Partida Rol por web

Todo hombre tenía una parienta detrás que era la que llevaba los pantalones y mandaba sobre el macho. Xuan no era diferente al resto de los mortales y la Covadonga le tenía bien cogido por los huevos. Gracias a su oportuna llamada, los astures salieron del almacén sin matarnos, ya que debían ir a comer el guiso de la mujer. Por el camino, al parecer, iban a llamar al coronel Arensivia para que viniera a arrestarnos. ¡Debíamos de escapar ya mismo!

Me puse a mirar detenidamente la viga, para ver si podía desencajarla y así tumbarla. Ya en el suelo, me sería fácil arrastrarme y sacar las cadenas. En un momento estaría libre y podría ayudar a los demás. Luego nos encargaríamos de estos palomos, que la habían cagado al no matarnos cuando tuvieron ocasión.

No había que perder el optimismo y el buen humor. Amordazada, meada, atada. Lo peor era no poder hablar pero lo solucionaría pronto, o prendería en combustión espontanea.  No resultaron efectivas ni las bombas fétidas, ni el pico de oro de Anthony, ni el ánimo envalentonado de Bonitín, ni el pecho lobo de Poliformo. Y quizá se habían salvado por esa llamada de la tal Covadonga, alguna pelandusca, sin duda. Hum. Un punto débil del Juanico el Empotrao. Hisabel sonrió pero solo se le notó en las arrugas de los ojazos.

Joder, vaya charco de pis. Se fue poniendo en pie poco a poco y así puedo liberar las manos de detrás de la silla. Ahora se levantó del todo. Erguida, gigantesca, imponente. 

Con una enorme mancha en los pantalones. Al principio se estaba bien, placenteramente cálida. Pero la sensación se transformaba muy desagradable conforme se enfriaba. Se miró de hito en hito a la rubia, con intención de cambiarle la ropa en cuanto se liberase. Menuda tía. Le iba a soltar un guantazo, eso lo primero, cuando menos se lo esperase. Y luego le exigiría el doble de lo pactado.  Que sus competencias eran prioritarias y el presupuesto se quedó corto. La inflación.

Hubiera sido fácil quitarse las bridas per o a la espalda se complicaba un poquitín. Dando saltitos mientras sus compis actuaban con celeridad, a ver si se cargaba ya la columna falsa su Mickey Rourke particular, y sin confiar demasiado en la fregona con patas de Anita, fue dando saltitos hacia los archivadores, miraría en los cajones. Necesitaba un clip y pan comido abrir las esposas. Já. A ella con niñerías. 

Hay que joderse, habían estado a punto de picarles el billete. Ni la labia del jefe, ni el escandalo de Hisabel y Poli, ni mi portensosa voz. Ni tan siquiera que un vasco con medio cerebro nos reconociese y dijese que Arensivia daba medio kilo por nuestra captura. Tan solo in extremis la llamada de una tal Covadonga había hecho desistir al tarao del Xuan de desparramar nuestras seseras por el suelo, sin poner plásticos ni na. Era un punto a tener en cuenta, si otras cosas fallaban tal vez debían conocer el paradero de la tal Covadonga.

Pero ahora había que liberarse y ponerse a trazar un buen plan. A la Obregón ni se habían molestado en atarla cuando nos encerraron en la oficina del almacén. Con unas tijeras para cortar las bridas y unos clips para estas esposas baratas, no deberían de tener muchos problemas. Y se trataba de cosas normales en cualquier oficina.

Ana trata de buscar unas tijeras como te ha dicho Anthony para cortar las bridas. Y mira a ver si encuentras unos cuantos clips, una vez abiertos harán de ganzúas para tratar de abrir las esposas.

Yo no soy muy bueno en mecánica pero no creo que con un clip abierto sea muy difícil que abran.

Luego ya buscarían herramientas en el almacén para liberar a Poli de las cadenas.

Trate de buscar las tijeras o ver clips para orientar a Anita, que si ya de por si no parecía muy espabilada, ahora estaría medio paralizada.

