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El despertar: Huida de Eissenburg

Viejo registro de Eissenburg

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06/09/2009, 19:20
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06/09/2009, 19:23
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Historia de Eissenburg

La ciudad de Eissenburg fue construida en el año 1907, entre el río Ausser, sobre unas antiguas ruinas desconocidas. La ciudad fue prosperando poco a poco, actualmente es un pueblo en alza, que atrae bastante comercio por su posición estratégica entre Bretonia, al noroeste, Estalia al suroeste, y el imperio al noreste, perteneciendo a éste ultimo. Durante la última década, muchos nobles del imperio han visto una buena oportunidad y se han trasladado a Eissenburg junto a sus fortunas, donde a la mayoría, a decir verdad, no les ha ido nada mal. En el plano intelectual, los arqueólogos y sabios maldicen el día en la que la ciudad sepultó las antiguas ruinas, que ahora usan de alcantarillado, pues su valor histórico es enorme, ya que no se tienen datos de ninguna civilización que haya habitado esa zona, pese a todo, a nadie le importa lo de debajo, sino lo que tiene encima, así que prestan poco interés a esas cosas. Algunos arqueólogos han hecho expediciones al submundo del alcantarillado, algunos no han vuelto por ataques de una plaga de Skavens que habita esa oscuridad, los que han vuelto, contaban maravillas sobre las cosas que han visto, totalmente nuevas y jamás vistas, posiblemente, no construidas por el hombre, no obstante, no han traído nada que brille y valga caro, por lo tanto, la indiferencia sigue habitando en Eissenburg sobre ese tema.

Eissenburg está especialmente activa en Verano y Otoño, en Invierno a penas vienen visitantes, pues sufren potentes lluvias que suelen terminar con el río desbordado, los alrededores de la ciudad convertido en peligrosas trampas de barro y niebla, por lo tanto, los que habitan la ciudad salen bien poco en invierno, a comprar lo necesario que duplica el precio de todo lo que han comprado y guardado durante todo el año. Aunque nunca llega a pasar hambruna el pueblo que puede permitirse pagarlo, pues todo esta bastante estudiado durante todo el año por parte de mercaderes que se ponen las botas y se hacen rico en esta época, a la que popularmente llaman “El llanto de Frantz” aunque los mercaderes lo llaman “La lluvia de oro” por las ganancias que amasan.

La sociedad está, como en todo el imperio, descompensada, los ricos son muy ricos y los pobres se mueren de hambre. El lado Este es donde está el barrio de las luces, donde los ricos tienen sus mansiones: Mercaderes adinerados, nobles del imperio, pisaverdes adinerados y gente de esa horma. El material urbano en esa zona es muy cuidado, las losas se limpian todos los días, a penas hay ratas e insectos, los muertos son recogidos y enterrados en el cementerio de la zona con rapidez, las calles de noche están siempre alumbradas por lámparas de aceite (de ahí el barrio de las luces) e incluso tiene un bonito parque en una de las zonas, donde los nobles pasean con sus esposas e hijos.

El contraste es el barrio antiguo, situado en el lado oeste, uno de los tres vigilados puentes, la oscuridad, el miedo y la pobreza se respira por todos los rincones. Allí malviven muchas familias, descendientes de colonos de la primera ciudad o gente que han ido a buscar algo mejor y se han encontrado más de lo mismo “trabajan” por una miseria en las fabricas textiles, como mantenedores y cazaratas en el otro barrio o como pescadores. Por supuesto, allí hay un submundo criminal que se establece sin llamar la atención: contrabando de drogas y bebidas, de armas, secuestros, robos y atracos son la orden del día, muchos viven de trabajar para esa gente. La guardia no se esfuerza mucho en acabar con ellos siempre que haya un equilibro, al fin y al cabo, les hacen el trabajo sucio y la gente necesita esos trabajos y esas drogas para mantenerse felices y que no se alcen en una rebelión.

La ciudad está rodeada de una gran muralla circular, donde hay 3 puertas al exterior y 3 puentes para pasar de zona en zona, ambos paseos están muy vigilados y vallados. La primera puerta se situa en el barrio viejo, en la parte norte, fue la primera puerta en construirse, la segunda sigue estando en el barrio viejo, en el lado este, justo en el camino de Bretonia y Estalia, la otra puerta está en el barrio de las luces, en la parte este, fue la última en construirse y la más segura.

