido en el Hotel White Point, Manley regresó a Arkham. Su relación con el profesor Finch se fue deteriorando, las visitas de Manley a su casa eran cada vez más esporádicas y distanciadas en el tiempo hasta que un día Manley decidió largarse de la ciudad. No avisó a nadie ni dejó nota alguna de su paradero. Quizás Manley nunca olvidó lo sucedido en aquel maldito hotel y en cierta forma culpara a Finch por haberlo enviado allí.

Con los años el ex gangster consiguió asentarse en VBirginia, montó un pequeño negocio de repartos y transporte. Llegó a tener dos empleados y dos camionetas a su nombre. Manley se casó, compró una casa y tuvo dos hijas. Nunca contó a nadie lo sucedido a pesar de que las pesadillas seguían despertándole en las noches de tormenta.

Con el resplandor de la bonita fogata del establo en su rostro, el Doctor entró en trance recopilando en su cabeza todo lo sucedido en el Hotel Whitepoint,. Ignorando todo le que ocurría a su alrededor, únicamente respondió a las autoridades cuando fue directamente interrogado. Con la habitual verborrea esquivó a la policía con una explicación de lo más charlatana.

Dejando atrás el lujoso Hotel, Baker se reunió con su amigo Finch dándole todo tipo de detalles sobre lo ocurrido. Esperando que aquella información fuera de lo más útil en un futuro.

Con el tiempo la amistad con el profesor se estrechó. Aquella traumática experiencia fue el punto de inflexión para colaborar con Finch codo con codo y resolver nuevos casos relacionados con el nuevo mundo que acarició junto con sus compañeros Wong, Manley y Bride.

Indudablemente aquel día se quedó marcado a fuego para Baker y para esa fecha sus ya amigos de fatigas recibían una postal del Doctor con una enorme fogata en su dorso....

Mezclaros entre el resto de supervivientes, como victimas aturdidas y completamente ignorantes de lo que podría haber sucedido en el hotel no resultó difícil. La mano oculta de Finch y alguno de sus contactos hizo el resto, para las autoridades y los curiosos todo tuvo que ver con un escape de gas subterráneo, que provocó la explosión al acumularse junto a los depósitos de los coches en el establo y que fue también responsable de los episodios alucinatorios y psicóticos de algunos de los supervivientes.

Algunos de ellos, al igual que Wong, tuvo que pasar un tiempo recluido mientras se convencían a si mismos de que lo que habían creído ver era el simple fruto de una intoxicación, curiosamente ninguno de ellos tenía especial prisa por abandonar dichos retiros, aunque fueran forzosos resultaban un lugar seguro al que aferrarse.

Pero el tiempo pasa y las heridas se cierran, aunque algunas dejan grandes y siniestras cicatrices con las que hay que aprender a convivir, y justo entonces, cuando la taza de café de una buena mañana parece por fin una taza de café, sostenida por una mano capaz de mantener el pulso firme, justo entonces, un recuerdo atraviesa como una flecha ardiendo la mente y todo vuelve a ser demasiado real, las manos temblorosas vuelven a  derramar el café de su taza, y suena el teléfono , y mientras suena, tu mirada se pierde en la mancha de café que se extiende por el mantel blanco, y sabes, sin lugar a dudas que te arrepentirás de responder pero, ¿serás capaz de darle la espalda a un nuevo misterio y conformarte con la capa de vida superficial e insípida que la mayoría conoce como la realidad?