Ana pareció salir de la pesadilla que la mantenía paralizada cuando sus caballeros andantes, de armadura algo abollada después de la mano de hostias que habían recibido, empezaron a ponerse en marcha. Sonrió, se pasó el pelo detrás de la oreja y de forma coqueta dijo

- Sí, claro, ahora me pongo a buscarlas. Pensaréis que soy un poco tonta, pero, que es unas cizallas? Es como unas tijeras? . Perdonad, es que estoy un poco nerviosa, que no es la primera vez que me encañonan, pero sí la primera en que las armas eran de verdad, y menudo pistolón que calza el gochu.  - Estaba empezando a despistarse cuando Bonitín le invitó a centrarse, y cuando Bonitín hablaba las mujeres escuchaban. La artista lo miró embelesada, lanzándole una de esas miradas de femme fatale televisiva y le dijo - Y no le valdría, no sé, por poner un ejemplo, el alambre de mis sostenes? Lo vi en una peli de Tom Cruise. Sabéis que me lié con Tom Cruise una vez? Había venido a los San Fermines y estaba un poco pimplado, y entonces me vio, y yo le vi, y corrió de mi mientras decía no se que de un bull, y allí lo corneé, en la calle estafeta.... eso si que fue un revolcón. 

Ana se sonrojó ligeramente con una sonrisa evocadora, la muy picarona, pero la voz de Bonitín la devolvió a este plano de existencia y empezó a moverse, abriendo cajones a lo loco y mirando aquí y allá. No parecía demasiado contenta, pero al menos se acercó a la pobre Hisabel para quitarle la mordaza, le sonrió con camaradería y le dijo

- Nada de estar calladas, habladoras y rebeldes es como estamos más guapas.

Siguió buscando y dentro de uno de los cajones encontró un par de clips y una botella de sidra. Se fue hacia Bonitín y le dijo

- Oye guapo, he encontrado esto. Crees que le podemos dar uso para escaparnos? Un hombre fuerte como usted - dijo empezando a acariciarle el pecho - debe estar lleno de recursos, lleno, muy lleno....

Anthony empezó a mirar buscando cosas útiles. No había mucho con lo que trabajar a la vista, pero tenían cosas suficientes para alguien con visión, para un mentalista como él. La puerta parecía estar bien cerrada, candado por fuera, sería casi imposible de abrirla sin un soplete o algo parecido, y allí no parecía haberlo. Las cuerdas que les ataban podían ser útiles, al igual que las cadenas que ataban a Poli, y aquella botella, bueno, estaba seguro que podía darle un uso. Últimamente era una lástima pero todas las botellas de sidra que caían en sus manos acababan rotas.

Poli se puso a mirar la columna con una de esas miradas profundas que ponía cuando estaba concentrado en algo, de esas que parecía que se había quedado dormido pero no, estaba allí, dándole a las neuronas, que las muy cabronas eran unas desorganizadas, pero cuando de tanto en tanto hacían contacto.... Joder, aquello era magia.

La columna parecía ser más falsa que las tetas de su patrona. Miró hacia el techo y vio un amago de tubería que se metía en aquella columna por lo que tal vez estuviera hueca, o en parte, así que si ponía a trabajar sus hercúleos músculos, tal vez podría romperla, y con suerte no se le caería el techo encima, aunque, lo que pudiera haber dentro de aquella tubería era todo un misterio.

Las peticiones de Anthony y las de Bonitín, con su voz seductora de cantar rancheras, habían hecho que Ana se pusiera a funcionar. No les había encontrado lo que querían pero si McGyver podía volar un tanque con un chicle ellos podían hacer lo mismo, o mejor.

Hisabel mientras, ya libre de la mordaza se levantó, como una princesa, llena de rabia y orgullo, y bueno, y meado, pero no olía mal, en su casa no se meaba cochino como en otras casas. Aquello de levantarse había sido demasiado fácil y a Hisabel lo fácil no le bastaba. Se fue dando saltitos hacia los archivadores buscando un clip, manteniendo un equilibrio perfecto y de paso aflojando algo las cuerdas de las piernas. Empezó a abrir archivadores, pero la postura no invitaba. No podía abrir bien los archivadores ni mirar entre las hojas para encontrar clips, por suerte, barbie geriátrico parecía haber hecho su trabajo, a parte de ofrecer los aros de su sujetador a Bonitín como si fuera el mismísimo Jesulín de Ubrique.