 

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06/09/2009, 19:45
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Un gran descubrimiento

Un ruido fuerte de la roca siendo arrastrada por las losas rompió el silencio. Un pequeño alo de luz iluminó poco a poco la estancia, cerrada durante siglos.

Martin Ludgrenn, afamado arqueologo de la ciudad, atravesó la estancia; sus ojos estaban fuera de las orbitas, el corazón casi se le salía del pecho de la emoción.

-Vamos, zagal, enciende una antorcha

Ordenó el sabio. Su ayudante, un chico de 17 años llamado Milos, entró torpemente por la pequeña entrada que habían logrado abrir en las ruinas. Sacó una antorcha de la mochila y la encendió usando yesca y pedernal.

A penas la tenía encendida, cuando Martin se la arrebató de las manos y miró a su alrededor.

-Dioses, este es el mayor descubrimiento que se ha hecho en años.

El arqueólogo se acercó a las inscripciones que habían en la pared, aunque fue incapaz de leerlas, se dejó llevar por su antiguo poder, acariciando las letras inscritas en la pared con los dedos.

-Si vos lo decís...

Dijo bajito Milos, sabiendo que el arqueólogo era incapaz de oirle en estos momentos.

El joven se dirigió a la parte de atrás de la estancia, donde había un altar tallado en la misma roca de la pared. Paseó juguetón sus dedos por toda la roca, pero se sobresaltó al oir la voz grave que provenía de su espalda.

-Mira, zagal, si vas a tocar algo más, te cortaré la mano.

Dijo el arqueólogo, sin mirarlo, en tono calmado, aunque por experiencia, Milos sabía que estaba muy enfadado y sus amenazas debían de ser escuchadas o sería muy malo.

El chico retiró la mano rápido y la metió en el bolsillo.

-Lo siento, sire.

Milos inchó la mejilla derecha y la volvió a encoger, eso lo repitió varias veces, con cara de aburrido, pues el no entendía nada de lo que ocurria allí.

El joven siguió caminando mientras su señor se ocupaba de explorar la cueva. Justo cuando iba a volver por donde había venido, tropezó con algo duro, y muchas cosas se le cayeron encima.

-¡Ouch! que daño...

-¿¡Otra vez!? ¡fuera!

Insistió, ya enojado el arqueólogo, pero se detuvo al contemplar lo que su joven aprendiz tenía encima. Se acercó despacio, con prudencia; se arrodilló lentamente y cogió, con la mano libre, uno de los tomos envejecidos que se habían caido, estaban por todo el suelo.

-¿Que es esto?

El arqueólogo tomó el libro y comenzó a leerlo en voz alta. Estaba escrito en una lengua muerta, mucho más reciente que las inscripciones de la pared.

Milos se puso en pie, frotandose el trasero y la frente, por los golpes que recibió.

-Yo os dejo solo, sire.

El joven se escabulló hacia la puerta, pero se giró extrañado a los pocos segundos, al oir como su amo repetía una y otra vez la misma frase, con más pasión cada nueva palabra que decía.

-Sire, no es asunto mio, pero si os oye el clerigo, os acusará de brujeria.

Dijo el joven, pero algo no iba bien. El arqueólogo se giró despacio, tenía la cara desencajada, y no paraba de repetir lo mismo una y otra vez, sus ojos, antes azules, ahora eran blancos, y carentes de color y emoción, por sus lagrimales brotaba sangre.

-Lubich Ebruk Lamet Ka....

Milos se asustó, caminó de espaldas, sin apartar la vista de su amo, por un maldito azar, Milos tropezó y cayó al suelo, partiéndose la pierna derecha, un trozo de hueso le salía de la pantorrilla, un grito de dolor se le escapó de sus labios.

-...A...amo....amo...no se acerque..amo...¡¡¡¡Nooooo aghhhhrr!!!

Durante unos minutos que parecieron horas, se oyó un ruido desagradable, de como un cuerpo humano era destrozado, gruñidos y gritos de rabia. Luego el silencio volvió a tomar esas ruinas de nuevo...