¡Qué molesto!- pensó con enfado el moro cuando el caballero le interrumpió. Primero no quería saber nada del crio y ahora quería marchar a la taberna. Mejor sería que se pusiera de acuerdo con lo que quería hacer o lo dejase hacer su trabajo, al fin y al cabo quien le pagaba era el de Pomar. Pero como siempre el moro tenía poco que opinar asi que asintió con la cabeza.
-Si, siñor. Vayamos a la taberna, pero será mejor ser discretos y no preguntar abiertamente por el ninio. Ah, y será mejor que entris vos primero y yo algo después, si entraseis vos conmigo llamaríamos mucho la atención-le dijo complaciente, advirtiendo que un caballero y un moro serían la comidilla de las gentes si se enterasen que iban juntos.
A la taberna pues