Por la cara que estaba poniendo Anthony parecía que se le estaba ocurriendo uno de sus planes locos de fuga.

-Gracias- Qué alivio. le devolvió una beatífica sonrisa a la estrella del porno trasnochado. Su intención era propinarle un cabezazo pero a la postre era la tía que ponía las perras. Se contuvo. -En confianza, a ti te queda mejor con el pico cerrado, te da un aire muy sepsi. A mí es al revés, cada una lo suyo. Prueba.

No pudo encontrar o coger lo que quería. La rubia sí. Sus compis ya estaban al lío. - Debemos actuar con frialdad, sin ánimo de venganza, somos profesionales. El trabajo bien hecho regocija el espíritu y alimenta el alma -señaló, toda aparentemente tranquila.

Cada segundo contaba. Que sería un desastre si la pillaban en bragas. En bragas meadas. Imagina la prensa. Estaba furibunda, por mucho que representase otro papel. Los ojos se le inyectaron en sangre turbia de toro español, quiso morder a Anita la borderland, y de pura rabia se lio a dentelladas con el perchero. -¡Maricón, calzonazos, pichafloja, eunuco indepe, te voy a hacer tragar cada bala del 45 a palo seco! ¡Cabrón mamonazo supremacista!! -La boca se le llenó de espuma, de lagartos y serpientes.

Respiró hondo, se recompuso- Ya pasó, ya pasó. Fue un trance. Oye, chati, dame uno de esos clips y me vas desatando las cuerdas, vale. Porfis.

Cuando Anita la liberó de las ataduras, Hisabel, ni corta ni perezosa, intentó pasar las manos por delante del cuerpo. Se tiró al suelo, lejos del pis y de la columna de Poli, y allí empezó a culebrear y a contorsionarse como una houdini del siglo XXI, o como una política desviando fondos públicos a las caimanes. De conseguirlo, luego rompería las bridas, que era cosa fácil, había practicado de los tutoriales de youtubers, pones los pulgares así, empujas asá, presiones, y clack, rotos, si era superfácil!  Y ya luego dedicaría sus dotes artísticas a bailar el clip en las cerraduras de sus compis primero. Y si no podía con sus bridas, directamente a las esposas de Benitín y Blake.

Mientras que los demás intentaban quitarse las esposas, las cuerdas y las bridas, yo me hinché como un jabato e intenté con todas mis fuerzas destrozar la viga de mentira. Como había trabajado de albañileta en mi juventud, sabía que esta viga estaba hueca y que bajaba una bajante por ella. Me removí a un lado y otro, como un búfalo en celo, tratando de ir jodiendo la viga con las cadenas. Si todo iba bien, en unos minutillos estaría libre y podría meterme un disparo rápido, que lo necesitaba.

Hisabel ya se había puesto de pie y la Ana estaba ayudando a los demás. Empecé a pensar en la Rosi, que no sé dónde andaría, si la habían llevado al depósito o seguiría en la gasolinera. Como la hubieran hecho un solo arañazo, iban a pillar cacho y estar cagando dientes durante un mes.

Como era de esperar, Ana tardo en reaccionar ya que se encontraba bajo los efectos de un loco con un 45 a punto de decorar con sesos variados todo el almacén. Luego comenzó a moverse, encontró un par de clips y quitó la mordaza a Hisabel que ya estaría a punto de reventar. Anita se acercó a mi silla y ofrecía como ganzúa el alambre de su sostén.

Muchas gracias guapa! Con los clips es suficiente y más rápido. Tenemos que darnos prisa en liberarnos y prepararnos antes de que esos animales vuelvan de comer.

Ana estaba de muy buen ver y cuando comenzó a acariciarle el pecho....... Tan solo las ganas de vengarse de estos hijoputas que lo habían inflado a ostias y el miedo de ser atrapados por el subnormal de Arensivia al que ya habrían avisado, le hicieron contenerse.

Mira Ana, tal vez este no sea el mejor momento, aunque lleno estoy de amor, ya habrá un momento más adecuado. 

Tenemos que encontrar algo para cortar las bridas, tijera, navaja, abrecartas, hasta un mechero....

Ostias si tengo un mechero en el bolsillo, junto al paquete de tabaco! Con el mechero calentando el plástico, las bridas romperían con facilidad, casi sin esfuerzo. 

Lo suyo nunca había sido trabajar, cualquier cosa que facilitase el trabajo era bienvenida.

Mientras tanto Hisabel había abierto las esposas y Poli tirado la bajante.

A ver si terminamos de liberarnos rápido, registramos la oficina y almacén. 

Las cadenas de Poli estarían cerradas por un candado, una vez sin las bridas tal vez pudiese ser abierto, así como la puerta que comunicaba con el almacén.

Me puse a mirar el candado de Poli, así como la cerradura de la puerta de la oficina. Mientras rompíamos las bridas con ayuda del mechero (a falta de algo cortante que no habíamos encontrado). No había tiempo que perder, a ver si al jefe se le ocurría algo interesante.

Forcejear con las ataduras parece que por el momento no da el resultado esperado. Está claro que me hago viejo y mi juego de manos ya no es lo que era. Aun así, confío plenamente en las capacidades de mis compañeros y sé que más temprano que tarde alguno vendrá a soltarme.

Espero pacientemente para no cansarme demasiado y no romper a sudar. Los que estamos un poco pasados de kilos es lo que tenemos, no todos podemos ser Poli o Bonitín. Así que en lugar de forcejear me dedico a darle al coco.

—Sin armas estamos en clara desventaja, pero en la Rosi tenemos todo lo que nos hace falta para darles a esos malnacidos una lección que no olvidarán. Pero antes de irnos podríamos bandalizar un poco este lugar. Igual encontramos algo turbio de Juanín con lo que poder extorsionarle cuando llegue Arensivia y ponerle a él y a sus hombres de nuestro lado. O, por lo menos, como carne de cañón mientras escapamos. Que a mí no me van a meter preventivo en la cárcel como a Villarejo a la espera de un juicio.

Ana se quedó mirando a Hisabel con una mezcla de curiosidad, admiración y asquito, quitándole las cuerdas de las piernas intentando mantener la distancia que las separaba lo máximo posible. La rubia siliconada debía tener algún defecto olfativo porque parecía estar arrugando su naricita al olor del orín de Hisabel, cuando todo el mundo sabía que olía como el albariño, o el champán francés, que cuando una tiene chispa tiene chispa hasta pa mear. Se iba acercar a ella para ayudarla pero Hisabel entró en modo muerde-percheros y se apartó de ella como si fuera un perro rabioso, algo que no estaba muy lejos de la verdad.

Se acercó a Bonitín ofreciéndole el aro de sus sujetadores y cuando dijo que prefería los clips le puso morritos de forma calculada y sensual. Aunque cuando le dijo que estaba lleno de amor y que tenía un mechero en el bolsillo le dijo - Oh, eres un picarón, así que tienes un paquete en el bolsillo eh? O es que te has alegrado de verme eh? Sí, parece que tú lo que quieras es que le dé un poquito de alegría macarena, ayyyyyyyyy, macarena, ahhhhhhh. A ver, Bonitín era, eh? Tu ahora relájate, esto lo hacemos por el equipo eh? No te pongas tenso que vamos a por ese mechero....

Deslizó la mano por el bolsillo, pero la posición no permitía muchas alegrías, así que Ana se tuvo que poner un poco bruta para llegar hasta el mechero pero lo tocó, algo, algo duro. Miró a Bonitín y le dijo - Vaya, creo que estás listo para arder - y extrajó el mechero con una sonrisa de suficiencia. Se lo enseñó y metió la mano en su bolso para sacar un paquete de Ducados, lo encendió y se lo puso en los labios a Bonitín mientras decía - Que a este culito no le pase de nada.

Una vez con el cigarrillo en la boca Bonitín pudo ver que las cadenas de Poli estaban cerradas con al menos tres candados, aparentemente de buena calidad, por lo que reventarlos les iba a llevar un rato, a no ser que Poli hiciera una de las de Poli. Fajador, guerrillero, y con unos huevos que tenían campo gravitatorio propio. Empezó a hinchar los músculos y poner cara de camello en celo mientras empujaba la columna para luego dar un tirón. Las cadenas se le clavaban en el cuerpo pero aquello solo era dolor, y Poli se descojonaba del dolor, porque él era dolor, el puto repartidor del dolor. La columna crujió, un crujido seco de madera, un tirón más y la columna cedió, la madera se rompió y la tubería que escondía no resistió el envite. Poli cayó al suelo mientras un agua marronosa empezaba a caer a chorro por la tubería. Olía a muerto, a estancado, aunque afortunadamente no olía a nada peor. El boxeador estaba libre y sus cadenas en el suelo, unas cadenas fuertes que al menos tendrían 4 o 5 metros de largo cuando abrieran los candados.

La más loca del lugar empezó a hacer movimientos de contorsionista que ni en el circo del sol. El plan era sencillo, sentarse en el suelo y pasar las manos por debajo y ya estaría, libre como las gaviotas del PP. Empezó a forcejear, doblarse, pero, había un pequeño problema de trasero, que ser la Kardashian de Chamberí tenía sus ventajas pero también sus inconvenientes. Ante la falta de éxito en sus contoneos intentó librarse de la brida, pero cá, se la habían apretado más que un chotis, y a base de forcejeos, tirones y exabruptos no se iban a abrir. Hisabel se calmó y empezó a trabajar con las esposas. Aquello era fácil, con la de veces que había abierto los armarios de los barbitúricos del psiquiátrico con un clip. Chupao, aunque trabajar de espaldas tenía lo suyo, pero en peores plazas había toreado. Se puso a trastear con las esposas como el que trastea con la sanidad madrileña y en menos de un minuto sus esposas hicieron el click de la privatización. Abiertas, y no fueron las únicas, porque las del jefe acabaron en el suelo como la intención de voto de UPyD.

Ya llovía menos, pero seguían teniendo problemas. Las bridas seguían en su sitio, Bonitín seguía esposado, pero al menos Poli estaba libre, bueno, Poli y Ana. Solo debían salir de aquella oficina y con suerte la Rosi estaría allí esperándoles, con sus pistolas, sus granadas, todas esas cosas que servían para patear culos....y que ganas tenían de patear culos.

Bonitín observó con admiración como Hisabel se puso en pie y abría sus esposas y las de Anthoy, muy bien por ella. Y como Poli en una demostración de fuerza ciega rompía la columna y bajante y lograba liberarse. Mientras daba unas buenas caladas al trujas que Anita le había dado. Aun estaba impactado del susto que le había dado el puñetero Xuan, ese tipo si que estaba loco de atar. 

Bien hecho Hisabel, increíble Poli a ver si podéis encontrar unas tijeras y vais cortando las bridas, o podéis usar mi mechero que lo tiene Ana para tratar de romperlas. Poli primero ayuda a Hisabel con sus bridas y otra que queda libre.

Muy extraño me parece que no haya unas tijeras, cuter, abrecartas, algo para cortar por algún lugar, y con eso se cortarían las bridas en un momento.

Bonitín trato de abrir sus esposas con el otro clip que le había traído Ana.

Seguro que como ha dicho el jefe en esta oficina hay algo que podría encontrar Aresivia para empapelar al Gochu y su maldita tropa.

La puerta estaba cerrada con cadenas y los candados por fuera, tal vez había algo para hacer palanca.

Tal vez haya algo que nos permita hacer palanca para abrir la puerta, o tendremos que echarla abajo.

A continuación busco por la oficina algo cortante y algo para hacer palanca y abrir la puerta que los separa del almacén, el cual de momento parecía estar tranquilo.

-¡¡Gagonros, dejad de flirtear!! Que ya podréis follar luego esta noche a todo trapo- Si es que el Bonitín las enamoraba con solo una caída de ojos. Ni eso, con su nombre ya era suficiente.

¡Joder! Que acababa de decir, se le estaba pegando el habla indepe.-Tenemos que salir pronto de aquí, quiero decir de esta región que se me están pegando las maneras de hablar de estos gallus gilis. Lo mismo la sidra estaba contaminada o nos han metido un chis de esos que explicaba mu bien explica el de la Universidad de Murcia. Thony, luego iremos al médico que a ti si que te ha afectado al coco.

Se puso a mirar el suelo lleno de pis, a ver si encontraba alguna cosa, huella, marca, indicio, de esos tóxicos…pero no. Qué susto. Venga, al lío.

La situación mejoraba. –Já, a mí cerraduras. Ppero que chula y guapa y que másmejor que soy.

Aunque me voy a tener que mirar esto del pompis. Para más tarde. –Se apartó de los dos charcos, intentando no pisar la agüita amarilla ni la marroncita. Sus ojos orbitaron como la estación espacial, alrededor del despacho. Observó las ventanas a tres metros, hum…Y se fijó en la botella de sidra, la cogió y la estampó contra la pared. Estaba caliente y no valía nada. Con el cuello afilado de la botella en mano se lo pasó a Poli, el Guerrero de los picos.

-Toma, corta mis bridas. Y luego las de Anthony. –Alzó la cabeza hacia Anita la caliente- Oye, Miss Ducados, usa el mechero con las bridas de Bonitín. O el cigarrillo, venga chupa que seguro sabes y dale con la punta. ¡Que tengo que decirlo todo! Espabila o te quedas sin su paquete y sin su lengua de oro, ¡vamos, que te muerdo! Y oye, la factura sube al doble, por los detalles que te ahorraste, manipuladora. Femme Fatale. Cien mil, un paseo en barca y una docena de bragas. Y un pantalón nuevo. ¿T´has enterao?

El Guapo de los mofletes tenía razón, cuando se liberasen había que investigar para encontrar algo contra el Harrycapón.

Poco a poco, tensando al máximo las cadenas, logré romper la viga y caer a un lado. Toda la mierda que había en la bajante resonó al caer al suelo y extender su dulzón aroma por el lugar. Me recordaba la casa de Venancio, en la Cañada Real, cuando miles de almas perdidas por la heroína se arracimaban en sus habitaciones para meterse un pico. Había mucha gente que se cagaba encima y no se daba ni cuenta del globo que llevaba. Bueno, volvamos al presente. El caso es que estaba libre y las cadenas estaban en el suelo. Me acerqué hacia mis compañeros e intenté reventar las bridas que les sujetaban, primero a la loca, que estaba poseída por el muñeco diabólico.

-"Estate quieta o no podré romper la brida." La dije mientras lo intentaba.

La cabrona estaba dura; le habían puesto una brida de atar elefantes. Al romper la botella y darme el culo roto, intenté cortarla con cuidado. Esta vez sí que lo conseguí, además de no herirla. Me giré y fui a cortar la brida de los demás.

¡Qué fácil y qué maravilloso es ser considerado el líder de este equipazo! Ellos hacen todo el trabajo duro mientras que yo solo tengo que quedarme sentado frunciendo el ceño con cara de concentración intensa.

Casi compensan el olor a orines y a excrementos que, casual y curiosamente, nos acompañan con más frecuencia de lo que podría ser considerado como razonable en nuestra profesión de justicieros y prófugos de la justicia. Gracias a mis portentosos poderes de mentalista predije que la columna a la que estaba encadenado Poli sería una bajante que nos llenaría de mierda hasta los tobillos y que Hisabel se mearía encima solo por el placer de cabrear a mis paisanos asturianos. Y si mis poderes siguen funcionando como hasta ahora, preveo que saldremos de aquí, le daremos una paliza a Juanín y sus compinches y estaremos camino de Marbella con unos cuantos millones de pesetas en el maletero antes de que Arensivia nos encuentre. O no, que todo puede ser cuando me falta la bola de cristal de Alaska.

El chasquido de mis esposas al ser forzadas y abiertas por mi maniatada compañera rompen el hilo de mis divagaciones y solo puedo exclamar:

—¡Hisabel, eres todavía mejor que el perro Pecas dando la patita! —la felicito, genuinamente impresionado por su habilidad manual, envidia de toda la izquierda podemita y de buena parte de la magocracia española—. No sé qué haría sin ti...

Y tras ella viene Poli, oliendo a macho y a cabrío, para terminar lo que ella ha empezado con tanto éxito. ¡Menudo equipo! No me gustaría estar en la piel de Juanín cuando vuelva.

Tan pronto como me veo libre de mis ataduras, echo a correr hacia el ordenador vintage y comienzo a jaquearlo a cuatro manos, como si fuera un capítulo cualquiera de NCIS, programando una instrucción en cobol para que me de toda la información de la banda antes de autodestruirse. Claro que lo mío son más las máquinas de escribir y tal vez no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Entre la genialidad y el fiasco hay solo un paso y yo soy un consumado equilibrista caminando por esa cuerda tan fina.

Trabajaban como un equipo de natación sincronizada, como un ballet de burbujitas freixenet (Mojinos Escozios Version), subiendo, bajando y dándose toda la prisa del mundo para deshacerse de sus ataduras. Hisabel había decidido que pasaba de sidra caliente, que le daban muchas ganas de mear y que si evacuaba otra vez así se iba a resecar por dentro como una pasa, así que reventó la botella para hacer una serie de cristales que fue pasando a sus compañeros para que, todos en trenecito se fueran librando de los tan pesaditos plásticos del mal. Poli se mordió la lengua mientra se concentraba para no cortar a Hisabel, aunque ganas no le faltaban, Ana decidió que usar el mechero para cortar una brida lo único que provocaría es estropear la mercancía y se dedico a los cristales, y así, uno tras otro quedaron libres de las bridas para desatarse las piernas y empezar a generar rollos y rollos de cuerda, de las gordas y que los marineros llamaban cabos, como si fueran unas putas cuerdas con ínfulas.

Bonitín, que era el especialista en abrir cajas fuertes, verbenas populares y cinturones de castidad hizo su magia con un clip. No era la primera vez que una gachí le esposaba a una cama, así que tenía sus mañas, sus truquillos, así que le dio una sesión de triángulo, círculo ,R2 y cuadrado hasta que escuchó el click de las esposas. Ya libre de ataduras empezó a revisar la habitación en búsqueda de una palanca o algo que pudiera servir. El perchero podría ser una opción, pero igual no encajaba, además de estar babeado por Hisabel e igual la locura era contagiosa. Podría intentar romper alguna de las sillas y tratar de usar una pata, algo así. Lo que estaba seguro es que no iban poder romper el candado por fuera, ni cortar la cadena, pero tal vez podían sacar la puerta del raíl, pero aquello iba a requerir mucha fuerza y una pizca de suerte, aquel almacén no parecía ser muy nuevo y la puerta podía ceder.

Mientras, Hisabel  I, la meona, se dedicó a evaluar la opción aérea, y es que ella era como la perrilla esa voladora de la patrulla canina, todo lo que fuera despegar los pies del suelo le iba bien. Las ventanas estaban altas, pero subiéndose a la mesa e igual aupando a alguien ligero podría pasar por la ventana si se libraban de la reja. Allí había cuerdas y cadenas, y 2 tíos y un viejo que podían tirar como bestias. Que coño!, Poli podía tirar el solo por los cuatro que cuando se cabreaba tenía tracción a las 4 ruedas y todos los caballos que se había metido en las venas galopaban en formación

Y no nos podemos dejar del jefe que todos querríamos tener, un tipo sensato, que delega, que deja hacer y que supervisa, que confía en sus hombres y que siempre está presto para subidas de sueldo y dar vacaciones, un jefe de esos que te lleva el café a la mesa, ese tipo de jefe. Les dejó hacer, sobre todo para fortalecer su confianza, y en un pis pas estaban todos libres. Crujió los nudillos y se dirigió al ordenador a hacer su magia. Aquel ordenador era de sus tiempos, un windows 95 que lo miraba desde la pantalla de login. Debía acertar la contraseña, era mentalista, así que debía meterse en la mente del gochu, bucear en sus miedos y pensamientos reprimidos a distancia y sacar una sucesión de números, como si fuera el maestru X. Se sentó frente al ordenador, enviándole ceros y unos con sus hondas mentales, interrogándole por la password, que todos sabían que esos condenados se bloqueaban más que una escopeta de feria. Ana se acercó a él para ver que hacía, empujándole sin querer y haciéndole presionar involuntariamente la tecla enter. La miró con furia asesina hasta que se dio cuenta que había acertado, que aquello era como matrix, que no había cuchara como no había contraseña. El gochu debía ser un minimalista o un vago, así que había dejado la contraseña vacía para no tener que escribir. Anthony se puso a trabajar y empezó a buscar trapos sucios y empezaron a salir más que en una lavandería China. El gochu se había metido en un negocio sucio, en el que compraba las lubinas a los moros y las hacía pasar por cantábricas, algo que por lo que decía daba pingües beneficios. Aquel debía ser el móvil, si las lubinas de Ana y las del gochu entraban en la lonja....la diferencia iba a cantar más que la de los colores de ropa de los payasos de mikolor.

Por lo demás no había mucho, contrabando, tráfico de drogas, de piezas de coche, lo típico de las gentes de bien. El gochu y sus muchachos estaban hechos unas piezas de relojería los angelitos.

Ana negó y le dijo a Hisabel

- Mira bonita, si te va lo de la lluvia dorada me parece bien, que yo aquí donde me ves también he tenido mis rollitos de guarroncilla, yo tolero, pero no os voy a pagar ni un duro más, que ya hemos hecho el trato y san Honorato, san Honorato ya hemos cerrado el trato. - La miró con una sonrisilla pícara y le dijo - Además, dime tú que no lo harías gratis después de lo que os han hecho. Mira, tengo todavía un instagram con medio millón de follogüers, y si os pongo cinco estrellitas vais a tener más trabajo que Kunta Kinte, vais a viajar más que la maleta del fugitivo y vais a tener más pasta que el tío Gilito. Hacedme caso, yo puedo ser vuestra influenser, la que os dé a conocer y que cuente lo aguerridos, guapos y salaos que sois.... Es que eso no vale ná? Además, que yo también soy de Madriz, y no hablo en raro como los de aquí. Entre españoles, muy españoles nos tenemos que ayudar.

Anita la Fantástica resulta ser un sorprendente talismán de la suerte en eso de desencriptar contraseñas. ¡Qué pena que no pueda guardármela en el bolsillo interior de mi chaqueta negra! Ese sí que sería un truco de magia estupendo.

Mientras fantaseo con una idea tan brillante, reviso por encima los pecadillos veniales de Juanín y su banda sin encontrar nada sustancial. Coches de lujo usados para hacer alunizajes en joyerías... Bah, nada de otro mundo. ¿Y quién se ha bajado al moro con su abuela de vez en cuando para que ella pasara hachís? Bueno, yo, pero porque cuando nació mi abuela todavía estábamos echando a los moros de Covandonga a pedraes.

Estoy a punto de usar el perchero para formatear el disco duro al estilo de Génova 13 cuando descubro por pura casualidad el santo Grial de los crímenes deshonestos. Algo que haría las delicias de Gloria Serra y su equipo de investigación durante doce o quince programas: ¡contrabando de lubinas, ni más ni menos!

—Señoras y señores, parece que nos hemos estado jugando los cuartos con unos tipos verdaderamente peligrosos y despreciables —advierto a mis camaradas, sin poder evitar un involuntario escalofrío—. Esta gente se dedica a... No, no puedo... Es demasiado horrible,  no puedo decirlo, será mejor que lo veais por vosotros mismos o no me íbais a creer jamás a pesar de mi merecida reputación de hombre sincero.

Muevo el culo de la pantalla, que no tiene nada que envidiar al de las Kardasian, para que mis compañeros puedan mirar lo que aparece en el monitor CRT de 16 pulgadas (ahí es nada, esta gente no escatima en lo bueno).

Miro a mi alrededor a ver si hubiera alguna impresora de esas que imprimen en papel continuo, porque en este PC hay más secretos turbios que en la familia Pantoja y sería un buen seguro de vida para nosotros llevarnos estas pruebas.